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5 [Teddy 1/2]

El pequeño ruso se encontraba acostado en la nieve tratando de leer un libro, pues todavía no sabía y estaba aprendiendo. El pequeño alemán y su hermano le observaban escondidos en unos arbustos a espaldas del de ushanka.

— Was ist, wenn es dir Angst macht? Ich meine, es ist nicht unangenehm, dein Gesicht zu sehen –pregunto en un susurro el pequeño alemán de escudo–. [¿Y si se asusta? Digo, no es que sea muy desagradable ver tu cara].

Alemania hizo una mueca por el comentario pero luego sonrie confiado.

— Natürlich nicht, sagte er selbst, ich sei süß –dijo también en un susurro–. [Por supuesto que no, el mismo me dijo que era lindo].

Democrática miro dudoso a su hermano y luego al ruso, quien todavía hacia el esfuerzo de intentar leer, para poder contarle un cuento a sus hermanitos menores.

— Wie auch immer, nur wenn du ihn zum Weinen bringst, werde ich dich nicht vor Papas Schelte retten –el gemelo menor se retiró sin hacer ruido regresando a la casa rusa–. [Como sea, solo que si lo haces llorar no te salvare del regaño de papá].

Alemania se acercó al ruso de puntillas y al estar cercas, se dejó caer arriba de Rusia provocandole un susto.

— ¡Hola! –exclamo sonriente–.

Rusia había soltado un chillido, para después golpear al germánico con el libro en defensa.

— ¡Auch! Me dolió –.

— ¡Alemania! Tonto, me asustaste –trato de tomar a su osito pero no lo sintió dónde debía estar, asustándose–.

El nombrado observo como el contrario buscaba algo con desesperación, confundido, decidió preguntar unos cuantos minutos despues de haberlo observado.

— ¿Sucede algo, Rusia? –se levanto para acercarse y mirar como en los ojitos ajenos se llenaban de agüita–.

— Mi osito, no encuentro a mi osito –dijo tallándose un ojito–.

— Lo encontraremos solo no llores, Bitte –pidió, pues las lágrimas ya estaban apunto de resbalar por los cachetes ajenos y el se estaba poniendo nervioso–.

Pero como si el mundo estuviera contra de él, Rusia no pudo detener sus lágrimas y lloro.

«¡Mi padre me va a regañar! Y Rusia no deja de llorar, me duele verlo así ¡Encontraré ese oso cueste lo que cueste!» pensó el aleman determinado, pero para empezar su búsqueda tenía que calmar primero al ruso.

Continuará...

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