Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

MOMENTO KAROFSKY 1

David salió del instituto a toda velocidad evitando mirar a la gente a la cara. Se montó en su coche y condujo de vuelta a casa a una velocidad inadecuada. Al llegar se encerró en su cuarto con un portazo. Sus padres no habían llegado aún. Estaba solo, aunque pensándolo bien, siempre lo estaba. O al menos así se sentía desde hacía meses.

Dave se apoyó contra la puerta respirando agitadamente y tratando de asimilar lo que acababa de ocurrir en el vestuario. Cerró los ojos intentando tranquilizarse pero al abrirlos pudo ver la palabra MARICÓN escrita en rosa en la pared de su cuarto. Aterrado volvió a parpadear. No estaba allí. Miró de reojo el portátil que descansaba sobre el escritorio y se acercó a él con pasos poco decididos, anda firmes. Ni se molestó en sentarse. Necesitaba asegurarse de cuánta gente se había enterado de lo que ocurrió en San Valentín. Poca, esperaba. Pero mucho temía que Nick se habría ido de la lengua...

Con dedos temblorosos abrió el Facebook. Tenía varias notificaciones. Tragó saliva y las abrió. Su perfil se había llenado de comentarios de sus compañeros del equipo.

"¡¡Maricón!!"

"Es asqueroso".

"¡Vuelve al armario, homo!"

El chico notó un nudo en la garganta al tiempo que las lágrimas se acumulaban en sus ojos, empañándolos. Cada palabra le dolía como un puñetazo en el estómago. Le costaba respirar.

No podía aguantarlo más, así que bajó la pantalla del ordenador sin nada de delicadeza. Toda aquella angustia y pena salió disparada en forma de ira. Sintiéndose encendido le dio un manotazo a una pila de discos que se apilaban en la esquina de la mesa haciendo que cayesen en el suelo y se rompiesen con un estrepitoso ruido.

Con convulsiones que agitaban todo su cuerpo, Karfosky se dejó caer en la silla y enterró la cara entre los brazos, ocultándose de todo el mundo. Y lloró como un niño pequeño.

Luego se arrastró hasta el suelo y, respirando más pausadamente para intentar calmarse, recogió los pedazos de las carátulas de sus discos favoritos, arrepintiéndose de lo que había hecho. Cada trocito que cogía era como pedazos de sí mismo. Se sentía roto por dentro. Estaba hecho añicos y no tenía arreglo.

El chico notaba que su cabeza iba a explotar, así que decidió tumbarse en la cama. Su mirada se perdió en los aviones que colgaban del techo de su habitación. Los había hecho él mismo de pequeño. Le gustaban las maquetas de aviones y coches. A veces su padre lo ayudaba a construirlos ante atenta mirada de su sonriente madre. Pero las cosas habían cambiado mucho en los últimos meses. Ya su madre no sonreía cuando lo miraba, ni su padre pasaba tanto tiempo con él como antaño. No desde que les confesó que era gay. Aquel día su padre se había quedado mudo y su madre se escandalizó y montó un alboroto. Cuando se hubo tranquilizado lo cogió de las manos y le dijo que no se preocupase, que lo llevaría a un médico para que lo curase de semejante enfermedad.

¿Por qué era tan injusta la vida? ¿Por qué el mundo trataba mal a las personas que eran diferentes? Él mismo había acosado a Kurt en el McKinely haciéndole la vida imposible, sí. Se arrepentía de ello cada día. Pero, de verdad, daría lo que fuera por ser como él. Kurt tenía amigos, novio y un padre que lo entendía y apoyaba. Podía mostrar cómo era realmente sin avergonzarse de ello. Él no, y no podía soportarlo. Estaba solo, no tenía a nadie. No podía confiar en nadie. Kurt no le contestaba las llamadas desde San Valentín. Su mejor amigo dejó de hablarle cuando se atrevió a contarle su secreto. Y ahora sus compañeros de equipo se metían con él, lo humillaban y le daban la espalda...

¿Merecía la pena vivir así?

Dave se levantó y se dirigió con pasos firmes y decididos al pequeño vestidor que tenía en su cuarto. Rebuscó entre la ropa hasta encontrar el traje que se ponía para las ocasiones especiales. La corbata y el cinturón colgaban de la misma percha. Sin embargo siguió buscando hasta dar con otro cinturón.

Al volver al dormitorio colocó el traje sobre la cama y comprobó la resistencia de uno de los cinturones tirando de él con sus fuertes brazos. De nuevo se echó a llorar sobre el colchón al ser consciente de lo que se disponía a hacer. Acabaría con todos sus problemas de una vez por todas. Y no habría vuelta atrás.

Una vez se hubo secado las lágrimas se serenó y comenzó a vestirse. Quería estar elegante, aunque fuera una tontería. Así todo el proceso posterior sería más fácil. David se ajustó la corbata, enlazada con un perfecto nudo, y se abrochó con tranquilidad los cordones de los zapatos.

Por último echó un último vistazo a todo lo que le rodeaba: los trofeos, las maquetas, los posters de fútbol americano...

Sí, tenía miedo. ¿Por qué negarlo? Aun así jamás había estado tan seguro de algo. Entró en el vestidor y miró hacia arriba. En el techo había una gruesa viga de madera. Resistiría. Después hizo un nudo en el cinturón y lo comprobó. Todo estaba listo. Cogió un taburete y se subió. Y pasó el cinturón alrededor de su cuello. En un instante todo se habría terminado. Un paso adelante y acabaría con todo su sufrimiento. Miles de imágenes se agolparon en su mente en cuestión de segundos.

No dudó.

Suspiró.

Y le dio una patada al taburete.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro