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21

—Minji, anda hasta Haerin y plántale un beso.

—¡¿Estás loca?!

—¡Ese es tu reto, Kim! —saltó Sunghoon, apoyando la idea de la vietnamita.

Luego de disfrutar de mover sus cuerpos con la música sonando en el parlante, un pequeño grupo se había formado: Hanni, Yunjin, Minji, Sunghoon y Ryujin.

Y Hanni se había empeñado en explicarles a Park y Shin que el objetivo de hoy era hacer que Minji se besuqueara con Haerin, por lo que pronto los chicos se sumaron a la burla de "La mudita + Kim". Ninguno tenía algo realmente contra Haerin, solo buscaban fastidiar a esa azabache de poca paciencia.

—No lo voy a hacer.

—¡Tuve que decirle a mi ex que la extrañaba! —argumentó Ryujin.

—¡Pues qué pena!

—¡Minji!

—Para mí que Minji es una cobarde y le tiene miedo a Haerin —esa fue Yunjin, quien no se creía ni sus propias palabras, pero quería provocar a la chica.

—Concuerdo —dijo Hanni, alzándose de hombros—. Pero igual tiene que hacerlo, esas son las reglas, ¡ella escogió reto!

—¡¿Miedo a Haerin?! ¡¿Yo?! —la cara de impacto de Minji dejaba mucho qué decir—. ¡¿En serio lo dicen?! Dios mío, es como una pequeña pulga, ¿cómo alguien le tendría miedo?

—¡Entonces ve y hazlo!

—Tampoco la voy a besar sin su consentimiento, Hanni.

—¡Ay, por Dios, Minji! ¡Esa niñita está enamorada de ti! Por supuesto que querrá.

—Deja de poner excusas y anda de una vez, mujer —habló el único chico del grupo.

—Váyanse a la mierda. No lo haré.

Luego de insistir por largos minutos, el grupo tuvo que rendirse porque claramente Minji no iba a moverse de ahí.

Pero la mente de Hanni siempre tiene ideas tras ideas, en especial cuando se trata de molestar a sus amigos, por lo que ideó otro plan: jugarían 7 minutes in heaven (odiaba cómo sonaba en coreano). Tal vez no era el juego más original, pero es que tampoco pueden culparla. Aunque fuese una máquina de ideas, su estado de borrachera le dificultaba un poquito.

De todas formas, lo que importaba no era el modo, sino el resultado, ¿no?

Y ella se encargaría de juntar a la mayoría que pudiese en esa fiesta y haría que Minji y Haerin terminaran encerradas.

¿Por qué Hanni se empeñaba tanto en joder a su amiga? Porque se lo debía. La había dejado en vergüenza frente a Danielle y la vietnamita tenía un orgullo más grande que China.

Minji recibiría su venganza.

***

Haerin se mantenía tras Hyein mientras Hanni explicaba el juego. Sus amigas habían insistido hasta el cansancio que participara y ahora estaba allí, muy nerviosa. Sabía que nadie la elegiría, era invisible para la mayoría en aquella fiesta, pero aún así una parte suya se sentía ansiosa y emocionada por la tonta idea de que tal vez le tocara entrar con Minji.

Se encontraba ridícula por creer siquiera que sería una posibilidad, mas no podía evitar fantasear como hacía siempre. Y aunque, en el hipotético caso de que la eligieran, tenía claro que le daría un infarto o se desmayaría, pero es que... Dios, sería grandioso estar tan cerca de su amor platónico.

Minji, por otro lado, no parecía estar muy interesada en el juego, encontrándolo algo infantil y estúpido. Además, tras vasos de alcohol y más alcohol, su cuerpo se sentía pesado y cansado.

Kim era una borracha de tres etapas. La primera, tener mucha energía, siendo algo torpe también. La segunda, el sueño la atacaba y su cama le parecía lo más atractivo del mundo. Y la tercera, se volvía una parlanchina, hablando sin parar y confesando cosas que sobria no diría.

Ella odiaba esa tercera fase porque ya le había jugado en contra muchas veces y en serio se esforzaba por no llegar al punto de no tener control sobre sus palabras, pero hoy, con toda la angustia que sentía gracias a su padre, la situación se le fue un tanto de las manos.

—Bien, al ser Kim Minji la dueña de esta hermosa casa, entrará ella primero, y su pareja será seleccionada luego.

Eran al rededor de veinte personas las que estaban participando, Haerin, por suerte de Hanni (no quería ir a insistirle porque sería extraño y sospechoso), era una de ellas.

Yunjin y el resto que sabía el plan de la extranjera pensaron que no funcionaría, que Minji no aceptaría jugar, ni mucho menos ser la primera en meterse a una habitación con un extraño que, obviamente, sería Haerin (obviamente para los que sabían).

Mas a Minji le pareció fantástico, una oportunidad para alejarse unos minutos y darse un descanso de lo social. No le importaba a quién metieran, si era un chico lo ignoraría, y si era una chica también, a menos que fuese más o menos su tipo. Ni siquiera se le pasó por la mente Haerin, ya que esta, al estar tímidamente tras su alta amiga, pasaba desapercibida y no la había visto.

Se levantó del sillón con ayuda de Sunghoon, quien entre risas por el estado de su amiga, le dijo que fuese a la pieza de invitados. Una pequeña que no tenía cama porque el señor Kim la había transformado en una mini biblioteca.

—Ahora, pónganse todos en círculo. Giraré la botella.

Hanni medía un metro sesenta y dos, sus brazos no eran muy fuertes y jamás podría sobrevivir a un apocalipsis zombie, pero cuando se trataba de sabotear cosas... Oh, Pham era la reina.

***

—Pasaaaaaaa —habló apenas una vez tocaron la puerta, su espalda y cabeza apoyada en una estantería de libros.

Quien sea que fuese la persona que estaba del otro lado, era más lento que una tortuga o un perezoso, pensó Minji, pues casi se demoró un minuto entero en abrirla.

Luego del lento movimiento empujando la puerta, lo primero que vio fue una pequeña mano asomarse junto a un vaso de agua, totalmente lleno.

Su salvación.

Después se asomó un cuerpo también bastante pequeño y que llevaba la vista en sus pies.

Le costó diferenciarla, pero lo logró. Minji abrió la boca, atónita, aunque rápidamente cambió su expresión a una de diversión.

La niñita que mucho tiempo creyó muda estaba caminando hasta el otro mueble lleno de libros, agachándose lento para imitar su postura. Ambas apoyadas en las repisas que quedaban enfrente, pero a unos metros de distancia

¿Por qué siempre estaba como un tomate? Le hacía gracia que Haerin no despegara sus ojos del suelo ni un segundo.

Eso era característico de la Minji ebria: reírse por cualquier cosa sin sentido.

—T-te vi un... un poco mal, así que te traje esto... —murmuró, sin alzar la mirada, sin poder fijarse en la sonrisa de la mayor, simplemente estirando su brazo para que la chica alcanzara el vaso.

Al inicio Minji pareció sorprendida por aquello, porque hablara, aunque de todas formas lo recibió, bebiendo más de la mitad.

Para Haerin la situación era... extraña. Para Minji, ella estaba muy entretenida por averiguar lo que pasaba por la cabeza de esa tímida mudita.

Recordó las veces incontables que sus amigos la molestaron con que Haerin estaba enamorada de ella, y la curiosidad salió sin resbalar.

—Así que... Haerin, cuéntame cómo lo has pasado —arrastró las palabras, sin dejar de sonreír.

Haerin. Haerin Haerin.

¿Cómo hacía la mayor para que su nombre sonara tan lindo proviniendo de sus labios?

La castaña fijó su vista en sus manos, nerviosa. También tenía alcohol en su sistema, pero no el suficiente para dejar la cohibición de lado, mucho menos con ella.

—Uh... pues bien, g-gracias.

—¿Gracias de qué?

—Bueno, es... es tu f-fiesta.

—Cierto —dijo, como si lo hubiera olvidado—. Soy la dueña de esta casa, y no me están mirando a los ojos cuando hablo. ¿Dónde quedaron los modales, Kang? —cuestionó burlona, pero sin malicia más que ponerla roja.

Esta se apresuró en mirarla, sus mejillas ardiendo y su voz entrecortándose.

—¡L-lo siento! Yo...

Minji rió fuerte, casi feliz.

—Está bien, solo bromeo, mudita.

Mierda.

Eso había sido sin querer. Se le escapó el apodo que le tenían a la muchacha con sus amigos y se arrepintió de inmediato, pensando que Haerin se ofendería y le gritaría (o al menos lo intentaría), pero cuando conectaron sus orbes, no había nada allí.

Ni ofensa, ni enfado, ni indignación.

Solo una chica mirándola con tranquilidad. Está bien, Kang, en sí, no estaba tranquila (¿cómo podría estarlo?), pero sus ojos gatunos así se veían, serenos, brillantes.

Minji carraspeó su garganta, diciéndose mentalmente que no perdiera el hilo.

—Dime algo, Haerin —se recompuso, inclinándose mínimamente hacia ella—, ¿por qué eres tan callada?

—N-no siempre soy callada...

Tartamudeaba y tartamudeaba, y a Minji le encantaba.

—¿No? Porque hace muy poco creía que realmente tenías problemas en las cuerdas vocales.

Ya le había dicho mudita, daba igual lo que preguntara o insinuara desde ahora.

—Suelo... suelo abrirme con p-poca gente, mi grupo n-nada más —se llevó las palmas hacia sus mofletes, intentando aliviar el calor.

Tener que hablar con Minji y esforzarse de sobremanera por no decir cualquier estupidez de lo nerviosa que estaba era una tortura para Haerin, aunque en el fondo su corazón se sentía cálido y contento de tenerla cerca.

—Tu grupo nada más... —repitió, saboreando sus palabras. Hizo una pequeña pausa antes de seguir—: ¿Y crees poder abrirte ante mí? Porque tengo una pequeña duda que me gustaría resolver.

—Mmm —sintió su respiración faltarle, su corazón matándola con lo rápido que latía—, ¿u-una... una duda?

¿Qué pregunta podría tener Minji para ella? ¿Que cómo era tan extraña tal vez? Haerin se sintió insegura, rodeando sus rodillas con sus brazos, sintiéndose pequeña frente a la azabache.

—Sí, una duda —separó su espalda de la pared y Hae creyó que sufriría un infarto—. ¿Qué es lo que buscas de mí, mudita? Porque he notado que no dejas de mirarme cada que estamos en el mismo lugar.

Joder. Joder. Joder.

¡La habían descubierto, Dios mío! Haerin quizo romperse a llorar por la vergüenza. La vergüenza que era que la chica con la que soñabas despierta sospechara tus sentimientos ocultos hacia ella.

Su garganta se secó de golpe, sus dedos ejerciendo tanta fuerza que las yemas se le pusieron blancas.

Ahora Minji la humillaría, se burlaría y le diría a la cara que le daba asco. Lo haría y Haerin no estaba lista. ¿Quién lo estaría?

Siempre supo que Kim no era una persona ejemplar, una joven dulce o amigable como Danielle. Minji se reía de los considerados bichos raros en la escuela y toleraba solo a sus amigos.

Minji podía ser mala cuando quería.

Lo sabía hace mucho, pero estaba enamorada de ella, y ahora no se encontraba lista para que Kim la destruyera.

—Yo... —mordió sus labios, intentando tragarse las lágrimas para no quedar más en ridículo—. N-nada, unnie. Perdón si...

—¿Por qué te pones tan nerviosa, mudita? —quitó esa mirada intensa que traía antes y soltó una risa nasal—. ¿Acaso sientes algo por mí? Hanni no deja de repetirlo —sonrió, engreída, y ni así Haerin podía sentir rechazo hacia la chica.

—P-perdón... en serio —una lágrima, la más humillante que pudo soltar, cayó por su mejilla. Intentó levantarse para escapar de ahí, pero sus piernas temblaban, impidiéndole el equilibrio—. Pe-perdón si la incomodé, no quería...

Había conseguido la fuerza para impulsarse con las manos para levarse del piso, pero un repentino y firme agarre en sus piernas la obligó a permanecer en su lugar.

Casi se ahoga con su propia saliva cuando vio a Minji a centímetros de ella, sus manos posadas en sus rodillas y la cabeza inclinada hacia ella.

—Así que te gusto —afirmó, ya sin sonrisas ni bromas entremedio. Pareció un poco sorprendida, pero en un dos por tres sus ojos se volvieron oscuros, penetrantes—. ¿Quieres besarme? ¿Por eso cada que me miras te sonrojas? —Haerin intentó negar (por más que fuese una asquerosa mentira), pero estaba petrificada; asustada del bombardeo de cuestionamientos rudos que le estaban haciendo—. ¿Quieres que te bese? ¿Es eso? —volvió a la sonrisa juguetona, relamiéndose la boca—. Porque no tendría... problema. Eres bonita, mudita.

Haerin, esa noche, pasó a mejor vida.

Broma. Pero en serio, creía capaz de morir.

—M-Minji... —susurró apenas, notando cómo esta fijaba sus dilatadas pupilas en sus labios, como si Haerin fuera su presa y ella un jaguar o una pantera.

—No puedes decirle a nadie sobre esto, ¿entendido, Haerin?

No esperó respuesta y juntó sus labios en un beso húmedo, desesperado por parte de la más alta al percatarse de que la niña sabía a fresas.

Haerin gimió de sorpresa, creyendo estar en las nubes, en un sueño idílico, en cualquier lugar menos la realidad.

Kim la jaló bruscamente de su ropa, atrayéndola más hacia ella, y ahí recién Haerin pudo reaccionar.

Minji estaba ebria.

Ella estaba ebria.

Pero se estaban besando.

¡SE ESTABAN BESANDO!

Cerró sus ojos por completo y correspondió el tacto, su corazón golpeando sus costillas. Intentó seguirle el ritmo, apoyando sus manos en los sólidos hombros de la contraria.

Minji la saboreó, hurgó en su boca obscenamente, haciendo ruidos lascivos y enterrando sus dedos por la parte de abajo de los muslos de Haerin, quien tembló de pies a cabeza. Los sostenía con firmeza y apretaba tan... deliciosamente su piel, casi como queriendo dejar marcas de sus huellas en ellos.

Fue una lástima que tuvieran que separarse cuando la puerta fue tocada, asustándolas.

—¡Han pasado los siete minutos! —reconocieron la voz de la dulce Danielle.

Ambas se separaron con velocidad, y Minji se alejó rápidamente de ella, poniéndose de pie y pareciendo por fin cayendo en cuenta de lo que había hecho. Frotó su rostro con estrés, dándole la espalda a la menor.

Haerin se levantó igual, tímida, vuelta un lío interno y con sus labios hinchados y rojizos.

—U-unnie...

—¡Ni una palabra de esto, Kang! —en un giro inesperado, Minji volteó y tomó a Haerin de los brazos, golpeándola contra la pared, logrando que una mueca de dolor se instalara en su rostro—. Ni a tu grupito, ni a nadie, ¿comprendes? —Haerin asintió con el aire retenido—. Dilo, júralo, Haerin.

—L-lo j-juro.

Si era sincera, la muchacha creyó que Kim la golpearía en el rostro antes de salir por la puerta. Así como si fuese una advertencia.

Pero Minji no la golpeó, ni siquiera la soltó, solo pegó la parte dorsal de su mano contra la muralla y la atacó con sus labios, otra vez.

Okey, Minji definitivamente tenía el talento de dejarla en blanco, plasmada en sorpresa con cada acto que hacía.

Correspondió como pudo, ladeando la cabeza cuando Minji introdujo su lengua a su boca.

Segunda vez que Kim Minji la besaba en su vida y Hae seguía creyendo que tal vez solo estaba loca y alucinó todo aquello.

—Sabes delicioso, mudita —gruñó en tono grave sobre su oreja al terminar los besos, y pudo sentir la sonrisa de la más alta sobre su piel.

¿Lo siguiente? Minji abandonó la habitación y Haerin tuvo que sentarse para procesar tantas emociones que estaba sintiendo.

Pasaron unos minutos hasta que pudo reaccionar por fin.

Tapó su boca y soltó un grito agudo, incrédula, feliz, confundida... Tantas cosas que solo salió de la habitación cuando escuchó la voz de Hikaru en el pasillo, reclamándole algo a su novia.

Jodida fiesta...

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hola, antes que todo, denme sus verdaderas opiniones del capítulo, POR FAVOR. si está muy malo, extraño, o la cosa pasó muy de la nada o no sé, lo que sea que opinen (no me ofendo si me dicen que fue una mierda, se los juro, prefiero eso a que me digan que les gustó y que sea mentira).

y ahora sí: PEEEEEEEEEEEERDÓN MIS GAYS 😭 dios mío, de verdad perdón, no puedo creer que pasaron tantos meses. tenía un muy grande bloqueo con la historia y a estas alturas se me olvidaron la mayoría de ideas que tenía para que pasara en la fiesta, pero se me ocurrió esto y bueno, siento que igual quedó un poquito la cagá como les dije en los capítulos anteriores que pasaría.

no sé, siento que será extraño para los que llevan tanto esperando actualización que lo primero que les suba sea el esperado beso entre min y hae, pero sentía que no podía atrasar más las cosas. solo espero para los que recién comenzaron a leer el fic hace poco no sea tan ¿de la nada? el beso, no sé.

NO SÉ. NO SÉ NADA. NO SÉ HABLAR NI ME SÉ EXPRESAR, CHAO.

miren estas weonas que parecen una pareja asiática lésbica sacada de algún canal de youtube, no webeen, ya ni cómo defenderlas.

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