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࿐♡ 11

Jeongin estaba debajo de Chan, dejándose hacer todo lo que el híbrido quisiera hacerle, la única iniciativa que tomó fue atraerlo más hacia su cuerpo.

—¿Hasta dónde puedo llegar? —preguntó Chan, le prometió a Jeongin ir lento.

—Ya veremos —volvió a besarlo, apenas tenía 18 años, se ponía caliente con un simple beso como el que Chan le acababa de dar y no había besado a nadie más que a Chan.

Chan no dijo nada, supuso que, si algo no le gustaba, iba a detenerlo.

Metió sus manos dentro de la pijama de Jeongin, una simple camisa, subiendo hasta su pecho dónde empezó a masajes y apretar hasta que el príncipe empezó a soltar jadeos y gemidos suaves.

—¡Ah! —salió fuerte de sus labios cuando Chan mordió su pezón derecho siendo atentamente observado por los ojos de Chan—. Perdón... —dijo apenado.

—Es lindo —respondió volviendo a hacerlo, hasta que estos quedaron rojos por la estimulación.

Sus labios volvieron a encontrarse, un beso húmedo y estimulante para ambos, donde el híbrido desabotonó la camisa de pijama de Jeongin, dejando su torso desnudo.

—Eres tan lindo —Chan dijo—. En verdad, tú eres todo lo que necesito —besó su cuello, latiendo suavemente, sacando bastantes suspiros a Jeongin.

El príncipe estaba tímido al principio... pero Chan... Oh, lo hacía sentir tan deseado que no había espacio para sus inseguridades, sentía que podría hacer cualquier cosa y Chan seguiría diciendo todo eso, se sentía seguro.

Fue el turno de Chan de sorprenderse cuando sintió las manos de Jeongin bajar sus prendas inferiores, sacando de su escondite su miembro, tocando todo el largo con sus delgados dedos.

—Agh... —jadeó Chan sintiendo cómo su menor empezó a mover sus manos de adelante para atrás.

—¿Te gusta? —Jeongin preguntó.

—Sí... mucho —empezó a mover sus caderas a la par de más manos de Jeongin, apresurando el movimiento aún en la posición en la que estaban.

Chan empezó a morder su cuello suavemente sin dejar de moverse para sentir más los delgados dedos de su príncipe sobre su miembro.

Pasaron varios minutos donde Jeongin hizo todo lo que pudo para que Chan terminara, y cuando lo hizo, lo hizo encima de Jeongin, dejando su semilla en su torno y en sus manos.

Qué desperdicio...

Por alguna razón, Jeongin pensó eso cuando vio sus manos llenas de ese blanquecino y espeso líquido.

Pero no hubo tiempo de seguir pensando, Chan tomó entre sus dedos su propia semilla, bajando el pantalón de Jeongin de antemano, quitándolo por completo junto a su ropa interior llevando su mano hasta arriba de sus muslos, en medio de sus nalgas.

Justo como Jeongin había imaginado en su ducha.

—Si hago algo mal, dímelo —besó eufóricamente a Jeongin, metiendo su lengua en medio del beso, sintiendo cómo era correspondido de inmediato.

Empezó bordeando la rosada y virgen entrada de Jeongin con su dedo medio hasta entrar lentamente, obvio que dolió, Jeongin estaba tan nervioso, pero tan ansioso por seguir.

—Uhm... —Jeongin era víctima de un centenar de emociones desconocidas hasta que entró el segundo dedo para provocarle más dolor, pero otorgándole una sensación diferente—. ¡Oh!

—Debería estar por aquí... —parece que Chan estaba buscando un punto especial.

Y lo encontró.

Dobló un poco sus dedos, presionando en un punto exacto dentro de él haciendo que Jeongin arquee su espalda y mande su cabeza hacia atrás.

—¡Ah! —exclamó sosteniendo la colcha debajo de él—. Pero... ¿Qué fue eso? —su respiración agitada y sus ojos confundidos eran clara muestra de que nunca antes había sentido eso.

—Sigamos —movió sus dedos más rápido, agregando un tercero en el camino, viendo como el chico debajo de él ni siquiera podía hablar bien.

—¡Ay Dios! —Jeongin sentía una oleada de corrientes eléctricas bajando por su columna vertebral concentrándose en su vientre—. ¡Oh! —sus ojos empezaron a llorar instintivamente por no poder expresar todas las emociones de ese momento—. ¡Oh Dios! —sus piernas empezaron a temblar y dentro de poco se corrió sin ninguna necesidad de tener estimulación por delante—. ¡Ah!

—Jeongin... —Chan lo llamó.

—¿Ah? —sus ojos llorosos lo enfocaron y, cuando lo vio, supo que no era el único acalorado en esa habitación.

Parecía que el híbrido se estaba conteniendo bastante, pues su miembro estaba duro.

—¿Quieres hacer más que esto? —preguntó Chan, le prometió ir lento, pero le estaba siendo muy difícil cumplir su parte del trato—. Está bien si dices que no.

—Yo...

No hay nada que perder, ¿no?

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