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002

Después de un largo día de trabajo, Elara finalmente estaba descansando en una cafetería cerca de la biblioteca.

Era la cafetería de Ginny Weasley.

Un lugar acogedor.

Las mesas eran redondas, de una madera color chocolate, manteles rosas sobre algunas de ellas y sillas blancas con cojines para hacerlas más cómodas; en el techo se encontraban un montón de flores preciosas de distintos colores y formas. Elara estaba enamorada de ese sitio desde que Ginny decidió invitarla a pasar un día por la tarde, al ver a Elara realmente exhausta del trabajo en la biblioteca.

En ese momento, Ginny caminó hasta la mesa donde se encontraba Elara y dejó el té que ella había ordenado, para luego decir amablemente: —¿Cómo estuvo tu día, Elara?

Elara sonrió cálidamente, sus ojos se alegraron al escuchar la voz suave de Ginny, se habían vuelto algo cercanas por la frecuencia de Elara en aquella cafetería.

La castaña sonrió y miró a Ginny. —Realmente fue un día agotador.

Ginny asintió. —Mhm... imagino lo cansado que debe ser trabajar ahí, es un lugar enorme.

Elara asintió. —Al menos me alegro de que puedo ser de ayuda para los estudiantes en Hogwarts.

Ginny le regaló una sonrisa bastante cálida, acomodó un mechón de cabello pelirrojo detrás de su oreja y terminó de servir del té. —¿Una o dos de azúcar?

Elara lo pensó un segundo y hablo: —Una, por favor.

Ginny asintió y eso mismo hizo. —Al menos me alegro de que mis futuros hijos tendrán donde encontrar libros y tendré una gran amiga que los ayudará a encontrarlos más fácil.

Elara sonrió. Ella sentía que hace tanto tiempo nadie se tomaba el tiempo de llamarla "amiga", realmente se había sentido muy sola, por lo que estaba agradecida profundamente con Ginny por considerarla una de sus amigas. Realmente Ginny creía que tendrían un futuro extenso en compañía de la otra, ¿por qué no? sonaba espectacular tener una persona a quien contarle las cosas nuevas que sucedían en su vida.

Elara sonrió al salir de sus pensamientos, mirando a Ginny con tanta alegría. —Por supuesto, esa seré yo.

Ginny sonrió, limpio las manos sobre el delantal gris que cubría la parte de en frente de su cuerpo y sacó el lapicero de uno de los bolsillos del delantal.

—Bueno, tengo que seguir trabajando, pero cuando esté libre volveré para que podamos seguir conversando un minuto más. — explicó Ginny.

Elara sonrió y asintió, para después tomar la taza de porcelana color blanco entre sus delgadas manos y tomar un pequeño sorbo del té. Era algún tipo de té de lavanda que Ginny había preparado hace unos días, cuando Ginny tomó a Elara como su conejillo de indias para experimentar, quedó encantada con el sabor que Ginny había inventando.

Era realmente bueno, podría decir que era su favorito del menú, junto a los pasteles de calabaza de la señora Weasley.

De pronto la puerta hizo un pequeño tintineo, Elara volteó su cabeza y pudo ver que era ese chico de la librería. Theodore Nott.

El pelinegro denotaba frialdad en sus ojos, pero al percibir a Ginny Weasley estos se suavizaron.

—Weasley. — dijo él.

Ginny detrás del mostrados sonrió y saludó con una mano a Theodore. —Theo, en un segundo llegó con tu pastel de calabaza, mi madre lo está preparando.

Theo asintió cortésmente y se hizo camino a alguna mesa.

Sin embargo, la única vacía era una al frente a la de Elara.

Entonces Theodore Nott notó la presencia de la chica por segunda vez en el día. —Oh... hola tú.

Elara sonrió tímidamente. —Hola... tú.

Theo le sonrió de vuelta y entonces Ginny llegó con el pastel de calabaza de Theodore, la pelirroja lo dejó sobre la mesa de Theo. — ¿Comerás aquí o lo llevarás a casa?

Theo pensó y apretó sus labios, entonces respondió: —Creo que lo tendré que llevar a casa, me gustaría quedarme a pasar el rato, pero tengo bastante trabajo del ministerio.

Ginny asintió. —Entiendo, Harry llega muy tarde después del trabajo.

Theo asintió, mostrándole su comprensión a la chica. Entonces Ginny sacó la varita en la cintura de su pantalón de mezclilla, hizo un pequeño movimiento y el pastel de Theodore estaba dentro de una bolsita de papel rosado con el logo de la pastelería con una "G" en el medio.

Theo dejó los sickles en la mesa y tomó la bolsita en sus manos. —Muchas gracias, Weasley.

—No es nada, eres mi mejor cliente. — dijo Ginny, para después regresar a la barra, donde estaba terminando de ordenar las servilletas de tela para sus clientes.

Elara adoraba lo dedicada que era Ginny en su cafetería.

Theo ya había caminado unos pasos hacia la salida, pero entonces algo en él lo hizo detener el paso, se quedó mirando la puerta un par de segundos. En ese momento, Theodore se dio media vuelta y caminó hasta el costado de Elara.

—Supongo que nunca me dijiste cómo te llamas. — dijo el chico de cabellos negro.

Elara tomó un sorbo de su té, lo dejó en la mesa con sumo cuidado y después miró a Theo, ella sonrió tímidamente mientras pasaba el líquido caliente por su garganta y después respondió: —Elara. Me llamo Elara.

Theo asintió. —Me llamo Theodore Nott. Un gusto.

Elara no quería verse como algún tipo de acosadora, entonces solo se limitó a asentir al chico.

Entonces lo vio partir de la cafetería de Ginny Weasley.

Elara sonrió para sí misma, sentía curiosidad por Theodore.

¿Por qué él quiso saber el nombre de Elara? ¿Habrá pensando que era alguien agradable?

Las preguntas invadían la mente de Elara y sentía el revoloteo de las mariposas en su estómago.

Un sentimiento extraño pero ya conocido.

Elara le dio un sorbo a su té, dejó los sickles sobre la mesa y caminó hacia Ginny para poder darle las gracias por el té y tan buen servicio y así mismo, poder despedirse de ella.

—Tengo que irme a casa. — dijo Elara.

Ginny sonrió y asintió, para después darle un cálido abrazo a Elara. —Recuerda venir mañana.

Elara asintió. —Sabes que así será, ocho en punto, aquí estoy todos los días sin falta.

Ginny asintió contenta. —Cuídate mucho de regreso a casa, Elara.

La castaña sonrió y salió del lugar, para después hacerse camino a la estación del tren que la dejaría muy cerca de la calle de su casa.

Elara vivía en un barrio muggle, después de la guerra mágica su madre decidió que era lo mejor para ambas. Alejarse un poco del mundo mágico.

Mientras su madre trabajaba todo el día como enfermera en un hospital muggle, para así tener algo de dinero muggle y no levantar sospechas. Elara era quien se encargaba de llevar el dinero mágico a casa, para seguir teniendo una fuente de recursos de dinero del mundo mágico, al final del día eran un par de brujas y no podían solo desaparecer y quedarse a su suerte en un mundo donde no eran absolutamente nadie.

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