25
—Cuéntanos todo, Hong.
Eunchae dio un suspiro, frotando sus palmas.
Sus amigas la habían encerrado en un salón para que les explicara todo lo sucedido entre ella y Hyein. Decidieron ir por Eunchae porque esta era más fácil de convencer. Hyein no abriría la boca ni aunque la sobornaran con la ropa más lujosa del mundo.
—¿Recuerdan a mi vecina, Garam? —ellas asintieron—. Bueno, hace aproximadamente un mes... comenzamos una extraña relación. ¡No somos novias! —se apresuró en aclarar—, pero casi todos los días me va a ver.
—¡¿Qué?!
Haerin, Bahiyyih y Hikaru la miraron con ojos atónitos.
—¡¿Por qué no nos dijiste nada?! —reclamó la de mirada gatuna.
—¡Me daba vergüenza! —la chica tapó sus mejillas que tenían un suave color carmesí—. Da igual, lo que pasó es que, hace unas semanas también, Hyein se confesó conmigo, dijo que le gustaba hace un tiempo, pero que le costó darse cuenta. Según sus propias palabras, estaba en un tipo de negación.
—¡¿Pero qué carajos, Eunchae?! ¡¿Por qué no nos contaron?!
—¡Lo siento, ¿si?! Hyein me pidió que lo mantuviera en secreto y no iba a traicionarla.
—De todas formas, eso no explica por qué Hyein y tú andaban besándose —dijo Hikaru.
—¡Ustedes son las que me interrumpen! —defendió la menor.
—Okay, okay, prosigue —intervino la deportista, haciéndole señas a Haerin y a su novia para que mantuvieran la calma.
—Como les decía —suspiró—, Hyein me dijo que le gustaba y créanme que quedé igual de sorprendidas que ustedes, pero luego, una vez que estábamos viendo una película en su casa, no podía dejar de estar inquieta a su lado. No lo sé, chicas, es complicado de explicar, pero sentía los mismos nervios que cuando hablaba con Garam —arrugó un borde de su falda, dándose fuerzas para seguir—. Esa misma noche me besó y, Dios, juro que intenté resistirme, pero no pude. Era lo que quería. Me gusta Hyein, unnies. Mucho.
—¿Y Garam?
—También... —cerró los ojos por la vergüenza.
Hikaru carcajeó incrédula y comenzó a molestarla que era una loquilla.
—Y cuando Hyein te besó, ¿ella sabía que tú y tu vecina compartían saliva?
—Sí, le conté justo antes de que se confesara. Y, para que no me crean de "infiel" —hizo comillas con los dedos, porque ella no estaba en ninguna relación como tal—, también se lo dije a Garam, le dije que había una amiga mía que comenzaba a gustarme.
—Jodida mierda —Hikaru rió otra vez, y la rubia le dio un golpecito en la pierna.
—¿Y qué te dijo Garam?
—Que le daba igual, que si yo seguía teniendo sentimientos hacia ella, no le interesaba compartirme.
—¡Dios mío! —ahora ni Bahiyyih pudo resistirse, gritando las tres a la vez.
Eunchae, su linda e inocente amiguita, ¿en un triángulo amoroso? Drama del bueno, sin duda.
—¡Sí, lo sé! Pero Garam siempre fue muy liberal en esas cosas... Aunque Hyein no.
—A ver, resumamos: te besuqueas con tu vecina, que no le importa tener una relación abierta o algo así —dijo Haerin, con un poco de duda. No sabía muy bien cómo funcionaban esas cosas—. Y, además, te besuqueas con nuestra y tu mejor amiga, Hyein, quien está enfadada contigo ahora mismo.
—Eso fue porque en la fiesta, luego de que Danielle nos encontrara, le conté de que a Garam no le molestaba, pero ella me dijo que no quería compartirme con otras chicas... —el trío abrió la boca, Hikaru comentando un "Hyein celosita" con burla—. Hyein está molesta, pero ella es la idiota aquí —bufó—. Me gritó y me dijo que tenía que elegir entre las dos.
—¡Eunchae, tu vida es una película!
—¡Dejen de hacer bromas! —gritó con un puchero, intentando parecer molesta, mas solo se vio adorable—. La cosa es que, luego de que me forzara a elegir entre ella y Garam, le dije que quería a las dos, y ahí enfureció.
—Obvio, le molesta porque cree que no te gusta lo suficiente para elegirla solo a ella.
—¡Pero es que eso no es así! ¡Me gusta lo suficiente, ella y Garam, y por eso jamás podría escoger! ¡¿Qué se supone que haga?! —lloriqueó y Kang le sonrió dulcemente, tomándole las manos.
—Esto es muy repentino, Eun, pero si en verdad no tienes una preferencia, deberías volver a hablar con Hyein y decirle que te entienda, aunque sea todo muy... distinto a lo habitual.
—Hae tiene razón, Chaechae. Y en caso de que Hyein simplemente no pueda lograr tener la facilidad que tiene Garam para ser tres en una "relación", me parece que sería correcto decirle entonces que no vas a poder estar con ella. Porque o sino, si sigues en ese triángulo, Hyein y tú saldrán afectadas, hasta Garam podría terminarlo.
—Convérsenlo con calma, en privado, antes de que su amistad quede enterrada bajo tierra.
—No creo que Hyein quiera seguir siendo mi amiga luego de esto —sollozó y se escondió en el pecho de Haerin.
—Ay, bebé.
Las tres amigas se dedicaron a consolar a Eunchae, por más que ninguna antes estuvo en una situación así.
¿Tres? A Haerin le parecía genial, aunque ni siquiera las relaciones de dos le funcionaban. Rió con ironía ante sus propios pensamientos y luego quiso llorar al igual que Eunchae, porque Minji jamás le prestaría atención real.
Pero la besó. ¡La besó, Jesucristo!
Todo mal trato de su parte quedaba compensado con ese beso, el mejor de su vida, el único en realidad.
***
Miércoles.
Era miércoles. ¿Y saben con qué clase partía Haerin?
Artes visuales. Clase compartida con Kim Minji, y peor aún, con quien tenían un trabajo pendiente.
Llegó temprano, sentándose en una de las largas mesas de al fondo, tapando su cabeza con el gorro de la sudadera.
Por supuesto, su corazón estaba alterado y lleno de emoción por ver a la azabache que tanto le gustaba, pero ella como persona sentía los nervios apretándole la garganta.
Luego del baño, Haerin cree que Minji la evitó, porque casi nunca se la encontró, ni en los pasillos ni a la salida. Y ahora estarían sentadas, una al lado de la otra. Oh, Jesús santo. ¿Qué pecado había cometido para que la castigaran así?
—Buenas tardes, jovencitos. ¿Cómo van con el trabajo?
Mal. Okay, no mal, pero si algo atrasadas. Por lo que supo, muchos se juntaron el fin de semana y los días posteriores para avanzar en el retrato, pero ellas jamás (Haerin estaba segura) se iban a poner de acuerdo para trabajar en una sola casa.
Minji no aceptaría pisar la residencia Kang ni mucho menos la invitaría a la suya. Ya había sido suficiente cuando llegó a su fiesta con todo su grupito.
—Hola.
Una grave y ronca voz la hizo volver al mundo, aunque su cuerpo quedó estático como estatua.
Allí estaba Kim Minji, frente suyo con una chaqueta de cuero que le quedaba espectacular, y esa cara de pocos amigos que por alguna extraña razón a Haerin le encantaba.
Que la saludara no estaba en sus planes, pues creyó que la ignoraría o hasta pediría cambiar de compañero, pero ahora tenía a Minji sentada a su lado, sin despegar sus ojos de ella.
—H-hola.
—Tenemos que avanzar.
Claro que iba a ser fría con su tono, pero al menos le estaba dirigiendo la palabra, ¿no?
—S-si, está bien.
La clase se la pasó tartamudeando mientras Minji tenía una expresión de desinterés, solo posando para que Haerin la retratara.
No terminó, pero avanzó considerablemente, y ya solo quedaban los últimos detalles.
Aunque aún faltaba que Minji hiciera su parte del trabajo.
—Comiencen a guardar sus cosas, muchachos, la hora finalizó —habló la maestra, que tenía todo el delantal manchado con distintos materiales por ayudar a sus alumnos—. Y recuerden, esta fue la última clase que tuvieron para avanzar aquí en el salón. Podrán trabajar por su propia cuenta, pero la fecha de entrega, que es el próximo miércoles, no se correrá. Organicen bien sus tiempos, por favor —algunos chicos bufaron, pero los ignoró—. Oh, por cierto, mañana a primera hora iniciaremos el nuevo proyecto.
Haerin estaba guardando sus cosas mientras pensaba en lo que harían. Si Minji no iba a su casa y ella no iba a la suya, ¿qué quedaba? Podría tomarse una foto y pasársela a Minji para que la dibujara, y viceversa, aunque Haerin creía que de ese modo se perdían muchos detalles que la cámara no lograría captar, como los poros de la piel, y ese tipo de cosas que la pantalla no transmite, pero... ¿qué podía hacer?
Mientras se hundía en problemas sin soluciones visibles, una palma de gran tamaño y tez canela se estrelló en la mesa frente suyo. Haerin pegó un salto del susto y alzó la mirada, encontrándose con esos ojos negros y penetrantes que bien conocía.
Minji sacó la mano de la superficie y la menor pudo notar el papel que ahora reposaba en la madera.
—Ya sabes la dirección.
Y se largó con su chaqueta de cuero perfectamente acomodada a su cuerpo.
Aún en trance, Haerin tomó el papel y pronto los ojos curiosos de sus compañeros cayeron en ella gracias al alto grito que pegó.
Seis y media, hoy. No llegues tarde, mudita.
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