
15: Lady Briane
(¡Ya tenemos Booktrailer! ¿Qué les parece?).
~~~~
Se lanzó a abrazarla. Era irreal, la cara de la imposibilidad, pero seguía siendo su madre. La mujer por la que había pasado un luto que la volvió veneno. La mujer por la que había llorado ríos de lágrimas sobre un templo helado. La mujer por la que había declarado la guerra a su padre.
Y ella la empujó, como si fuera Shaula la que oliera a los fluidos del difunto en la habitación.
La empujó tan bruscamente, que Shaula resbaló con el charco de sangre y cayó al suelo, golpeándose la cabeza, lo que hizo que sus lágrimas saltaran a sus ojos. No el dolor en el alma de por haber sido empujada por su madre.
—Quita esa cara tan ridícula —espetó Sawla, sacudiéndose para ponerse de pie—. No pretendas dar lástima en esta habitación que aquí nadie es tan ingenuo para caer en sus engaños.
Shaula sorbió por la nariz.
«Esa no es mi madre», se convenció.
Seguramente, Jalas'tar había tenido gemelas.
—Ya que están madre e hija en cálida comunión, lo mejor será darles privacidad —dijo Iotisha dirigiendo a su padre a la salida junto a ella.
Shaula se limpió la nariz, pues seguía húmeda.
—No debes sentirte avergonzada —le dijo a su madre—. Cualquiera... A cualquiera le pasa.
Lo cual no creía en lo más mínimo. Sawla estaba legalmente muerta, pero... ¿No había jurado ante Ara amar y honrar a Lesath Scorp hasta que la muerte los separe?
Aunque... dado que el rey estaba cortejando a Indyana Sagitar, era muy hipócrita de parte de Shaula recriminar a su madre por el acto en el que la había conseguido.
—¿Por qué te trajo aquí? —espetó Sawla.
Shaula intentó entenderla. Estaba a la defensiva por el momento tan bochornoso en el que había sido descubierta. Además, acababan de ejecutar a su amante frente a sus ojos.
Shaula se quedó mirando el cadáver tanto tiempo, que su madre resucitada tuvo que interrumpirla.
—No vayas a llorar.
La hija frunció el ceño.
—¿No te duele?
—Era un guardia. Su error fue dejarse llevar y romper sus votos, yo no soy responsable de sus crímenes.
«¿Y de los tuyos tampoco?».
—¿Qué crimen, madre? ¿Cómo...? ¿Cómo es que estás con vida? ¿Qué hizo este hombre para morir?
—Ambas cosas se relacionan, por suerte. Me simplifica la explicación.
Sawla se sentó en el borde de la cama.
—Tu padre me sentenció al anonimato. "Perdonó", con su gran benevolencia, mi miserable vida, con la condición de que no revele mi identidad a nadie ni haga que me descubran. Porque si eso ocurre, ahí sí me corresponde una muerte pública. Y... eso que viste, fue Jalas'tar siendo precavido. No podía arriesgarse a que el hombre me reconociera y hablara. Estúpido, al hombre no le convenía abrir la boca.
—No, para eso estabas tú.
Sawla se levantó como un resorte a esas palabras y le señaló la puerta a su hija.
—¡Lárgate de aquí!
—Estás viva.
—Sí, hablaremos cuando lo hayas procesado.
—Pensé que... creí...
—Todos creyeron lo mismo, ahora, por favor, Shaula Scorp, déjame sola un rato.
—¿No llevas suficiente tiempo sola? ¿No has descansado ya bastante de tus hijos?
La mujer se llevó la mano al entrecejo.
—Estás grandecita para este tipo de rabietas, y así que mi padre pretende hacerte reina...
Shaula dio un paso atrás con la boca abierta.
—¿Tú lo sabes?
—No hagas preguntas estúpidas. Eres una princesa, Shaula Scorp.
—¿Pero que sirios te pasa? Acabas de volver de la muerte para mí, ¿no podrías considerar un poco cómo me siento? ¿No me extrañaste en lo absoluto? Si estabas presa y aislada, ¿no debería alegrarte tener a tu hija aquí? Madre, soy yo... Salí de tu vientre.
—Y vaya susto que me diste.
Shaula parpadeó sin poder encajar la broma. No podía creer lo que sus ojos estaban viendo.
Hizo ademán de volver a acercarse a su madre, pero esta la mantuvo a raya con una mirada.
—Estoy sucia —se excusó.
—No me importa —dijo Shaula con sus ojos enajenados—. Estás viva. Eso es lo que importa.
—Shaula, yo ya cumplí con lo que se esperaba de mí. No puedo seguir haciendo esto. No morí para que mis errores me persigan incluso en mi nueva vida. Me merezco ser libre de ustedes.
—¿Tú... sí moriste?
—No, Shaula, estoy siendo metafórica. ¿Qué has estado estudiando todo este tiempo? Solo quiero paz, ¿es tan difícil concederle eso a quien te dio la vida?
La hija negó lentamente mientras sus pasos iban en retroceso. No daba crédito a sus oídos. Esa no podía ser su madre.
—¿Quién eres?
—Sawla Nashira. Aunque resulte difícil creerlo, soy más que solo tu madre.
—Si es que alguna vez lo fuiste, ¿no?
La reina, si es que todavía se le podía adjudicar el título, se desarmó en una carcajada que lastimaba cruelmente a su hija conforme se prolongaba.
—Esto es lo que me faltaba, que mis escorpiones por los que me desviví, por los que casi muero para traer a este mundo, se vuelvan en odio contra mí y me entierren sus traicioneros aguijones.
—¿Es que no te escuchas? ¿Te convirtieron en sirio para devolverte a la vida o algo?
—Ya que parece importarte tanto, te lo aclaro: nunca morí. Solo fui desterrada.
—Pero... No. Esta no eres tú. Mi madre jamás...
Pero se cayó. Porque su madre había dicho cosas similares, y peores, durante toda su vida, solo que Shaula se quedó con las buenas luego del luto.
—Mi padre es inocente —fue lo que dijo al final.
—¿Inocente? Ese chiste sí que es bueno.
—No envenenes más mi mente contra él, ya basta.
—Entonces es cierto lo que dice tu abuelo, que ahora adoras a Lesath. ¿Incluso pensando que él fue capaz de quitarme la vida... lo perdonaste?
—De haber sido así, no tendría por qué arrepentirme. Después de todo, ¿qué significado tengo yo para ti, más que el primer parto errado?
—Shaula, te estoy pidiendo paz y privacidad, no que me faltes al respeto. Por muy molesta que estés ahora, debes recordar que yo te hice la sobreviviente que hoy eres. Sin mí, tu padre jamás te habría preparado para el peligro físico que te acecha.
—Tienes razón, él se enfocó más en prepararme para los peligros lógicos y tácticos. Se complementaron el uno al otro.
—¿Y por eso te supones tan superior? ¿Porque tienes un poco de intelecto y tu abuelo te ha prometido su apoyo? Creí que te había educado para ser menos ingenua.
Shaula movió las manos y negó con su cabeza repetidas veces como si así pudiera sacudirse todo ese arrebato de información.
¿Por eso su madre estaba tan resentida con ella? ¿Suponía que Shaula había conspirando con Jalas'tar para robarle la corona o algo parecido?
Pero Shaula se concentró en otro punto de la conversación.
—¿Por qué sería ingenuo aceptar la ayuda de mi abuelo?
—Yo la acepté, en su momento —dijo Sawla, y por su tono solo agregó más peso a la teoría de Shaula sobre su ira y resentimiento—. Él es tan responsable de ponerme en el trono como tu padre.
Shaula estaba cansada de esa actitud de su madre. Había pasado toda la vida clavándole en el corazón proyectiles como esos. Siempre quejándose de su posición como reina cuando nadie la había obligado en convertirse en una. Ella buscó esa corona casi tanto como Shaula lo había hecho indirectamente desde su nacimiento.
Pero no iba a decirle eso, eso ya lo sabían ambas. Lo que nunca le había dicho y ya no podía esperar a soltarle en la cara, era:
—Casualmente, señalas como responsables a las dos personas de las que más reniegas. Pero, como lo veo yo, mi padre y mi abuelo no hicieron más que darte privilegios que no supiste aprovechar.
—¿Es un privilegio la vida que tengo ahora?
—Tienes una vida —espetó Shaula—. Vida que has ocultado de tus hijos que te lloran...
—¿Cuáles hijos? Antares me odia, Sargas deseaba mi muerte, y tú no haces más que envidiar que yo sí probé el sabor de una corona, y tú jamás podrás.
—Eres... —Carrapeó, su garganta ardía en veneno—. Eres realmente despreciable. Quiero decir... he pasado toda mi vida dependiendo de tus migajas de amor, aferrándome a cada mínimo contacto cariñoso y maximixándolo hasta después de tu supuesta muerte para honrar tu recuerdo. Pero realmente no sé lo que se siente ser amada por ti. Protegida, sin duda. A tu modo, me has enseñado a odiar y a desconfiar. Incluso, sí, a defenderme físicamente. Pero jamás me has amado.
Sawla señaló a su hija con cada nueva palabra, su mandíbula tan tensa que sus dientes parecían a nada de quebrarse.
—Te amé tanto como para evitarte en todo momento que cometieras mis errores. Pero lo que nunca te dicen sobre ser madre es que realmente no tienes control sobre lo que resultará de tus hijos. Tú siempre has querido por sobre todas las cosas el poder, y no mi protección. Por eso me menosprecias. Por eso, inevitablemente has acabado envidiándome.
—Es... —Miró de abajo a arriba a su madre, con una mezcla de lástima y asco en la mirada—. Realmente retorcido que puedas pronunciar esas palabras. Yo soy tu creación, solo quería que me amaras.
—Dile eso a tu padre...
—Mis problemas con mi padre los resolveré yo con él. No puedes culpar eternamente a Lesath por las atrocidades que has cometido sin responsabilizarte.
—No hables de lo que no tienes idea. Suenas como una marioneta. Tanto alardeas de ser mejor que cualquier hombre, y ni siquiera puedes pensar por ti misma.
—¿Yo...? —Shaula sintió que su madre acababa de golpearla en el estómago, y sus ojos se llenaron de lágrimas—. Nunca me he proclamado mejor a ningún género, solo he luchado incesantemente por tener la oportunidad de probar mi valía sin importar el mío.
—¡No necesitas probar nada! Te garanticé una vida segura. Vívela en paz.
—No esquives el tema, no sigas eludiendo la responsabilidad de tus acciones. Dices que soy una marioneta, y tal vez lo soy, pero de toda la cizaña que has sembrado en mí. Te has dedicado a señalarme eternamente las carencias de mi padre, y hasta este momento lo he detestado, he negado cualquier tregua entre nosotros, creyendo que acabó con tu vida cuando realmente te la ha perdonado...
—¡¿Perdonado?! Por el amor a Ara, Shaula Scorp, mírame bien. ¿Qué clase de perdón es este?!
—Merecías morir por lo que hiciste. Tal vez... yo no lo habría querido así, pero legalmente...
—Legalmente, ¿a quién carajos le importa lo que es legal?
—Pues a la reina de Áragog debió importarle.
—No sabes lo que dices.
—Sin lugar a dudas tienes razón, madre. Yo no tengo idea, no podría saber lo que es estar en esa posición. Pero tú debiste saberlo. Nadie te obligó a ser reina, tú luchaste por el puesto, y luego comprometiste todo un linaje al darle al rey un bastardo y pretender ponerlo en el trono. ¡Y el bastardo sigue siendo el heredero! ¡Y tú estás viva! —Shaula jadeó, sus ojos perdiendo el foco en su entorno, su boca entreabierta por el flujo incesante de información que la ahogaba—. ¿Y Lesath es el malo? ¿En serio?
—Habría preferido que me matara.
—¿Y qué sirios haces aquí? Muérete de una vez si tanto reniegas de la vida. Después de todo, nada te ata, ¿o sí? Solo tres hijos, ¿a quién mierda le puede importar algo así?
Sawla no dijo nada.
—¡DI ALGO! Golpéame, castígame, dime que estoy malditamente equivocada, pero dime algo. ¡Préstame atención! ¡Sé mi maldita madre! Muestra algún sentimiento, aunque sea un sentimiento tan cruel como tú, pero reacciona. ¡Él te perdonó la vida! Mi abuelo está en correspondencia constante conmigo y tú... pudiste decirme algo, aunque fuera en clave. ¡YO SÍ LLORÉ POR TI!
—Vas a llorar mucho más a partir de ahora, porque te has malcriado este tiempo sin mi dirección. Haz la pataleta que te provoque, pero ante Ara queda claro que siempre velé por tu protección, por ayudarte a sobrevivir a esas personas que tanto luchas por agradar. Y ahora vienes aquí, tan altiva, intentando lastimarme con tus carencias como si hubieras estado hablando con el pusilánime de Antares todo este tiempo. Y me exiges. "Ay, mami, mira cómo sufro, por favor dame cariño mientras te insulto a la maldita cara". Solo vas a entenderme cuando seas madre y esposa.
—Lo que es igual a decir que jamás lo haré.
Sawla puso los ojos en blanco.
—No entiendo qué has estado leyendo que ahora pareces tan esperanzada. ¿Es por lo que te ha prometido tu abuelo? Ilusa, ilusa, y tres veces ilusa. ¿Crees que no estuve yo en tu posición? Como a mí, va a usarte hasta que le seas inútil.
—En ese caso, me aseguraré de siempre ser útil.
—Yo era la reina, Shaula. Y heme aquí. Todas somos reemplazables en los planes de un hombre.
—Tú eras la reina, pero limitaste tu poder a la cama de Rigel Enif. Jalas'tar te necesitaba como embajadora, tus hijos como madre, tu rey como consorte, pero tú solo pensabas en encontrar el mejor momento para ir a la joyería mientras tu pueblo carecía de una voz y tu familia temblaba de angustia. Tú, tú, eras reemplazable. A mí no me vuelvas a comparar contigo.
—Eres una estúpida idealista, Shaula. Y si crees que eso te hace igual a tu padre, te equivocas. Esos rasgos solo significan poder cuando los acompaña una verga.
—Me alegra que estés viva, madre. Eso significa que todavía estás a tiempo para tragarte todas tus palabras.
Sawla rio.
—Lárgate, Shaula. Ya eres una adulta. Deja de llorar por tu madre. Eso sí: estaré aquí cuando ellos te hayan destruido, solo entonces, cuando te disculpes, te daré el consuelo que necesites.
Shaula iba a dejar la habitación, pero al último instante se detuvo y dio la cara a su madre.
—Imagino que no tienes correspondencia con Lesath.
—En lo que a él respecta, yo estoy muerta. Y viceversa.
Shaula sonrió.
—Me temo entonces que recae en mí darte la feliz noticia.
—¿Qué noticia?
—Si mis cálculos son correctos, justo en este momento, mientras tú y yo hablamos, Rigel Enif está siendo ejecutado en medio de la plaza de Ara... Creo que por vender a la corona joyas en mal estado, o algo así. Por desgracia, su hijo Orión, el único que podía testificar a su favor, está viviendo su segundo año de reclutamiento en las ruinas de Zatah. La historia se pone aún más triste cuando sabes que el señor Enif tuvo un segundo hijo, uno que podría hablar a su favor y salvarlo, lástima que lo odie casi tanto como te odia a ti.
Sawla se dobló como su fuera a vomitar en el piso, todo su cuerpo contorsionado mientras los sollozos brotaban de ella, retorciendo sus dedos.
Ver a su madre en ese estado quebró a Shaula, porque significaba que sí tenía un corazón, solo que no había espacio en él para ella.
Cuando la mujer alzó la vista, le dijo a Shaula:
—Te mereces todo lo malo a lo que estés condenada.
Shaula salió corriendo de la habitación, sintiendo esas palabras como una maldición en el pecho.
Y ahí la interceptó una mujer que se le hizo tragicamente familiar.
—Lady... Lady Briane.
La preparadora ni siquiera le concedió una respuesta. Miró a Jalas'tar Nashira, que la acompañaba, y este fue quien movió su cabeza hacia los guardias, quienes lentamente avanzaron hacia Shaula.
—¿Qué sucede?
—No te resistas, por favor. Te lo aconsejo y te lo imploro —pidió el abuelo con calma—. Estos hombres van a escoltarte a la frontera, donde pasarás a ser responsabilidad de los hombres del rey.
—¿Por qué debo ser escoltada por estos hombres? ¿Qué me espera en la frontera?
—Tu juicio —habló la preparadora por primera vez—. La Iglesia me envió para retomar tu preparación ahora que has pasado la mayoría de edad y que tu regreso se sigue postergando. Y vaya que le hice falta, pues nada más llegar...
Por primera vez Shaula se fijaba en lo que tenía la preparadora entre sus dedos, que entonces estrujaba: cartas. Sus cartas.
~~~
Nota: Ay, por Ara... Se viene DRAMA. ¿Preparados?
No se olviden de comentar, por favor. Yo sé que se emocionan leyendo y se les pasa, pero piensen en que a mí me encanta leerlos ♡
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro