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Capítulo 1: El error

"Feliz cumpleaños Jazz" "Debes de estar emocionada por cumplir 17" "Ya eres toda una mujer"

Esas son 3 de las 100 palabras que me dirán en mi cumpleaños número 17.

Mi cumpleaños era el mejor día de mi vida, como cualquiera ¿No? ¿A quién no le gusta su cumpleaños? Tienes regalos, comida, celebras hasta que no puedas mas con tus amigos o familiares.

En mi caso es diferente, antes me gustaba, en especial cuando me embarraban de torta por toda mi cara y escuchaba los gritos de mi mamá por la casa.

Pero desde lo que pasó con mi perro no logré superarlo, tal vez un poco, pero cada vez que se acercaba mi cumpleaños me recordaba a ese día.

Cuando lo toqué, él...

—¿En qué piensas? —me pregunta mi mamá mientras prueba la suculenta comida que cocinó mi padre— Está delicioso amor.

Mi padre como el divo que es, le responde "Todo lo que hago me sale bien" ¿Arrogante, no? Pero así lo quiero.

—En nada má.

Pongo mi vista en mi muñeca y veo la pulsera, las pulseras que me dieron mis padres, no me las quito desde ese día.

Analizándolo no logro escuchar las palabras que me dicen mis padres.

—¿Eh? —dije y ellos me miraron y comenzaron a reír

¿Qué mosca les picó? ¿Tengo algo en la cara? Rebuscaba a ver si había algo en mi cara y no había nada.

—Lo distraída que eres me recuerda a alguien ¿A ti no, cariño? —dice papá y mi madre le da una mirada asesina— Igualita a tu madre.

Río. Mis padres para tener sus 30 actúan como niños, me hacen reír con sus tonterías día a día.

—¿Qué me estaban diciendo? —les digo y me levanto para dejar mi plato en el lavadero.

Cuando lo hago veo una sombra a través de la ventana, parecía una persona. ¿Qué cosas digo? Es una persona ¿Qué más podría ser?

—¿Entendiste Jazz? —me preguntó mi madre.

¡Rayos! Si le digo que no los volví a escuchar me mataran, para ella lo importante es la comunicación en familia, por que sin comunicación no hay familia.

No la culpo, es Psicóloga y así me educó.

—Si, fuerte y claro camarada —les digo y me subo a mi habitación.

Mañana empieza la semana, Lunes. Ahg, odio los Lunes, en unos días es mi cumpleaños. No estoy tan emocionada.

Me recuesto boca abajo para poder caer en el sueño más profundo, pero es interrumpido por el sonido de mi laptop. "Debí apagarlo"

Suelto un bufido y camino con pesadez hacia mi laptop, estoy con mal humor y nadie me hará cambiar de actitud ahora.

Abro mis notificaciones y veo quién me escribió a estás horas de la noche.

Alec. Alec Evans.

Alec Evans, es el chico con el cual estaba muy obsesionada hace unos años atrás ¿Qué mato la ilusión? Eso, que sólo era una ilusión.

Me enamoré de él a los 15, deje de quererlo a los 16, un año sufriendo para que me hablara. Mi amor platónico se desvaneció cuando encontró pareja.

Para cuando eso sucedió, me habló. Suena cliché, pero él no me ve más que como una simple amiga, además de que tiene novia.

Veo mis mensajes y no puedo evitar reírme.

Alec😹: Mira lo que me hizo mi primita. Es tu culpa por enseñarle a hacer esto.

Me mandó una foto de él con brillo en toda su cara, labial rojo por sus labios, por sus mejillas también y delineador marrón por todos sus ojos. Prácticamente se volvió Barbie ¿Qué digo? Eso es un insulto para las barbies.

Jazz👑: Ohh.. dile a Karen que la extraño, y que me molestaré con ella si no me avisa ¡Yo quise ser parte de eso! :(

Alec para ser lento en las clases es muy hábil para las computadoras.

Alec😹: ¿Sale videollamada? ;)

Jazz👑: Dale :)

Después de unos segundos veo que mi pantalla se vuelve negra y sale la foto de Alec.

Me quedo unos minutos esperando, a él no le gusta que le haga esperar, me voy a matar de risa al ver su cara.

Le doy aceptar y no lo veo.

—¿Alec? ¿Señor Evans? —pregunto divertida pero no escucho nada. Frunzo el ceño— ¿Estás ahí?

No logro verlo, escucho su puerta abrirse y veo a un Alec sin camisa.

—¡Alec! —grito y me tapo los ojos, escucho una risa de su parte— ¿Ya te pusiste algo encima?

—Ya puedes ver Botoncito —me quito una mano del rostro, observando entre mis dedos. Ya se puso la camisa y bajo ambas manos para poder darle una mirada asesina.

—No me digas así y ¿Porqué no estabas cuando acepté la videollamada?

—Me tenía que quitar el brillo del rostro —se acerca más a la cámara y señala su mejilla— Aún tengo ¿Ves?... botoncito.

—¡Deja de decirme así! —le digo un poco molesta— Nunca llegaré a olvidar ese día.

El día en que por primera vez hablé con Alec, ese día llegué tarde a clases, cuando entré a mi salón, me dí cuenta de que el único asiento libre era el de Alec Evans.

Pero no me importó mucho ya que ya no sentía nada por él pero cuando saqué mi cartuchera me di cuenta de que era el neceser de mi mamá.

Flashback

—¡Demonios! —grito/susurro mientras veo que los botones se están cayendo.

Lo malo es que no es uno, si no que son como 100 botones en ese neceser ¿Cuántos botones caben aquí? Supongo que será verdad eso de que las madres son mágicas.

Me agacho para recoger los botones y escucho cuando alguien se cae, me levanto y me doy cuenta de que hice caer a mi profesora.

—¡¿Qué significa esto?! —dice muy molesta, se levanta y sacude toda su ropa.

Todos comienzan a reír, y veo como hay pequeños botones en su trasero, abro mi boca sorprendida, ésta profesora me va a matar.

Veo como saca algo de su bolso, trago el nudo que estaba en mi garganta. Esa pequeña palabra se resalta en la pequeña hoja: "Detención". Mi primera detención en el año ¡Bien!

Me sorprendo al sentir unas manos en mi hombro.

—Te veré en detención Botoncito —dijo Alec apoyándose en mi hombro mientras sonreía.

Fin del Flashback

—Aún no entiendo como te confundiste —dice Alec mientras le da un sorbo a su bebida, yo no paro de reírme—. Eres muy distraída.

—El "Muy" me queda corto Alec.

Aún no puedo creer que él sea mi amigo, se volvió un amigo muy cercano.

—Alguien cumple años estos días —dice muy sonriente, se levanta y saca un pequeño cofre de su bolsillo—. Pensaba dártelo mañana, pero no puedo esperar más.

Abre el cofre y veo unas lindas pulseras en él, son muy hermosas.

Lleva puesto iniciales, mi nombre completo, con una liga de un color rojo muy suave y sus bloques son de madera.

—Wow —es lo único que logra salir de mi boca—. No lo podré usar.

Su rostro pierde la sonrisa que tenía, aunque me guste mucho no puedo usarlo.

Las pulseras que me dio mi mamá no puedo quitármelas por nada en el mundo, si lo hago, todo lo que llegue a tocar se convierte en piedra.

—Pensé que te gustaría —baja la caja y desvía la mirada—. Hablamos mañana.

Con eso cierra su cuenta y corta la llamada, "Ni siquiera me dejaste despedirme" ¿Ahora que hago? No puedo decirle que no a su detalle, pero tampoco puedo quitarme la pulsera que me dieron mis padres.

Pero si no lo hago se molestara conmigo.

Mañana lo soluciono, por ahora sólo quiero dormir.

(...)

Luego de pensarlo mucho, le dije que sí a Alec.

Su rostro brillo de alegría y me dio la pulsera. ¿Que hice? Simple, usaré la pulsera cuando este con él y luego me pondré las otras cuando él no me vea.

Espero que mi plan no falle, no tocaré a nadie mientras que no lleve la pulsera.

Cuando termina el día me recuesto en mi cama, las clases me agotan ¿A quién no? 8 horas en esas tontas aulas. Ya quiero acabar la secundaria.

Mi celular tiembla y veo que es una llamada de Alec.

—¿Qué hay camarada? —le digo antes de que él me salude.

—¿Le mostraste la pulsera a tus padres? ¿No se molestaron por que te quitaste la de ellos?

—Claro que no —me levanto y tomo mi mochila.

—Que bueno —siento que suspira y sonrío—. ¿Me puedes explicar la tarea de Historia? No llegué a completar la pregunta 6.

—Claro, yo te ayudo —me siento en mi cómoda y saco mis cuadernos.

La tarde la pasé riendo y charlando con Alec, y la tarea claro.

No noté cuando me quedé dormida, ya es de noche, levanto mi rostro y las hojas están pegadas en mi cara, las retiro.

Siento unos golpes en mi puerta.

—¡Está abierto! —digo sobando mis ojos, aún están medios chinitos.

—¿Terminaste la tarea? —pregunta mi mamá mientras deja la ropa en mi cama.

—Si, la mejor alumna no puede dejar de ser la mejor alumna —sonrío con arrogancia logrando hacerla sonreír.

—Entonces baja, ya está la comida —se levanta y sale de mi habitación.

Me levanto de mi sillita y me dirijo a la puerta, pero antes de hacerlo saco mi hoja de exámenes que deben de firmar.

Las tomo y volteo pero choco con mi mamá y caigo sentada.

—Auch —es lo único que logro decir.

—Lo siento —extiende su mano y la recibo—. Déjame ayudarte.

Pero antes de que me dé cuenta, ya es de piedra.

—¡Nooo...! ¡Mamá! ¡No, tú no mamá!

¡La convertí en piedra! ¡No puede ser! ¿Pero como...? ¡Las pulseras! ¡Me olvidé de ellas!

Horrorizada salgo de mi habitación aún viendo a mi mamá ahí. Sin moverse.

—¡¿Hija, estás bien?! ¡Te escuché gritar! ¿Y tu ma... —sus palabras se quedan en el aire.

—¡No, papá! ¡Tú también no!

A él también lo convertí en piedra, a mi familia los convertí en piedra.

¿Esto no puede empeorar más, no?

Aún llorando me recuesto viendo la estatua de mis padres, ahora están hechos de piedra y nada podrá ayudarlos...

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