MOMENTO BRITTANA 1
Por regla general Santana era una chica antipática. La primera impresión que dejaba en la gente no era muy agradable. Ella siempre decía que no le gustaban las etiquetas a menos que hubiese robado algo, pero desde luego la de "cabrona" le iba muy bien, y estaba orgullosa de ello.
Cuando se apuntó a las animadoras en primer curso Quinn era su competencia. Tardaron un tiempo en hacerse amigas y formar su famosa "Trinidad". Santana odiaba la predilección que parecía tener la entrenadora Sylvester por la rubia. Le jodía bastante que estuviese siempre en la cima de la pirámide mientras que a ella le tocaba estar en el segundo piso. Pero cuando comprobó que aquella Barbie era en realidad una ambiciosa que haría cualquier cosa por conseguir lo que quería se dio cuenta de que tenían más cosas en común de las que pensaba y se hicieron amigas.
Con Brittany, por el contrario, todo fue distinto. En su momento la hispana no supo entender el porqué, pero aquella rubia de ojos azules le había caído bien desde el primer momento. Y eso que tenía todas las papeletas para ser la animadora con la que más podía meterse debido a su personalidad. Luego, al hacer las piruetas con su increíble y flexible cuerpo, es cierto que callaba algunas bocas.
Oh, Santana nunca olvidará la primera vez que vio su cara. Se dio cuenta de lo importante que había sido ese momento cuando no pudo evitar que unas lágrimas se escapasen de sus ojos al cantarle al señor Shuester "The first time ever I saw your face" con sus compañeras del Glee. Pero menos aún podría olvidar la primera vez que habló con ella. La entrenadora, en contra de su voluntad, les había dado un respiro de dos minutos entre acrobacia y acrobacia. Era muy dura e insistía en que no debía haber pausa en los ensayos para no enfriarse.
-¿A qué esperáis para venir aquí?- gritó Sue a través de su megáfono en mitad del campo de fútbol americano- ¡Todavía estáis gordas! ¡Hay que quemar esa grasa que os sobra! ¡Os quiero aquí YA! ¿O acaso esperáis que os saque unos colchones y os abanique?
Una a una las animadoras fueron levantándose del césped todavía cansadas y sudorosas y arrastraron los pies hacia el campo. Todas menos una. Aquella chica rubia que parecía estar siempre en otro mundo seguía sentada jugueteando con su zapato. Santana no sabía su nombre. La entrenadora solía ponerle motes a la gente. A las chicas de la base de la pirámide solo las señalaba y les decía "tú".
-Si no vas ya la entrenadora te matará, literalmente- advirtió Santana quedándose rezagada del resto-. ¿Qué te pasa?
La rubia alzó sus ojos azules.
-No sé atarme los cordones- dijo con una vocecilla.
Santana tenía una doble personalidad a la que llamaba Snicks y a la que culpaba de su bordería. Cuando se metía con alguien o se reía de la gente por ser demasiado estúpidos podía decir tranquilamente que no era ella. Pero Snicks no apareció esa vez. Simplemente aquella chica y su comentario le parecieron demasiado tiernos como para decir algo hiriente. Haciendo caso omiso a los gritos de la entrenadora, la hispana volvió sobre sus pasos y se agachó frente a la rubia.
-Te ayudo- se ofreció cogiendo los cordones blancos y haciendo un perfecto y resistente lazo ante la atenta mirada de la otra-. Ya está.
-Gracias...- contestó la muchacha mordiéndose las uñas-. Por cierto, me llamo Brittany- se presentó con una sonrisa.
La morena la escudriñó con la mirada unos segundos. Había algo de ella que... le gustaba, de alguna extraña manera, aunque no sabía decir exactamente qué.
-Santana López- contestó finalmente.
Brittany meneó la cabeza haciendo que su cola de caballo se agitase en el aire.
-Oh, bueno, has dicho tu apellido... ¿Puedo contarte un secreto, Santana López?
Santana parpadeó varias veces y arrugó el entrecejo. Asintió algo confusa. Brittany se acercó más a ella. Estaba muy, muy cerca.
-Yo me llamo Brittany S. Pears- susurró-. No se lo digas a nadie porque pensarán que soy Britney Spears y no me dejarán tranquila.
Santana cerró los ojos tratando de asimilar lo que acababa de oír. Era la estupidez más grande que había oído en su vida y sin embargo... solo puedo soltar una pequeña risita y componer una sonrisa de oreja a oreja.
-Lo prometo- dijo con sinceridad.
Entonces se incorporó y le dio la mano a Brittany para ayudarla a levantarse.
-¡Vosotras dos! ¿Qué hacéis todavía ahí?- les regañó la entrenadora Sylvester.
A ninguna le importó, sino que caminaron juntas hacia el centro del campo con total tranquilidad.
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