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࿐♡ 34

—Jeongin...

Esas palabras salieron de los labios de Chan, apenas pudo formularlas, todo lo demás se atascó en su garganta.

Con una sonrisa, el joven rey levantó sus brazos, para que Chan se acurrucada en estos.

Y eso pasó, el caballero corrió hasta estar dentro de sus brazos, se aferró a él con delicadeza y alegría, sin querer soltarlo, pero sin hacerle daño en el agarre.

—Yo... yo no sabía qué hacer sin ti... —Chan lloraba en los brazos de Jeongin—. Yo sin ti, no soy nada.

—Eso no es cierto —dijo el rey acariciando el pelo de su caballero —Tu eres el hombre más apuesto, más fuerte, más gentil, más amable, más cariñoso que eh conocido.

—No vuelvas a dejarme... por favor... no te vayas...

—No me iré a ningún lado —limpió sus lágrimas con sus dedos, viendo que esa única faceta de Chan la controlaba él, verlo llorar, era desgarrador—. Ya no más lágrimas.

En un acto para calmarlo, sostuvo su rostro con sus manos, brindando un pequeño beso en sus labios.

—Chan.

—¿Sí?

—Te amo.

Fue el turno de Jeongin de ser atacado, sus labios chocaron con suavidad y delicadeza, danzando de manera feroz pero suave, como un baile de tango.

Estaban tan metidos en su mundo que no se percataron de dos chicos que los miraban desde la puerta de la habitación de Jeongin.

Se separaron y recién pudieron ver a los dos espías.

—¡Seungmin! —Jeongin alejó a Chan con un empujón—. Yo... ahm.... nosotros...

—Solo dame un abrazo.

El chico se apresuró a correr en brazos de Jeongin, sosteniéndolo con todo su corazón, su pequeño hermanito, su mejor amigo, estaba bien.

—Este... Chan estaba viendo si tenía algo en el ojo... yo...

—Lo sé —dijo su amigo—. Sé de todo esto desde el día en que te fui a buscar a tu cabaña —sonrió—. Estaba esperando a que me lo digas.

—Entonces... tú...

—No creas que creí la mentira de los mosquitos, ni que por arte de magia tus labios estaban hinchados cada que estabas a solas con Chan, o que los rasguños en su espalda eran parte de su entrenamiento, o el cómo se miraban, Jeongin, todo eso está bien.

Y aunque Seungmin dijo "está bien" Jeongin cubrió su rostro con ambas manos, Seungmin supo todo desde el principio, desde sus besos, hasta cuando tuvieron sexo en la bañera, o el día en que se toquetearon en el baño, eso sí que era vergonzoso.

Aunque, Seungmin no sabía que Chan era un híbrido.

—¿Desde cuándo lo sabes? —Changbin preguntó.

—Esa noche que volvió con flores, regresó muy tarde y yo fui a buscarlo, cuando entré a su cabaña pensé que no había nadie, pero los vi a ambos acostados en esa cama.

—Ahhh, fue ese día —Changbin recordó—. Yo me di cuenta desde que Chan se postuló para caballero, Jeongin estaba tan nervioso y todo el tiempo decía su nombre.

—¿Fuimos tan obvios? —Jeongin preguntó.

—Dudo que los otros príncipes no se hayan dado cuenta.

Chan solo miraba a Jeongin, en medio de toda esa conversación, si ya lo sabían no tenía que ocultarlo más, ¿verdad?

—De un momento les traigo el desayuno —Changbin sonrió—. Hay que darles espacio —susurró para Seungmin.

—Oh, sí, vamos —Seungmin igual susurró, cerrando la puerta en silencio para dejarlos solos.

Otra vez estaban ellos dos solos.

—Nos descubrieron —Jeongin miró a Chan.

—No me molesta —Chan respondió—, así puedo besarte todo el día.

Jeongin descubrió algo, la extraña y tan honesta respuesta de Chan a todo, le encantaba.

—Ah, cierto, debes cambiarte de ropa —Chan recordó, se paró y de los cajones eligió lo que Jeongin se colocaría ese día.

El Rey sonreía en su lugar, ser consentido era su actividad favorita.

—No hagas esfuerzo, todavía tienes que terminar de recuperarte —Chan dijo, para luego desabotonar la camisa de Jeongin y colocarle otra.

Era la primera vez que lo hacía él, Seungmin siempre se encargaba de hacerlo.

Terminó de abrir su camisa, dejando todo su torso descubierto.

Entonces vio la cicatriz, esa que le causó el lobo híbrido al atravesar su piel con sus garras.

Se quedó quieto por un momento hasta que Jeongin habló.

—¿Chan? —sujetó su rostro entre sus manos, para poder mirarlo.

—Lo siento... —estaba llorando, empezó a llorar tan pronto como vio la cicatriz.

Jeongin sintió su corazón estrujarse, Chan nunca se vio tan indefenso como en ese momento.

—Lo siento tanto... —hundió su rostro en un abrazo al torso del Rey.

—Chan...

—Si yo hubiera sido más fuerte... sí hubiera luchado más... no estarías así... —sus lágrimas caían sin parar de sus ojos —en verdad lo siento...

—No es tu culpa —acarició su cabello.

—Sí lo es... si lo hubiera vencido antes, no tendrías que haber vuelto... y estarías bien.

—Nada de esto es tu culpa.

—Si no nos hubiéramos conocido, tal vez estarías mejor sin mí y...

—No —Jeongin lo calló—. No estaría mejor sin ti.

—Pero...

—No, yo no me imagino un mundo donde tú no estés... Si me hicieran elegir entre no haberte conocido y estar bien al actual ahora, no me importa cuántas veces me pondría como escudo, siempre voy a elegir el futuro donde estás a mi lado.

—¿Ya te dije que te amo?

—Sí... pero dímelo más...

—Te amo —pronunció con una sonrisa—. Te amo —besó su mejilla—. Te amo.

—Yo también... te amo —sujetó su rostro para darle un beso en sus labios—. Te amo.

—Dímelo otra vez.

—Te amo.

—Otra.

—Te amo.

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