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࿐♡ 08

Jeongin estaba dentro de la tina de su habitación, abrazado a sus rodillas pensando en qué rayos estaba pensando al haber hecho eso con Chan.

Quería gritar. ¿Por qué acepto su beso? Recordaba todo tan vivido, tomó aire, metió su rostro al agua y gritó lo más fuerte que podía aún dentro del agua para evitar ser escuchado por Seungmin.

¿Cómo volvería a mirar a Chan a la cara?

Después de que Jeongin haya hecho... eso, le dejó servido el almuerzo y sin mirarlo dijo "Seungmin me llama" y se fue sin más, pero mañana tendría que volver.

Se quedó imaginando en qué hubiera pasado si seguían.

¿Chan hubiera seguido tocando su pecho? No... tal vez... hubiera metido sus manos a su pantalón, Chan era bastante atrevido, así que tal vez hubiera hecho lo mismo que Jeongin le hizo... pero habría hecho más que eso, sus manos hubieran ido de su cintura a sus caderas y de ahí hubieran viajado a sus muslos.

Cuando dormían juntos, Chan solía dejarlo dormir encima de él y lo sostenía en un abrazo... sus manos eran más grandes que las de Jeongin, así que sostendría sus muslos con una mano en cada uno, sus manos viajarían de sus muslos a sus rodillas y de ahí de nuevo a sus muslos, donde subirían más hasta el interior de estos.

Chan ni escucharía sus peticiones, así que haría lo que quisiera, para ese punto, Jeongin ya se habría corrido y con ese mismo fluido que tomaría en sus dedos los empujarla hasta más abajo al menos hasta encontrarse con...

—Jeongin —Seungmin tocó la puerta.

—¡Ah! —el príncipe se asustó, estaba demasiado metido en sus pensamientos nada santos—. ¿Sí?

—Llegó una carta de tus padres.

Y con eso, Jeongin salió de la tina con agua caliente, se colocó una bata y salió rápido.

—¿Qué dice? —Jeongin fue a recibir la carta.

—Ellos están bien, se asentaron unos días para obtener comida, tu papá te manda esto —le entregó una cajita de madera pintada a mano.

—Oh... papá... —cuando la abrió vio flores de jazmín secas, porque así conservaban más su aroma, había una pequeña nota que decía "pequeñas flores, para mi pequeño príncipe"—. Gracias, Seungmin...

—No es nada, Jeongin. Están bien, ¿ya lo ves?

—Sí... Buenas noches —le dedicó una sonrisa antes de ir a su habitación, colocó esas flores al lado de las que antes le había regalado Chan.

Durmió tranquilamente esa noche, con una sonrisa.

(...)

El chico de 18 años estaba afuera de esa cabaña, tomando una gran bocanada de aire y sin pensarlo más, entró sin ver a Chan dentro.

—Chan —llamó una vez... luego dos y luego tres.

Buscó en la sala, en el baño, en la cocina y en el dormitorio... no estaba.

Ayer en la noche Seungmin dijo que había atacado a dos híbridos en el páramo cerca de las ovejas... no será que...

Y Jeongin dejó caer la cesta con comida corriendo hasta fuera para buscar en los alrededores a Chan.

—¡Chan! —llamó cerca del río, pero nada, luego cruzó este, llamando de nuevo a su nombre sin tener alguna clase de respuesta.

Ya no le importaba que otras cosas más lo escucharan, solo quería saber dónde estaba su híbrido.

Sentía la desesperación y ansiedad recorrer toso su cuerpo.

Volvió a cruzar el río, volviendo a la cabaña para pensar mejor donde podría estar ese chico.

Pero antes de salir del bosque, escuchó algo detrás, con esperanzas de que fuera él, se dio la vuelta esperando ver algo, pero solo era un conejo...

Estaba por volver a darse la vuelta, para volver a la cabaña, pero vio una silueta algo lejos del río.

Salió de este, acercándose más a esa silueta, dándose cuenta de inmediato que era Chan y corrió hacia él.

—¡Chan! —abrió sus brazos antes de saltar a darle un abrazo y caer al suelo—. ¡¿Qué hacías tan lejos?! —se preocupó tanto que cuando lo vio, la calma se transformó en euforia y sus lágrimas salieron a flote.

—Te traje flores —en sus manos, tenía un pequeño ramo que contenían lavandas, rosas y claveles.

—No tenías que ir tan lejos, me preocupaste...—no se separó de su abrazo en ningún momento.

—Perdón —correspondió el abrazo—. Estás temblando —lo notó.

—Perdón— repitió.

—Vamos a casa —se sentó con Jeongin encima y lo cargó en sus brazos, primero porque estaba temblando y en sus libros de biología dice que cuando alguien tiembla es porque está débil o en estado de shock, y segundo, porque no quería romper su abrazo.

Chan caminó con Jeongin quien calmó sus lágrimas en su hombro.

No quiero que tú también te vayas... no quiero perderte.

(...)

—Tu desayuno... —Jeongin le daba una taza y un plato a Chan sin mirarlo a los ojos, en verdad, al recordar lo que hicieron anoche, no podía mirarlo sin recordar todo vívidamente.

—Gracias —y Chan solo se preguntaba qué había hecho mal para que Jeongin no quiera mirarlo.

Desayunaron en silencio, Jeongin mirando el suelo y Chan mirando a Jeongin.

—Jeongin, si pasa algo...

—¡Iré al baño! —y escapó para no confrontarlo.

Chan se quedó en su lugar, esperando a que Jeongin vuelva y cuando el príncipe volvió a la sala preguntó.

—Jeongin, ¿pasó algo?

—¿Qué hubiera pasado...? Todo está bien... —aún no lo miraba.

—No me refiero a eso —tomó su brazo, obligándolo a acercarse a él, abrazándolo mientras Jeongin estaba parado y Chan sentado—. ¿Hice algo malo?

—No, nada de eso —los ojos de Chan, que lo miraban desde abajo—. Yo solo... —lo tenía atrapado en un abrazo, no podía escapar—. Estaba avergonzado... por ayer.

—¿No te gustó?

—No, sí me gustó... pe-pero... yo... yo no había hecho eso antes y... y todo fue rápido... y yo... agh... perdón.

—No... está bien, iré lento desde ahora —le sonrió—. Me alegra que te haya gustado —posicionó su oído en el pecho de Jeongin, escuchando su corazón palpitar, luego ahí mismo depositó un beso, justo donde se encontraba el órgano vital de su príncipe, apretando más su abrazo.

Te voy a proteger.

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