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Nombre del Capítulo: Juego de Gemelos.

Mayo, 2009.
Londres, Inglaterra.

En la mansión Fathom, se oían gritos que hacían estremecer a los empleados, otra vez el amo Colt se molestaba por el entumecimiento en sus piernas y Amelie escondía a sus amados hijos para protegerlos de su propio padre.

El texano enfureció y no se contuvo a la hora de golpear a su mujer, tirándola al suelo por la fuerza del puñetazo que le dio a la rubia, quien a pesar del dolor no emitió quejido alguno, temiendo que sus hijos se preocuparan y salieran a auxiliarla.

- Otra vez protegiendo a ese par de monstruos, cuando aprenderás a apartarte - Apretó la mandíbula con rudeza mirándola con odio, Pero antes de que pudiera tocarle un pelo mas un empleado interrumpió su propósito con el teléfono en manos

- Amo, La señora Emilie llamo para recordarle que su familia pasara aquí antes de la reunión. - Avisó mirando con seriedad a su jefe.

- Pero que mujer mas oportuna, como sea, iré a arreglarme, encárgate de lucir impecable tu y las aberraciones - Ordenó casi pisándole la mano al cruzar junto a ella.

Enseguida el empleado se acercó a socorrerla, alzándola en brazos y llevándola al baño. Los demás empleados vieron aquello, y se pusieron a vigilar que su Amo no los viera juntos.

- Gracias, Tom - Amelie agradeció mientras él se dedicaba a curar sus heridas.

- ¿Porque agradece?, no he hecho nada del otro mundo - Respondió su guarda espaldas dedicándose a maquillarla con una delicadeza y dedicación única que la hizo sonreír levemente

- Sé que Emilie no ha llamado, ella nunca llama a la mansión sino a mi teléfono celular - Lo dejó en evidencia y el castaño se sonrojó al haber sido descubierto. Ella solo acarició su mejilla con cariño - No se que haría sin ti, gracias por salvarme siempre y por cuidar de mis bebés - Lo miró con gratitud y el sonrió con tristeza

- Es mi trabajo mantenerla a salvo, Mi Señora - Contestó el automáticamente alejándose una vez terminado su trabajo en el hermoso y joven rostro de la rubia. - Iré a informarles a los niños que deben alistarse para cuando los invitados lleguen, además de pedirle a la señorita Emilie que pase antes - Avisó antes de irse casi corriendo, ella suspiró pesadamente tocando su mejilla con los ojos aguados.

- Ojala tu fueras mi esposo - Susurró la fémina para limpiar todo rastro de lagrimas y llamar a una mucama - Trae de inmediato mi vestido blanco de gala - Ordeno con seriedad y la mujer asintió yéndose con rapidez. No era mala, Pero todo el mundo le era fiel más a su esposo que a ella, tanto que ni siquiera fueron capaces de intervenir por ella o sus hijos ni una vez en los años que llevaban casados.

Para su suerte a su amiga Camille se le ocurrió "intercambiar" a su mejor empleado a cambio de la niñera de los gemelos Fathom, un trato que Colt aceptó de inmediato, ellos eran felices con Liv, sin darse cuenta de que Thomas conocía a Amelie desde hace años y no permitiría que un idiota como Fathom la lastimara más.

Mientras tanto Félix y Maia se encontraban llorando en su habitación hecho ovillos dentro del enorme guardarropas que compartían.

- ¿Mami esta bien, Lixxie? - Preguntó la niña mirando al oji verde que apretaba su camisa con su puño.

- Si, le pedí a Tom que la proteja - Contestó él y su hermana suspiró con alivio.

Estaban acostumbrados a que el castaño los protegiera, si él estaba presente sabian que no había manera de que Colt los toque. Así le aseguró Thomas que sería desde que llegó a sus vidas y estaba cumpliendo su palabra.

- El siempre la salva, Thomas es todo un Príncipe, cuando sea grande quiero al mío, él nos protegerá de Papi - Aseguró la rubia con una sonrisa llena de seguridad y una mirada de determinación

- Nadie ama a los monstruos - Pensó Félix pero no se atrevió a quitarle la sonrisa del rostro a su risueña gemela.


La familia Dumont llegó a la Mansión Fathom, siendo recibidos por las mucamas, que los atendieron de maravilla, sirviendoles de tomar, aunque Audrey actuó grosera apesar de su amabilidad.

- Sean bienvenidos, espero que estén cómodos y..- Saludó Amelie tras besar las mejillas de los presentes.

- Camille, Audrey, los espero en mi oficina, allá esta Emilie esperando con su esposo - Ordenó Colt sin siquiera saludar a nadie, sin importarle interrumpir a su esposa. Estoico y mal educado como solo él podía ser.

Los nombrados asintieron despidiéndose de sus parejas para seguirlo, debían hablar de negocios, Azael intercambió una mirada con Andre y este hizo una mueca.

- Jhon, llevalos al cuarto de juegos de los niños - Ordenó Amelie al mayordomo que guío a los tres primos.

- Síganme, señoritos - Pidió el refinado hombre y los niños le siguieron tras despedirse de sus padres.

- ¿No hay forma de pararlos? - Preguntó Azael y Amelie negó suspirando con pesar.

- Lamentablemente no podemos hacer nada más que colorear los días de nuestros bebés, antes de que ellos los integren en el negocio familiar - Contestó la ojiverde con tristeza.

Mientras tanto los primos Graham se miraban cómplices mientras se adentraban al cuarto de juegos sus amigos.

- ¡Tienes una casa increíble, Félix! - Lo felicitó Isaac acercándose a chocar puños, el rubio ojiverde de peinado formal lo miró sin entender - ¿Me dejaras esperando?

Tras una mirada de su primo, el rubio asintió sonriente chocando su puño con el castaño.

- Creí que ya no querías ser mi amigo - Respondió Isaac aliviado. - Hola, Maia...y Agreste - Permitió que la rubia lo abrazara mientras que al otro rubio lo golpeó en el hombro de forma amigable pero amenazante.

- Hola a todos, sean bienvenidos - Saludó el rubio de cabellos desordenados sonriendole a su primo, quien sonrió también.

- ¡Juguemos al Príncipe prisionero! - Chilló Maia con emoción, estando de acuerdo Chloé.

- Ya es aburrido el juego, lo jugamos muchas veces - Bufó Isaac cruzándose de brazos.

- ¿Entonces que sugieres, tonto? - Lo acusó Chloé en desacuerdo con su cambio de planes.

- El Payaso Malvado - Sugirió Isaac con una sonrisa maliciosa en sus labios.

- ¿Como se juega? - Preguntó Maia curiosa y los gemelos Dumont se miraron entre si.

- Antes que nada, ¿Hasta donde podemos jugar? - Preguntó Isaac interesado. En su hogar podía jugar dónde le diera la gana, pero casa ajena reglas nuevas.

- Todo el quinto piso - Contestó el rubio de cabellos desordenados, Adrien, y los demás asintieron.

- Genial, ahora presten atención a las reglas, porque no repetiremos - Advirtió Isaac y su gemela comenzó a explicar bajo la señal del castaño.

- Debes esconderte antes de que el payaso malvado te atrape, si lo hace tu te convertirás en un seguidor suyo y deberas ayudarlo a convertir a los demás - Explicó Odette con emoción.

Todos se interesaron ante la idea del juego. Isaac sonrió orgulloso, era idea suya y de su gemela. Siempre jugaban con Thomas, era su juego favorito.

- Y para derrotar al payaso debes encontrar su corbata con lunares - Terminó de explicar sonriendo emocionado - El payaso será Tom, el siempre lo es, juega increíble ¿Podrían llamarlo? - Pidió y Maia asintió para correr a buscarlo.

En menos de cinco minutos Tom se encontraba allí con los niños esperando que dieran la orden para jugar.

- Ahora debemos salir de la habitación mientras el payaso esconde su tesoro y nosotros corremos a escondernos en la demás habitaciones- Explicó Odette y el mayor de los presentes los detuvo antes de que se fueran.

- Mejor escondanse en parejas, así es más fácil huir de mi - Sugirió con Tom amabilidad y los niños asintieron.

Maia se acercó a Chloé antes de que se anunciará como pareja de Odette y la abrazó.

- ¡Te elijo como mi compañera! - Anunció guiñando un ojo a su hermano y primo. - Conozco la mansión por completo - Se adelantó a decir antes de que la Bourgeois se quejara.

- ¡Vamos! - Chilló Chloé jalando consigo a Maia. Los cuatro sobrantes se miraron entre si.

- Elegiría con gusto a Félix, porque conoce la casa a la perfección, pero elijo a Adrien, porque amo los desafíos - Decidió Isaac agarrando del brazo al nombrado, sonriendo con fingida simpatía.

No iba a admitir abiertamente que quería evitar que Odette se quedara a solas con el niño bonito, el corazón de su hermana era más importante que conseguir la victoria con su mejor amigo.

- Entonces ustedes dos serán equipo, corran antes de que llegué al número sesenta - Advirtió Tom y Odette salió de la habitación corriendo.

Al darse cuenta de que Félix seguía quieto en su lugar se regresó para tomar su mano y correr fuera.

- Guíame a un lugar que tú creas que Tom no conozca - Pidió Odette y el rubio pensó unos segundos para dirigirse a la sala de cine - ¿Seguro que él no conoce este lugar? - Preguntó arqueando una ceja.

Tom amaba las películas, dudaba que su trasero no conociera ese lugar. Pero si Félix siendo el dueño de la propiedad y habiendo convivido un año con Thomas entonces le creyó relajándose en un de las sillas.

- ¿Vemos una película? - Sugirió Odette y el rubio asintió con timidez. Colocaron la película en la Majestia y Caballero Buho se aliaron para derrotar a un villano poderoso

Odette miraba con emoción cada escena mientras el rubio la miraba atentamente, grabándose cada gesto de ella en su mente. Sentía un cosquilleo en su pancita y sus mejillas ardían cuando ella sonreía.

- ¿No te está gustando la película? - Preguntó Odette mirándolo curiosa, ya llevaba un buen tiempo observándola.

- N-no es eso..solo es que y-yo..t-tu - Tartamudeó el rubio con nerviosismo, siendo interrumpido por alguien más.

- ¡El payaso malvado está cerca y no podrán escapar de él! - Gritó Tom dentro del cuarto oscuro y solo iluminado por la pantalla enorme.

- Abajo, debemos gatear hasta la salida - Susurró Odette y jaló al ojiverde consigo.

- Puedo oler a alguien cerca - La voz de Tom era cercana. Eso asustó a ambos niños, quienes taparon sus bocas. - Ash, no hay nadie - Se quejó el supuesto adulto y sus pasos se oyeron alejarse.

- Lo siento, no sabía que él conocía este lugar - Se disculpó el rubio avergonzado, la niña negó con la cabeza.

- Descuida, Adrien, es normal que no sepas que Tom es un holgazán que ama ver películas - Contestó la niña y él abrió la boca sorprendido.

- ¿Co-como..? - Tartamudeó el ojiverde y ella rió levemente.

- Seguí las pistas y llegué a una conclusión, eres malo mintiendo - Se burló Odette riendo.

- Pe-pero nuestros papás siempre nos confunden - Se defendió Adrien sin creerle y la ojiazul se encogió de hombros.

- Félix conmigo es un tonto igual que mi hermano, me pone apodos tontos y es un bruto, me hubiera empujado si lo jalaba de la muñeca - Explicó Odette y el abrió la boca sorprendido.

- Yo jamás te haría daño - Aseguró Adrien, suspirando decepcionado, nunca podría fingir ser Félix para pasar tiempo con la hermosa castaña.

- No, porque eres como un príncipe, dulce, amable, tierno y lindo con las niñas - Dijo Odette y él se sonrojó hasta las orejas ante los cumplidos. - Y tanto Félix como mi hermano son dos ogros mal humorados, tontos y brutos - Bromeó haciendo reír levemente al rubio.

- Supongo que tengo que aceptar que Isaac no me deje acercarme a ti - Suspiró con tristeza Adrien y ella sonrió.

- Yo soy buena diferenciando y Félix actuando, así que Issy no se dará cuenta del intercambio - Aseguró Odette y él frunció el ceño confundido, sintiendo latir su corazón más veloz.

- Eso significa que..- Adrien la miró expectante y ella se acercó más a él.

- Significa que será nuestro secreto para estar juntos - Prometió Odette mostrándole su dedo meñique - Pinky Promise - Sugirió y él sonrió emocionado aceptando su acuerdo.

- Será nuestro secreto - Repitió Adrien con felicidad viéndola sonreírle.

Adrien de repente sintió la valentía de querer besar la mejilla de ella, quien lo miró sorprendida ante su acercamiento repentino a su cara.

- A-ah, ¿Adrien q-que haces? - Tartamudeó Odette con nerviosismo mientras sus mejillas se coloreaban.

Pero antes de que Adrien bese su mejilla alguien tocó los hombros de ambos interrumpiendo toda acción.

- ¡Los atrapé! - Gritó Tom victorioso de su hazaña, asustando a ambos niños. - Ahora son mis mini payasitos malvados, deben atrapar a los demás mientras yo corro a defender mi guarida- Indicó riendo con maldad para irse corriendo, sabiendo que Isaac o Maia aprovecharían su descuido.

- Vamos, hay dos princesas y dos tontos por atrapar - Dijo Odette levantándose de su lugar para caminar hacia la salida.

Adrien la siguió suspirando decepcionado de lo sucedido, debió ser más veloz tal vez. Ahora sentía vergüenza de si mismo, Odette de seguro no le hablaría más y lo acusaría con su padre y hermano por su atrevimiento.

- Para la suerte - Interrumpió sus pensamientos la castaña, besando su mejilla de improvisto para correr lejos del rubiecito.

Y los ganadores del juego fueron Isaac y "Adrien", jugando un par de horas más hasta que sus padres decidieron que era hora de retirarse.

Está vez Adrien no solo estaba sonrojado, con el corazón latiendo como loco y su pancita consquilleando, sino que también tenía la boca y ojos abiertos por la sorpresa.

Odette era la niña más increíble que Adrien conocía...

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