Alodia Johnson
American dogs
by Andromeda__Galactica / acidxdreams_
I have lost the inmortal part of myself, and what remains is bestial.
—William Shakespeare, Othello
Algunas personas son simplemente invariables durante toda su vida. Siempre una misma personalidad. Otros cambian para mejor, aprenden. Otros... otros no tuvieron el privilegio de poder juzgar si su cambio fue para mejor o para peor Alodia Johnson es de ese último grupo.
Los Johnson eran una familia ejemplar y el 17 de septiembre de 1993 tuvieron a su primer y única hija, por lo que hoy tiene veintisiete.
Siempre tuvo una vida buena. Su madre era profesora y su padre policía. Eran muy religiosos por lo que todos los domingos iban a misa y se movían en el mismo círculo del colegio católico al que ella asistía y en que trabajaba su madre. Era una pequeña y muy unida comunidad. Pero lo bueno siempre tiene una fecha de caducidad.
Para entender el desastre que su vida es ahora deberíamos comenzar con el día que a uno de los compañeros de su padre le encontraron con una gran cantidad de dinero de coimas de narcotraficantes y drogas en su patrulla. Fue llevado a juicio por un fiscal que quería exterminar la corrupción de las fuerzas policiacas y alguien habló en su contra. Incluso con las muchas pruebas que tenían en su contra, incluida una cámara que lo mostraba recibiendo dinero y drogas de un conocido capo que trabaja para un gran narcotraficante al que no podían ubicar realmente y los que sabían no iban a hablar. Fue condenado a siete años de prisión y los otros policías corruptos se dedicaron a buscar al que ayudó a que lo encerraran. Lo que no sabían era que el mismo hombre que lideraba aquella investigación privada era el mismo que había hablado y necesitaba un chivo expiatorio: George Johnson era el hombre perfecto.
Cuando todo eso estaba sucediendo, Alodia tenía dieciséis y se concentraba más en salir con sus amigos y en sus estudios que en procesos judiciales que no le preocupaban a nadie en su casa. Su padre no era amigo de aquel hombre y tampoco pertenecía a la comunidad de la que ellos eran. Era ajena a aquello hasta aquel jueves por la noche. David Stuart, el hombre que había hablado, hizo todo lo que pudo para convencerlos de que fue George el que había hablado. Era un religioso bastante devoto que parecía no gustarle para nada pasar tiempo con ellos. Tenía que ser él u otro de aquel grupo.
Se habían preparado para darle un susto, una lección el último jueves de octubre del 2010.
Alodia le estaba contando a su madre en la cocina sobre la fiesta de disfraces a la que iba a ir con sus amigos el sábado y su padre miraba la televisión en la sala cuando alguien golpeó a la puerta. Cada vez que intenta recordar lo que pasó después de que su padre dijo que él se encargaba es como un relámpago. Entraron como una avalancha, eran alrededor de diez tipos todos entrenados y su padre podía reconocer a cada uno de ellos. La encerraron a su madre y a ella en habitaciones distintas, atadas y amordazadas. Golpearon a George por un rato interminable para Alodia, que había pasado un buen rato de su vida mirando Criminal Minds y que ahora descubría que escapar de un asesino era aún más difícil que en la serie.
Intentó primero cortar las sogas con una lima de uñas que tenía en su habitación. No funcionó y prosiguió a intentar arrancarse las sogas de los píes con una silla que derribó. Enganchó la soga con la pata de la silla y tiró sus píes hacía abajo esperando que se deslizaran. Funcionó lo suficiente. Pudo sacarlos después de unos cuantos golpes y cortes en las piernas. Siguió abrir la ventana con las manas atadas, que tampoco era muy difícil porque su ventana tenía seguro se adentro y era bastante fácil. Lo difícil fue decidirse a saltar. Quería desatarse las manos primero, pero unos pasos pesados en el pasillo tomaron la decisión por ella. Saltó.
Saltar sin pensarlo ni sin ningún tipo de seguridad es muy peligroso, especialmente cuando es hecho desde una segunda planta. No cayó de píe, sino de costado. Golpeó su hombro y su cabeza. La mordaza que aún tenía en la boca evitó que se escuchara el grito de dolor que se tuvo que tragar. No supo si salieron a buscarla en aquel momento. Su cabeza le dolía y tardó tanto tiempo en ponerse de píe. No podía caminar derecha. No podía pararse. Vivía en Nueva York. Si no se iba de allí, probablemente la asesinaran y si se iba muy lejos en aquel estado, terminaría... ni siquiera podía pensar que le harían. Llegó a caminar media cuadra en lo que le parecía una eternidad. No sabía que pasaba a su alrededor y todo comenzó a ponerse borroso. No recuerda muy bien lo que pasó después. Despertó en un callejón horas después y tampoco se sentía bien. Logró caminar un poco más después de aquello. No podía recordar muy bien que le había pasado. Gritos, eso si que recordaba. Gritos y dolor. Todo se volvió negro otra vez.
No sabe como fue que despertó en una habitación pequeña y roñosa. Alguien se había ocupado de sus heridas, enyesado su brazo y puesto ropas nuevas en vez de su pijama manchado en sangre. Trató de gritar... y no pudo. No era la mortificación, lo podía sentir en si misma. Había algo en ella que ya no estaba. Comenzó a golpear la cama con los píes desesperadamente, mientras intentaba gritar. Aún así, ningún ruido salió de su garganta. Pero si logró llamar la atención de los dueños de casa. Dos hombres de edad avanzada y complexión robusta abrieron la puerta. Trataron de tranquilizarla. Cuando lo lograron, le dijeron que la habían encontrado tirada en un callejón cercano cuando daban su paseo matutino. Al principio habían pensando que era solamente otra adicta más en aquella gran ciudad, pero la mordaza en su boca y las ataduras de sus manos les dijeron que algo ahí no estaba bien. En cuanto le sacaron la soga y la mordaza, la levantaron y llevaron a un médico amigo en su consultorio privado. Le hicieron una resonancia y despertó varia veces para preguntar que pasaba. El golpe en su cabeza no había dejado coágulos que sacar, pero podía haber otro tipo de secuelas graves teniendo en cuanta que no sabían que le había pasado. Limpió sus heridas y cuando estuvo despierta por un poco de tiempo una enfermera la ayudó a ponerse ropa nueva. Habían pasado dos días desde que la habían encontrado y tenía momentos de lucidez. Creían que estaba teniendo amnesia momentánea, pero tal vez si se quedaba despierta por un tiempo se le pasaba. No eran médicos como para saber. Le contaron que eran ex soldados del ejército, habían combatido en Vietnam juntos y luego jamás se habían separado. Ahora tenían un salón de boxeo en el piso de abajo y un pequeño apartamento arriba. Le pidieron que escriba en una libreta lo que le había pasado. La primera vez que se habían despertado en el consultorio había llorado por su voz y escribió: "No llamen a la policía". Aún así, le preguntaron nuevamente y prosiguió a escribir como los compañeros de su padre eran los culpables de aquello.
Por tres años vivió con ellos en la pequeña habitación que tenían y habían usado una vez como oficina. Cuando se pudo parar sin marearse, los ayudó alrededor de la casa y fue así, mientras escuchaba la televisión, que se enteró que sus padres habían muerto y su departamento incendiado. Su cadáver había sido encontrado en la casa también, incluso cuando estaba allí parada. No le dijo nada a William y Steven. Lloró sola sin hacer mucho ruido, ningún sonido salía de su boca. Aprendió lenguaje de señas de la única computadora que tenían cerca del ring y los ayudó a cobrar y a limpiar el lugar. Jamás le hicieron muchas preguntas, sabían que habían cosas de las que uno no hablaba y ellos podían vivir simplemente sabiendo su primer nombre y su edad.
En los ratos donde no había nadie entrenando, le enseñaron a boxear y defensa personal, todo lo que habían aprendido en sus veinte años en el ejército. Al principio, no era una buena alumna pero con el tiempo aprendió a pelear muy bien.
A los diecinueve comenzó a trabajar cerca de allí como secretaria de un detective privado, que le dio los medios para encontrar al hombre que había ido preso por corrupción en el precinto de su padre, aún en prisión, y también a reconocer a varios de los que llevaron a cabo el asesinato de su familia. Aprendió a disparar un arma y para mejorar su puntería empezó a jugar con dardos y luego con cuchillos.
Jamás había tenido un teléfono ni nadie que la llamara, así que aquella noche cuando estaba cerrando el club porque Will y Steve se habían ido a dormir antes casi pensó en dejar el teléfono sonar. Tampoco era que podía responder algo. Cuando el teléfono sonó por segunda vez, lo levantó y volvió a colgar. Llamó otra vez y ella volvió a levantarlo dispuesta a colgar otra vez. Esta vez una voz se apuró a hablar.
— ¿Alodia Johnson?— Preguntó y ella cortó más rápido que nunca con lágrimas en los ojos.
No mucho después, lo vio. Una sombra detrás de ella cuando cruzaba la calle en un parque. Había pasado casi un mes desde aquella llamada y su paranoia inicial había cesado. Ahora volvía. El hombre se dio cuenta que había sido detectado porque dos cuadras después la alcanzó y arrastró a un callejón sin salida.
— Alodia— Comenzó él—, por favor no grites. Soy de los buenos.
No podía responder nada, aunque quería decirle que no existían los buenos realmente. Lo dejó seguir.
— Estoy buscando personas que han sufrido a manos de la mafia o de la policía. Mi nombre es Mathew Juliew y soy parte del grupo Vindicta.
Había escuchado de ellos y la estupidez del chico de presentarse así como así diciendo de donde era la hacía desconfiar.
— Se que no moriste. No hay registros de tu cadáver en ningún lado. Me asegure de buscar— Contó apresuradamente, comenzando a ponerse nervioso ante el silencio de la joven—. No hay cadáver en realidad. Solo es nombrado en un certificado de defunción, pero tu cajón estaba vacío. Lo buscamos. También te buscamos hace un tiempo. Pensamos que habías caído tal vez en el contrabando de personas, pero un médico particular anotó en su expediente que había atendido a una chica de tu edad en la misma zona en que desapareciste y ¡bam! el resto es historia.
Le molestaba y le parecía extraño que alguien la haya buscado. No había nada interesante sobre ella. Levantó la cejas en señal de pregunta, dispuesta a irse y no mirar a atrás a aquel extraño chico.
— Quiero encontrar a todas las personas que estoy seguro que pueden declarar en contra de la policía y las mafias. Creo que te puede interesar...
¿Peligroso? Por supuesto, ¿Le interesaba? Mucho. Era momento de la venganza.
De ahí hasta la actualidad ha ayudado a Vindicta a encontrar más personas y acercárseles. De lado y sin que nadie sepa, se ha dedicado a buscar a cada uno de los asesinos de su padre y torturarlos hasta muerte. Ha buscado también a asesinos que fueron declarados inocentes o que no cumplieron su condena completa, pero con el tiempo simplemente decidió que matar y torturar gente por dinero sería una buena opción para mantenerse. Se ha convertido en una sicaria con el nombre de Mercy, muy irónico porque es lo último que tiene con sus víctimas.
Tal vez fue el golpe en la cabeza o el trauma de quedarse huérfana y sentirse traicionada por aquellos que denunciar protegerla lo que hizo que la dulce, estudiosa y amigable Alodia se transformara en la chica que no dudo mucho en unirse a un grupo anarquista y torturar gente a la muerte. La Alodia de ahora es una persona oscura, llena de rencor contra el mundo y el sistema. Tal vez esta podrida por dentro, pero eso le importa una mierda.
Es una persona que escucha mucho. Al no poder hablar, escuchar es todo lo que puede hacer. Escuchar te deja saber sobre la vida de los otros, cosas que ellos no quieren que se sepa. Además, ver es también una forma de escuchar. Dicen que las acciones dicen más que mil palabras y Alodia ha aprendido que la forma que la gente se mueve cuando cree que esta sola dice más de ellos que cualquier palabra. La forma en que aún caminan derechos o si pierden la postura, si sus sonrisas se desvanecen y son reemplazadas por amargas muecas de desagrado. Esas son las cosas que realmente te permiten ver quienes son las personas. Y eso en el mundo en el que había caído es importante. Es necesario saber con quien estas tratando.
Siempre fue alguien inteligente y con buenas notas, cuando dejó el colegio luego de todo lo que le pasó se dedicó a estudiar lo que ella quería por si sola. Le es fácil aprender cosas rápido, incluso tácticas físicas. Lo que no le sale, lo entrena hasta que si.
Es una persona con pocas relaciones interpersonales que vive sola y que tiene grandes problemas para confiar en los otros. Es fría y evita todo tipo de conversaciones. No quiere tener que cargar con personas y tampoco quiere que más personas carguen con ella. Ha perdido aquella calidez y las ganas de amistad. No le sirvió para mucho cuando las tuvo. No tiene ambiciones fijas, cambia constantemente lo que quiere. No se decide con facilidad y es fácil hacerla cambiar de opinión, convencerla. En pocas palabras, le gusta la ambigüedad y tener muchas opciones.
No es planificadora, en la mayoría de situaciones actúa sin pensar. Actúa más por los sentimientos que reprime que por otra cosa. Reprime muchos. Se muestra fría, a pesar de estar hirviendo en sentimientos que solo deja salir cuando mata o entrena. Sus asesinatos son violentos, sus torturas inaguantables porque esta llena de ira que quiere sacarse de encima.
A pesar de parecer que ha superado, de no hablar de su pasado la persigue como Tom a Jerry. No le cae bien estar cerca de parques, iglesias o escuelas. Fue antes una fiel creyente, su Dios no le dio una buena salida y le ha fallado mucho. Fue más fácil negarlo que seguir defraudándolo. No soporta ver las cosas que le gustaban a sus padres. Los partidos de fútbol que su padre la obligaba a ver, las canciones con las que su madre solía cantar. A veces quiere cantarlas cuando se siente... sola y triste. Sabe que aunque lo intente ningún sonido saldrá de su boca, así que solo modula las canciones.
Si alguna vez fue religiosa y positiva, ahora es más bien realista o pesimista. No le importa si el vaso esta medio lleno o medio vacío. Piensa que aquello es algo estúpido porque no importa cómo mierda esta el vaso, importa que hay algo adentro y ya esta.
Facts:
• Nadie, excepto algunas excepciones como Cillian, sabe que es muda. Todos creen que simplemente odia a las personas y que evita tener relaciones con las personas.
• Sabe lenguaje de señas y código morder. Los aprendió en un intento bastante desesperado de comunicarse con las personas cuando era más joven.
• No tiene amigos y considera a todos mentalmente como conocidos. A pesar de que la gente del club es lo más cercano que tiene a una familia, los ve una vez por mes.
• Alodia es un nombre de origen germánico que significa riquezas extranjeras. Fue el nombre de una santa cristiana asesinada por los musulmanes en España.
Bad guy by Billie Eilish
[Aquí debería haber un GIF o video. Actualiza la aplicación ahora para visualizarlo.]
Posibles interesados:
• s-scema •
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