Capítulo 9
Parecía ser que no me había hecho nada grave, tan solo había sido el susto de haberme caído. Y aún así, el susto no me lo había llevado yo, sino Gabi. Yo solo me sentía aturdido aún por la vergüenza, porque había hecho un poco el tonto y eso no lo negaba nadie. No habló de nuevo hasta que nos sentamos en los banquillos.
-¿Por qué no entrenabas con Arion o con Victor? No sé como te las has apañado sin mí todo este tiempo- dijo quitándome la zapatilla y bajándome el calcetín. Rió antes de añadir-. Si quieres entrenar con la defensa antes de separarnos en grupos, por mi...
Sí, sabía que le daba igual.
-Iba a pasársela a Víctor, pero me distraje un momento- susurré excusándome.
-Ya.
-En serio, no sé lo que ocurrió- mentí.
-Bueno, da igual, tú te vienes con los defensas donde pueda vigilarte bien.
Miraba mi pié mientras lo sostenía en la mano. Alzó una ceja al ver que no me quejaba y no parecía dolerme. Luego sonrió y volvió a colocarme las cosas antes de poner el pié en el suelo.
-Eso sabía hacerlo yo, pero gracias por preocuoarte- le dije poniéndome en pié.
Sólo sonrió, y tras unos instantes desvío un poco la mirada hacia la derecha, donde Rosie miraba sus fotos, y donde las otras gerentes nos miraban. Pronto me di cuenta de que mientras habíamos estado en el banquillo, eso pocos segundos, un silencio había surgido en el campo. Cuando miré hacia allí vi que todos habían vuelto a lo suyo, gritaban «¡pasa!» pero también sabía que estaban interesados por nuestra cercanía. Y, para ser sinceros, era lo que menos me preocupaba.
-Anda vamos- dijo Gabi sacándome de mis pensamientos.
Y así estuvimos juntos durante todo el entrenamiento. Aitor parecía querer molestar todo el tiempo a Gabriel, llamándole capitán y pasándole la pelota cuando no era el momento. Sin embargo, aunque las miradas envenenadas por su parte sólo hacían que el chico se riese más y más, una sola de las mías le dejó mudo y decidió dejarnos solos.
***
Durante las clases, las cosas fueron como siempre habían sido, solo que mucho más largas. Los profesores se encargaron de darme la bienvenida en clases y yo me mostré tan respetuoso y serio como siempre, y acordamos que los exámenes serían durante esa semana. Gabriel maldecía que el que él no había hecho fuera tan solo en dos días. No me cansaba de escucharle maldecir porque, en parte, estaba acostumbrado, ya que para nuestra suerte estábamos muy juntos en clase. Tan solo nos separaba un pequeño pasillo entre las mesas. Y, por otro lado, no me cansaba porque la clase de historia cada vez me parecía más y más larga, y verle decir cosas en voz baja me distraía un poco.
-¿Y porqué tan pronto? No tendré tiempo a estudiar...- murmuraba mientras garabateada en su cuaderno.
Por suerte nuestro profesor estaba medio sordo y hablaba sin parar, así que no iba a darse cuenta en la vida del monólogo de Gabriel. Yo, mientras, cogía apuntes que ya sabía y que no me servirían de mucho, pero que tenía que coger de todos modos en el cuaderno.
Al terminar las clases, tocaba el entrenamiento, y Gabi y yo fuimos directos a los vestuarios. Fuimos los primeros en llegar y también en cambiarnos. Me sorprendió cuando me abrazó por la espalda y me dio un beso en el cuello.
-Te quiero- me dijo haciendo que su aliento rozara mi cuello.
Sonreí y me di la vuelta para mirarle a los ojos.
-Y yo a ti- susurré.
Necesitaba besarle y eso haría. Así que primero inspiré y me dejé llevar por el olor que tanto deseaba, y después, y a sabiendas de que nuestros compañeros podían llegar en cualquier momento, le besé. Tenía la sensación de que nunca me cansaría del algodón de azúcar que siempre serían sus labios, tenía la sensación de que si volvía a separarme de él, me volvería totalmente loco. Claro que, yo tenía totalmente claro que no nos separaríamos de nuevo. Ahora todo había terminando y solo me quedaba estar a su lado para siempre, y aunque suene de lo más cursi, era eso lo que pensaba.
Me sentía afortunado, sentía que tenía el mejor tesoro del mundo, que nada más tenía relevancia salvo el tiempo que había pasado a su lado y todo lo que él me había enseñado. Sentía que mi amor crecía cada vez más y más, a cada segundo, y que si no lo mostraba iba a explotar dentro de mí.
Le besaba con ansias, y también sentía las suyas. Gabriel me demostraba cuanto me quería con cada mirada, cada gesto, y en esos instantes, no había palabras para describir lo que me hacía sentir. Quizás me acostumbrase algún día y encontrase las palabras adecuadas para describirlo, pero no esperaba hacerlo, ni quería. Si mi corazón latía así, si me sentía tan aturdido, si esa hambre no cesaba nunca significaría que ese amor perduraría. Me encantaba escuchar mis propios latidos retumbando en los oídos, y saber que los suyos eran iguales.
-Pero, Víctor, la profesora ha dicho que los ejercicios son para mañana- escuché que replicaba Arion detrás de la puerta de los vestuarios.
Nos dio tiempo a deshacer el beso, pero no pudimos hacer lo mismo con el abrazo antes de que los mencionados entraran dentro.
Arion abrió los ojos, sorprendido mientras nos separábamos un poco. Cuando miré a la derecha de éste, vi como Víctor sonreía. Pero no creáis que estaba riendo por lo que había visto, su sonrisa mostraba claramente que ya sospechaba que Gabi y yo estaríamos juntos. Propio de Víctor.
-Arion- dijo Víctor chasqueado los dedos delante del jóven capitán, que siempre parecía más inocente que todos nosotros a pesar de que Gabi y yo sólo estábamos en un curso superior.
-Eh...- parecía pensar lo que quería decir pero no le salían las palabras- Esto... Sentimos interrumpir- dijo agachando la cabeza.
Gabriel empezó a reír y se acercó a su lado. Yo imité lo que hizo y también me acerqué a Arion. Gabi me miró a la espera de que dijera algo, él sólo le mostraba una sonrisa.
-Arion, no interrumpes nada, de hecho sabíamos que llegaríais- dije procurando que el color no se me subiera a las mejillas-. Y si lo que te preguntas es que si lo que has visto es lo que crees...- miré a Víctor y asintió mientras soltaba la bandolera dentro de su taquilla.
-Es lo que crees- terminó por decir el otro chico de primero con voz grave mientras esbozaba otra sonrisa.
***
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Marie~
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