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XXXII

COMENTEN O COSAS MALAS PASAN

COMENTEEEEN 👹👹👹👹

Por favorcito <3

.

Ni-ki se quedó estático, las lágrimas se habían detenido por completo y Sunoo acababa de cerrar sus ojos.

-Yo también te amo...

Ni-ki dijo antes de centrar su mirada en Jungwon, quien de igual manera lo miró.

-Lleva a Sunoo adentro- Ni-ki pidió -Yo llegaré pronto.

-Pero, Ni-ki...- Jungwon seguía en un pequeño shock por todo.

-Vayan- levantó a Sunoo en sus brazos, sacándose el chaleco de cuero para romperlo con sus manos y así parar el sangrado.

Ni-ki entregó a Sunoo a brazos de Jungwon.

-T-te esperaremos dentro...

Jungwon nunca había corrido tan rápido en toda su vida, se desesperó aún más cuando la bestia se levantó del suelo.

Sin importarle nada o nadie, entró al castillo, subiendo hasta la habitación de Sunoo, sin dejar de correr hasta llegar a postrarlo en la cama, llamando de inmediato a un médico.

Sus manos estaban ensangrentadas,  la sangre del rey estaba en sus manos y en las de Ni-ki.

Jungwon estaba en crisis, estaba viendo a su mejor amigo y rey rodeado de seis médicos, veía todas las gasas ensangrentadas, veía a todos los médicos correr de un lado a otro, pero seguía teniendo pulso, eso era todo lo que mantenía a Jungwon al menos un poco cuerdo en ese instante.

Mientras Ni-ki.

Pese a todas las heridas que tenía, pese a lo cansado que estaba, pese a él dolor que había sentido, pese a acabar de ver a su amado agonizando.

Se levantó, como si pudiera cargar un barco él mismo.

Sus ojos cambiaron, le prometió a Sunoo no cambiar de forma cuando alguien lo vea, mantenía su promesa, lucharía con esa forma humana.

Agarró la espada del suelo, miró a la bestia y sin esperar más, la atacó con todo lo que tenía.

Te amo.

Esa palabra, resonaba una y otra vez en su cabeza.

Porque te amo.

Al fin... pudo escuchar eso de él... quería escucharlo otra vez... quería escucharlo por el resto de su vida.

-No lo hago por mi- dijo Ni-ki sintiendo algo de ardor en su pecho, ahora tenía un rasguño de talvez unos 25 cm de largo -lo hago por él.

Prometió protegerlo de cualquier cosa, de cualquier amenaza, de cualquier dolor.

Había fallado en eso, así que su venganza sería más que constante, su venganza sería exponencial, llegando hasta el punto de querer matar a la bestia.

No es porque el otro fuera un híbrido, fue por el simple hecho de haber dañado a Sunoo, si cualquier persona lo hubiera hecho, tendría él mismo final.

Cuando la bestia levantó sus garras para lanzarlas en contra de Ni-ki, justo en el instante de estar cerca de él.

El caballero clavó su espada en el pecho del lobo, clavándose hasta llegar a sus pulmones y así hasta su corazón.

No hizo más, lo dejó morir en el suelo mientras Ni-ki miraba cómo cada vez estaba más débil, sacó su espada de su pecho, la colocó en su vaina y se fue caminando de ahí.

Antes de volver al castillo, se agachó para recoger algo del piso.

Y con delicadeza, entre sus dos manos sostuvo la corona de Sunoo que había caído de su cabeza, y cuando la tocó, volvió a llorar.

Lloró varios minutos soltando todos sus hipidos y suspiros, sentía que era su culpa, que totalmente pudo haber evitado eso si hubiera luchado mejor al principio, que talvez hubiera logrado ponerlo a salvo su hubiera sido mejor.

Talvez, si no lo hubiera conocido, estaría bien.

No...

Era egoísta, era tan egoísta y lo sabía, pero pese a saber la posibilidad de que Sunoo hubiera estado a salvo sin conocerlo, no tomaba esa opción.

Era tan egoísta, pero aún si la mejor opción era nunca haberse encontrado, no iba a aceptarla, no quería ver a nadie más al lado de su príncipe, no quería que le diese flores a nadie más, él es y será el único que podrá besar sus labios, no dejaría que otra persona lo haga.

Ni-ki se paró, con las manos ensangrentadas y su ropa igual, sostieniendo la corona de Sunoo entre sus dedos, con su venganza saciada, caminó de nuevo al castillo.

Cuando lo dejaron pasar, todos lo miraron, ni una palabra, únicamente miradas.

-¿Y Sunoo?- Dijo Ni-ki.

-En su habitación...- dijo uno de los guardias.

-Gracias.

Ni-ki comenzó a caminar, pero Jay, el repostero real, lo detuvo.

-Sunoo... está grave, no voy a mentirte, él está en estado crítico.

-Lo sé...

Y subió a pasos lentos, sin prisa, levantando su mirada únicamente cuando llegó a la puerta, donde tocó dos veces antes de pasar.

Entonces lo vio, acostado en la cama, con varias gasas en sus heridas.

-Perdió mucha sangre- dijo uno de los médicos.

-Sí.

-Pero, aún respira y--

-¿Cuál es el diagnóstico real?-pidió Ni-ki, quería saber la verdad.

-Él... probablemente no vuelva a despertar, hasta que siga con vida es un misterio.

-Está bien.

Ni-ki se aproximó a la cama de Sunoo, sentándose a su lado tomando con extrema delicadeza su mano.

Vio sus delicados dedos, admirando lo bien cuidadas que estaban sus uñas.

-Cuando vuelvas, ya nada te va a hacer daño.

Dejó la corona de Sunoo a un lado, para tomar su mano entre las dos suyas.

Las acercó a su frente y en un susurró lastimero y suave alegó.

-Por favor... no me dejes.





























Cami~

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