࿐♡ 33
Había una gran bulla en el pueblo, acababan de informarles sobre el estado del Rey, el cómo estaba en una fina línea entre vivir o morir y cómo era su actual condición.
Desde hacía una semana que estaba en ese estado, pero el pueblo recién había sido informado.
¿A quién debían seguir? Jeongin recién elegiría a un consejero, que haga lo que él en casos donde no puede hacerlo, pero claramente no pudo hacerlo.
Seungmin no es como si pudiera hacer mucho, estaba en una etapa donde solamente quería ver de nuevo a su amigo, estaba cuidando de él todo el día y Changbin estaba bastante preocupado por él.
—Las cosechas del norte no son suficientes —dijo uno de los guardias—. El rey sigue sin despertar y no hay ningún consejero, no podemos seguir así.
—Podrían poner las nuevas cosechas dentro del falco izquierdo, cerca de la entrada del Este —habló el caballero del rey.
—No tenemos muchas semillas, si no funciona, no podremos...
—Háganme caso —lo miró—. Confíen en mí.
Después de todo, él era el caballero real, no tenían más opción que confiar en él.
Pero, solo era un caballero, ¿qué sabía él de mandar, corregir y liderar un pueblo?
Tal vez un caballero no sabría mucho, pero Chan leyó todos los libros que Jeongin tenía en su habitación, todos sin falta, desde el comportamiento hasta las reglas y condiciones dependiendo el lugar, lo aprendió hace algunas semanas, lo hizo para poder ayudarlo en algún momento, nunca pensó que terminaría haciéndolo sólo, sin Jeongin.
—¿Qué haremos con el agua? Hay muy pocas lluvias este año y si las reservas se acaban no podremos regar las cosechas.
—Hagamos un pozo, hay tres ríos cercanos, en vez de un pozo, hagamos cuatro más no es muy complicado.
—Pero los hoyos son bastante profundos, nuestros trabajadores no estarán convencidos con los pozos y no querrán hacerlo.
—Entonces yo lo haré— se paró de donde estaba sentado, ¿Era alguna clase de distracción que trataba de crearse a sí mismo? Ignorado la realidad, esperando que cuando despierte Jeongin estaría a su lado, sonriendo, sin temer por su vida.
Te amo.
Esa palabra estaba presente en todas las actividades que Chan hacía desde hace 7 días, 8 contando ese más.
Ese día trabajó toda la tarde, hasta el anochecer donde ya no podían ver bien para seguir cavando, pero terminó 3 pozos de cuatro, el primero lo hizo solo, sin ayuda, para demostrar que estos sí eran funcionales.
Luego, volvió al castillo, se dio una ducha, se vistió y subió a su habitación, vio que Seungmin había salido de la habitación de Jeongin.
Dudó en entrar, de hecho, desde hace dos días que no entraba, verlo de esa manera era aceptar que nada estaba bien, siquiera abría sus ojos, solo era su cuerpo que parecía estar en un eterno sueño.
Con sus manos temblando, abrió la puerta, pasando a la habitación sin elevar su mirada, hasta llegar a una de las esquinas de la cama.
Se sentó en una silla que estaba al lado de esta, y atreviéndose a mirar más, vio a su dulce amado justo como la última vez que dejó de venir a verlo.
Con la punta de sus dedos alcanzó los de Jeongin, entrelazando sus manos mientras sus lágrimas caían sin remedio de sus ojos.
—¿Te gustaron las flores? —dijo, pues cada mañana recogía flores nuevas para él, aunque se las dejaba a Seungmin para que lo acomode en la mesa de al lado—. Sé que te gustan los jazmines... yo... traje muchos para ti...
Él era un caballero, considerado el hombre más fuerte del pueblo después de las peleas para la elección del caballero real, era alto, tenía un excelente físico, siempre serio.
Pero cuando estaba al lado del rey, parecía desvanecerse por completo.
—Hoy... Hoy construimos pozos... yo creo que las cosechas serán un éxito... todos te extrañan... creo que deberías ir y decirles que estás bien...
Aún no miraba su rostro, solo miraba sus manos entrelazadas.
—Seungmin te extraña... y esos príncipes igual lo hacen... yo... yo te extraño —se atrevió a mirarlo, aún en ese estado, su rostro era angelical, como su fuese hecho de porcelana.
Tomó el atrevimiento de acostar su cabeza en sus piernas, dejándose descansar ahí.
—Te amo... por favor... dime que me amas otra vez.
(...)
—Su alteza —llamaron unos civiles.
—¿Qué pasó? —Chan contestó, desde hace unos siete u ocho días que habían empezado a llamarlo así, después de todo, Jeongin iba por su tercera semana en coma.
—Queríamos agradecerle por los pozos —hicieron una reverencia—. Las cosechas están dando muchísimos resultados, no pensábamos que la tierra en este sector era tan fértil.
—Estudié mucho para saberlo, me alegra que esté funcionando como esperábamos.
—¿Dónde estudió que sabe todo esto?
—El rey me lo enseñó... él me enseñó todo.
—Oh...
—Cuando despierte, podrán agradecerle a él.
Y se fue, con una sonrisa suave, seguía siendo el caballero del rey, pero aparte de eso, dirigía todas las actividades del reino, no era más que un caballero, pero se ganó la confianza de todos en muy poco tiempo, si Jeongin, él Rey, podía confiar ciegamente en él, ellos también.
—Ya traje la harina —Chan entró a la cocina, donde estaba Changbin.
—Gracias —respondió—. Estaba pensando en preparar tartas de Luna, ¿qué dices? ¿Se te antoja?
En esas tres semanas, la persona con la que más hablaba era el panadero, puesto que Yongbok y los otros príncipes tenían que volver a sus respectivos reinos.
—Mientras sea comida, siempre se me antoja.
Rieron, se hicieron buenos amigos en ese corto tiempo, no se conocían del todo, pero la compañía del otro era agradable.
—Buen día —un adormilado Seungmin entró a la cocina, directamente a abrazar y besar a su novio.
—Buen día. ¿Comiste el desayuno que te llevé? —al parecer, la noche anterior también durmieron juntos.
—Sip —se puso se puntillas para poder darle un beso que fue correspondido de manera inmediata por el panadero.
Chan los miraba desde su lugar, esa escena, le hizo recuerdo a Jeongin, todo le hacía recuerdo a Jeongin.
Pero verlos, felices, juntos y abrazados, le hizo pensar.
¿Podré besarte otra vez?
Y las lágrimas se juntaron en sus ojos, ¿porque tenía que pensar en eso otra vez? Estaba siendo un buen día.
¿Cuándo será el día en que pueda sentir tus brazos abrazándome?
Salió de la cocina, no quería que Seungmin o Changbin lo vieran llorar, si el novio de Changbin veía que Chan estaba triste por Jeongin, seguro también empezaría a llorar, no quería arruinarles su felicidad.
Salió hasta el jardín, donde hace unas semanas había plantado retoños de margaritas, estas estaban preciosas, las cuidaba muy bien, así que no era sorpresa que estén tan lindas.
—¡Su alteza Chan! —se escuchó desde dentro del castillo, sí, los caballeros y personal real también lo llamaban así desde hace poco más de una semana.
—¿Pasó algo? —cuando lo vio, se dio cuenta que era uno de los médicos que trataban a Jeongin.
—Yo... Debe acompañarme.
Entonces Chan empezó a correr, la incertidumbre... esa de no saber si es algo bueno o algo malo, esa pizca de esperanzas que trataba de sobresalir a los pensamientos realistas.
Entró a la habitación del Rey y con la angustia atrapada en su garganta no pudo formular palabras al ver el interior de la habitación.
—Las flores que me trajiste son preciosas.
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