MOMENTO RACHEL 2
Santana, Rachel y Sam se encontraban tirados en el sofá viendo la tele. No es que estuviesen echando algo interesante, sino que simplemente estaban demasiado perezosos como para moverse hacia el mando y cambiar de canal. Aprovechando que era el último día de los chicos en Nueva York, el grupo de amigos estuvieron fuera toda la mañana visitando los bares y rincones más famosos de la ciudad. Por la tarde, solo tres volvieron a casa, pues Kurt y Blaine decidieron continuar su paseo por la Gran Manzana con el modo romántico activado.
Una manta cubría a los tres jóvenes para taparlos del frío invernal que estaba llegando a la cuidad. Ya mismo habría nieve. Las piernas de Santana se estiraban sobre Rachel, mientras que la cabeza de ésta se apoyaba en el hombro de Sam. Se estaba a gusto. En silencio, sin ningún ruido a parte del run run de la tele... La judía podría quedarse dormida allí mismo. Por un instante todo le pareció un sueño. Durante unos segundos el mundo se transformó a su alrededor y no era Sam quien estaba a su lado. Era Finn...
La muchacha se sobresaltó de repente, incorporándose inconscientemente con el corazón a mil y los ojos abiertos como platos.
-¿Estás bien?- preguntó Santana mirándola con extrañeza.
Rachel tomó aire y parpadeó.
-Sí...- contestó no muy convencida.
Luego volvió a acomodarse en el sofá, pero no se atrevió a volver a apoyar su cabeza en el hombro de su amigo, sino que se quedó contemplándolo de reojo tratando de encontrar algún rasgo de Finn en él. Nada. No se parecían en nada.
Por suerte, el ruido de la puerta principal al abrirse la sacó de sus tristes pensamientos. Kurt y Blaine entraron cogidos de la mano y envueltos en abrigos. Se los veía extremadamente felices.
-¡Buenas, chicos!- saludó el gorrión al tiempo que colgaba su abrigo en el perchero de la entrada.
Su prometido lo imitó y luego se enganchó a su brazo.
-Blaine y yo vamos a... em... ver Sonrisas y Lágrimas en mi cuarto- Kurt no pudo evitar que se le escapase una sonrisa pícara-. No molestéis, ¿vale?
Al instante, la hispana se levantó del sofá con un bufido y las palmas de la mano levantadas.
-Voy a meter la cabeza debajo del grifo a ver si así no oigo nada- murmuró mientras se alejaba tambaleándose sobre sus tacones, que no se quitaba ni para estar en casa, y se metía en el baño.
-¿Sonrisas y Lágrimas?- preguntó Sam echándose hacia delante con el ceño fruncido-. ¿Esa peli no es... no sé, un poco coñazo? ¡Poneros Iron Man, esa sí que mola!
Hubo unos segundos de silencio en los que todos se miraron con incredulidad. Sam no parecía haber captado el mensaje. Finalmente, la pareja de chicos se encogió de hombros quitándole importancia y desaparecieron tras la cortina del cuarto de Kurt.
Rachel se acomodó en el sofá.
-Sam, cariño, no... No van a ver ninguna peli- aclaró lo más amablemente que pudo, y alzó las cejas.
-Ah... Em... ¡Ah! ¡Vale!
La expresión de la cara del rubio pasó de la comprensión a otra difícil de describir. ¿Sorpresa, quizás? La morena soltó una risotada y luego se quedó contemplándolo, pensativa.
Los últimos días que había pasado con él habían sido muy especiales. De hecho, jamás pensó que pudiese tener esa química con Sam a pesar de que siempre le había caído muy bien. Pero había algo en él distinto al resto de personas de su entorno. Quizás fuese su inocencia, aunque no estaba del todo segura. Era algo muy, muy extraño. Le apenaba que se marchase a la mañana siguiente. Ojalá pudiese quedarse más tiempo...
-Sam...
-¿Um?- el chico volvía a estar absorbido por el televisor.
-Tengo que decirte una cosa.
Sam tardó unos segundos en reaccionar, pero cuando lo hizo giró la cabeza hacia la muchacha muy serio.
-Rachel, lo siento, tengo novia- explicó con voz grave.
-¿Qué?
-¿Qué?
Ambos se miraron con los ojos muy abiertos. La conversación no iba por ahí. Rachel se echó a reír.
-¡No es eso, hombre!- aclaró dándole una palmadita en el hombro. Luego se acercó a él con una sonrisa de oreja a oreja-. Estoy al corriente de que tienes una preciosa novia llamada Penny con la que bailaste en la graduación y por la cual te pusiste una inyección en el culo para que Sue no la despidiera.
Sam abrió su gran boca, sorprendido.
-Vaya, sí que vuelan las noticias.
Rachel volvió a ponerse un poco más seria y, con la vista perdida en el suelo, se cogió un mechón de su larga melena y empezó a alisárselo con las manos. Estaba un poco nerviosa.
-No, no, lo que quería decirte es...- comenzó con voz temblorosa, y respiró hondo-. Desde que Finn murió mi vida se ha convertido en un infierno del que no termino de salir. Intento seguir adelante, pero la gente me sigue tratando con pena. Quinn y Mercedes me llaman varias veces por semana desde entonces. Santana me impidió durante un mes hacer cualquier tarea de casa, y sé que Kurt tiene en su mesita de noche una foto con Finn que esconde cuando sale para que no la vea- Rachel, que gesticulaba mucho con las manos, comenzó a sentir una pequeña angustia en su pecho-. Realmente me sentía como si hubiera perdido toda la madurez e independencia que había conseguido cuando me mudé aquí sola. Sé que solo intentan ayudarme y hacerme las cosas más fáciles, pero me volví a sentir como una colegiala insegura, y es horrible. Pero entonces llegaste tú, me trataste como siempre lo has hecho y confiaste en mis consejos sin dudar- el chico rubio sonrió ampliamente con ternura-. Sam, has conseguido que me vuelva a sentir bien conmigo misma, me has devuelto la seguridad y me has hecho reír como hacía meses que no lo hacía- a estas alturas una lágrima despistada recorría su mejilla, pero no era de pena, sino de felicidad. Ladeó la cabeza-. Y solo quería... no sé, darte las gracias.
Sam la contempló de arriba abajo. Desde luego, Finn tenía razón. Rachel era especial. Entonces abrió los brazos de par en par.
-¡Ven aquí, tonta!- exclamó risueño.
Rachel soltó una risita y se abalanzó para darle un fuerte abrazo. De repente se escucharon unos gemidos y ambos amigos se separaron. Provenían del cuarto de Kurt. Y, con una mezcla de vergüenza, risa pícara y repelús, ambos saltaron a toda velocidad sobre el mando a distancia para subirle el volumen a la tele.
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