01
AVERY MIRABA FIJAMENTE LOS PAPELES FRENTE A ELLA, DEUDAS, DEUDAS Y MÁS DEUDAS, FOTOS DE ELLA en diferentes lugares y probablemente más y más gastos... ¿qué demonios era lo que estaba pasando?, ella no lo sabía y de hecho, ni siquiera supo cuando terminó en un Starbucks en alguna sala de reuniones con gente demasiado importante –que no conocía– cuando ella simplemente era una desconocida del mundo —o bueno, los actores de teatro no eran precisamente grandes celebridades—. Es decir, quizás haberse aferrado al sueño de ser una chica de Broadway le había absorbido la realidad y sumando a ello sus trabajos de medio tiempo no cubrían mucho, pero no era necesario restregarle en la cara su pobreza, ¿no?, pero ahí estaba, semejante león holandés con dos grandes maletines llenos de dólares y sus deudas como si se trataran de cosas sin valor.
—¿Sabes qué ... esto es mucho dinero, no?
No respondió.
—Puedes pagar los electrodomésticos, la compra del año, el arriendo, ropa decente... quizás la luz, el gas y el agua...—siguió.
Y otra vez, no respondió.
—Lavadora, detergente, refrigerador, ropa,... sofás, ¿una colección de ollas rosadas en forma de corazón?, ¿qué tienes, 5 años y vives en Barbieland? Me sorprende que cada deuda es más estúpida que la otra—la voz burlona, cargada de sorna y masculina sonó como si fuera el diablo— es milagro que el banco ni siquiera haya atentado con cancelar la tarjeta de crédito que tienes...
Y como si fuera algo automático, dejó de oírlo. Las burlas eran desagradables y el estrés tentativo de tener fajos de dólares frente a ella eran un claro indicador que eso estaba mal.
—Solo firma y todo esto y más será tuyo.
No podía aceptar. En qué lugar podía dejar su ego y su dignidad como mujer si se casaba con un extraño por dinero a cambio de ser una cortina de humo... era un arma de doble filo que no estaba dispuesta a manejar, era casi tan ridículo como aceptar.
—¿Te recuerdo mi currículum?, Max Emilian Verstappen, 26 años, holandés, soltero, piloto de la Fórmula 1 y 3 veces campeón del mundo, Red Bull el mejor equipo con el mejor auto de la parrilla...
Solo lo miró, odiaba a los ricos o bueno, un grupo de estos, los "pretenciosos"... y no es que ella odiara el capitalismo, no, para nada, de hecho, era bastante consumista y Broadway podía ser en parte algo demasiado "capitalista", pero a los ricos los odiaba, porque creían que podían comprarlo todo y básicamente eso estaba sucediendo ahora, la estaban comprando a ella.
—¿Puedes decir algo?, llevas callada todo el tiempo.
—No lo acepto.
—Oh tienes una semana para pensarlo, tranquila... así como en una semana terminarás en la calle—el rubio se burló— sin nada... dejarás Barbieland.
Avery suspiró y tragó sus palabras, tomando aquel frapé de mocha blanco para darle un sorbo grande y por primera vez aquella bebida le sabía demasiado dulce algo casi repulsivo —como todo lo que estaba sucediendo—.
—Es gratis, considéralo un... pequeño obsequio de tu prometido—volvió a burlarse.
Tomó el contrato para ojearlo, leyendo a la rápida pero la letra era pequeña, tan pequeñita que apenas podía entender.
—¿Qué dice aquí?
—Nadie lee los contratos, usualmente lo firmas y ya.
—Eh... no, así no funcionan los contratos, Maximiliano.
—Max Emilian, no Maximiliano.
—Es lo mismo, ¿no?
—No, no es lo mismo.
—Bueno, pudieron haberte puesto Maximiliano.
—Max Emilian no tiene nada de malo.
—Si lo tiene, es un pecado.
—Solo firma.
—Me diste una semana, ¿no?, eso aprovecharé.
—Bien, tienes una semana Barbie.
—Okay Maximiliano.
Se levantó de la silla con el contrato en su mano y el café en la otra, abandonando la sala con el ego herido... definitivamente estaba entre la espalda y la pared y no era algo precisamente cómodo.
AVERY MIRABA EL GUIÓN EN SUS MANOS, UNA ESPECIE DE MUSICAL BASADO EN LAS CANCIONES DE ABBA MEZCLADO CON UNA ESPECIE DE "ROMEO Y JULIETA" Y Milo estaba a su lado, su mejor amigo y amor platónico estaba junto a ella en el escenario de aquel teatro, con el guión a su lado.
—¿Cómo vas con las cuentas?
—Bastante bien... ¿por qué?—ella mintió, jugando con su cabello.
—Sabes que puedes pedirme dinero, Disney me ha dado buenos contratos y...
—Milo, estoy bien—Avery le detuvo— no es como que vaya a perder mi depa o algo.
—Avy, llevas comiendo por un mes maruchan y los sándwiches del 7/11
—Oye, son comidas fáciles y sencillas—ella se encogió de hombros— además, no es que tenga el apetito más grande del mundo.
—Avy...—la miró y uso un tono serio para sacarle las palabras reales.
—Bien, van a sacarme del departamento el viernes si no pago el alquiler...—suspiró siendo honesta, bajando los hombros rendida.
—¿Cuántas veces te he dicho que seamos compañeros de piso?, yo puedo pagar las cuentas o las dividimos.
—No no, estoy bien—ella se acostó sobre la tarima, suspirando.
—No estás bien, Avy y está bien no estar bien.
Milo la imitó, acostándose junto a ella, mirando los reflectores apagados y las vigas.
—¿Por qué no me dejas ayudarte?, nos conocemos desde que somos niños...
—Porque si me ayudas, mi mamá tendría razón de que no triunfaré ni que se valerme por mí misma.
—Avery, no es así... tu mamá no tiene porque saberlo—Milo negó, volteando a verla— además, debes aceptar la ayuda que aveces te ofrecen, no está mal ser vulnerable.
Avery hizo lo mismo y volteó, ambos se miraron... ambos habían olvidado la última vez que estaban así, a corazón abierto, hablando en un escenario sobre problemas personales.
—Si luego del show del viernes, me mudaré contigo y pagaré la renta, no aceptaré un no por respuesta—él sonrió— además, es demasiado amplio para que estes sola ahí dentro.
—¿Por qué insistes tanto en eso?
—Porque eres mi amiga y no quiero que tus padres te hagan volver a casa y hacerte estudiar para ser abogada.
—Esa sería mi pesadilla...
—Y la mía.
Y silencio. Para nada ruidoso ni incómodo, aveces las palabras sobraban cuando ambos estaban juntos, pero Avery lo rompió.
—¿Por qué sigues en Broadway?, Disney te tiene como su nueva estrella... deberías dejar esta mierda.
—No seas así, si no fuera por Broadway no estaríamos juntos aquí—negó con la cabeza— además, era nuestro sueño convertirnos en estrellas, ¿no?
—Pero tú ya lo eres... no necesitas quedarte aquí por mí.
—No digas eso, si no fuera por ti, yo no hubiera aceptado el papel en Zombies.
—Bueno, sacaste tres películas de esas, eres un gran actor Milo—ella asintió— quizás esto no sea lo mío, ¿sabes?
—La que esta hablando tonterías eres tú, ¿te estas oyendo?
—Ugh...
—Oh vamos, solo debes hacer un casting para Netflix y no te soltaran más.
—No me gusta Netflix, es para gente básica.
Y ambos rieron, pero la vida... siempre tenía otros planes.
EL DEPARTAMENTO ERA PEQUEÑO Y LA CIUDAD SE VEÍA GENIAL DESDE LO ALTO, SOBRE TODO EN AQUELLA TERRAZA CON UN CAFÉ Y UN CIGARRO ENTRE SUS LABIOS, el humo se disolvía con la brisa nocturna y su vista estaba en el contrato de Red Bull y el futuro matrimonio arreglado-falso con Max Emilian Verstappen.
—Que nombre más ridículo...
Habló para sí misma, avanzando las páginas mientras que trataba de leer, de hecho, habían muchas palabras ilegibles entre todas esas líneas, como si se tomarán en serio las normas APA con el Times New Romance tamaño 10, pero pudo rescatar algunas cosas como "dinero" y "remuneración", junto a "confidencialidad" y "no infidelidad".
—¿Qué debería hacer?—ella habló sola— ¿debería simplemente aceptar esto o aceptar a mi mejor amigo?
Nada. No hay respuesta... claro, eran apenas las dos de la mañana, pero Manhattan no descansaba, bueno, en parte sí, pero al ser New York, era difícil de que eso ocurriera. Avery amaba su vida en Broadway, había dejado a su familia atrás para cumplir su sueño de ser una gran actriz y solo lograba llenar teatros locales –pero no por ella, sino, por las obras–, pero al menos, los papeles protagónicos se los llevaba.... aunque aveces no ganará demasiado, y eso, llevaba a deudas y comer básicamente cosas como fideos instantáneos y sandwiches que en algún momento le pasaría la cuenta, sin embargo, ahí estaba, con un café y un cigarrillo.
—Voy a buscarte—ella volvió a hablarle al aire como si le hablara a él— ¿qué sabrá internet de ti?
"Max Emilian Verstappen" fue lo que buscó en Google, observando las noticias y la información de Wikipedia, y a pesar —que esa no era información confiable—, decidió indagar.
—Decisiones desesperados a momentos desesperados...—comentó exhalando el humo.
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