33
Era viernes, el primer recreo había iniciado y Minji y Yunjin reían a carcajeadas, entre impresionadas y sin creérselo. Kazuha solo sonreía con una mueca graciosa en el rostro, Hanni tenía una sonrisa malévola y Danielle se tapaba el cuello como podía.
—¡Dios mío, realmente Hanni es un vampiro!
—¡Cállense! —reclamó Dani con un puchero, golpeando de paso el hombro de su novia que la tenía abrazada como koala.
El grupo solo pudo reír con más fuerza ante la vergüenza de la australiana, quien había llegado al instituto con un polar cerrado hasta el cuello. Tiempo después, olvidándose del desastre en su piel por el calor que sentía, bajó el cierre, revelando chupones rojos y morados.
Lo que pasa es que ayer por la noche, como Hanni vivía cerca de su chica, se había escapado de su hogar para llegar al de Marsh, haciéndole pataleta por los tweets y el "coqueteo" que se estaba atreviendo a tener con Minji. Danielle le dijo que era broma, solo querían molestarla, pero aquello no fue suficiente para la vietnamita, y cuando la menor la besó para que dejara de hacer un espectáculo por una estupidez, Hanni se encargó de llenarle el cuello de chupones para recalcar que tenía novia.
—No debes avergonzarte, Dani, te queda muy lindo el morado —besó su mejilla.
—¡Hanni!
Mientras Danielle le reclamaba entre gritos y las otras reían más, Minji pudo ver a Haerin a unos metros. Venía caminando por el pasillo con su grupo de amigas y en pocos segundos pasarían por su lado.
Hicieron contacto visual, y cuando Minji quiso sonreírle discretamente, Haerin había apartado la mirada y pasaron de largo con las chicas.
Su ceño se frunció, ¿acaso la había ignorado?
Trató de disimular que no le afectó aquello, pero cuando el timbre volvió a sonar, indicando que debían entrar a clases, Kim ya se había alejado de sus amigas y le escribió a la menor que fuera a los baños del primer piso.
—¿Unnie? —Haerin asomó la cabeza por la puerta del baño, y su corazón se aceleró como loco cuando la vio apoyada en los lavamanos de brazos cruzados. Se veía algo molesta, pero Haerin estaba tan acostumbrada a verla así que no le llamó la atención y solo pensó que era su expresión de costumbre—. Hola...
Se acercó con una sonrisa de colmillo, llegando hasta enfrente suyo y mirándola hacia arriba. ¿Sería muy arriesgado si le daba un pequeño besito? Hae sabía que sí, pero eran tantas sus ganas que simplemente ignoró todas las luces rojas que se encendieron en su cabeza y alzó sus pies, robándole un beso.
Por suerte el baño estaba vacío, porque o sino Haerin no lo hubiese podido hacer.
La mueca amargada de Minji desapareció al momento de sentir los labios de la niña sobre los suyos, y fue ridículo lo poco que le duró la "molestia".
Kang se iba a separar, pero Minji le agarró la cintura con una mano e hizo que el encuentro durara un poco más.
Se separaron con una sonrisa, sintiendo el calor en sus mejillas.
—Hola... —volvió a decir Haerin, hipnotizada por esos rechonchos labios de la mayor. Su unnie era preciosa.
—Hola —rió, aunque frenó de golpe recordando el recreo de hace un rato. La más baja vio como su cara cambiaba de felicidad a tener el ceño fruncido—. Oye, ¿por qué me ignoraste?
—¿Cómo? —ladeó la cabeza, confundida.
—En el recreo, hicimos contacto visual y simplemente pasaste por el lado como si no me conocieras.
—Oh, bueno... —jugó con sus dedos—. Pensé que... pensé que querías que te ignorara, ya sabes... me dijiste que mis amigas no podían saber que nos besamos y... no quería que te enojaras conmigo.
Haerin hablaba con un tono calmado, aunque por dentro estaba celebrando hasta con champaña el que Minji estuviera reclamándole aquello con sus lindas cejas arrugadas, buscando su atención.
Sabía que Minji era lesbiana, por lo tanto, sabía también que probablemente sería una intensa de mierda como solían ser la mayoría de lesbianas.
Era un poco llevarse por los estereotipos, pero Hae no se equivocaba, es decir, hace unos días Minji casi que le escupía en la cara cuando la veía y ahora estaba actuando así, como un osito llorón que buscaba su atención.
—Oh... —Kim calmó su expresión, pero se sintió mal por Haerin. La noche que la besó en su fiesta recuerda haber sido bastante ruda con ella—. Sí, lamento eso, no estuvo bien.
—Mmh, da igual... Solo que es un poco difícil ocultárselo a Hikaru, que parece saber cuando miento —intentó reír, pero Minji vio una pizca de tristeza en sus ojitos.
—Haerin —en un impulso le tomó ambas mejillas, acercando sus rostros—, está bien si les quieres contar a tus amigas, ¿si? Tienes todo el derecho, perdóname a mí por haber sido tan mala.
—¿En... en serio? —preguntó, boquiabierta.
Minji asintió frenéticamente, dándole un repentino abrazo. Cada momento donde se burló de Haerin, habló mierda de ella, la confundió con sus estúpidos cambios de humor, todas esas porquerías que hizo, ahora pasaban por su cabeza de golpe, sintiéndose verdaderamente mal. Ni siquiera entendía cómo luego de aquello Haerin seguía aceptándole los besos.
Se sintió tan culpable que solo la abrazó, sin importar lo raro que fuese, y Haerin, aunque quedó paralizada al inicio, se permitió corresponder el tacto, disfrutando de apoyar su cabeza en el hombro de la mayor.
Minji quiso pedirle perdón con palabras, pero bueno, ya había dado un gran paso al decirle que podía contarle a sus amigas y el haberla abrazado. Tampoco se le puede pedir tanto.
—Hueles a cigarro, unnie —se separó de ella, jugando con la pulsera de cuero que tenía la más alta en su muñeca.
—Um, perdón, fue cuando venía camino a acá —se sonrojó un poquito. Cuando alguien reclamaba que olía a cigarro Minji los mandaba a la mierda a todos, pero que Haerin se lo dijera le avergonzaba.
Ella quería oler rico para la menor, así como esta la maravillaba con su olor a fresas.
—No lo dije en ese sentido, Min —conectaron miradas y ambos par de ojos parecían más vivos que nunca—. Me gusta, creo que el olor a tabaco va muy bien contigo —halagó, pestañeando lento.
Minji quedó enamorada de ese gesto, de sus ojitos de gato bajo esas pestañas preciosas que tenía.
Sonrió con dientes, mostrando sus encías, probablemente hace mucho que no sonreía así de grande.
La tiró de su uniforme y volvió a besarla, el sabor a cigarro y fresas mezclándose.
—Sé que ya acabamos el trabajo de arte, pero... —Minji se aclaró la garganta, molesta consigo misma por estar sonando tímida. Haerin solo sonrió, mordiéndose el labio de encanto al verla así—, ¿quieres ir a mi casa luego?
—Me encantaría.
***
—¡¡¡¿QUÉ?!!!
El salón el pleno silencio es interrumpido por el grito de Yunjin, quien se volteó a ver a Minji con la mandíbula casi en el piso.
Segundos después unos fuertes pasos se oyeron de afuera y Hanni apareció por la puerta con el cabello desordenado y la respiración agitada.
—¡¡¡¿QUÉ?!!! —gritó también, importándole una mierda los reproches de la maestra. Tampoco le importó escaparse de su clase en el aula de al lado y salir corriendo como enfermita.
Minji solo pudo hundirse en su puesto, ignorándolas y sonrojándose.
Tal vez le había ganado el impulso al contarles a sus amigas de aquella forma.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro