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Capítulo 31

Ahora entendía algo que durante los dos meses anteriores, no entendía bien. El entrenador Evans llamaba a Gabriel casi todos los días antes del entrenamiento. Ese día, Gabi me llevó para estar presente en esa conversación a solas.

No hizo falta que Gabi dijera nada cuando ambos estábamos ante el entrenador. Ya lo sabía. Había visto en mi mirada que sabía lo que le ocurría a Gabriel. Asintió y luego, intentó hacer como que mis vendas no eran más que un simple adorno en mis manos.

-Bien, ¿cómo te sientes hoy?- preguntó Evans cogiendo la mano de mi novio para luego cogerle el pulso.

-Me encuentro bien, entrenador.

-¿Nada de mareos?

-Nada- contestó mientras sonreía-. Al menos, no por ahora.

-¿Dolor?

Me estremecí cuando escuché esa palabra. Dolor. Me dio una punzada en el corazón al pensar en el dolor que podría sentir, en el que había sentido durante ese tiempo aunque yo no lo supiera. Si el entrenador lo preguntaba, era que había sido testigo de ello, o que sabía que podía serlo.

-No, entrenador, estoy bien- respondió igual de pasivo.

Evans asintió y soltó su mano mientras se cruzaba de brazos y cerraba los ojos.

-Gabriel, creo...

-¿Qué cree?

-Creo que puedo ser optimista. Me has traído todos tus informes y... nada te prohíbe aún jugar al fútbol. Has tenido cuidado y las cosas han marchado bastante bien- abrió los ojos y nos sonrió-. Me dolería mucho tener que decirte que no puedes jugar. Por eso, quiero que no tengas miedo de decirme si en algún momento te sientes mal, si crees que no puedes seguir. A veces, abandonar algo es necesario para darte cuenta de que es peligroso. Hay que saber darse cuenta de cuando hay un límite, no esperes a superarlo para que te des cuenta, Gabriel. Quizás ese momento...

-Quizás sea demasiado tarde en ese momento ¿no?- preguntó Gabi con una sonrisa.

-Quiero seguir viendo tu gran defensa durante muchísimo tiempo, quiero que sigamos jugando al fútbol.

Se me estaban saltando las lágrimas y cerré los ojos con fuerza. Intenté apretar las manos, pero las vendas y el tremendo dolor que me producía un solo movimiento me hicieron temblar y me impidieron hacerlo.

-¿Riccardo?

Reaccioné a la voz del entrenador y cogí aire, deseando que no se me escapara ninguna lágrima.

-¿Si, entrenador?- me alegré de que mi voz sonase firme.

-A veces, los caminos complicados necesitan ser recorridos en compañía, no esperes hacerlo solo.

-E-está bien, entrenador Evans.

Gabi me miró de soslayo con preocupación. Sabía a qué se había referido el entrenador cuando me había hablado, incluso era probable que se lo hubiera dicho anteriormente por el tema de su enfermedad. Ahora me lo decía a mí para que no me refugiara solo con mi dolor. Lo que realmente quería decirme es que no estaba solo, que tenía apoyo. Pero... Yo no era la persona que había que apoyar, al menos... No, no quería pensar en ese momento. Gabriel era la persona a la que tenía que hacer feliz, como hubiera hecho si no estuviese enfermo, sin impedimentos, sin restricciones.

-Bien, hoy probaremos lo que te dije- dijo una vez estuvimos en el campo.

-¿Lo de los espíritus?

No sabía si preguntarle si podía o no hacerlo. Cuando estuvimos dentro del campo, nos fuimos al centro, fue difícil no atraer la atención de todos cuando íbamos a hacer la invocación. Sin embargo, algo iba mal. No me concentraba. Creía que tenía poder total sobre mí espíritu, pero... Sentía que algo mucho más fuerte corría por mis venas.

-¿Vais a hacer una invocación?- preguntó Víctor con interés.

-Sí, a Gabi se le ha ocurrido algo.

-Ya veréis, vais a alucinar- susurró el mencionado antes de abrir los ojos y ponerse en posición- ¡Valquiria abanderada, Brunilda!

Observé, bueno, observamos como su espíritu cobraba vida, saliendo del interior de su ser. No hacía tanto que lo tenía, por lo tanto, era mucho el mérito que tenía que pudiera invocarlo con tanta facilidad y pudiera ejercer el control como quisiera.

-Bien- murmuró mirando hacia arriba-. Ahora tú.

Suspiré y cerré los ojos.

-¡Director Magíster!

Noté la fuerza de Magíster saliendo de mí. Luego... algo tiró de él, a la vez haciendo que me sobresaltase. Escuché algunas exhalaciones de la sorpresa, algún «guau» y «¿qué es eso?» varios.

-Riccardo- Gabi me llamó e hizo que observara lo que no veía con los ojos cerrados.

-...Es... Impresionante- murmuré.

Nuestros espíritus estaban tocándose, no enfrentados, que es lo que suelen hacer los espíritus guerreros. Una luz deslumbrante emanaba de ellos, y... Se estaban fusionando.

-Increíble- dije desconcertado.

Escuchaba como la cámara de Rosie echaba fotos sin parar en mi dirección, lo que me hizo suspirar una vez más.

Después de ver como casi se habían fusionado, chocamos los brazos en vez de las manos como se suele hacer, y luego hicimos que los espíritus se fueran. Había sido alucinante, justo como Gabriel señaló que iba a ser. Esa sensación... saber que incluso nuestros espíritus estaban unidos por lazos inquebrantables...

***

Terminó el entrenamiento y nos fuimos a clases.

-¿Cómo se te había ocurrido eso?- le pregunté mientras subíamos las escaleras antes que todo el gentío que pronto se formaría.

-No lo sé- se encogió de hombros con una risita-. Por cierto... ¿Habían mandado algo de tarea?

-Hummm- me froté el mentón y después recordé que no había hecho nada en el fin de semana-. Supongo... Pero...

-¡No has hecho los deberes!- exclamó.

-Eso ya lo sabes tú, has estado conmigo todo el fin de semana- intentaba sonar despreocupado, pero mi voz era temblorosa.

-Y...

-¿Y qué?

-¿Cuál va a ser la excusa?- preguntó mientras me miraba las manos.

-No pienso mentirle a un profesor.

Vale, sonaba idiota por mi parte. Debía de tener una buena excusa para que no se enfadase, porque... Bueno, a mí nunca me faltaban los deberes. Nunca me habían faltado. Y no me gustaba mentir... Luego grababa esa mentira en la cabeza y guardaba la conversación en la que lo había dicho, me pasaba horas diciéndome que no era creíble y luego... me arrepentía de haberlo hecho. Necesitaba hacer los deberes ya, o por el contrario tendría que mentir o...

-Creo que no hará falta. A su alumno estrella le faltan los deberes después de tres días en Hokkaido porque le llamaron para un solo se piano. Después, misteriosamente, tiene las manos destrozadas y no puede escribir ni tocar el piano...- enumeró con las manos-. Creo que no hace falta que digas nada. En cambio yo... He pasado el finde sin hacer nada de tarea porque mi novio me ha abstraído de la realidad... Sí, tendré que mentir.

-¿Y qué vas a decir?

-Profesor, mi perro se ha comido los deberes.

-Esa es la mentira más mala que he escuchado salir de tu boca- dije cruzándome de brazos.

-¡Ah si! Mejor- se aclaró la garganta y abrió la puerta de clase-. Profesor, el gato de mi novio se ha comido los deberes- no me dio tiempo a protestar antes de que me pusiera un dedo en los labios-. De ese gato tengo más datos que del perro falso... Es blanco y negro, tiene los ojos oscuros y mientras hacemos los deberes siempre está metido de por medio. Se llama Libretto y es el gato más raro que he visto en mi vida, ¿cómo se puede llevar mejor con el novio de su dueño que con su propio dueño...?

-Vale, vale- dije entre risas-. Deja a Libretto.

-Vale- rió mientras se sentaba sobre mi mesa.

Intenté creer que lo que decía tenía algo de cierto. No quería que lo castigasen, ni que le mandasen más tarea por mi culpa... Había sido yo el que le había llevado a mi casa todo el de semana. Así que miré el reloj de la pared, deseando que el tiempo fuera más rápido. Y deseando que lo que me había ocurrido no significase que me estaba volviendo un poco irresponsable.

***
Gracias por leer, y hasta el siguiente cap :3

Marie~

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