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Realidades


Lorenza.

Yo todavía me sentía en una tonta pesadilla, y ese idiota me sale con que me estoy enamorando de él... Además, en estos momentos siento que soy la protagonista principal de una novela de mal gusto y que debía seguir fingiendo por mi salud y por mis amigas, que, si se estaba quebrando con el pasar de los tiempos, de los días. Y Anthony estaba ocupando cada uno de mis rincones, sin darse cuenta.

Estaba tan concentrada sintiéndome miserable y con dolores en el alma, cuando mi amiga Nadia me recordó algo importante.

—Acuérdate que mañana vamos a celebrar — Nadia me guiñaba el ojo mientras yo entraba al auto; después del susto que me llevé con Spada, era mejor andar prevenida...

—Obvio que sí. —Lo vi montarse en una motocicleta negra; era todo un clásico, pero nada comparado con mi amado 'blanco', mi motocicleta de última generación.

Una de las cosas más locas que hice antes de entrar al último año en el Instituto fue robarle la tarjeta de crédito a mi papá para comprarme una moto. Quizá ya era un acto de rebeldía, pero ya no me importaba tanto lo que dijese el señor Víctor.

Yo no quería ser la típica niña que necesitara a un hombre para montar, yo quería montar y recorrer el mundo sin importar lo que dijeran los de la alta sociedad. Pero volviendo a esa realidad las cosas ya no eran tan fáciles.

***

De repente, los guardaespaldas que mi padre me colocó se hicieron en el auto conmigo: dos en la parte de atrás y otro al lado. Fermín, mi querido chofer, me miraba y lo negaba; yo los detestaba.

—Primera regla — hablé; los cuatro hombres me miraron con miedo —: dentro de la casa entiendo que tengamos "cierto protocolo", pero aquí en mi auto, pueden reírse y contarme lo que sea — el conductor solo sonreía; tanto fue así que se le hacían arrugas en la cara —, detesto el silencio y la élite. Sé que deben de cuidarme, pero no soy débil.

—Está bien — el copiloto mencionaba — es bueno saber que tenemos alguien a quien cuidar. —Se quitó las gafas de sol y sonreí; tenía aspecto de casanova. —Y que no es una bruja creída.

—No sé por qué todo el mundo piensa eso de mí. —Blanqueé los ojos. —Que sea yo la hija de un poderoso... —Apreté de inmediato los labios, ya que iba a decir "de un mafioso". Nadie podía saber qué era lo que estaba pasando en casa, ni siquiera los empleados... —Hombre, no quiere decir que sea mala leche — aunque por una extraña razón sabía que ellos tres y Fermín ya tenían claro el porqué de su contratación. —Tengo mi corazón grande —hice pucheros inocentes, haciendo reír a mis acompañantes.

Estábamos de camino a casa cuando el conductor volteaba hacia una callejuela.

— ¿Para dónde vamos? —pregunté.

—Niña Lorenza — Fermín habló; me dispuse a atenderlo —, hoy no la voy a llevar... en, en estos instantes no vamos para la casa... Hice mala y el trago entero — eh... — Titubeaba, concentrado en girar para aproximarnos al sitio de mi destino. — Lo lamento.

No dije nada, solo pude empuñar mis manos; era manera real de sentir que no era un maldito sueño. Pues desde que me había enterado de aquella realidad, quise ser de otra familia; curiosamente, me adentré al mundo de la mafia por herencia.

—No te preocupes — dije—, sé que tú no tienes la culpa de la locura de tu jefe.

—Voy a estar esperándole aquí. — A los gorilas de mi padre se les hacía rara la relación tan familiar con Fermín; se les notaba en la cara. Pero, para ser coherente, yo lo veía como parte de mi familia; estuvo conmigo desde que nací, y me contaba historias de los tíos y de mi papá, hasta de la madre de mis hermanas.

Al llegar, el guardaespaldas a mi derecha abrió la puerta y yo salí corriendo sin decir gracias con mi bolso del colegio hacia un garaje oscuro. En aquel lugar había gente armada por todos lados guardando algo prohibido... Claro la "mercancía".

—¿Es usted la señorita Lorenza? — me preguntó un joven rubio. Yo solo asentí. Era muy guapo, estaba bien presentado en comparación con los trabajadores. Además, con acento extranjero—, su padre la necesita.

— ¡Ah! — solo alcancé a exclamar mientras era llevada por aquel chico hacia dentro de un edificio que en algunos sitios parecía un laboratorio de química; en otros se notaba que unas habitaciones con muy poca luz... Después de unos cuantos metros, llegamos a una puerta de metal que se abría frente a nosotros, jalándola hacia adelante.

— Espérese aquí.

El chico entró y yo estaba pensando mil cosas.

Pasó medio minuto cuando vi pasar una mesa con roda chines tenía varios empaque "Harina." De repente aparece mi padre con el chico bonito.

—Hola, pequeña —él también observaba la carga con disgusto —. Ven, pasa.

Yo me quedé en silencio, siguiéndole al entrar en su oficina, o más bien en la verdadera oficina de mi padre. Él me ofreció un asiento y yo me quedé parada, entonces mis padres

— ¿Para qué putas mandaste a Fermín a traerme hasta acá? — pregunté con furia y desdén. El chico rubio estaba al lado de otro, un tipo chinito buenón... Ambos se extrañaron de mi actitud.

El sueño de mi K y de mi Nady.

Mi papá se comenzó a estresar de una manera tal que tuvo la buena idea de agarrar un papel y destrozarlo en mil pedazos, haciendo que mi cuerpo se sentara solo para evitar problemas.

—En primer lugar, Lorenza Salerno Luna — estaba enojado, muy enojado, entonces gritó—: soy tu padre, por ello debes respetarme. —Don Víctor creía que le iba a bajar la cabeza, pero no, ya que si debía ser la "reina o padrina", tenía que tener un alto índice de cinismo y arrogancia, aunque yo no fuese así.

Ambos suspiramos y, con tono conciliador, me dio un poco de su entendimiento.

—Prince — mirando con el rabillo del ojo al asiático y al rubio, los cuales se retiraron en silencio —, sé bastante bien que querías otra cosa — yo asentí, sí quería ser la dueña de una taladora, pero no de una fábrica de drogas —, pero alguien tiene que acabar o continuar esto.

— ¿Cómo si el narcotráfico es el negocio más rentable que hay en el mundo? — dije con ironía cruzando mis brazos; mi progenitor reía con arrogancia. —Padre, sé que debo seguir con una estúpida realidad —grité, para desahogarme —, ya que no hay nada que hacer.

—Si hay de otra — me acarició la cara en manera de consolación —, tú puedes cambiar esto.— Abrí los ojos por eso.

"Yo podría cambiar ese negocio", pensé y exclamé para que me diera una explicación valedera.

—No entiendo.

Él sonreía como si hubiera encontrado una solución a aquel problema.

—Después de que salgas del colegio, te vas a casar con el segundo heredero de la organización. —Lo dijo de una manera tan falsa que no le creí.

¿Casarme yo, herederos qué?

— ¿Tú de verdad me ves casada con alguien? —Me paré de allí de un solo salto, me reí con nervios—. ¿Y cómo es esto de la Organización? —Mi cabeza se llenaba de preguntas.

—Aquí es donde comienza el entrenamiento — agarrándome de los hombros para sentarme de golpe —; la verdad, no te veo casada con ningún cabrón.

Sonreí; sabía yo que él no iba a volver a cometer el mismo error por quinta vez, porque yo tenía una tía que no conocía, quien se casó joven, la tía Lucia... que mi tío Daniel odia con la vida. Moví las manos como para procesar información; entraron los dos pasantes de Víctor.

"Entonces, ¿por qué dices esas estupideces?", pensé cuando los dos hombres me miraban con curiosidad.

— Chicos — los hombres atractivos me miraron y sonrieron. Haciendo que me colocara roja de la vergüenza—: les presento a Lorenza Salerno Luna. —Yo me quería volver loca. —Mi hija, además de ser la heredera de este negocio.

—Mucho gusto — el coreano me besó la mano derecha—. Me llamo, Kě xìn — papá frunció el ceño; supe que estaba celoso—. Soy la persona encargada de llevar la mercancía a Asia y África.

El rubio se hizo delante de mí; algo me dice que me estaba analizando. —Perdona por no presentarme antes —, besando otra vez mi mano derecha—. Yo soy Christopher Fells — Víctor traga un poco de agua; noté sus celos a mil por hora.— Soy tu aliado en América del Norte y Europa.

Con que estos eran los embajadores y los que se encargan de llevar todo a esas partes del mundo... Ahora que lo pienso y razono, entiendo el afán de mi padre para que yo termine el colegio.

Toda la tarde estuve con mi papá y mis dos nuevos asistentes en el resto del mundo, aprendiendo en teoría cómo se manejaba un cartel de droga, manteniéndome en contacto con las demás familias y recordando algo muy importante...

"Nadie está sobre ti en esta cadena, ni siquiera la política y la religión".

Eso decía mi padre.

Me contaba sobre las cuatro familias de la Organización y me aconsejaba que, frente a los líderes, debiera ser imponente, capaz, además de saber cuándo una propuesta estaba bien o mal.

—Tus aliados—. Papá se dirigió a mí, mientras yo comía ensalada que llevaron a domicilio. Al parecer, debía de tomar esto como clases extras del colegio, aunque piénsalo bien, de esta forma podría proteger a mis amigas y a mi gente; no se me hacía tan mala idea — pueden ser tus amigos como tus enemigos.

—Ahora bien... — Limpié mi boca con una servilleta de papel. — ¿Quiénes son los aliados y los enemigos? — pregunté. Para tomar unvaso de agua, necesita verme y sentirme como una adulta.

Kě xìn sacó una proyección mostrándome cuatro árboles genealógicos; de cuatro familias, en una de ellas estaba mi foto encabezándola.

—Como puedes observar, este gráfico muestra nuestra línea de herencia; ya está completa hasta el momento—, Papá me observaba con esperanza, como si quisiera yo ser madre,ni loca —. Están los Spada, los Salvatore y los Sabino.

"Los cuatro S"

Recordé cuando era pequeña y las noticias mencionaban esta red de narcotráfico; ahora sí entendía todo.

—Con que los Spada también están en este negocio — susurré y pregunté rápido antes de que mi papá preguntara— y ¿ellos ya tienen heredero?

—Como puedes ver, no —papá tomaba coñac algo nervioso, más bien algo nostálgico —, ellos tienen dos posibles herederos.

"Claro, el hermano bastardo de Anthony", pensé. Recordé cuando Iris me contó la situación con la madrastra de ese idiota.

Papá continuó hablando y explicando una cosa importante.

—Ellos eran nuestros enemigos a muerte; antes, ahora son nuestros aliados.

— ¡Okey! — Mirando el reloj, debía hacer algo relevante con las chicas y este señor no me quería soltar—, me imagino que la familia Salvatore son amigos.

—Aunque tú le hayas roto el corazón a Marcos— mi exnovio desde hace años, es el hermano mayor de Teo, el mejor amigo de Anthony. —Exacto — afino con la cabeza mientras yo le robaba un pedazo de carne...—, y la familia Sabino, tienes que tener cuidado con ellos.

—Lo sé, pa —saqué mi cuaderno de notas — K, me te mando una nota.

—¿Tu amiga? — moví la cabeza como afirmación—, esa chica me cae bien... Sabes, hija mía, tú también necesitarás amigos fuera de esta locura.

***

Me adelanté en contarle—: es que vamos a salir mañana en la noche y si no llevo una buena cuartada, mamá Reina...— los tres hombres sonrieron. Quizá me entendían un poco—no me dejara ir.

—Pero llevas guardaespaldas.—Fruncí el ceño, pero si tenía que aprender a ser buena negociante, iba a practicar con mi gran maestro.

—Los llevo, pero que vayan de civil y alejados de mí; me quedaré en casa de Iris —dije. —Tranquilo que si algo me pasa, obviamente te lo haré saber. —Él miró la nota, tomando el bolígrafo negro y firmó.— Trato hecho.

—Ya estás aprendiendo — apreté su mano, como si hubiéramos cerrado un gran negocio—. ¿Necesitas dinero?

No quería que me comprara, pero si necesitaba dinero para comprar... no lo que ustedes imaginan (ropa, maquillaje...), a mí definitivamente me gustaban más los libros, las cosas mecánicas, aunque, para qué negarlo, a mí me gustaba verme bien, pero no le ponía mucho esmero.

Entonces asentí.

—Sé que más adelante vas a cambiar esto — mi padre y yo rara vez nos uníamos en algo; según lo que pude notar, a él tampoco le gustaba esto —. Por eso aprovecha este último año del colegio...

—Okay, lo haré, pa— agaché la cabeza en un diminuto movimiento—, me das tu bendición, por favor.

—¡Hija mía! Que Dios te bendiga y la Virgen María te cuide. —Los líderes de esta familia eran diferentes con los dientes.

Obviamente que lo voy a cambiar aún más sabiendo que Anthony es mi aliado, pero todavía no sé con quién me casaré...

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