Capítulo 4
Así fue como nos separamos. No me gustaba usar la palabra amigo porque era muy pequeña, no describe una octava, ni una décima parte de la mitad de lo que para mí, y para Gabriel, significaba nuestra amistad.
Ese día se volvió oscuro sin que pudiera evitarlo. El nuevo Inazuma Japón daba pena, de verdad, sólo tres jugadores de los presentes habíamos jugado al fútbol. Arion, Víctor y yo éramos esos tres. Jugamos un partido vergonzoso contra la Royal Academy, y tras eso, no tuve más remedio que salir de los vestuarios sin dirigir palabra a ninguno de mis compañeros. Sabía lo que necesitaba si iba al mundial, y necesitaba apoyo, un apoyo que sólo podía darme una persona.
Así que me fui a buscar a Gabriel.
Le encontré en una de las salas del estadio Camino Imperial, no me extrañaba que estuviera sólo, pues sabía que se sentía decepcionado consigo mismo por no haber llegado al mundial.
-Gabriel- dije cuando cerré la puerta.
-Ah, Riccardo, no sabía que estaba ahí. Felicidades- dijo sin motivación.
-No estoy contento, principalmente, porque no quiero ir a ese mundial.
Sonrió, pero no era su sonrisa dulce y tierna. No era esa sonrisa que me dedicaba cuando estaba feliz. No era esa sonrisa que vi el primer día que lo vi en el parque. Era una sonrisa de comprensión.
-¿Te ocurre algo?- fue él quien lo preguntó, para mi sorpresa.
-No, es que...
-Créeme, sé que te ocurre algo. ¿Desde cuando me llamas Gabriel en voz alta?
-No sé- dije sonriendo.
-Vamos, puedes decirlo.
-No quiero irme al mundial sin ti- sí, si os preguntáis eso, es sí, me ruboricé sin poder evitarlo. No por lo que acababa de decir, sino por lo que querría haber dicho.
-Pero es lo que tienes que hacer ¿no?- ahora su sonrisa sí fue rosa, esa sonrisa que siempre me ofrecía-. Te han elegido y debes ir.
Aunque sonreía, sus ojos parecían a punto de desbordarse en lágrimas, no entendía por qué. ¿Acaso le preocupaba, al igual que a mí el que me fuera lejos? Sabía que no llegaríamos muy lejos con los jugadores que teníamos, pero había que intentarlo.
-Gabi...
-¿Si?- preguntó acercándose a mi lado.
-No, nada- volví a sonreír-. Iré al mundial.
-¡Claro, Riccardo!
-Si tú eres el capitán del Raimon durante mi ausencia, y la de Arion , por supuesto- dije.
-Si, si- dijo, pero se le borró la sonrisa del rostro-. Espera, ¿qué?
-Tú serás el capitán.
-Solo Arion puede decidir eso- replicó.
-Pero sabes que yo tengo más poder que él para decidir eso.
-También sabes que yo no sirvo para ser capitán.
-No sabes algo que nunca has probado- me crucé de brazos.
Supiró y yo volví a sonreír aún más. Después asintió y bajó la mirada. Sabía lo que le ocurría, ahora llegaba la despedida. Ninguno de los dos sabía exactamente por cuanto tiempo sería, pero sabíamos que sería duro estar separados, sobre todo porque nunca lo estábamos.
Antes de que pudiera reaccionar, me dio un abrazo, y escondió su rostro en mi cuello. Sentía la respiración acelerada en mi cuello, y yo podía sentir como la mía iba en aumento. Por qué no admitirlo. Me gustaba, y lo sabía, no podía negármelo. Lo que a mí antes me parecía una amistad fuerte, sólida e inquebrantable, era algo más. ¿Amistad? No me hagas reír, la amistad es muy poco para describir lo que yo sentía en esos instantes, no había palabras para describir lo que sentí cuando noté el roce de su nariz en mi cuello, cuando sus manos ejercieron presión en mi espalda pegándome a él.
-Gabi- susurré.
Pasó una mano por mi pelo, hasta llegar a las puntas onduladas, y sonrió cerrando sus grandes y brillantes orbes de color azul. Ahora me fascinaban. Gabriel se había convertido en una luz, una luz cegadora, de color blanco, brillante. Me estaba cegando, e iba a quedarme ciego.
-Suerte en el mundial, Riccardo, recuerda que eres el alma del equipo.
Se fue antes de que pudiera reaccionar. Gabriel era mi mejor amigo, mi única compañía, mi sonrisa, mi único apoyo, y ahora, algo más que una pata que sostenía a la mesa que era mi persona. Ahora era parte del tablero, se había fusionado, de modo que ambos caíamos si nos separábamos. Eso lo sabía él también. Pero confiaba en que, a mi vuelta, volviéramos a estabilizarnos.
***
Me saltaré a la segunda despedida. Tras pasar la fase de clasificación -milagrosamente-, teníamos que irnos de nuevo. Pero en esta historia, el Gran Celesta Galaxy pierde importancia, palidece ante la grandiosidad del azul, así que contaros lo que ocurrió antes y durante este, dejaría de tener importancia para vosotros, lo olvidaríais, porque, después de todo, el azul es el protagonista aquí. Solo os diré brevemente que habíamos llegado lejos, que no me hacía a la idea de volver a despedirme de Gabriel, y lo que era de importancia, que tenía que despedirme de nuevo de él por un largo tiempo. Así que jugamos un partido de despedida con el Raimon antes de marcharnos, y después de eso, le dije que quería despedirme como era debido, por si, bueno, me ocurría algo malo.
-Así que Gran Celesta Galaxy- murmuró-. Cuando Axel Blaze nos lo contó no podía creerlo, Riccardo.
-Yo aún no quiero creerlo- dije una vez estuvimos a solas en los vestuarios.
Cerré la puerta a mi espalda y abrí los brazos para recibirle. Él no rechistó, por supuesto, me abrazó con la fuerza con la que querría haberlo hecho antes de jugar. Pero vernos abrazados quizá hubiera causado una situación un tanto extraña delante de todos nuestros compañeros.
Noté que algo cálido bajaba por mis mejillas. Creí escuchar a Gabriel murmurar algo así como «tan llorica como siempre» entre risitas. Me sequé las lágrimas como pude antes de apoyar la cabeza sobre la suya, que estaba puesta cuidadosamente sobre mí corazón. No es que fuera más bajo que yo, sino que sabía que se había agachado con intención de escuchar mis acelerados latidos. Solté una risa nerviosa al imaginar lo que estaría pensando, quizás que no era para tanto, o que abrazar a la persona que más te importa -porque no iba a pensar en la palabra amigo, la cual, era muy pequeña-, no era para tanto. Sí que lo era. Para mí, la luz blanca parecía empezar a atravesarme, sin miedo alguno a dejarme sin sentido, quería que lo hiciera. No sé cuando me di cuenta, quizás fue antes de pasar la fase de clasificación cuando nos abrazamos en el estadio Camino Imperial. No lo sé. Pero sabía que ese sentimiento estaba ahí, que necesitaba sentirlo y atraparlo dentro de mi ser, sin dejar que se escapase nunca. Sabía que nuestra amistad había llegado más lejos de lo que cualquiera hubiera previsto. Necesitaba comprobar que Gabriel de verdad estaba entre mis brazos porque sentía algo parecido a lo que yo sentía. Pero tenía miedo, a que no fuera a corresponder esos sentimientos tan extraños, a que tan solo se hubiera tomado el abrazo como una muestra de amistad, una más de entre muchas. Y no era así.
-Echo de menos tu piano- murmuró.
-Y yo tu sonrisa- en ese momento no me creí que hubiera dicho tal cosa, pero ahora no podía arrepentirme, lo que había dicho era totalmente cierto.
Soñaba con su sonrisa de color rosa, con su calidez y dulzura. Y no sólo eso. Echaba de menos su voz, su sonido, la forma en la que me inspiraba para crear nuevas melodías.
-¿Ah si?- preguntó sonriendo a su vez-. Riccardo, tengo miedo a que te vayas.
-¿Por qué?
-Pues porque no me fío de lo que nos dicen, tengo miedo a que ocurra algo malo. No quiero ser pesimista ni nada, de eso se encarga Eugene- en su voz se notaba la preocupación, pero poco podía hacer yo para aliviarla si estaba tan preocupado como él-, pero sólo pienso en que todo debe salir bien.
-Va a salir bien- sonreí mientras alzaba la vista y se ponía a mi altura, dejando frío el lugar donde estaba apoyado en mi pecho.
-Eso quiero yo, querría ir con vosotros, de verás. Pero no puedo- bajó la mirada y yo tomé su barbilla para alzarla con cuidado.
-Cuando esté de vuelta quiero que recuerdes esto.
Mi susurro se perdió y el vacío que nos separaba dejó de existir, desapareció por completo cuando mis labios tocaron los suyos. ¿Que qué sentí? Bueno, si no sabía como describir lo que me hacia sentir su amistad y su persona, ¿cómo voy a describir lo que sentí con ese beso? A él no le dio tiempo a reaccionar, pero tras unos instantes, lo hizo, y puso ambas manos sobre mis mejillas para que no me separara de él. Yo coloqué mis manos en su cuello para atraerle y simplemente, estar lo más cerca que nos permitiera nuestra anatomía. Y fue ahí donde lo dije todo. Como en una sinfonía la cual no te muestra lo que dice hasta que no lleva tiempo sonando, no te da tiempo a saber cuando ha empezado a decirlo, pero sí el por qué. Mis sentimientos iban cargados de fuerza, al igual que mis latidos. Ahora saboreaba el algodón de azúcar que tanto admiraba de lejos y que nunca pensaba tocar con mis propios labios. Estuvimos así un tiempo indefinido, supongo, hasta que necesitamos coger aire y llenar nuestros pulmones.
-Lo recordaré, descuida- susurró.
***
Sé que estoy subiendo rápido... Por dos cosas: porque quería que leyerais este beso lo antes posible *3* y... Porque es largo y quiero que me digáis si os está gustando para hacerme un horario de subida entre este fic y el otro que tengo pendiente :3 Dadle a la estrellita si os gusta y comentad :'3 Este beso es uno de... Muchos muchos muchos, así que no perdáis el hilo, subiré el próximo pronto, adiowis :3
Marie~
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro