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Primera parte

Primera parte

-¿Sabes que pasa luego de la muerte?

Perth negó sin mirarlo, los ojos inflamados todavía sobre la lápida de su hermano.

-Nada -respondió con un déjo de crueldad- después de la muerte ya no hay nada, el alma se esfuma y no queda más que polvo bajo tierra.

El joven, ese adolescente que apenas tenía 16 años y hoy lloraba la pérdida de su hermano mayor, de su ídolo, su cable a tierra, apretó los puños tratando de canalizar el dolor que apenas le permitía respirar. "¿Será así?" pensó "¿Será que su alma se perdió para siempre así como se apagó su sonrisa?".

-¿Sabes quien es el culpable? -la voz volvió a interrumpir sus pensamientos- ¿Sabes quien te quitó a la única persona que te quedaba en la vida?

Volvió los ojos al hombre detrás de él, quería saber porque su hermano había tomado la decisión de terminar con su vida, alguien de seguro lo había empujado a hacerlo, lo había acorralado hasta que no le quedó ninguna salida.

-¿Quiéres un nombre?... yo tengo uno, pero tu eres demasiado niño.
-No lo soy -las palabras se sintieron rasposas al pasar por su garganta- quiero saber quien lo obligó a hacerlo.
-Mira... -el cuerpo del adulto se puso de cuclillas y sus ojos hicieron contacto- quiero hacer un trato, yo puedo ayudarte, pero primero, hay cosas que deberás hacer.
-Lo que sea -dijo con confianza.
-No te anticipes niño! -la voz casi paternal pareció envolverlo- tu hermano era un recurso muy valioso en la organización, tu también puedes llegar a serlo.
-Puedo cumplir con lo que me pida.
-Entonces, empezaras igual que todos, y cuando demuestres que eres digno, te daré el nombre.
-¿Y podré matarlo?
-Mucho mejor niño... ojo por ojo, él te quitó lo más importante, tu le harás lo mismo.

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6 años después

Saint

Saint puso toda su energía en no voltear a ver a su compañero, ignorarlo siempre era la mejor opción  y ya había perfeccionado el arte de hacer de cuenta que no existía. Igualmente lo sintió allí, tan solo a unos metros dentro de las mismas paredes del curso que compartían en el instituto, su voz llegó cargada de burla, un risa oscura generando sensaciones en su piel que prefería no analizar.
Se concentró en tomar apuntes, en unas semanas comenzarían las pasantías y necesitaba enfocarse en tener las herramientas para lo que sería todo un desafío.
El profesor pasó lista y en ella cada alumno anotó la empresa de preferencia para sus prácticas empresariales, ya lo tenía decidido, comenzaría las pasantías en la empresa de su padre.

-Uyyyy que raro el principito... -las palabras llegaron a él seguido de la risa- va tras los pantalones de papi.

No prestó atención a la replica quel titular de la cátedra hizo a su compañero, estaba más que acostumbrado a ciertos comentarios y casi podía pasar de ellos.

-De seguro piensa que por ser hijito de papi la tendrá fácil -volvió a hablar - por eso eligió su empresa.
-Aquí el único fácil eres tú -replicó para cerrarle de una vez la boca.

Pudo oir las voces, chillidos y vitoreos de los demás pero prefirió volver a ignorar a todos y concentrarse en la voz del profesor que pedía su atención.

Estaba a un semestre de terminar el instituto, y había decidido a mostrarle a su padre que podía hacerse desde abajo y ganarse un lugar a su lado, no tenía intención que los ojos oscuros y la mirada sombría de Perth lo perturbaran más de lo que ya venía haciendo.

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Saint miró sus zapatos oscuros, sintió el sudor en su frente al presentarse al jefe de personal de la empresa de seguridad informática perteneciente al conglomerado de su padre, en la documentación utilizó los datos de su madre así que no se los asociaba con facilidad, y cuando su padre lo hiciera ya sería demasiado tarde. Ocultó muy bien la sorpresa que fue encontrarse a Perth en la misma situación, sus ojos y mirada conocedora a la hora de hacer las presentaciones le dijeron que sabía que había datos que fueron omitidos en su planilla de inscripción.
Iniciaron la jornada con los mandados, empezar de abajo significaba exactamente eso, ser el chico de los recados, el que sirve café y hace fotocopias yendo de un lado a otro, a media tarde ya había olvidado la presencia de Perth hasta que chocó con él en una de las máquinas expendedoras.

-¿Y principito? -el tono era desdeñozo como siempre que se dirigía a él- ¿ya vas a llamar a papito para que te salve de hacer recados?
-Escucha Perth... -caminó un poco más cerca- siempre que empiezas con tus idioteces me pregunto, ¿tanta fascinación tienes conmigo?
-Solo me molestan los niñitos mimados -dijo mirándolo a los ojos.
-¿Y estás tan al tanto de mi vida que sabes que soy un mimado?
-No hace falta -dio un paso más cerca hasta estar a solo unos centímetros- se te nota bastante.
-Eres un imbécil -replicó entre dientes- ya no me molestes.

Pasó de él sin volver a mirarlo, el morocho lo agotaba de formas que nadie más podía hacerlo, no tenía idea de como iba a sobrevivir a su tiempo juntos en la empresa.

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Entregó el informe de su primer mes de pasantía, en ese tiempo había evitado que su padre supiera que estaba en los fondos de su empresa, pero sabía que pronto eso podía cambiar, sobre todo si seguía dando que hablar con los enfrentamientos verbales con Perth en los pasillos donde se cruzaban, pasar algunos minutos juntos era esperar que la tormenta se desatara en cualquier momento, acumulando cada vez más energía esperando a la chispa que la encendiera.

-Ya que todos han llegado a conocer la empresa donde están realizando las pasantías pasaremos a la segunda parte -anunció el profesor esa misma tarde.

Saint estaba ansioso por llegar a esta instancia, debían localizar un problema o dificultad contable y trabajar en ella, cada uno tendría alguien dentro de la empresa que los guiaría y él estaba dispuesto a realizar un excelente trabajo. Fue esa misma ansiedad la que le quitó a Perth de la mente, apenas lo veía ya que cada uno pasaba tiempo dentro de alguna oficina, en las semanas que le sucedieron sus habituales disputas pasaron a ser solo algún comentario dejado al pasar si tropezaban en algún pasillo.

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-Esta noche saldremos los de la oficina de contabilidad a tomar unos tragos en un bar, algo informal- anunció el contador que en este momento guiaba su informe- ¿Quiéres sumarte?
-Mmmm -dudó un poco.
-Vamos, será algo entre compañeros, y ya hace dos meses estás aquí.
-¿Irán todos?
-La mayoría si, es un lugar tranquilo donde solemos juntarnos, además, mañana es día de descanso.

Pete se debatió un poco, estaba jugando con su suerte, dos meses sin que su padre supiera de él en su propia empresa era demasiado, pronto todo podía venirse abajo.

-Dime la dirección, la hora y estaré ahí.
-Podría recogerte... -había un tono algo insinuante que prefirió ignorar.
-No no, solo dime donde tengo
que estar.

En su departamento se preparó con esmero, pero con el recato que ya le era propio, la camisa blanca arremangada sobre su antebrazo, el jean oscuro con algunas roturas y la chaqueta negra fue la elección para la salida con sus nuevos compañeros.
El aroma a fritura y cervezas lo envolvió apenas entrar al local, aún sin quererlo sus ojos encontraron con rapidez la mirada oscura de Perth e hizo un repaso rápido sobre el aspecto oscuro y algo sexy al que ya estaba acostumbrado.

-Huuuyyy.... que hay un muchachito delicioso bajo la ropa de trabajo -habló una de las secretarias- tendrías que llevar siempre ese estilo.

Agradeció que la ambientación oscura ocultara el tono rojo que de seguro tendría su piel. Las cervezas comenzaron a circular por la mesa, algunas papas fritas y pizzas que comieron de manera descuidada y las risas no se hicieron esperar.

-¿Y cuán estúpido es llamar al conglomerado de empresas "El dominio del Rey"? -escuchó a alguien alzar la voz mientras un coro de burlas le seguían.
-Típico de pobre que llega un poco más arriba -respondió uno de sus compañeros- tiene que ostentar su nueva posición.

Bajó la cabeza y miró la cerveza que tenía al frente, no se animó a dirigir la mirada hacia Perth, sabía que lo estaba observando con ese gesto burlesco que tanto odiaba. El líquido cayendo sobre el pantalón lo sacó de sus cavilaciones.

-Perdón perdón -pidió el contador que lo había invitado mientras trataba de limpiarlo con un par de servilletas- fui muy torpe.
-Está bien -quitó la mano que intentaba secarlo- ya me ocupo yo.

Buscó el baño con la mirada y caminó hacia allí para limpiarse. Mojó un par de toallas de papel y las refregó contra el jean para evitar que la cerveza derramada se terminara de absorber.

-Deberías dejar que te ayude -sintió la presencia del contador muy cerca- no quiero que tu pantalón se manche.
-Esta bien, puedo solo -pasó la toalla con más fuerza- ya casi está.

En un segundo estaba tirando los papeles en el cesto, y al otro su cuerpo golpeaba contra la pared que separaba los cubículos. No llegó a reaccionar porque estaba pasando muy rápido.

-Estás muy sexy -una mano intentó colarse bajo su camisa- me provoca probarte.
-Déjame -empujó contra el pecho que lo aprisionaba sin poder moverlo, la diferencia de fuerza era considerable.
-¿Sabes cuanto me gusta verte en tu atuendo de oficina? -llevó la nariz a su cuello e inspiró con fuerza- me traes loco.
-¡Basta! -golpeó con los puños intentando liberarse- suéltame.
-Vamos... -atrapó las manos a los costados y coló una pierna entre las suyas- va a gustarte.
-¡Déjame idiota! -intentó gritar pero salió más como un graznido cuando sintió la presión del miembro sobre su pélvis- suéltame.

Se sintió asqueado y fuera de la realidad, el otro tiró el cuello de su camisa y logró soltar dos botones antes de llevar la lengua a su cuello. La sensación lo devolvió a la lucha, soltó la mano que aún era retenida y empujó con fuerza hasta sacarlo de encima.
Con las manos temblorosas acomodó el cuello de la camisa, el pulso permanecía acelerado cuando escapó del baño, corrió a la mesa y sin decir palabra tomó sus pertenencias para salir a la noche. Las piernas apenas lo sostenían, avanzó dos cuadras antes de sentir que volvía a entrar aire a sus pulmones. La sensación de ser seguido lo mantuvo alerta hasta que sintió que se derrumbaba.

-¡No! -gritó cuando unos brazos lo envolvieron evitando que cayera al suelo- ¡No! ¡Suéltame!
-Shhh shhhh -los brazos lo acunaron contra un cuerpo tibio- shhhh vamos... no te haré nada.
-¿Perth? -no pudo mirarlo a la cara.
-Si, soy yo, principito.
-Perth... -susurró antes de que las primeras lágrimas cayeran, se aferró mas fuerte a los brazos del morocho.
-Vamos, deja que te acompañe.

No pudo negarse, caminó amparado por el cuerpo de la persona menos pensada, intentó no volver su mente a lo que había pasado en el baño del bar, en el sentimiento de indefensión, en como alguien casi había violentado su intimidad. Lloró en silencio mientras era guiado a su hogar, que Perth supiera su dirección fue un pensamiento fugaz al que no le dio una segunda vuelta.

-¿Te puedes quedar?

Había pasado más de media hora bajo la ducha y por lo menos había podido frenar las lágrimas.

-Perdóname por pedirte algo así...
-¿No vives con nadie de tu familia?
-Está bien... fue una tontería preguntar.
-Solo es curiosidad -achinó los ojos en una sonrisa- donde me quieres.
-¿Te molestaría estar un par de horas a mi lado?
-Las palabras del principito son órdenes para mi -se burló haciendo una reverencia y no pudo más que reir.
-Tengo un pijama que puede andarte -caminó hacia la habitación mientras el otro iba detrás.
-¿Algún ex lo dejó por error?
-Ningún ex -buscó un pijama entre sus cosas- a veces mis hermanos vienen a quedarse aquí...yo seré el mayor, pero en comparación soy más pequeño de tamaño.

Quince minutos después estaban uno frente al otro, la luz apagada y la claridad filtrándose a través de las cortinas. Intentó cerrar los ojos pero aún podía ver un hombre que intentaba tocarlo sin su consentimiento, que apoyaba su erección sobre su cuerpo. Sollozó sin poder evitarlo.

-Ven aquí -unos brazos lo arrastraron a una calidez que le era desconocida y le permitieron conciliar el sueño.

〰️〰️〰️

Del incidente solo quedaba el recuerdo, el lunes siguiente se presentó a la empresa con reticencia hasta que descubrió que su agresor no se había llegado y por lo que escuchó, tampoco volvería.
Cada uno siguió con su investigación, un nuevo contador siendo su mentor. Con Perth de a poco todo comenzó a cambiar, a veces mantenían las pullas entre si, pero por las tardes eran los pasos del morocho los que lo acompañaban a su departamento mientras hablaban de su día hasta terminar cenando juntos.

-Es solo curiosidad -advirtió Perth- pero, ¿y tu familia?
-Ohhh mi padre y mis hermanos menores viven juntos, yo los amo pero a veces es bastante opresivo, por eso decidí vivir aquí.
-¿Y porqué elegiste hacer las pasantías en una de sus empresas?
-Tan solo por gusto... y en verdad, quiero crecer y ser de utilidad, es como dijeron aquella vez, mi padre vino de abajo y creo su propio imperio, de él dependen miles de familias.
-¿Lo del nombre?
-No es nada de lo que piensan... es una broma, una apuesta.
-¿Qué?
-Si, yo apenas lo recuerdo porque era muy pequeño y la vida no era nada de lo que es ahora, pero... mi mamá cada vez que se enojaba con mi padre le decía que el quería dominar como un rey, luego se volvió una broma entre ellos, algo así como una forma cariñosa de tratarse, el caso es que cuando todo empezó a crecer y mejorar, mamá en uno de sus peleas le dijo que se fuera al "Dominio del Rey" y lo retó a usar ese nombre, y él nunca perdía una apuesta...
-Es una forma muy particular de llamarlo.
-Lo se, y realmente no importa lo que los demás piensen, sino cual es el verdadero significado -se aclaró la garganta ante la emoción- él la amó con locura, perderla fue mucho para todos.

El silencio ocupó un lugar en la pequeña sala, pocas veces hablaba de su familia porque sabía que la tentación del dinero podía corromper a cualquiera, pero no era así con Perth, sabía que podía confiar en él.
Bajó las pestañas, se sentía expuesto y con el corazón abierto. 
El calor subió desde sus dedos cuando el tacto del moreno lo alcanzó y comenzó a recorrer su piel. Jadeó cuando la boca pecaminosa y tierna buscó la suya, cuando el peso del otro fue llevándolo contra los almohadones del sofá, las manos se ubicaron en su cintura y desde allí comenzaron un recorrido hacia su pecho.

-¿Quiéres que siga? -la voz rasposa pronunció contra su oreja dejando un rastro húmedo.

Como toda respuesta se incorporó del asiento y tendió la mano para guiarlo al interior de la habitación.

-¿Tienes protección? -sintió el rostro calentarse al preguntar.

Perth buscó en su billetera un preservativo que dejó sobre la mesa de noche antes de continuar. Se desnudaron con rapidez, casi de manera frenética, sintió los dientes del morocho sobre su pecho y hombros, las manos abarcar sus glúteos y tiempo después, su entrada ser preparada con movimientos certeros de sus dedos que lo dejaron rogando por más. No tuvo que esperar mucho, sintió la invasión de su miembro dentro del cuerpo, caliente, fuerte y duro, el movimiento de vaivén llevando la excitación a otro nivel hasta sentir que la sensación lo desbordaba. La liberación llegó rompiendo en él como en olas, el orgasmo de Perth fue poco después, un gruñido ronco que retumbó entre las cuatro paredes. Se sintió mimado mientras lo limpiaba unos minutos después y sucumbió al sueño mientras ponía en palabras lo que germinaba en su pecho.

-Estoy enamorado de ti -susurró.

〰️〰️〰️

-Mi papá ya lo sabe... -se acurrucó un poco más contra el pecho de Perth.
-Mmm.
-Si, era cuestión de tiempo que descubriera que estaba en una de sus empresas, y aunque se volvió un poco loco, no fue nada que no pudiéramos controlar.
-¿Quiénes?
-Ohhh, mis hermanos ayudaron, al final, aunque sea bastante estricto siempre podemos confiar en que buscará lo mejor para nosotros.
-Parecen bastante unidos.
-Si, realmente lo somos, luego de la muerte de mamá todo se volvió un caos, no solo en casa, también en las empresas, mi padre no tenía cabeza para muchas cosas y realmente no fue muy bien por un tiempo...
-No me lo imagino, digo, las empresas de tu padre son muy grandes.
-Si, pero... -dudó en hablar.
-Puedes contarme lo que sea.
-Mi padre dejó el manejo de las empresas a algunos empleados al momento que mi mamá enfermó, cuando se dio cuenta, alguien había hecho grandes desvíos de dinero, y utilizado una de las empresas para lavar dinero...

Sintió el cuerpo de Perth tensarse, supuso que no conocía esa información.

-¿Qué hizo tu padre?
-Tan solo despedirlo, de esa empresa dependen 184 familias, si se venía abajo muchas vidas se verían afectadas.
-¿Cómo supo quien era el culpable? -el tono se elevó- tal vez incriminaron a un inocente.
-Dudo que haya sido así.
-¿Tan seguro estás? ¿Tanta fe le tienes a tu padre?
-Si, pero ya no quiero hablar de eso -apretó su mano- prefiero olvidar ese tiempo.
-Si si... disculpa -sintió el abrazo más fuerte a su alrededor- ya no hablemos de eso.

Esa noche volvieron a amarse como lo venían haciendo desde hace más de tres meses, fue un encuentro dulce, pequeños roces que encendieron la piel, besos que calentaron cada nervio, mordidas que lo llevaron a jadear entre lamentos cuando el miembro de su amado lo penetraba una y otra vez. Se sintió completo, unido cada vez más a Perth, en algún punto supo que también lo amaba aunque no hubiera dicho las palabras.

-¿Sabes que pasa luego de la muerte? -lo escuchó decir mientras aún permanecían enredados bajo las sábanas.
-Mmmm? -enterró la nariz en su cuello y aspiró el aroma de los dos combinados.
-¿Sabes que pasa luego de la muerte? -repitió una vez más.

Se acomodó mirando al techo mientras pensaba en la respuesta.

-Creo… yo creo en la energía, todos somos materia y energía, y cuando la materia abandona el cuerpo, la energía sigue fluyendo.
-¿Y eso?
-Imagina esto, mi madre murió hace seis años, pero yo se que solo fue su cuerpo el que murió, su energía sigue alrededor de todos nosotros, no creo que vaya a abandonarnos, y eventualmente volveremos a encontrarnos cuando nos pase lo mismo.

Solo pudo escuchar la respiración acompasada a su lado y los brazos que volvieron a sujetarlo, no sabía a qué venía la pregunta, ni siquiera lo sospechaba, pero no pasaría mucho tiempo para que comprendiera el significado.

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Tengo esta deuda con ustedes, esta fue mi participación en el Festival PinSon y originalmente había pensado darle un capítulo más, así que voy a hacer mi mejor esfuerzo en dárselo.
Gracias por su paciencia y cariño, de a poco voy a intentar volver. Saludos. Nos leemos pronto.

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