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MOMENTO BRITTANA 2

Era martes por la tarde, por lo que todas las animadoras se encontraban haciendo cola en el pasillo del McKinley para una sesión de reconocimiento con la entrenadora Sylvester. ¿Que en qué consistía? Básicamente, las animadoras iban pasando una a una al despacho para que Sue las recolocara en la pirámide en función de su peso y les recordase la dieta que debían seguir. Quinn, la estrella del grupo, era su ayudante por ser un modelo a seguir. Siempre estaba arriba del todo y nadie se molestaba siquiera en intentar usurparle el puesto. Lo máximo a lo que se podía aspirar era a estar en el segundo piso.

Brittany estaba apoyada en las taquillas mordiéndose las uñas. Santana ya estaba dentro, pero ella todavía tenía otras dos chicas por delante. No estaba para nada preocupada porque solía mantener su reducido peso con facilidad, al contrario que Lord Tubbington.

De repente la puerta se abrió de un portazo sacando a la rubia de sus pensamientos llenos de unicornios. Santana salió corriendo a toda velocidad del despacho cubriéndose la cara con las manos y se alejó por el pasillo ante la atenta y temerosa mirada de sus compañeras.

-¡Santana!- exclamó Brittany echándose a correr tras ella-. ¡Santana, espera!

La alcanzó en un pasillo vacío y poco iluminado. La hispana se había dejado caer en el suelo con la espalda apoyada en la pared y la cabeza escondida entre las piernas. Incluso su repeinada coleta estaba algo desbaratada. La rubia se acercó con cautela porque sabía que Santana podía llegar a ser un poco peligrosa. Bueno, con ella no, pero con el resto de personas sí... No obstante, era mejor ser prudente. Se puso en cuclillas frente a ella manteniendo un perfecto equilibrio y le acarició el brazo.

-¿Qué ha pasado, cariño?- preguntó con dulzura ladeando ligeramente la cabeza.

Santana alzó el rostro, pegajoso y cubierto de lágrimas.

-¿Cómo he podido engordar medio kilo en una semana?- se lamentó-. ¡No he comido nada sólido desde la semana pasada! ¡Lo estoy haciendo todo muy, muy bien!- balbuceó llevándose las manos al pecho.

Su amiga se encogió de hombros.

-A lo mejor es que te han crecido las tetas- sugirió, y no en plan coña.

Los carnosos labios de Santana se alzaron ligeramente por las comisuras. Oh, solo ella conseguía hacerle sentir bien. Era especial.

-¿Tú cómo lo haces, Britt?- preguntó.

La rubia se quedó pensativa y se llevó un dedo a la barbilla.

-Bueno... Para empezar no sigo la dieta de la señora Sylvester estrictamente. No puedo evitar comerme una barrita digestiva de chocolate al día, son mi perdición- confesó-. Pero sí que como, hay que hacerlo. Frutas, verduras... Las setas no porque es donde viven los gnomos y no estaría bien dejarlos sin casa por mucho que digan que están ricas- Santana puso los ojos en blanco- Y bailo, bailo mucho. ¿Quieres probar?- sugirió de repente con la cara iluminada de la ilusión- ¡Venga, baila conmigo!

-¡No, no, no!- exclamó Santana entre risitas.

Su amiga le agarró las manos y, sin levantarse, comenzó a balancearse de un lado a otro al ritmo de una musiquilla inventada que comenzó a tararear.

Cuando pararon se hizo un incómodo silencio entre ambas. El corazón de Santana latía rápidamente. Algo la hizo soltarse de las manos de la otra joven como si quemasen y ponerse seria de nuevo.

-Britt, yo...- comenzó. No era buena haciendo confesiones. Se humedeció los labios-. Quiero ser como Quinn. Quiero estar en lo alto de la pirámide, ser el centro de atención. Quiero ser guapa, sexy y perfecta como ella.

-Oh, cariño, lo eres- contestó la otra con ternura.

-¿Cómo lo sabes?

Brittany la contempló durante unos segundos con una expresión muy extraña en ella. Parecía estar analizando un difícil teorema en su cabeza. De repente se echó hacia delante, cerró los ojos y la besó en los labios. La hispana no supo cómo reaccionar. Cuando se separaron, Santana tenía los ojos y la boca abiertos como platos y un gesto de horror en la cara.

-¿¡Qué haces!?- exclamó con voz de enfado, aunque no era enfado lo que correspondía exactamente con sus sentimientos.

La otra joven parecía muy tranquila y segura.

-Solo intentaba demostrarte que lo sé porque es como yo te veo- aclaró como si hablase del tiempo que hacía en la calle-. ¿Qué pasa, no te ha gustado? Dicen que soy la chica que mejor besa de todo Ohio.

"¿Qué pasa, no te ha gustado? ¿Qué pasa, no te ha gustado? ¿Qué pasa...?". Aquella pregunta resonó en los oídos de la morena durante un buen rato. No sabía qué contestar. Por supuesto que no, es decir, ¡es una chica! ¿Cómo iba a besar a otra chica? ¡A ella le iban los tíos! Si llevaba liándose con ellos desde los 6 años, por favor. Pero entonces, ¿por qué...?

Bueno, no pasa nada. Ha sido un beso inocente. Brittany es así, siempre ha sido así. No era ningún secreto que se tiraba a todo lo que se moviese. Simplemente había sido un estúpido pico entre amigas sin ninguna importancia, ¿para qué darle más vueltas? Total, esas cosas pasan, si hasta salen en la tele.

-¿Santana...? ¿Santana?- la voz de Brittany le sonó lejana, como si la llamasen desde un teléfono con poca cobertura.

Se había quedado extasiada sumida en sus pensamientos.

-Lo siento, Britt- dijo volviendo en sí y la voz un poco ronca-. Sí, besas muy bien, pero no... Esto no puede ser. No soy como tú. Eres mi mejor amiga, pero no debe volver a repetirse, ¿de acuerdo?

La rubia asintió un tanto apenada.

Sin embargo, dos días después hubo otro beso inocente. Y luego otro. Al cuarto, Santana comenzó a plantearse de verdad hasta qué punto eran inocentes. Pero bueno, mientras nadie se enterase...

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