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VIII

C a p i t u l o - 0 8

¡Y ahora la dramática era yo!

—Sharon. Por última vez te ruego que elijas el vestido —casi me arrodillé.

—Es que no se cuál elegir. ¿Y si no me conviene y me doy cuenta tarde? ¡O peor...!

—Todos te quedan geniales. Recuerdas que tienes un cuerpazzo y yo no.

—Tampoco te tienes que humillar —dijo con voz socarrona y giré los ojos.

—Es solo una fiesta.

—¡No! ¡Es la fiesta!

—¿Que de especial le hayas a estar la noche entera en vela por ir a una casa de un desconocido?

—¡Angélica Kyra Stone! —casi chilló —Es la fiesta que casi todos han estado esperando. ¿Porque no te emocionas un poquito? —hizo una seña de poco con los dedos.

—Vanga ya, a mí no me van las fiestas.

—Es un espacio donde puedes ligar con cualquiera —alzó las cejas como si hubiera dado en el clavo.

—¡Creo que mejor paso!

—Venga, prometo no huir a media noche como la cenicienta.

—¿Segura?

—Ademas, va a ir el guaperas tatuado del profesor de sociología.

Lo pensé. Lo admito.

Algo que me dió un poco de vergüenza era que la chica que nos ayudaba a escoger los vestidos estaba ahí parada todavía escuchando la conversación. Ella nos miraba expectante a que eligieramos los  vestidos pero mientras se enteraba de los chismes.

—Tal vez vaya —susurré.

—¡Genial! —chilló y aplaudió a la vez.

—Dije tal vez...

—Chica —miro a la rubia de ojos miel —ve a buscar el vestido color rosa clarito que ella no quiso probarse orita.

La chica fue directamente a buscarlo mientras yo me quedaba a solas con Sharon. Ella se movía de un lago a otro inspeccionando el vestido rojo cobrizo que traía puesto. Combinaba con su cabello. Se le veía precioso pero aún así ella creía que no le quedaba bien.

—No estoy segura si vaya o no.

Dejo lo que estaba haciendo para mirarme con una expresión triste pero algo cambio en su mirada al verme que su cara paso a una expresión de picardía.

—¿Que hiciste ayer que tienes el labio partido? —casi susurró para que no nos escucharán.

—Oh, nada solo me caí por una escalera.

—¿Por cual? —preguntó para cogerme la mentira.

—La de mi casa.

—¡En tu casa no hay escaleras! —enarcó una ceja.

—Vivo en un edificio.

—Ah, cierto. Lo había olvidado —entre cerró los ojos.

Si le contara todo lo que pasó ante ayer me creería una psicópata. Pero no lo soy. Si le dijera que me colé en la casa de Beck a media noche, le rompí un jarrón y por eso después de haberme besado me botó de la casa entraría en estado de shock. Y si le dijera que después de eso un chico intentó violarme y yo le corté la garganta en un solo movimiento enloquecería. Pero si le dijera que ese movimiento tan rápido de cortarle la garganta no le hizo más que un rasguño no me creería. Y si. Lo único que le hizo fue cortarle la piel. Mo soy una psicópata, menor una asesina.

—¿En qué piensas?

—Solo... creo que voy a ir a la dichosa fiesta.

Casi chillo de la emoción.

La chica entro con el vestido pero no era de color rosa claro sino del mismo modelo pero negro. Ella hizo una sonrisa tímida para después agregar:

—Me pareció que el negro le quedaría mejor.

Sharon la miró con disgusto y una mueca en la cara para después darle la razón. Y así me puse el vestido negro que me daba más arriba de la mitad de los muslos, me quedaba súper apretado y era de tirantes. En cierto modo me gustaba. La chica nos trajo el juego que venía con el vestido y Sharon se ofreció a pagarme lo pero yo me negué y lo pague con mis ahorros. El juego completo eran de unos zapatos de tacón alto negros y con el tacón transparente. Y un bolso negro también que tenía unas perlas en blanco. Así salimos de la tienda y nos dirigímos a su casa. ¿Porque a la mía no? Bueno muy sencillo. Ella no me dejó ya que en mi casa no tengo ningún tipo de maquillaje. Solo un lápiz de ojos negro, un derrisador y un delineador. Ya más nada.

Al llegar ahí casi me da un ataque al escucharla decir que tenía que depilarme las cejas. Eso para mí era lo último ya que era muy doloroso. Ahí empezó la sección. Me hizo lavar la cabeza para después planchar mi cabello y hacerlo enrolado, empezó a maquillarme y lo borro unas tres veces para empezar otra vez ya que decía que le hacía quedado mal. Oh, por cierto antes de eso me hizo ponerme una cosa rara en las manos para pintarme las uñas de un color cacao. Bueno al acabará todos eso yo simplemente no me reconocí en el espejo.

Ella con una sonrisa triunfal me miró de arriba a abajo.

—Creo que estás más que lista.

—Sigo creyendo que esto no es necesario —la miré.

—Tu siempre tan humilde.

Puso una sonrisa genuina.

—Bien ahora me toca a mi.

Salió de el cuarto y yo me quedé sentada en la cama de frente al espejo. No podía creer que esa era yo. Me había hecho un maquillaje de Baddie. Me encantó. Solo que no convidaba con el vestido. Así que fui y busque en mi maleta. Unos jeans negros, una blusa corta de tirantes del mismo color y un abrigo de piel de oso marrón. Claro no se podían quedar las botas marrones de tacón cuadrado y súper alto. Me lo puse y prácticamente me estaba mirando en el espejo. Me di cuenta que no soy tan plana como creí. Y Sharon entro diciendo:

—Ya nos podemos ir...

Dejo la boca abierta de par en par con cara de asombro. Me quedé como impaciente y decidí que no había sido buena idea.

—Ahh. Lo siento yo... yu te pasaré casi el día entero arreglandome y yo... —me corté y empecé a caminar hacia la ropa que estaba en la cama con la intención de cambiarme.

—¡No, no, no, no y no! —estiró las manos —asi estás perfecta.

—Ah.

Nos quedamos en silencio hasta que ella puso una cara de aprobación total y una media sonrisa pícara.

—¿Quien iba a pensarlo? Mi niña ya crecido —se limpio una lágrima falsa con cuidado de no arruinar su maquillaje estilo Barbie.

—¡Creo que voy a cambiar de opinión de ir a esa fiesta!

Me avergüenza que me diga esas cosas.

—¡Entonces vamos ya!

—Pero si ya vamos tarde —arrugue la nariz.

—A las fiestas nunca se llega tarde y... —se cortó —mejor no digo lo que iba a decir porque es un disparate.

Así nos fuimos de su casa y partimos rumbo a la fiesta. Me había dicho que era de un tal Jake. Era un riquillo mimado que daba las fiestas por todo lo alto cuando sus padres salían de viaje. Nos pasamos veinte minutos en coche. Al llegar me sorprendió que era una mansión. No pensé que fuera tan grande. Tenía paredes blancas y grandes jardines. Me pareció exceso de lujo. Al llegar dejamos el carro en el aparcamiento. Nos adentramos en la mansión y no pasó mucho tiempo para poder identificar a Beck. Estaba sobre uno de los escalones de la escalera y recostado de la pared  de esta misma.

Por un segundo sus ojos se cruzaron con los mios y sentí que me evaporaba. Me sentí pequeñita. Rápidamente desvíe mi vista hacia otro lugar. Hacia las demás personas que habían en la fiesta. Sabía que la mayoría las había visto en la escuela pero nunca me digne a hablarles.

Es así: si ellos me hablan, yo les hablo y todos contentos. Sino no les hablo.

Sharon me agarró de la mano y empezó a tirar de mi hasta llegar a uno de los asientos donde habían algunos chicos sentados. En total seis. Cuatro chicos y dos chicas. Al estar ahí tiró otra vez hasta que me quedé sentada en un asiento. Ahí ella se acomodó el vestido y cruzo las piernas.

—!Chicos ya deben saber quién es! —gritó para que su voz se escuchará por encima de la música.

Uno de las chicos que estaba sentado en el sofá que había en frente habló:

—¿Contexto?

Ok. Mis cachetes se volvieron rojos como tomates. Y mi cara paso a ser de vergüenza.

—Ella es mi mejor amiga, a la que se lo cuento todo —llego a mi mente lo que habia pasado con Beck en su casa y que no se lo habia dicho a Sharon —mi confidente, mi crustáceo cascarudo, Kyra.

Ok eso de crustáceo cascarudo le explico. Hace unos años me gustó un chico y le escribí por Whatsapp que era mi crush, pero no sé escribió esa palabra así que la que se envio fue crustáceo. El chico se burlo de mi diciendo que nunca había sido el crustáceo de alguien. Y desde entonces me fastidia con eso.

—¡Hola, soy Rachell! —dijo una de las chicas que estaban sentadas en el sofá.

Tenía ojos marrones fuego casi rojos y cabello castaño con pequeñas iluminaciones. Me dió una cálida sonrisa, tenía los dientes blancos y una pequeña separación en el medio.

—Frank —dijo un chico con el mismo color de cabello y ojos. Pero este se veía más... ¿molesto?

Espera el era el hermano de Grisel.

—Iam Julio —dijo un chico de ojos azules y cabello negro con decoloración en amarillo casi blanco.

—Y ellos son Cristopher, Julieta y Liam —concluyó Sharon para terminar rápido la conversación.

Me quedé con ese nombre grabado en mi mente. Julieta, justo como mi mamá. Y entonces llegaron a mi mente tantos recuerdos momentáneos que me sentí abrumada. Ella empujándome en un columpio, riéndonos en la cena, corriendo en la nieve.

—¿Estás bien? —Sharon me miró con cara de preocupación al verme.

—Si...

Mire hacía otro lugar.

—¡Empecemos el juego!

—¿Que juego?

—Yo nunca.

—Venga, empiezo yo y elijo —me miró a mi.

Oh, no.

—¡No, empiezo yo! —dijo Rachell.

Me dieron ganas de agradecer de rodillas por la interrupción de ella.

—¡Venga ya pero si siempre eres tu quien empieza!

—Ok, empieza tu.

—Yo nunca he usado juguetes sexuales .

Esperé y vi que Cristopher, Julio y Rachell se tomaron un baso rojo con una bebida. Ok así era como se jugaba. Y para mí sorpresa Sharon también se tomó un vaso con una mueca en la cara.

—No entiendo tu lógica. También te has tomado un vaso.

—La meta no es ganar, es hacer perder a los demás —me guiñó un ojo.

—Oh vale.

Le tocó a Rachell decir ya que habían estado discutiendo sobre eso anteriormente.

—Yo nunca he sido infiel.

Julieta, Cristopher y Julio se tomaron un vaso con esa sustancia, claro sin mencionar a Sharon. Lo que más impresionó que fue mirado a Frank que dijo ese yo nunca. Pero el no se tomó un vaso. ¿Que había entre esos dos?

—Yo nunca ha hecho un baile erótico —salto Julieta.

Otra vez tomaron vasos todos en el lugar menos yo. Yo no me había tomado ninguno. No supe en qué momento el ambiente se volvió un tanto sexual con esas preguntas que empezaron a hacer. Yo nunca lo he hecho en un espacio público, nunca lo he hecho con un extraño, yo nunca esto, yo nunca aquello. Todo iba bien hasta que Rachell saltó.

—Kyra no ha dicho nada.

Todos pasaron a mirarme a mí y me sentí un poco incómoda. En el momento sentí la mirada de alguien sobre mi. Y ví que Beck se acercó y se sentó justo en frente de mi.

—¿A qué juegan?

—Yo nunca nunca.

—Genial, en quien se quedó.

Entonces ahí mi cerebro maquinó a toda prisas y pensó en el yo nunca nunca menos obvio. Y como una bomba lo solté.

—Yo nunca nunca le he mentido a la policía.

Y supe que si lo había hecho porque se tenso. El ambiente también estaba tenso, y los demás no parecían notarlo porque se habían tomado sus vasitos muy tranquilos. Frank, Rachell, y yo. Claro. El me miro con una sonrisa para después coger uno de las vasos para llevarselo a los labios y crear una sonrisa torcida.

En ningún momento despegó sus ojos de los míos.

Por más sospechosos que habían no podía descartar a Beck así tan fácilmente. Y menos después de encontrar uno de sus pullover en el armario de Grisel.

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Nota de la autora: Hola ✌️ primeramente quiero agradecerte a ti y a todos que han estado apoyando este libro.

¿Tienen teorías de quien mató a Grisel?

¿Habrá sido nuestro guaperas...

Beck Zayden?

Público spoilers en mi canal de WhatsApp: @Dia_002. Escritora de Wattpad.

Ojo. El arroba también va en el nombre.

Los amox <3

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