
Leonor de Gueltien
These violents delights have violents ends
Hace tres siglos y medio en la bulliciosa y oscura capital dd Alquivia, nació una niña de la unión de la hija ilegitima del rey de aquel momento, una ladronzuela que trabaja en las cocinas del gran palacio, y de un estafador que lideraba una banda de ladrones de carteras en las bulliciosas calles de la ciudad. La mujer le puso Magnolia y la llevó a la puerta de humilde casa de su padre, a las afueras de la ciudad en lo que comenzaba a ser un pequeño pueblo. La abandonó en aquella casa llena de ladrones y putas, tampoco es que la niña hubiese sido mucho con ella, pero la joven consideraba que la vida de una ladrona iba a ser mejor que la vida de una sirvienta.
Y tenía razón.
Magnolia creció en aquella pequeña choza escuchando sobre dinero y aprendiendo a robar a cualquier distraído que se le pasase por al lado. No tuvo mucho más opción allí que robar, primero a los viajeros que pasaban por la taberna y se emborrachaban con cualquier cosa que encontrasen, luego a los borrachos del pueblo, a los niños que jugaban en la plaza principal. Su padre siempre viajaba a la ciudad para ver lo que sus ladrones robaban para él, quedando la niña a cargo del que ella llamaba tío y que era el contador del grupo. Aprendió, también, a jugar a las cartas y a hacer trampa para ganar.
Aquella vida venía acompañada de una libertad impresionante. Magnolia vivía como ella quería, embarrada después de horas de jugar con las gallinas y los cerdos de los vecinos, trepándose a los árboles que rodeaban la casa. Todo era aceptado mientras que la pequeña robase alguna moneda durante el día y la trajese a casa, con sus tíos y su padre. No tuvo una figura materna o femenina que durase, alguna vez de encariño con alguna amante de Sirius, su padre, pero jamás duraban más de un mes.
Vivió su infancia aprendiendo a robar, manipular y escapar, mientras se relacionaba con los amigos y trabajadores de su padre en vez de con niños de su edad. Era todo lo que las damas no debían ser; mal hablada, astuta y ambiciosa. Jamás había tenido mucho, pero su padre siempre le había hablado de que algún día vivirían como nobles; rodeados de lujos inimaginables y vestidos en sedas tan suaves como el agua. Jamás lo vería en aquella vida, pero encontró la forma de verlo en otra.
Cuando tenía trece años, su padre decidió que era momento de que comenzara a robar en un lugar mejor: la capital. Era un lugar peligroso, especialmente para una niña, pero el hombre decidió que estaba lista para aquello. Al principio, no le pasó nada, pero, con el tiempo, comenzó a llamar la atención. Un mano mal puesta en la multitud la llevó a ser perseguida por un grupo de ladrones mucho más grandes que ella, pensando que estaba sola y decidiendo que podían robarle... y hacer otras cosas al final de todo era bonita, pero Magnolia corría más rápido de lo que esperaban y sabía escabullirse entre las multitudes. Al final de toda la persecución, quedó atrapada en un callejón sin salida y el grupo de cinco chicos que le llevaban dos cabezas cada uno, antes de que pudiera reaccionar, cuando se estaban acercando; los chicos fueron expulsados hacia atrás por una fuerza que provenía de Magnolia. Estaba asustada y no comprendía que acaba de pasar, sólo sabía que debía salir de allí por lo que corrió de vuelta hasta su nuevo hogar, donde su padre se encontraba contando dinero solo. Apurada le contó lo que había pasado, esperando que él la abrazara y le dijera que ahora estaba a salvo, que volvería de vuelta al pueblo a seguir robándole a borrachos en la taberna; pero la ambición en sus ojos cuando le contó cómo escapó fue algo que jamás olvidara. Había algo frío y calculador en ellos, algo que jamás pensó en ver en los ojos de alguien.
El hombre la llevó a través de los campos y bosques de Alquibia hasta un... Magnolia, con trece años y viajando por cinco días en un carruaje deplorable comiendo migajas que robaba de otros viajeros junto a su padre, no sabía como llamar a aquella estructura de piedra enorme escondida entre los grandes árboles de los espesos bosques de Alquibia. Luego, aprendería que había sido un castillo perteneciente a reyes de otro tiempo que había quedado abandonado y que luego fue habitado por brujas que vendían a otras criaturas mágicas a cambio de ser dejadas en paz para enseñar la brujería a jóvenes que poseían poderes, como Magnolia habían demostrado días antes.
Su padre la abandonó allí, no sin antes hacerle prometer que cuando estuviese lista volvería a por él lo que cual ella aceptó y le dijo que lo extrañaría. Sirius amaba a su hija, pero también amaba el poder y el dinero que vendrían con sus poderes; tal vez para lo mejor, él falleció no mucho después de aquello, de muerte natural. El lugar, o su nuevo hogar como la llamó la madame Huall, la directora de aquella escuela, estaba habitado por pocos alumnos y muchos refugiados mágicos. La mayor parte de los que vivían allí se dedicaban a encontrar seres mágicos y venderlos en el mercado negro, otros a enseñar a los nuevos aprendices (que, por lo que escuchaba Magnolia, no sobrevivan demasiado debido a que la magia necesitaba energía y Alquibia era un país pobre que tenía niños muertos de hambre tratando de utilizar una energía dentro de ellos que los mataba).
Durante tres años, Magnolia estudió allí todo lo que los brujos sabían de magia y, cuando finalmente terminó sus estudios, realizó el ritual de iniciamento donde debió dejar su antigua identidad, su nombre, sus costumbres por una vida en aquella escuela que le había dado todo lo que en esos momentos conocía, lo llamaban el renacer. Así fue como Leonor nació, de la pacífica muerte de Magnolia. Allí conoció a grandes amigos, amantes y aliados. Se hizo poderosa allí dentro, olvidándose de su padre y todo lo que él representaba en su vida, aunque no del todo en sus enseñanzas como ladronzuela, algo que ya no necesitaba.
Aquel castillo abandonado la vio convertirse de una niña asustada que provenía de la peor escoria que Alquibia daba a una mujer poderosa, que quería criar a una generación de brujos y brujas que hicieran de aquel ruin reino en uno mejor. Era una tonta esperanzada tal vez, pero sólo quería algo mejor para todos. Puso su astucia y su ambición en conocer más sobre la brujería, sobre el mundo y puso una gran dedicación en enseñar. No conocía otro mundo que el de los ladrones y el de la enseñanza como para saber que, en el fondo si se era sincera, no le gustaba ninguno de los dos.
Vivió allí por cien años, enseñando a generaciones de brujos lo básico para pasar a las clases superiores. Mejoró sus conocimientos en hierbas medicinales y en manipular la mente humana, logrando crear alucinógenos y afrodisiacos a partir de plantas comunes.
Esperaba morir allí, en aquella paz que había logrado obtener, pero eso se vio arruinado por un grupo de cazadores. Quemaron el castillo sin importarles todo lo que las brujas hacían por ellos. Los pocos sobrevivientes fueron tomados prisioneros y llevados a la capital para ser vendidos como esclavos mágicos a los nobles. A Leonor la compró un noble amante de las fiestas, el Duque Rómulo, famoso por sus fiestas salvajes con apariciones de hadas y elfos desnudos, quedo impresionado con la capacidad de crear pócimas que ayudaran al ambiente de la fiesta a mejorar que preparaba Leonor. Lo odiaba. Odiaba aquella vida de sirvienta a la que había sido sometida, ayudando en los quehaceres con magia y siendo testigo del sufrimiento de las otras criaturas mágicas. Odiaba tener que adularlo para conseguir mínimas condiciones de vida. Odiaba su sonrisa altanera y el color rojizo de su pelo. Odiaba verlo besar a otras mujeres. Odiaba como se sentía luego de que él la mirase con aquella maldita sonrisa. Lo odiaba por muchas cosas, principalmente porque era su sirvienta y porque la usaba para organizar las fiestas más locas de la nobleza de Alquibia. Tardó casi dos años en darse cuenta de que no lo odiaba para nada y que, en realidad, quería besarlo cuando estaban solos y ella le presentaba una nueva pócima con un efecto diferente a los otros para que él se divirtiera más.
Ahora no puede recordar cuando fue que se besaron por primera vez, tampoco recuerda como fue que terminaron en la recamara de él acariciandose dulcemente, pero si recuerda como se sintió aquella noche cuando se dio cuenta de que jamás había sido amada bien. Los besos en las mejillas y en el estómago, las cosquillas divertidas en la mañana y las noches de su sueño hasta el mediodía. A veces, si cierra los ojos y se concentra aún puede escuchar el corazón de Rómulo latir como cuando se dormía en su pecho.
Hicieron una vida juntos. Él se dedicaba a lo que sea que se dedicasen los nobles y ella se dedicaba a curar con hierbas a los enfermos más ricos, a hacer a jóvenes hermosas enamorarse de nobles ricos que buscaban esposas, a ayudar a envenenar a amantes y a esposos y a todo lo que pudiese hacer con magia. Luego de treinta años juntos, Rómulo murió y Leonor juró no volver a tomar un amante, a menos que realmente lo amase.
Hace más de un siglo que vive como una noble más, vendiendo sus poderes a los que tienen más dinero y más necesidades que ella. Las largas vidas que ha llevado como una noble de Alquibia y los muchos otros qué pasó en el castillo han logrado que se olvidara de las necesidades qué pasó en su infancia, centrándose más en su ambición por conseguir más conocimientos en la brujería.
Su esperanza para su pueblo se ha visto eclipsada por la realidad de que, sin importar cuanto trabaje ella, la maldad ganará. Tantas brujas murieron en aquel incendio provocado por los humanos y de aquello terminó viviendo como una noble. No se siente culpable por el puesto que lleva, se lo ha ganado luego de tantos años.
Es manipuladora, una serpiente venenosa lista para atacar en cuanto sus amigos se pongan en su contra. Este último siglo se ha centrado en salvarse a ella misma más que al resto, aún así no se considera egoísta sino precavida. ¿De qué le sirve ayudar si terminará muerta al final?
Suele mostrarse encantadora, fría y aduladora. Busca el favor de las personas, cree que es mejor tener a los fuertes y crueles de amigos más que de enemigos. Trabajaría para cualquiera si pagan bien y no la matan. Aún así, hace sus excepciones cuando sabe que puede vencer a su contrincante. Es muy precavida en cuanto a con quien socializa, no suele relacionarse con otras criaturas mágicas porque teme de que la hagan pagar por la traición que ha cometido al trabajar para los nobles de Alquibia.
Role play:
Magic world by xXArctic_GirlXx / bluebabyjdr
Posibles interesados:
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro