—Y así nombraron Rey a mi papá —Jeongin terminaba de explicar a Chan una parte de la historia de su familia.

—Entonces tu padre es el Rey... y tú eres un príncipe, ¿no? —preguntó desde su lugar.

—Sip... Chan, ¿qué pasó con tus padres? —fue el turno de Jeongin de preguntar.

—Hace mucho tiempo mamá murió, fue asesinada, solo vi que tenía una gran herida en el estómago, viví solo con mi padre por unos dos inviernos, pero se acababa la comida, la misión de un padre es proveer y proteger, un día fue a conseguir comida y nunca volvió —contó con calma.

Jeongin entendía muy bien lo que era perder a sus padres, pero Chan solo era un niño cuando pasó, eso significaba que sobrevivió solo por mucho tiempo.

—Tenía una hermana —dijo Chan—, pero murió porque no había comida.

—Tu mamá... ¿solo estuvo con tu papá?

—Sí, el período de celo aparece en cada estación, pero solamente tienes esa necesidad cuando quieres a alguien, no lo hacemos con cualquiera y nosotros tampoco obligamos a las mujeres, no somos bestias.

Cada vez más, el punto de vista de Jeongin cambiaba más, su padre le decía que los híbridos se apareaban con cualquier persona, sin importar nada, solo les ganaba su necesidad.

—Tú... alguna vez... —Jeongin trataba de preguntar—, ¿pasaste tu período de celo con alguien?

—No —respondió directamente—. Cuando un híbrido se enamora, se enamora para toda la vida, las parejas duran para siempre —aprovechando que tenía a Jeongin sentado a su lado, se acostó en sus piernas.

Jeongin nunca imaginó que fuera así, siempre le dijeron que los híbridos eran seres que no distinguían sentimientos y eran sumamente desalmados.

Pero... Chan... oh... era todo lo contrario a eso.

Todo lo que sabemos sobre ustedes está mal...

Tenía a ese chico acostado en sus piernas mientras lo miraba, que le sonreía cada que lo veía, que era protector y cariñoso cuando no estaba en clase, que siempre trataba de mostrarle su cariño pese a no saber siempre cómo hacerlo.

Aquel chico que era pegajoso como la miel, pero alto y robusto como un osito.

—¿Quieres hacer algo divertido? —dijo Chan con una sonrisa.

—Sí —respondió Jeongin acariciando su pelo.

Seguido de eso, Chan se paró para convertirse en su forma animal.

Un puma negro, era la segunda vez que Jeongin lo veía y haciéndolo mejor, se dio cuenta de que así medía alrededor de metro y medio de alto y desde sus patas traseras hasta su cabeza alrededor de más de dos metros.

—¿Quieres que suba? —preguntó Jeongin viendo como Chan se agachó—. Bueno... —con algo de dificultad y miedo lo hizo, sus pies estaban muy alejados del suelo, se agarraba del pelaje de Chan—. ¿No te duele? —cuestionó y Chan negó.

Pronto empezó a avanzar, saliendo de la cabaña, empezando a trotar y luego a correr con Jeongin encima, viendo de reojo que este se estaba divirtiendo en su recorrido.

Recorrieron gran parte del bosque, zonas donde Jeongin nunca había estado, hasta un valle de muchas flores, de las que Jeongin no sabía su existencia.

Chan se detuvo ahí, agachándose nuevamente para que Jeongin bajara y cuando lo hizo, se convirtió nuevamente en humano, acostándose sobre las flores viendo a Jeongin estar fascinado con esa vista.

—Ven —Chan pidió.

Jeongin solo hizo caso con una sonrisa acostándose a su lado en medio de las flores.

—Gracias —dijo el príncipe.

—¿Por qué? —preguntó el híbrido.

—Por todo.

Se miraron a los ojos, ambos con una sonrisa en el rostro, uno cerca del otro y con ganas de estar aún más cerca.

Jeongin sentía tantas emociones, antes le había gustado otra persona, pero Chan era diferente. ¿Por qué se sentía de esa manera?

Cuando lo veía se sentía feliz, se sentía seguro, se sentía en paz, prefería estar con él a planear como matar híbridos como su padre lo hacía.

Su mano se posó en la mejilla de Chan, las manos de Chan se posicionaron en su cintura, abrazándolo y acercándolo más.

—Jeongin... —habló el más alto, sintiendo que el menor de ambos se acercaba muy lentamente a él.

Pero no obtuvo respuesta, al menos no palabras.

Simplemente un suave y delicado choque de labios sobre los suyos.

Solamente fue eso, pero desató una gran oleada de emociones en su interior, algo que no había sentido antes, algo que Chan solo podía sentir con Jeongin.

Luego retumbó una voz dentro de él.

Solo tú.