Tercera parte

Perth

Corrió con la adrenalina bombeando a través de su sistema. Sentía el sabor de la sangre en sus labios, de seguro parecía un desquiciado, el rastro de manchas rojizas en el rostro, las manos y la ropa, el arma apuntando a todo lo que se moviera. Perth lo sabía muy bien, así como Mark lo había orillado a esta situación, lo conocía de memoria para saber cuál sería su próximo movimiento. Siguió avanzando despojándose de los sentimientos que lo ataban a la habitación donde estaba el cuerpo sin vida de Saint. No pensaría en él, en sus ojos cubiertos de lágrimas, en la boca arrojando palabras que lo perseguirían el poco tiempo que le quedara de vida.
Corrió por un callejón de tierra y cemento, la mugre se acumulaba en algunas esquinas dejando el olor a podredumbre flotando en el aire. Vio la salida más adelante, a menos de treinta metros estaba la entrada que llevaba al galpón desde donde Mark manejaba todo. Oyó el retumbar de su propia sangre en los oídos y el frío recorriendo sus venas. Alejó a Saint de su mente, más tarde cumpliría su promesa, pero ahora se desharía de maldito que le había quitado a la persona que amaba.
Buscó con la mirada esperando divisar alguna señal que lo delatara, en el centro se encontraban los grandes envoltorios donde camuflaban la droga, en los laterales, alineados se encontraban las mesas, balanzas y máquinas para sellar las pequeñas bolsas que luego distribuían en los barrios de la ciudad. Caminó pegado a la pared, el arma al frente, buscó entre las sombras que dejaban a oscuras los rincones, avanzó hasta que un click detrás suyo lo hizo detener.

-Fuiste tan estúpido -la voz llegó a su oído pegada a su cuerpo- creí que serías mejor que eso.
-Me mentiste en relación a mi hermano -no fue una pregunta, más bien una afirmación a algo que ya sabía.
-Un ataque de conciencia -resopló- no quería que su hermanito lo viera como un delincuente, imagina Perth... ¿Cuan decepcionado debe estar de ti? Te convertirse en un distribuidor de droga y en un asesino.
-Yo no lo maté -apretó los dientes con fuerza ante el dolor.
-¿No? ¿Sabes lo que vio el principito antes de morir? Te vio a ti traicionándolo, me entregaste su vida  Perth... tu hiciste eso.
-No.
-Si, tienes que darte crédito, conseguiste al principito justo donde lo querías, aunque fuiste un cobarde al final, así que terminé tu trabajo.
-Maldito -dijo con rabia.
-Shhh... -sintió el arma apoyarse en la nuca- mucha charla.

Cerró lo ojos por un segundo, no podía terminar así, la muerte de Saint en el piso sucio de un departamento abandonado, la sangre abandonando el cuerpo como ofrenda a este hijo de puta.
No podía terminar así.
Podía rendirse a la fatalidad del destino pero no quería hacerlo.

-Mierda!

El movimiento rápido y certero de sus brazos los llevó a golpearle la traquea al momento de girarse y deshacerse del arma. La vio caer lejos, fue su momento de terminar con todo. Mark se avalanzó sobre su cuerpo con la fuerza en un cuerpo ágil, pero no podría contra él. Golpeó con toda la fuerza en el medio del abdomen y el otro le devolvió el golpe en la mandíbula haciendo chocar los dientes entre sí.

-¿Eso es todo lo que tienes? -rió de forma cínica- eres un blando.

Volvió a cargar contra él, impulsó la cabeza para golpearlo en el pecho, llevandolos al suelo donde cada uno intentó lastimar con los puños al otro. Perth tenía la fuerza, pero Mark la experiencia de haber sido por años un matón. El morocho terminó abajo, el cuerpo del otro sobre el suyo golpeando sin piedad.

-Estúpido! -le gritó poniendo el rostro sobre el suyo- ¡podrías haber tenido todo!
-Por qué... -balbuceó.
-¿Por qué? Porque puedo -la agarró de los hombros y lo sacudió- tan sólo por eso, tenías que demostrar tu lealtad y fallaste, y ahora van a encontrar a ese niño en tu departamento y vas a traer la atención a nosotros, ¡imbécil!

Se sentía débil, posiblemente podría morir allí, pero Mark no era así y lo sabía.

-Que esto te haya enseñado la lección -le dijo y lo liberó- no puedes contra mi.

La presión sobre su cuerpo se esfumó, observó a su mentor levantar y tomar el arma para colocarla en la cintura de su pantalón.

-Ahora tendré que ver como arreglar este lío -dijo antes de salir y dejarlo allí como el inútil desecho que era.

Sobrecargó el peso sobre un hombro para girarse y poder levantarse. Mark no era tonto, sabía que aún con su muestra de rebeldía, no podía ir en su contra, su poder era demasiado.
Logró ponerse de pie, un brazo caía al costado, era probable que tuviera un hueso roto. Sintió la sangre gotear a través del rostro, la boca y los ojos hinchados. Fue sosteniéndose contra las paredes y avanzó hasta la calle, a lo lejos podía escuchar el sonido de las sirenas, de seguro el cuerpo de Saint ya había sido retirado.
Era un inútil, él lo había matado de la peor forma. Las lágrimas ardieron en su piel, ni siquiera pudo cumplir su promesa de volver a él. Pero tal vez podía hacer algo bien, podía darle un cierre al círculo que se inició tantos años atrás.
Al final haría caso a Mark, ojo por ojo, y esta vez no fallaría en destruir a la persona que le había quitado todo.
Golpearía a Mark donde más le dolía.

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