Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Primer año


8 años después...

Lorenza.

Toda esta historia comenzó cuando recién cumplía 7 años y ya sabía que los elfos, las hadas y toda creatura mística era mentira, muy por el contrario eran mis hermanas mayores en las que mis hermanas mayores si creían..., había algo malo en mí, porque aunque fuese una niña, nunca tuve el afán de ser una princesa, pero aunque no tuviera esa necesidad de magia siempre quise una relación como la de mis padres, siempre sentí que mis padres se guardaban el uno al otro como si la verdad estuviera en sus ojos.

Ellos habían construido un amor a base de libertad, deseaba mucho encontrar a alguien que me amaran mucho, porque yo le amaría igual.

Es difícil comenzar de nuevo después de tener todo en un colegio, tenía siete años cuando tuve que mudarme y ser trasferida a un Instituto de Monjas más exactamente al San Ignacio. Recuerdo a mamá decirme a la entrada de un gran edificio con puertas de metal y rejas como toda cárcel, me daba mucho miedo esas edificaciones, de películas de terror; en ese momento no.

—Princesa—. Siempre me había llamado así, a pesar de que a mi molestara. ella me abrazó antes de dejarme en la puerta del colegio —cuídate mucho, pórtate bien, aprende muchas cosas nuevas.

—Mami... — me avergonzaba tantas muestras de cariño— ya debo irme— definitivamente era como mi padre.

—Tu papi, viene por ti, ya que voy a estar en una junta con unos accionistas — asentí con las mejillas coloradas de la vergüenza besando su mejilla—Cuídate mucho, te amo mucho mi niña—gritando desde lejos.

—Mami, yo también te amo mucho —le dije a madre abrazándola de una manera muy fuerte.

Aunque no tenía miedo, me da un poco de tristeza dejar la casa a pesar de que volvería a ella en la tarde, no está de más decir que estudiaba en un colegio que era para niños con padres de dinero, por ende, sentía que teníamos muchos privilegios que a veces no son tan necesarios.

No pregunten, porque tenía estos pensamientos siendo a una niña tan pequeña, pero lo sentía de esa forma.

Solo me alegré cuando dijo que mi padre iba a recogerme, podría estar con él, aunque fuese el primer día, para mí, porque las clases ya habían comenzado hacía unas semanas.

Yo siendo la nueva del barrio y del colegio ¡Qué emoción!, es que llevábamos poco tiempo en la ciudad, por cuestiones de la taladora de mi papá, regresamos a nuestro país natal, viví en Colombia con mi tío Daniel y con tía Amelia, ellos eran mis padrinos, por otro lado, otra de mis tristezas era que mis hermanas y mi primo Aurelio un año mayor que yo y el pequeño Francisco se quedaron en Colombia, y ya no podía visitarlos tan seguido, si estaba estudiando aquí. En este colegio que parece una cárcel.

Iba caminando lento, tan lento que podía percibir los pequeños gritos de los niños jugando antes de formar, note a las maestras llegar con sus ojeras, trasmutando la pereza del primer día después de un fin de semana de descanso o de más trabajo... había una necesidad bastante obvia, deseaba ir y comenzar mis clases, a ver cómo me iba siendo la nueva en este colegio.

Cuando me encontré al fin a un adulto responsable iba hacia él caminé, hacia esa persona, aunque sabía que los niños de siete años entraban después de los otros, de repente sentí que me vigilaban y me llamaban con solo la presencia. Él estaba allí en los columpios, rodeado de sus amigos, de niñas bobas que lo veían como si fuera un dios griego. Apartándose de su "Zona de confort", luego me habló como idiota.

Recuerdo que me quede quieta en una sola pieza, el chico tenía en ese entonces como siete años, era re alto y con unos ojos de azules que me parecía monstruo.

—Hola, bebé — aquel chico me dijo eso — me llamo Anthony, Anthony Spada—, y yo sin mediar palabras le lanzo un zarpazo con mi mano derecha.

No sabía de donde había escuchado ese nombre, pero me causaba ira, un sentimiento que no entendía, como si debiera huir de él. Por qué no era buena persona. Quizá me estaba sugestionando demasiado, no conocía a nadie, no podría dejar de pensar en que algo malo me puede estar pasando con él.

— ¿Cómo diablos me dijiste? — Le grite con todas las fuerzas de mi alma mientras que el chico me observaba con odio y sorpresa — para tu información me llamo Zaren Salerno, Lorenza Salerno, Luna—, le vuelvo a dar entre las piernas—. Y no permito que nadie me diga "Bebé", soy la heredera de las empresas Salerno...

Dejándolo allí tirado en la mitad del patio para dirigirme al salón junto a la maestra, cuando mire al niño, él dijo.

—Con que Salerno, okay —sonrió de una manera loca en medio de su dolor, para antes de decir —me las vas a pagar — escuche tratando de no verme temerosa.

"Eso lo veremos idiota" pensé

Todas las niñas me fruncieron el ceño, cosa que era lo que menos importaba, ya se imaginaron porque, nadie me iba a faltar el respeto y salir entero. Respire profundo observando a un grupo de niñas que ocupaban una mesa debajo de un árbol de cerezos, ellas observaban con disfrute aquel acontecimiento sin dudarlo sería un gran comienzo y si lo fue.

"El primer día dando Show, ¿qué diría mi nana Carmen y tita Amelia?"

Ellas se enojarían mucho, pero qué más da. Después de un rato y que las clases terminaran, además de hacer las presentaciones pertinentes, me senté en la banqueta esperando a mi padre, pero mientras que eso pasaba las rejas del colegio se abrían entrando una gran camioneta negra. En la cual se montó Spada, quien se quedó mirándome con una sonrisa desafiante, cuando escuche que alguien le gritaba haciéndolo entrar en auto.

Al rato llego mi padre el cual me esperó con las preguntas de siempre.

— ¿Cómo te fue? — A él no podía mentirle como a mamá, yo únicamente sonreí lo más sinceramente posible, de inmediato noto mi frustración con ese tal Stuart — Lorenza, ¿cariño que te hicieron? —recuerdo que frunció tanto el ceño que a mí me dio miedo, papá fue y aún es demonio cuando se enoja lo conozco, ya que su pequeña es así.

—Pues...— agarré mi falda nueva y le hice dobladillo, después llorando le dije —me puse a pelear con un niño grande porque me molesto y lo golpee — trate de sonar arrepentida, mi padre Víctor observaba mis gestos y complete — sabes y no arrepiento de haberlo hecho.

Mi papá se comenzó a reír y yo no me las creía, creí que me iba a regañar, pero no. Creía que a decir el mismo discurso que decía cuando me portaba "mal" en casa...

—Vamos por un helado —guiñando su ojo izquierdo y limpiando mis lágrimas de cocodrilo con su Blaise — no te preocupes, que esto quedará como secreto entre Fermín, tú y yo — gire a ver al chófer quien también guiño su ojo, haciendo que mi ego como la hija del talador más grande del mundo creciera hasta la estratosfera.

Al cuarto helado me quede dormida, mi papá me cargo hasta que llegamos a casa.

—Ya se encontró con él—mi papá hablaba tan tranquilo sentado atrás mirándome con ternura.

"De quien estaba hablando"

— Al llegar deberá hablar con ella, señor —dijo el casi abuelo Fermín.

Él señor conocía mi familia desde mucho, mucho antes de mi nacimiento y el nacimiento de mis hermanas, era como el mayor de las personas que trabajaban para mi familia.

—Lo haré —, me moví para que abrazara —mi pequeña zanahoria, es tan inteligente que hará todo lo posible para que la familia se quede con todo.

—Señor, hemos llegado.

Sinceramente, al llegar a casa, me encontré con mamá, quien también me pregunto. ¿Cómo me había ido?

Entonces conteste, haciendo una demostración mínima de afecto... A mi mamá le alumbraron los ojos.

—Bien, mami —le abracé de una manera que ella no esperaba. —te extrañé mucho, mami.

—Yo también te extrañé mucho, mi princesa —beso mi frente y me tomo de su mano para guiarme hasta la habitación.

—Mami, sabes hay un niño en el salón y no me cayó bien —ella me coloco mucha atención —me dijo bebé, el único que me dice bebé es papá —mi mamá solo se rio, pero no era una risa de entenderme, era una risa de burlarse de mí.

—Primero, me alegra mucho que te hayas hecho respetar, tú eres la heredera de esta casa y eso nadie te lo va a quitar.

***

Los días pasaron, no tenía amigos ni amigas, es que era niña con actitud rebelde y nada conformista, contando también, para mi mala suerte, que la guerra comenzaría días antes de las vacaciones de verano. Los chicos de primero B, debían hacer un recital para los de primero A y kínder.

Unos actuarían, otros harían magia y yo me lo tendría que cruzar por mi camino, ver con sumo cuidado lo que haría, debo de contar que después de la primera presentación con aquel idiota, me lo encuentre hasta en la sopa.

Como yo me había ganado el cariño de la profe de primero, siempre era así mi carisma era nato, entonces logre colarme detrás bambalinas antes de que el Show comenzará. Me encontraba caminando muy relajada por el escenario cuando veo un gran piano blanco de esos antiguos, de aquellos de tapa y encima de esa tapa estaba escrito en un papel quien era el dueño.

Yo leía bien desde los cuatro años.

"Spada F Anthony"

Eso me había dado una idea, le rayaría el piano por venganza. Ya que a él dolió tanto que una niña se hiciera respetar, que se metió con mi maletín de coletas. Ese bolso era un regalo de mi hermana mayor traída desde Japón, si hermana mayor me llevaba unos muchos años; entonces saque mis tijeras de punta redonda y ya le iba a regalar el primer rayón cuando una voz me preguntaba.

— ¿Qué haces aquí? — sonreía diciendo malévolamente el chico escaneo el lugar con rapidez... Dando paso a lo que, yo tenía que decirle.

—Vengarme por lo que me hiciste hace unos días. No sabes lo que le costó a mi hermana mayor conseguirlo. Entonces me voy a vengar—Spada corrió quitándome las tijeras de mis pequeñas manos antes de dañar el instrumento y empujándonos hacia el suelo, haciendo que sus ojos se encontrarán con los míos, en los cuales se notaba el miedo y la poca gana de ser dañada... los hombres de ojos azules me daban miedo, pero no recuerdo bien el porqué.

—Qué niña tan tonta —, el bastardo se divertía con mi miedo, acto siguiente me paró del suelo color rojo de un solo tirón y como si nada, hablaba — ¿Qué te parece si hacemos una guerra? — se sentó en la butaca del piano a ensayar y mientras sus dedos recorrían las teclas del instrumento con destreza comenzaba a describirme la idea más descabellada y retorcida de mi vida.

— ¿Qué ganaría yo? — pregunté caminando un poco hacia atrás para alejarme de él.

—Mi respeto y el respeto de todos en esta cárcel, Salerno ¿Por qué eso es lo que quieres? — asentí moviendo mi cabeza, algo me encantaba esa estúpida idea verlo llorando y pidiendo clemencia. Volvió al piano —será una guerra de bromas— hizo un mohín con la boca — en otras palabras, una guerra De sexos.

De repente se reía y yo me estaba controlando en no partirle la cara, entonces respire hablando un poco duro, pero haciéndome sentir.

— ¿Estás dispuesto a perder frente a mí? — pregunté al chico con el vestido de paño, asintió y sonrió... —Spada, creó que tienes una larga lucha —yo hice una mueca de felicidad y le ofrecí mi mano derecha.

—Eso lo veremos, niña— tenía mis mejillas coloradas y no entendía ni bonito era.

Él me abrazo halándome contra su pecho como en las novelas que Carmencita.

—Acuérdate y espero que no se te olvide una cosa—, besando mi mejilla suavemente tal fue el tacto, que me había dejado una leve picazón— esto se acaba cuando uno de los dos se enamore del otro.

—Nunca me enamoraré de ti — sonreí de manera amablemente hipócrita — prefiero comer mocos, antes de que eso.

—Eso lo veremos también—, guiñando su ojo muy confiado, era un idiota de primera.

Iba a darle una fuerte cachetada, si no es porque la profesora arriba con mis compañeros y los demás chicos. El recital me gustó, la música que él interpretaba era triste, pero hermosa y en casi todo su concierto él no abrió los ojos, creo que de esa forma daba a conocer todo lo que sentía, esa fue la primera vez y la única que le vi cómo alguien bueno, ya entendí por qué las demás chicas se morían por Anthony, si así se conquistaba todo el salón y colegio que se podría esperar de la región.

Al salir del lugar me topé con las chicas del árbol de cerezos, unas estudiaban conmigo, otras estaban en el salón de Stuart.

—Me caes bien — hablo una niña que estudiaba conmigo mientras veía como Anthony fruncía el ceño, me imagine que querían algo, pero no solo una linda amistad —¿Quieres ser nuestra amiga?

Nunca en la vida me preguntaron algo como eso y eso me hizo reír mucho, aunque no sabía cómo reaccionar. Acepte ya que tendría una persona con quien jugar, eso me gustaba mucho que quedarme sola en recreo.

—Sí, pero me ayudan a vengarme — dije acercándome a ellas, con nerviosismo del bobo de Spada.

—Perfecto — hablo una de mis compañeras de salón — yo me llamo Nadia...

—¿Conoces al chico que te molesto? —, preguntó otra de las chicas tratando de sacarme información. De inmediato lo negué —Es alguien superfamoso, ha estado en varios países tocando su piano.

— Pues yo tengo a mi tío Daniel que toca mil veces mejor el piano que ese niño —conteste evidentemente molesta a todo eso.

—Si, ni siquiera me conoce, no entiendo su afán de molestarme —dije yo, tratando de no volverme a enfadar. —es que ni que fuera tan lindo.

Eso era mentira, claramente me estaba mintiendo, pues el pendejo era lindo estratégicamente, además según parece era un chico inteligente. Con esto sentía, que me iba a crecer la nariz, como en las historias que mi mamá me contaba haciendo énfasis en lo que menos importa es la mentira, si no la apariencia.

—Lo más seguro es que le gustas —dijo otra niña con otro acento —mi nombre es Karin y voy en tercero.

—Eres K, ¿verdad? — pregunté yo.

Había visto su nombre un par de veces en los salones de primaria, con unas cosas escritas que iban para algunos profesores que le caían mal.

—Sí, soy yo —hablo orgullosa, aunque bajando la voz de una manera rápida.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro