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Momento 8

Momento 8

El calor de ese día era sofocante, era como estar en el mismo infierno.

Aome suspiro sacando algunas gotas de sudor que caían a lo largo de su frente, observo con determinación, su arduo trabajo varios troncos apilados uno sobre el otro, luego de ser talados por sus propias manos.

Hiriyo sonrió extendiéndole un cuenco de agua fresca, la sacerdotisa ansiosa acepto, pues su garganta pedía a gritos ser saciada-"Cerca de aquí hay un lago"-el señalo un camino-"Sigue el sendero no tardas en encontrarlo"-agrego mientras se disponía a recolectar la madera. Aome observo dudosa, tenía mucho calor y un baño de agua fresca no le vendría nada mal, busco un par de prendas y en compañía de su arco,-en caso, de que se topara con algún monstruo- emprendió la búsqueda de aquel lugar.

No iba a arriesgarse a ser atacada, por esa razón decidió inspeccionar los alrededores, para su buena suerte no sintió la presencia de ningún ser maligno. Aprecio con más tranquilidad el paisaje que se extendió a sus pies, el lago no era muy grande, de aguas limpias y sumamente transparentes, nada perturbaba la superficie, y sin duda alguna se volvía cada vez más apetecible con el pasar de los segundos, estaba rodeado por grandes árboles, cuyas ramas exageraban en follaje.

Cubierta con tan solo una delgada Yukata de baño, se aventuró a meter un pie, seguido segundo después por el otro, lo hizo hasta que el agua la cubrió por completo, nado hasta llegar a una enorme roca que sobresalía impoluta, recargo el peso de su espalda en ella-"Ahh, esta deliciosa"-suspiro feliz la joven azabache, con una pequeña sonrisa decorando su rostro, detallo su reflejo en silencio, sin duda alguna comenzaba a verse mucho mejor, ya no lucia demacrada y triste, pero eso no significaba que por momento no se sintiera así.

Y con ayuda de un paño limpio cada área de su cuerpo, por un momento se olvidó de todo y de todos, por unos instantes la tristeza fue cosa del pasado, al igual que los acontecimientos de los últimos días.

Su nuevo hogar le gustaba, las personas eran amables con ella e incluso lograba distraerse, pero Aome debía regresar, después de todo su deber era permanecer al lado de Sesshōmaru -aunque a este parecía no preocuparse por su desaparición- Aome asumiría su papel de esposa, y se haría cargo de sus actos -En el caso de que el demonio estuviera molesto-, ahora que la señora Azuna se recuperaba, su presencia en la aldea no era necesaria, pero si en algún momento requerían de sus conocimientos en medicina, Aome con gusto colaboraría.

Mañana buscaría el camino de regreso.

.........

Cuando finalmente termino de asearse, y de vestirse permaneció un poco más de tiempo a las orillas de aquel lago, la tranquilidad que se respiraba en ese lugar era maravillosa. Opto por recostarse sobre las raíces de un árbol, el atardecer poco a poco comenzaba a teñir el cielo con varios tonos naranjas.

El crujir de una rama derrumbo su tranquilidad, intuitivamente tomo su arco y flechas, se puso de pie tan rápido como le fue posible y busco con la vista el culpable, sorprendido por encontrarse con aquel pequeño animalito, ya familiar. El conejo se detuvo a tan solo un paso de distancia, observándola con sus ojos grandes y celestes, que brillaban con duda.

-"Eres tu otra vez amiguito"- dijo en voz muy baja para no asustarlo, con lentitud se puso de rodillas frente a él, extendió su mano esperando a que este reaccionara de alguna manera, y así lo hizo, el conejo olfateo desconfiado la mano de la muchacha, para luego alejarse, no muy lejos pero si lo suficiente para estar al alcance de su vista.

Aome suspiro busco entre la hierba, sin dejar de ser cuidadosa, algunas hojas sus ojos se posaron nuevamente sobre aquel animal, tiro una y espero pacientemente que este se acercara, no había pasado ni un minuto cuando este, la tomo entre sus pequeñas manitos y la comía.

El rostro de Aome se ilumino esta vez con una nueva y diferente sonrisa, estaba sumamente feliz, tan así, que se animó una vez más, pero esta vez la arrojo un poco más cerca.

-"Creo que ya comienzo a caerte bien"- murmuro sonriente al ver que este seguía comiendo. Alzo la vista al cielo, la noche ya se hacía presente, y ella ni si quiera se había dado cuenta-"Creo que es hora de que regrese"- suspiró porque realmente no quería irse, había logrado un nuevo amigo, y si se iba, tenía miedo de no volver a verlo-"Este lugar es muy tranquilo"-se dijo así misma con conveniencia-"No sería malo dormir aquí esta noche ¿no crees amiguito?"- inquirió sonriente, el aludido tan solo la miro, por unos largos segundos, para Aome eso significo un ¨Si¨.

Se apresuró a buscar ramas para encender una fogata y algunas frutas que luego comería, para su mala suerte no había ningún manzano cerca.

Regreso desanimada, el conejo aun seguía ahí esperando por ella, Aome recolecto más hojas y se las dejo en el suelo, pronto una idea llego a su mente, podía intentar atrapar algún pez y casualmente el lago estaba lleno.

No era la mejor pescando pero al menos había logrado atrapar uno, el cual le había costado mucho trabajo, eran demasiado escurridizos para sus manos inexpertas.

Ya era de noche cuando por fin había terminado de montar un campamento, compuesta por una improvisada cama echa de hojas y las prendas que se había sacado antes de darse el baño-las cuales ya estaban secas- también encendió una fogata, en cuyas llamas comenzaba cocinarse el pescado.

-"Esta noche me aras compañía"- le resulto curioso que el animal no se hubiera marchado, este seguía en el mismo lugar, ahora limpiando sus manitas. Era tan tierno y peludo que sentía ansias de chillar como una niña, -rio por lo bajo-"Hm, pero creo que debí haber avisado al señor Hiriyo"-para este momento el anciano estaría más que preocupado por ella, en la mañana temprano regresaría a la aldea.-"Sabes amiguito, verte aquí me hace pensar que no estoy lejos de Sesshōmaru"-el conejo dio un pequeño brinco, quedando lo suficientemente cerca de la sacerdotisa.

Aome permaneció en silencio por varios segundos, viendo con extrañeza por primera vez en todo el día, la actitud del animal, luego su atención fue robada por el crepitar de las llamas; su cena estaba lista.

Instintivamente el susodicho la miro, Aome se encontraba ajena a su presencia, y a sus ojos que la veían desde la sombras.

-"Eh decidido regresar mañana o por lo menos intentare hacerlo"- rio avergonzada, ya que su sentido de la orientación era nefasta.

Continuara...

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