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࿐♡ 14

—Chan —Jeongin era apresado por los fuertes brazos de Chan—. Tengo que irme.

—Pero si ni siquiera puedes caminar bien, yo tuve que hacer todo hoy.

—Pero Seungmin va a regañarme mucho si no llego al castillo pronto.

—Pero...

—Chan, en verdad tengo que irme... —no quería separarse de él, pero aun así debía volver al castillo—. Tengo una idea —sonrió.

Era cierto que le costaba caminar, pero también lo era el que sí o si debía ir a casa hoy.

—Si quieres... puedes ir conmigo al castillo... solo para dejarme ahí...

Chan pronto pensó en qué habría otras personas, personas que no eran Jeongin, que no conocía y tenía miedo de conocer, pero era cierto que su bello príncipe debía volver ese día a casa.

—Te llevaré —aunque tenía miedo, pues bastante de esa gente le había tratado de hacer daño en muchas ocasiones, está vez era por Jeongin.

—¿En serio? —Jeongin creía que Chan no iba a aceptar, puesto que Chan temía y siempre estaba a la defensiva cuando veía a alguien que no era él.

—Sí... no voy a dejarte solo.

Jeongin sonrió, en verdad que Chan era un gran chico.

(...)

—Okey, repíteme el plan —Jeongin miraba a Chan, no sólo podían llegar e irse, tenían que saber que iban a hacer.

—Tú te caíste en el río porque cuando llovió se hizo más escandaloso... Ah, estabas recogiendo setas.

—Sí, ¿y...?

—Y yo soy un aprendiz de guardia y cuando te vi te traje al castillo.

—Okey... ¿Qué hacemos si Seungmin nos ve? —estaban planeando ir en un horario donde Seungmin no esté en el castillo, era mil veces mejor que no los viera... pero igual debían saber qué hacer si los ve.

—Le saludo, hago una reverencia, te digo "espero poder verlo pronto, mi príncipe" y me voy rápido... pero sin correr.

—Muy bien —Jeongin le enseñó bien—. Ahora... vamos, es momento.

(...)

El híbrido caminaba con Jeongin cargado en sus brazos, ya iban a llegar al castillo, estaban bastante cerca y por la hora, seguro Seungmin no estaba dentro.

Chan, aparte de miedo tenía una clase de remordimiento contra los humanos, le quitaron todo lo que alguna vez tuvo, excepto Jeongin, por eso haría las cosas bien ahora, no iba a perderlo a él igual.

—¡Mi príncipe! —dijo un chico que hacía de guardia cerca de donde ellos estaban—. ¿Qué le pasó?

—Me caí en el río cuando recogía algunas setas... hace unos días llovió y pues el agua me arrastró.

—Le diré al capitán que está herido, yo...

—¡No! —Jeongin, sabiendo que el capitán era Seungmin no iba a dejar que lo llamasen—. Él tiene que hacer guardia, mientras este aprendiz cuidara de mí hasta llevarme a mi alcoba.

—Claro que sí —solo hizo caso, eso era lo que un ciudadano normal debía hacer cuando el príncipe hablaba.

—Buenas noches —Chan saludó y se fueron directo al castillo.

Caminaron hasta dentro del primer fuerte, un lugar sin muchos guardias, luego, hasta las puertas del castillo donde le hicieron la misma pregunta varias veces, sin prestarle mucha atención a Chan.

—Vamos rápido —Jeongin le indicó cuál era su puerta y entraron, cerrando la puerta detrás de ellos.

—Listo —Chan lo dejó en la cama, al fin sintiéndose ya más aliviado, especialmente de no encontrarse con ese "Seungmin".

Se miraron por unos segundos y se echaron a reír, si tan solo no hubieran estado varias horas "sintiéndose" Jeongin habría podido caminar devuelta.

—Chan, del segundo cajón del armario, hay unas pastillas de color violeta, están compresas —Jeongin indicó, aún le dolía mucho su cuerpo.

—¿Estas? —levantó unas con la misma descripción.

—Sip, esas mismas, dame dos, por favor, y un poco de agua.

Chan hizo caso, había una jarra de metal en una mesita al lado de su cama, así que lo sirvió en un pequeño baso junto a las dos pastillas viendo como Jeongin las tomaba.

—Ya está, dentro de una media hora ya estaré bien —le sonrió.

—Perdón por haberte hecho daño —dijo el más alto.

—No, no te disculpes por eso, yo estuve de acuerdo en todo lo que pasó —acomodó el pelo contrario.

—La próxima vez, puedo hacerlo mejor —sujetó la mano contraria con la suya propia.

—Eso debería decir yo... tú lo hiciste muy bien —de pronto sus rostros estaban a solo centímetros.

—Todo lo que tú haces está bien.

Y sus labios chocaron lenta y suavemente, solo por unos segundos.

Hasta que entró Seungmin.

Mierda.

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