MOMENTO SEBASTIAN 1
"And the whole world has to answer right now"
Sebastian se acercó a Wes esquivando los pasos de baile del resto de los chicos.
"Just to tell you once again"
Su compañero cargaba una bolsa de papel de cuyo interior Sebastian sacó un vaso de granizado al que le quitó la tapadera. La canción estaba a punto de terminar, y con ella el duelo con una gran victoria por su parte. Michael sería para Los Gorriones.
Con un último movimiento se puso frente a su grupo, encabezándolo. Lo tenía a tiro. Por fin acabaría con él de una vez por todas. Lo humillaría y le haría daño públicamente, y así destruiría el ánimo de Nuevas Iniciativas.
"Who's bad?"
Sebastian tiró el granizado al chico que tenía en frente sin poder evitar que una maliciosa sonrisa apareciera en sus labios. Sin embargo la cosa no salió como esperaba. Todo ocurrió a cámara lenta. Pudo ver el líquido naranja volando por los aires hacia Kurt y Blaine apartándolo de un empujón para interponerse en medio. Momentos después el ex Gorrión estaba tirado en el suelo cubierto de granizando y dando agonizantes gritos que resonaban en el vacío aparcamiento.
Sebastian se quedó con la boca abierta y el vaso en la mano, petrificado. No fue hasta que David le dio un codazo cuando se dio la vuelta para marcharse de allí rápido y en silencio, huyendo como delincuentes después de cometer un crimen. Los pasos de los chicos de Dalton se hicieron cada vez más rápidos, aunque algún valiente se atrevió a mirar atrás para ver si le seguían. Pero no. Los de Nuevas Iniciativas habían formado un círculo alrededor de Blaine, que seguía en el suelo tapándose la cara y gimiendo.
Salieron del aparcamiento y fueron a parar a un desolado descampado donde había algunos neumáticos esparcidos y una pila de ladrillos medio rotos. Desde luego aquel no era sitio para unos muchachos adinerados de traje y corbata. Entonces Nick se paró y encaró a Sebastian.
-Tío, ¿qué has hecho?- preguntó moviendo los brazos.
-¡Le has dado a Blaine!- reprochó Trent.
-Ese no era el plan- dijo Wes en tono serio uniéndose al corrillo que estaban formando alrededor de Sebastian.
Éste mantuvo la calma y se encogió de hombros.
-El granizado iba para Kurt. No es mi culpa que Blaine se haya puesto en medio- se defendió levantando las palmas de la mano.
-Yo creo que deberíamos volver y ver cómo está- opinó Jeff en voz baja. Era muy tímido y siempre que hablaba temía estar molestando-. Quiero decir, es nuestro amigo...
Por suerte Thad apareció y se puso junto a Sebatian.
-¿Tú eres tonto o qué te pasa?- le espetó frunciendo el entrecejo. Jeff agachó la cabeza-. Si volvemos ahí dentro nos darán una paliza. Además, Blaine ya no es un Gorrión. Sebastian tiene razón, él se puso en medio. No es culpa nuestra.
Y, sin más, se abrió paso entre el grupo de gente que tenía delante, disolviéndolo con un empujón. El resto de chicos se dispuso a seguirlo para volver a Dalton.
-¡Un momento!- exclamó Trent deteniéndose y volviéndose de nuevo hacia Sebastian-. ¿No manipulaste ese granizado?- preguntó súbitamente preocupado-. ¿Y si le hemos hecho daño?
¿Pero qué coño se había creído ese gordo? ¿Acaso pensaba que él no había pensado en eso, acaso no había visto cómo lo habían dejado? Claro que le habían hecho daño. Pero, al parecer, los estúpidos de sus compañeros no se habían dado cuenta.
-Estará bien- contestó con fingida confianza-. Tan solo era un puñado de sal, nada más.
El chico no parecía del todo convencido con la respuesta, pero asintió y se dio la vuelta.
-Anda, volvamos a Dalton- ordenó Wes.
Todos los Gorriones lo siguieron, menos Sebastian, que se agachó para atarse bien los cordones. O, más bien, fingir que lo hacía. Cuando sus compañeros desaparecieron tras una esquina dejándolo solo, el muchacho se levantó hecho una furia.
-Joder, ¡joder! ¡JODER!- gritó con los puños apretados, y le dio una patada a un neumático que tenía cerca.
Él siempre conseguía todo lo que quería. Solía resultar fácil que las cosas le saliesen bien. ¿Por qué aquello le estaba costando tanto? ¿Por qué Blaine había tenido que interponerse? ¿Qué tenía de especial esa nenaza de Kurt que tanto le importaba? ¿Cómo podía alguien tan atractivo como Blaine fijarse en un chico con cara de bebé estúpido? Él expresamente había manipulado aquel granizado con la esperanza de hacerle daño a Kurt. Lo odiaba, lo odiaba más de lo que podía expresar. Todo de él le desagradaba, absolutamente todo. Desde su cara hasta su ridícula ropa pasando por su manera de actuar y su voz de chica. Y, a pesar de todo eso, salía con el que había sido el miembro de Los Gorriones más importantes de toda la historia de Dalton. Blaine Anderson valía demasiado. Blaine Anderson se merecía alguien mejor, alguien como él.
-¿Sebastian?- lo llamó alguien.
Él cambió la expresión de su rostro inmediatamente como si no pasara nada y compuso una perfecta sonrisa. Thad apareció por la esquina.
-¿Estás bien?- preguntó escudriñándolo con la mirada.
Sebastian sonrió aún más mostrando sus blanquísimos dientes.
-Claro- mintió.
Pero Thad siguió mirándolo con el entrecejo fruncido.
-No te lo tomes como algo personal- dijo finalmente-. No ha sido culpa tuya.
-Me lo tomo como algo personal- contestó Sebastian.
Luego se alisó la chaqueta y pasó junto al muchacho dando por finalizada la conversación. Lamentablemente no fue así.
-Hay algo que no entiendo- insistió Thad. Sebastian, en contra de su voluntad, se detuvo y cerró los ojos, exasperado. El chico volvió a ponerse frente a él levantando la vista para salvar la diferencia de altura-. Dijiste que querías hacer daño a Nuevas Iniciativas, hundirlos y quitarles las ganas de actuar. ¿Por qué insististe en lanzarle el granizado a Kurt? Pensé que la estrella del grupo era esa tal Rachel Berry...
Sebastian suspiró y lo miró fijamente a los ojos.
-Te lo repito. Me lo tomo como algo personal. Muy personal- insistió con un tono tan serio como su mirada.
Lo esquivó y continuó andando dando grandes zancadas. Thad suspiró. Por fin lo comprendía todo.
-Blaine se trasladó al McKinley por Kurt, Sebastian- le recordó con un tono que parecía pedir disculpas por cada palabra pronunciada. En aquella frase iban ocultos otros mensajes que sabía que su amigo no quería escuchar, motivo por el cual evitó decir cosas como "porque lo quiere"-. Asúmelo.
-¡Pues entonces Blaine es un estúpido!- estalló Sebastian dándose la vuelta-. Escúchame atentamente, Thad- dijo señalándolo con un amenazador dedo. El aludido dio unos pasos atrás un poco asustado. Jamás había visto a Sebastian así. Solía ser un chico muy tranquilo-. Nos quedaremos con Michael y ganaremos las Nacionales. Entonces Blaine se dará cuenta de cuál es su sitio y volverá a Dalton con los Gorriones, donde pertenece. Y nadie, ni siquiera Kurt, me lo va a impedir, ¿me has entendido?
La cara de Sebastian se había puesto de un tono rojizo y su pecho subía y bajaba al compás de su respiración. Sin embargo, Thad vio que se estaba relajando poco a poco, que se le estaba pasando el ataque de ira momentáneo.
-Eres consciente de que le has hecho daño a Blaine, ¿verdad?- preguntó.
El castaño tragó saliva y, sintiendo un pellizco en su interior ante esa afirmación, asintió con la cabeza.
-Sí, lo soy- confesó-. Y te aseguro que no me lo perdonaré nunca. Pero esos inútiles- dijo señalando con un gesto de cabeza el lugar por donde habían desaparecido sus compañeros- no se han dado cuenta y creerán lo que le digamos.
Thad le dio la razón. Debían fingir que no pasaba nada porque si los Gorriones se enteraban que Blaine había resultado herido por su culpa minarían la confianza del grupo. Todavía seguían queriéndolo mucho. El muchacho se aceró al castaño y le dio una palmada en el hombro.
-Sebastian, eres mi mejor amigo.
Aquellas palabras significaban muchas cosas, y el aludido las comprendió. Significaban que lo apoyaría pasase lo que pasase aunque tuviese que enfrentarse a los Gorriones, que entendía los motivos que lo habían arrastrado a hacer aquello y que todo estaría bien.
-Lo sé- Sebastain sonrió de nuevo-. Tú también.
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