Capítulo 13. Actividad Extraescolar
Capítulo 13.
Actividad Extraescolar
Cuando Monique arribó a la oficina del Dir. Rough, éste se encontraba sentado en su escritorio, revisando algunos expedientes de alumnos. Estaba bastante concentrado en su labor, y sólo logró separar su atención de ello cuando escuchó que la joven Devil llamaba a su puerta.
—Adelante —indicó el director, alzando el rostro sólo lo necesario para ver a la estudiante que entraba. La distintiva piel gris y el cuerno de Monique no tardaron en asomarse—. Oh, Srta. Devil. Pase, pase.
Monique asintió, cerró la puerta detrás de sí, y se aproximó al escritorio.
—Hola, director —saludó con voz cauta, al tiempo que tomaba asiento en una de las sillas—. ¿Quería verme?
—Así es —asintió el director. Cerró entonces el expediente que estaba revisando, y volteó a ver más directamente a la jovencita sentada delante de él—. Se ve algo tensa. ¿Todo está bien en casa?
—Sí... algo así —respondió Monique rápidamente, intentando sonar lo más segura posible—. Es sólo que me preocupa un poco que me haya mandado a llamar. Que yo sepa no he hecho nada que merezca otra tarde de castigo, pero si acaso lo hice y no me fijé...
—Tranquila, no la llamé por algo malo —le interrumpió el Dir. Rough rápidamente con tono afable—. No demasiado, al menos.
Extendió entonces su mano hacia el montón de expedientes apilados a su lado, sobre el cual se encontraba justo el que necesitaba: el de la estudiante Monique Devil. Lo colocó en el escritorio delante de él, y lo abrió en una parte específica de éste.
—Esta mañana estuve revisando su expediente, y me llamó la atención ver que ya lleva algunas semanas en la escuela, pero no se ha inscrito a ninguna actividad extraescolar.
Monique parpadeó dos veces, un tanto confundida.
—Oh, eso... Había entendido que no eran obligatorias.
—Usualmente no —respondió Rough, encogiéndose de hombros—. Pero aquí nos gusta fomentar que nuestros alumnos enriquezcan su aprendizaje con alguna tarea cultural o deportiva, que traiga valor a sus vidas escolares, y personales. ¿No hay alguna actividad dentro de las opciones que ofrecemos que le llamé la atención?
—No es eso —contestó Monique rápidamente, negando con la cabeza—. Es sólo que... no me lo había planteado demasiado. Usualmente después de la escuela tengo... cosas que hacer, y eso limita un poco mi tiempo. Por eso en mis escuelas anteriores no había podido participar en ningún club o equipo.
Claro, sin mencionar que la mayoría de sus compañeros no querían siquiera estar en el mismo salón que ella, con más razón pertenecer al mismo club. O al menos eso fue lo que ella supuso, por lo que nunca quiso hacer el intento siquiera y ser rechazada.
Y claro, estaba también ese otro tema que le acababa de mencionar al director.
—Oh, ¿acaso tiene un trabajo después de la escuela? —preguntó Rough con curiosidad.
—No, nada de eso.
—¿Toma clases avanzadas, quizás?
—Algo así... —susurró Monique, un poco vacilante—. Lo que pasa es que muchas tardes tengo que entrenar con mis padres.
—¿Entrenar?
—Entrenar... —asintió lentamente.
—¿Entrenar qué exactamente?
Monique suspiró y desvió su mirada hacia un lado. ¿Cuál sería la forma sencilla de explicarle qué era lo que entrenaba con sus padres? Sospechaba que no existía en lo absoluto una "forma sencilla" en realidad, así que quizás lo mejor sería no entrar en tantos detalles.
—Sólo... cosas que ellos saben, y les interesa que yo sepa. Cosas de la vida, usted sabe. Cosas normales que todo padre quiere que sus hijos sepan...
Culminó su ambigua explicación con una sonrisita que intentaba reflejar calma, pero por dentro suplicaba que fuera suficiente para que el director no se animara a preguntar nada más. Rough la observó en silencio unos segundos, y en efecto al final decidió no seguir picando el tema. Era difícil decir si fue porque la explicación lo satisfizo, o quizás el deseo implícito de Monique de no seguir hablando al respecto se volvió bastante notable en su rostro.
—Entiendo. Bueno, igual quisiera que revisara las listas de actividades —comentó el director, extendiéndole en ese momento por encima de la superficie del escritorio una hoja impresa con la lista de cada club y equipo de la escuela; que, sea dicho de paso, no era particularmente corta—. Creo que le ayudaría a... adaptarse mejor a la escuela, y con sus compañeros. En especial luego de los últimos sucesos "extraños" que han ocurrido; ¿entiende lo que le digo? Y, ¿quién sabe? Quizás encuentre algo nuevo que le guste, o en lo que es buena y no lo sabía.
Monique lo contempló en silencio, intentando procesar lo mejor posible aquellas palabras que, más que un consejo u opinión, sonaban más a una advertencia. Como si intentara decirle entre líneas: "no es obligatorio que elijas una, pero en serio sería bueno que lo hicieras si quieres en verdad encajar aquí". Si ese era el caso, no le dejaba en realidad muchas opciones.
—Gracias, director —masculló despacio, tomando entre sus dedos la hoja que le ofrecía—. Revisaré la lista, lo prometo.
El director asintió y sonrió, satisfecho.
—Ahora ve a almorzar, anda.
Monique no necesitó que le insistiera para tomar esa invitación a retirarse. Guardó la lista de actividades en su mochila, se paró de la silla, y se dirigió rápidamente a la puerta.
— — — —
La cafetería de Gray Peaks High tenía su zona exterior con ocho mesas para el uso de sus estudiantes, que daba hacia los patios de la escuela y a las canchas de basquetbol. Era en estas últimas en donde el equipo de animadoras aprovechaba la hora de almuerzo de ese día para practicar su rutina ante los ojos curiosos de sus compañeros. Y un par de esos ojos curiosos, pertenecían justamente a Billy Trevor.
Como Monique había intuido el primer día, Billy solía comer en la habitación del MTJGRP, aprovechando lo más posible la privacidad que dicho lugar le ofrecía. Sin embargo, ese día al parecer había optado por sentarse solo en una mesa alejada de las canchas, pero aun así con la vista adecuada para poder contemplar sin mucho problema a las chicas y chicos de uniformes azules y dorados. Aunque claro, su atención estaba principalmente centrada en una de esas personas en específico.
Mientras comía lentamente de su puré de papas, guisantes y carne reseca, miraba sutilmente en dirección a las canchas de basquetbol, y contemplaba atento como Karly saltaba, gritaba y se movía en perfecta sincronía con el resto de sus compañeros. Con cada movimiento o giro que hacía, sus cabellos rubios se agitaban en el aire, y su rostro brillaba con el sol que le tocaba la cara, y en especial con la amplia sonrisa de emoción que le cruzaba el rostro.
A diferencia de cómo Karly se comportaba en prácticamente cualquier otro aspecto de su vida, cuando se trataba del equipo de animadoras era bastante notable la concentración y empeñó que le ponía a todo. Sus movimientos eran gráciles y precisos, y sus saltos y giros en el aire eran bastante impresionables; aquel que había hecho en el columpio del parque hace unas semanas no era nada en comparación.
Sin darse cuenta, Billy dejó de mirarla de forma sutil, y en su lugar se había quedado bastante absorto en cada movimiento que su amiga realizaba, hasta el punto de olvidarse incluso de seguir masticando el bocado de comida que tenía dentro en ese momento.
Pero, ¿cómo no quedársele viendo? ¿Cómo no perderse en aquella imagen? Si Karly era después de todo...
—Hola, Billy —escuchó el muchacho de pronto que alguien pronunciaba justo a su diestra, sacándolo de una fuerte sacudida de su ensimismamiento.
Billy se sobresaltó, casi brincando de su asiento, y se giró alarmado hacia un lado. Reconoció de inmediato a Monique, que estaba a medio camino de tomar asiento en otra silla de la mesa, con su charola en mano, pero se había detenido y lo miraba confundida tras ver aquella reacción tan súbita.
—Lo siento —susurró Monique con voz precavida—. ¿Te asuste...?
—¿Qué? —exclamó Billy en alto, antes de que ella incluso terminara de pronunciar su pregunta—. ¿Yo? Yo no hacía nada. Sólo... estaba comiendo mi almuerzo.
El muchacho se agachó de inmediato hacia su charola, y comenzó a tomar grandes bocados con ayuda de su tenedor. Sin embargo, ni siquiera de esa forma fue capaz de ocultar el marcado sonrojo que había adornado sus mejillas.
Monique arqueó una ceja, desconcertada por todo aquello. Terminó de sentarse lentamente en la silla, y luego se giró en dirección a la cancha, al grupo de porristas que ahí práctica y, por supuesto, hacia Karly que resaltaba entre todas ellas, con sus rizos dorados ondeando en el aire mientras saltaba en el aire y era atrapada por dos de los animadores masculinos.
—Claro —susurró Monique despacio, haciéndose rápidamente una idea de qué, o quién, había tenido la atención de Billy tan fija justo antes de su llegada—. Oye, sé que quizás no sea mi asunto, pero... —masculló dubitativa, girándose de nuevo haca su amigo—. Cuando Karly menciona que ella te gusta, ¿acaso hay un poco de verdad en...?
—¿Por qué tardaste tanto? —le cortó él de tajo antes de que pudiera terminar su pregunta, con aún media porción en su boca—. ¿Qué andabas haciendo? Aunque, sé que quizás no sea mi asunto.
Esas solas palabras fueron suficientes para que el mensaje le quedara bastante claro a Monique, así que aceptó sin chistar el cambio de tema.
—El Dir. Rough me citó en su oficina.
—Oh, no —pronunció Billy, bastante parecido a como Karly había reaccionado—. ¿Te volvió a dar otra tarde de castigo?
—No esta vez —respondió Monique, negando con la cabeza. Colocó entonces sobre la mesa la hoja que había traído consigo desde la dirección—. Me quería hablar de las actividades extraescolares, y preguntarme por qué no había elegido ninguna. Y a pesar de no ser obligatorias, me insinuó que sería bueno para mí elegir una... O eso entendí.
Cuando alzó una vez más su mirada, le sorprendió un poco ver que de nuevo que en el rostro de su amigo se había dibujado una fuerte reacción. Pero en esta ocasión a Monique le pareció que ésta era algo más cercano a... espanto o miedo, como si le acabara de contar de una horrible catástrofe. No recordaba en todo el tiempo que llevaba de conocerlo haberlo visto con una cara así, y era aún más extraño que surgiera en ese momento en el que no hablaban de nada fuera de lo común.
—¿Estás bien? —le preguntó Monique, confundida.
Billy reaccionó de inmediato a su pregunta, agitando su cabeza con rapidez, y de un segundo a otro su rostro se convirtió de nuevo a esa usual expresión tranquila e indiferente que solía tener.
—Sí, claro —respondió con normalidad, y tomó entonces un sorbo de su jugo de naranja—. Qué denso. Entonces, ¿tendrás que elegir alguna actividad?
Monique vaciló un poco antes de responder, un poco dudosa en especial entre si debía cuestionarle sobre qué había sido eso de hace un rato. Al final, sin embargo, no quería que se molestara de nuevo por meterse en algo que no le incumbía.
—Supongo —respondió tras un rato, un tanto resignada—. ¿Tú estás en algún club o equipo?
—Participo a veces con el equipo de eSports —respondió Billy rápidamente.
Monique arqueó una ceja, intrigada.
—Ah... ¿Y eso qué es?
—En términos simples, videojuegos competitivos.
—¿Esa es una actividad extraescolar? —cuestionó Monique, azorada.
—Hasta que los directivos entiendan qué es y se cuestionen exactamente lo mismo, sí. Si quieres te puedo presentar con el capitán.
—No, gracias —respondió Monique, negando rápidamente con la cabeza—. Te lo agradezco, pero siempre he sido mala con los videojuegos.
Billy dejó escapar entonces una pequeña risita burlona.
—Es interesante cómo eres excepcionalmente buena para muchas cosas, y muy mala para otras.
Monique abrió la boca con intención de debatir aquello, pero no encontró las palabras adecuadas. Había cierta verdad innegable en ello, pues mientras sus padres la habían preparado bien para el combate y el uso de la magia, cosas tan simples del día a día representaban un reto más complicado para ella; incluso tenía dificultades para simplemente dejar escapar sus emociones en la forma de un grito. Quizás en ese sentido, inscribirse en algún club que le ayudara a ampliar sus horizontes no era tan mala idea; pero definitivamente no sería al de videojuegos competitivos.
Un fuerte grito al unísono soltado por todo el equipo de animadoras cruzó el aire en ese momento, jalando de nuevo la atención de ambos. Al parecer acababan de terminar un ejercicio con éxito, y todos aplaudían con entusiasmo, felicitándose entre ellos.
Monique debía reconocer que Karly tenía razón en algo: era evidente que esas personas no tenían problema alguno con dejar salir su emoción y entusiasmo, algo de lo que ella carecía enormemente.
Y como si el pensar en su amiga la hubiera hecho llamar de alguna forma, Monique notó como en ese momento Karly se giraba justo en su dirección, y desde la distancia pareció reconocerla; lo cual no era muy complicado, tratándose de ella. Karly sonrió ampliamente y agitó una mano en el aire a modo de saludo, y Monique no tardó en regresárselo. Justo después, Karly extendió sus manos a los lados de su rostro, colocando sus dedos como si simularan garras, y luego movió su cabeza y boca, imitando algún tipo de gato o león gruñendo. Terminó aquello con un discreto guiño de su ojo derecho, y su pulgar arriba extendido hacia ella.
Monique no pudo evitar reír, en parte divertida, en parte un tanto apenada por aquello. Se limitó a sólo asentir y alzar también su pulgar, para así dejarle claro que había entendido el mensaje.
—¿Y eso qué fue? —preguntó Billy, curioso, pues claramente había notado también aquel extraño gesto.
—Ah, es que Karly... quiere enseñarme a gritar.
Ahora fue Billy el que arqueó una ceja como respuesta a su comentario.
—Y... ¿en verdad necesitas que alguien te enseñe eso?
—Es una larga historia —suspiró Monique, dejando de momento de lado cualquier intención de dar más explicaciones, aunque quizás se lo contara después.
—Muy bien, chicos —pronunció una de las animadoras, tan alto que Monique y Billy pudieron escucharla bien. Desde su posición Monique no pudo verla con claridad, sólo la larga cabellera anaranjada sujeta con una cola, pues le daba las espaldas a las mesas mientras estaba de pie frente al resto del equipo—. Eso estuvo muy bien. Pero ahora, antes de que termine la hora del almuerzo, quiero que hagamos al menos una vez la ruina completa, de principio a fin; incluyendo el salto final.
Aquello pareció causar un poco de conmoción entre el resto.
—¿Estás segura, Lily? —susurró una chica en la formación—. Aquí no tenemos colchoneta —indicó, pisando con su pie el duro suelo de concreto de las canchas.
—Será una buena oportunidad para justo practicar sin esa pequeña red de apoyo —pronunció con marcada seguridad la chica de cabellos anaranjados, con sus manos en su cintura—. Al menos claro, que nuestra compañera de primero no se sienta lista para eso...
—¡Lo estoy! —pronunció Karly en alto con convicción, dando un paso al frente—. Estoy lista, Lily. Lo haré, y lo haré a la perfección.
Había fuego y firmeza en su mirada, y Monique logró captarlos incluso desde su posición.
—Ese es el espíritu —pronunció en alto otra de las animadoras con entusiasmo, una muchacha de piel morena y cabello muy oscuro—. Ya la oyeron, ¡hagámoslo!
La chica de cabellos anaranjados asintió, y a la señal de un fuerte aplauso de su parte, todos comenzaron rápidamente a moverse hacia el centro de la cancha para tomar sus posiciones.
—¿Qué van a hacer? —le preguntó Monique con curiosidad a Billy.
—Supongo que su rutina, la que harán en la competencia del sábado. No sé mucho al respecto, pero Karly dice que la han estado practicando a puerta cerrada hasta ahora, así que será la primera vez que la hacen con público.
Monique asintió.
—Karly me mencionó hace rato algo de un... salto mortal con giro, o algo así...
—Sí, a mí también —masculló Billy con algo de fastidio—. Ha estado presumiendo por semanas el que la hayan elegido para hacerlo. Veamos si es la gran cosa como tanto dice.
Monique se giró de nuevo hacia la cancha y puso aún más atención que antes, expectante por ver lo que ocurriría.
Los miembros del equipo de animadores se colocaron en formación, se pararon derechos, y unos segundos después comenzaron a moverse siguiendo el ritmo que la voz de la chica de cabellos anaranjados les indicaba. Monique no sabía nada de rutinas de animadoras, pero desde el inicio le sorprendió la increíble sincronía que demostraron. Todos se movían como uno, como si dibujaran con sus cuerpos trazos sobre la cancha que en conjunto daban forma a un hermoso mural.
Los movimientos de todos eran precisos; si uno se movía a la izquierda, el otro lo hacía a la derecha la misma distancia y a la misma velocidad, en un flujo constante y simétrico que parecía casi irreal. Pero también había fuerza en sus movimientos, firmeza en cada paso, e increíble habilidad en cada salto. Monique había creído que ser animadora se trataba sólo de sonreír, mover pompones en el aire y gritar rimas, pero eso que veía era mucho más. Todos esos chicos y chicas hacían alarde una gran cualidad atlética, además de un notable trabajo en equipo.
Y en medio de todo esos movimiento fluidos y hermosos, se encontraba Karly, que al mismo tiempo que era una pieza más de toda aquella maquinaria, brillaba por su cuenta como una perla siendo agitada por el fluir del agua. Y justo al llegar al final de la rutina, era cuando esa peculiar joya tenía su momento de brillar con mayor fuerza.
En un momento Monique perdió de vista a Karly entre la multitud, pero eso fue porque se había colocado hasta más atrás en la formación, y sólo quedó a la vista cuando todos los demás se abrieron en sincronía hacia los lados, como las cortinillas de un teatro. Y entonces, dos animadores masculinos se colocaron a cada lado de ella, y se agacharon cerca del suelo. Karly brincó, y apoyó cada pie en una mano de sus compañeros, y estos al instante la empujaron con increíble fuerza, haciendo que su cuerpo se elevara en el aire, bastante más alto de lo que cualquiera en el público se hubiera esperado.
Monique sintió un pequeño punzón de preocupación al ver cómo su amiga se elevaba de esa forma, tanto así que se paró de su silla sin darse cuenta. Y vio entonces como estando suspendida en lo más alto, Karly cruzaba sus brazos contra su pecho, juntaba sus piernas, y como por arte de magia comenzó a girar por completo en el aire con rapidez; una vez... dos veces... tres veces... Tres giros completos en el aire, mientras descendía al suelo. Y tras el último giro, todo parecía indicar que caería irremediablemente de cabeza al piso, y eso alertó aún más a Monique.
La joven Devil tuvo el reflejo de correr con todas sus fuerzas hacia la cancha y atrapar a su amiga, por más imposible que le resultaría incluso a ella cruzar toda esa distancia tan rápido. Por suerte para ella, no fue necesario que lo hiciera, pues en el último instante, de alguna forma que debería haber sido imposible, Karly logró girar su cuerpo una última vez, sólo lo suficiente para que sus dos pies cayeran bien juntos y firmes al concreto.
Las rodillas de la joven se flexionaron un poco al caer, sus cabellos se agitaron, y al instante siguiente se alzó de nuevo, parándose derecha con sus brazos extendidos a los lados, y una amplia y radiante sonrisa de orgullo en su rostro.
Todos en las mesas permanecieron en silencio unos instantes, al parecer con el mismo nudo en la garganta que se le había formado a Monique. Pero los aplausos y gritos de emoción no tardaron en hacerse presentes, inundando todo como una fuerte lluvia torrencial que se hubiera soltado de pronto; incluso los otros miembros del equipo habían comenzado a aplaudir también. Karly permaneció en su misma posición, sonriendo y con sus brazos extendidos, mientras respiraba agitada intentando recuperar el aliento, pero contemplando con alegría a todos los que la admiraban.
—Increíble... —musitó Monique, aún atónita tras lo que había visto.
—Sí, lo fue —le secundó Billy a su lado, en un estado no muy diferente al suyo.
Y aquello no estaba en lo absoluto injustificado. Quizás Monique no supiera de animadoras, pero su madre le había enseñado bastante de saltos y maniobras en el aire en lo que a combates se refería. En base a ello, supo de inmediato que no cualquiera podría haber ejecutado algo como lo que acababa de ver; sólo alguien con la adecuada condición física, así como dominio y conocimiento de los propios alcances de su cuerpo. Y, a riesgo de sonar como su madre, a Monique le cruzó por la mente que, incluso sin magia, si su amiga quisiera aprender a pelear, con esas bases no le sería tan complicado.
Tras terminada su rutina, el equipo volvió a reunirse de nuevo, y tras unas indicaciones rápidas parecieron dar por terminada su práctica. Rápidamente comenzaron a desperdigarse en diferentes direcciones, y Karly no tardó en dirigirse casi brincando en dirección a la mesa de Monique y Billy. Alrededor de su cuello traía una toalla con la que se había secado el sudor, y en una mano sostenía una botella de agua fría.
—¿Vieron mi salto? —exclamó llena de emoción una vez que estuvo delante de la mesa—. Hubo un momento en el que pensé que no lo lograría. Contuve la respiración hasta que mis pies tocaron el suelo, y pude estar segura de que estaba viva.
Se le escuchaba realmente agitada al hablar; en parte de seguro por el ejercicio, y en parte por la excitación que la embargaba. Antes de que cualquiera dijera nada, se dejó caer en la silla a lado de Monique, y tomó un largo sorbo de su botella.
—Eso fue realmente impresionante, Karly —exclamó Monique con entusiasmo, asintiendo—. Ni siquiera yo podría ejecutar un salto así sin salir lastimada. Creo que incluso mi madre reconocería tu sobresaliente habilidad atlética. Felicidades.
Karly bajó la botella, y pasó el dorso de su mano para limpiar cualquiera rastro de agua de sus labios.
—¿Tú crees? —masculló Karly, sonriendo de forma apenada, pero orgullosa.
—Es bueno saber que si no te funciona lo de ser actriz, siempre podrás ser acróbata de circo —señaló Billy con tono burlón desde su lugar. Aquello amedrentó un poco el buen ánimo de Karly, pero no demasiado.
—Tan simpático como siempre...
Karly optó por ignorar al muchacho, y en lugar de responder algo más, acercó más su silla hacia la de Monique, pegándose más a ella.
—¿Qué tal? —le preguntó en voz baja, moviendo un poco sus cejas con complicidad implícita—. ¿Se te contagió algo de espíritu para tu grito?
—Un poco, creo —asintió Monique, aunque no sonando del todo convencida al hacerlo.
—¿Qué pasa con eso del grito? —cuestionó Billy, ahora ya más que curioso un tanto molesto por sentirse excluido—. ¿Qué se proponen?
—No tienes que saberlo todo, entrometido —se adelantó Karly a responderle, sacándole la lengua—. Es un secreto entre Monique y yo.
—No es en verdad un secreto —aclaró Monique—. Excepto quizás para mi madre...
Monique estaba dispuesta a explicárselo, o al menos a darle la versión corta de la explicación. Sin embargo, la campana sonó en ese mismo instante, marcando el final de la hora de almuerzo.
—Te lo cuento después —indicó parándose en ese momento con todo y su charola—. Karly, ni siquiera comiste.
—Estoy bien —respondió la animadora rápidamente, parándose también—. Estoy en dieta estricta hasta la competencia. Si subo aunque sea un gramo, mi centro de gravedad podría cambiar, y mi giro no funcionaría igual, y podría morir.
—Creo que exageras un poco —susurró Monique con media sonrisa.
—¿Y no pasaría lo mismo si bajas un gramo? —añadió Billy justo después.
Los tres se pararon de la silla y se encaminaron hacia el interior de la cafetería para dejar las charolas, y justo después dirigirse a su salón.
—Karly, espera —escucharon de pronto que alguien pronunciaba a sus espaldas. Los tres se detuvieron y se giraron, notando de inmediato a dos chicas, vistiendo el mismo uniforme de animadora de Karly, aproximándoseles.
—Oh, hola Daphne —exclamó Karly en alto, y acto seguido se giró hacia Monique y Billy para susurrarles mucho más despacio—: Es Daphne Stars, la subcapitana. No me avergüencen.
—¿Yo?, ¿avergonzarte? —comentó Billy con sorna—. No me imagino cómo.
Karly lo miró con ojos entornados, dejando bastante evidente su advertencia aunque no dijera nada. Monique, por su cuenta, se limitó a sólo sonreír y guardar silencio.
—Hola, chicas —dijo Karly con emoción, girándose hacia sus compañeras de equipo una vez que estuvieron cerca—. Buena práctica, ¿verdad?
—Bastante buena —señaló la muchacha de piel morena y cabello oscuro sujeto con una cola, a la que Karly había llamado Daphne—. En especial tú, Karly. Te estás luciendo con ese salto.
—Muchas gracias —exclamó la muchacha rubia, sonriendo ampliamente con alegría al escuchar esas palabras.
—¿Vas a clase? —preguntó Daphne, mirando hacia el edificio—. Antes de que te vayas, Lily quiere hablar contigo.
Karly se sobresaltó como un conejo alumbrado al escuchar aquello. Sus ojos se abrieron de par en par, y le siguió poco después su boca
—¿A mí? —susurró despacio, aunque luego repitió con bastante más fuerza—: ¡¿A mí?! ¿Lily preguntó por mí directamente?
—Eso parece —respondió Daphne, sonriendo divertida—. Ven rápido; no querrás hacerla esperar, ¿o sí?
Entregado su mensaje, las dos animadoras se giraron y se dirigieron hacia una de las mesas más cercana a la cancha, donde se veía que unos pocos miembros del equipo se habían reunido tras acabar. Karly se quedó en silencio, contemplando como se alejaban. Y cuando estuvieron lo suficientemente lejos, no pudo contener más la emoción latente en su interior, y la dejó escapar en la forma de un agudo chillido, al tiempo que daba algunos brinquitos en su lugar. Billy y Monique la miraron, sorprendidos, e incluso un poco preocupados.
—¡Ah!, ¡no puedo creerlo! ¿Cómo está mi cabello? —inquirió girándose hacia sus dos amigos—. ¿Debería arreglármelo? ¿Y mis mejillas? Quizás deba... No, no hay tiempo. No puedo hacerla esperar.
—Karly, tenemos clase de ciencias sociales —susurró Monique, señalando hacia la puerta.
—¡Olvida las estúpidas ciencias sociales! —espetó Karly en alto llena de convicción—. ¡Esto es mucho más importante!
Y sin dar mayor explicación, se dio media vuelta y salió corriendo despavorida en la dirección contraria a la que iba hace unos momentos.
—De acuerdo —susurró Monique, indecisa. Se giró entonces hacia Billy, en busca de que la ilustrara un poco—. ¿Quién es "Lily"? ¿Tú lo sabes?
La boca de Billy se torció en una mueca, aunque no quedaba claro si era por disgusto o algún otro tipo de emoción. Colocó una mano atrás de su cabeza mientras con la otra seguía sosteniendo su charola, y se giró para continuar caminando hacia el interior al tiempo que le explicaba. Monique no tardó en caminar a su lado.
—Lily Dragora, de último año. Capitana del equipo de animadoras, coronada reina de la escuela dos años seguidos, y considerada por muchos como la chica más hermosa de la escuela; por algún motivo. En pocas palabras, es lo que en esas películas que Karly tanto ve llamarían como "Abeja Reina". Y claro, el tipo de chica al que Karly aspira ser algún día, aunque aplicando toda su filosofía MTJGRP.
Monique pareció sorprendida por lo acababa de escuchar. En parte claro por la revelación de que en esa escuela existía en efecto una verdadera Abeja Reina, como en las películas; y en menor medida, por el hecho de que al parecer Billy sí se sabía las siglas del club de Karly a la perfección.
—Entiendo —susurró pensativa—. Bueno, si alguien puede hacerlo, definitivamente sería Karly.
—Supongo —secundó Billy, sin sonar del todo complacido con hacerlo.
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