Capítulo 8: "Beck"
Me separé de él, intentando tomar aire. Esto quedaría en mi memoria por años y años, como una goma de mascar en el cabello.
Mal ejemplo.
Bueno, ya entienden.
Noté que su pecho subía y bajaba con velocidad. Además, su mirada se dirigía a mis labios de vez en cuando.
—¿Qué... qué sucede?—pregunté. Su mirada subió a mis ojos.
—Sólo quiero hacer algo.
Escuché la puerta principal abrirse, interrumpiendo a Dallas. Lo empujé y me puse de pie, ignorando las maldiciones que salían de sus labios. Corrí a buscar mi ropa, que se encontraba al otro lado de la habitación. Oí pasos que se dirigían a las escaleras. Me coloqué la ropa y corrí hacia Dallas, que me miraba fijamente.
—Vistete—ordené.
—¿Por qué?—preguntó, poniéndose de pie.
Suspiré.
—Debes irte de aquí.
—¿Por qué?
—¡Deja de preguntar y vistete!—susurré. Su mirada se dirigió hacia la puerta y luego hacia mí.
—Bien—respondió con fastidio. Buscó su ropa por toda mi habitación y, cuando por fin la encontro, se vistió. Al terminar, se dirigió hacia mí y susurró—: Esto queda entre nosotros, ¿sí?
—S-sí—Él asintió, alejándose de mí.
—¿Quién está dentro, Kaplan?—preguntó una voz a través de la puerta.
—¡Nadie! ¡Estoy sola!—mentí a los gritos. Observé que el pomo giraba varias veces.
—¡Abre la puerta!—exclamó.
"Diablos, maldito hijo de perra que viene a estas horas de la madrugada"
—¡Un segundo!—exclamé con voz cantarina.
Le hice señas a Dallas para que se tirara por la ventana, ya que era solo un piso. No le sucedería nada, ¿cierto? Él negó.
—¿Estás loca? ¡No puedo tirarme de la ventana!—susurró.
Observé a los lados y, afortunadamente, ví el armario.
Escondite perfecto.
—Escóndete en el armario—susurré, señalando un mueble color rosa chillón al otro lado de la habitación. Su mirada se dirigió hacia el armario. Soltó una carcajada.
—¿Te estás riendo, Kaplan?—preguntó la voz a través de la puerta.
—¡Escóndete!—susurré nuevamente, empujándolo hacia el mueble rosa. Al alcanzarlo, abrí el armario y le señalé que entrara. Él quedó estático.
—¡Pero...
—¡Ahora!—Lo empujé adentro y, detrás de él, cerré la puerta lo más suave posible.
Corrí hacia la puerta y le quité el seguro, pensando en qué excusa podría darle. Sinceramente, no se me ocurría ninguna. Abrí la puerta y un enojado vecino Beck apareció frente a mí.
—Hola, Beck—saludé con algo de nerviosismo.
—Señor Beck—corrigió.
Asentí.
—¿Con quién hablabas?—cuestionó.
—Yo... yo no hablaba con nadie.
—Escuché una voz masculina—habló luego de unos segundos—. ¿Con quién estás?—Su mirada se dirigió a toda mi habitación. Y luego a mí—. ¿Con quién estás?—repitió, quitando su tono amable.
—Be... Señor Beck, tiene que irse—dije. Arqueó una ceja.
—¿Por qué?
—Mi madre vendrá en cualquier momento—Noté que se alejaba de mí, mientras caminaba por toda mi habitación.
—Hablando de eso... ¿En dónde está tu madre?—preguntó.
—Ella... ella está comprando—Me observó incrédulo. Pedí a todos los Dioses que mi madre apareciera en casa.
—¿Piensas que te creo, niña estúpida?—preguntó, dirigiéndose a mí. Dí pasos hacia atrás.
—Yo...yo...—balbuceé. Estaba sin palabras. Y sin salida.
—No sabes como quiero volver a tocarte ahora, niña—Sus manos se deslizaron por mi blusa, y luego por mi pierna. Entonces, como si los Dioses me hubieran escuchado en ese momento, la puerta principal se abrió. Mi madre observó hacia arriba, donde me encontraba con el Señor Beck.
Su sonrisa se desvaneció.
—¡Si no sale de la habitación de mi hija en este momento, no dude en que llamaré a la policía!—exclamó, subiendo las escaleras. El Señor Beck, asustado, se alejó de mí y se dirigió hacia las escaleras.
Nunca ví a ese idiota más asustado.
Cuando Beck se fue de la casa, mi madre me guiñó un ojo y se dirigió a la cocina. Lo único que pude hacer fue apoyarme contra la puerta y suspirar, mejor dicho aliviada de que ese hombre se haya ido. Sin avisar, mis lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas, recordando lo que ese Beck me había hecho en el pasado.
Hijo de perra.
En un momento, la puerta del armario se movió varias veces, captando mi habitación. ¿Qué....
¡DALLAS!
Corrí hacia el mueble y abrí la puerta con brusquedad. Diablos, espero que no haya escuchado. Desafortunadamente, su mirada decía la contrario.
—Kavelynn...—Intentó acercarse a mí. Negué.
—Vete, mañana hablaré contigo.
(...)
¿Pueden creer que hayan pasado dos meses desde ese día? Se los digo, es real. No han pasado muchas cosas desde ese día. Todo está totalmente extraño y diferente a lo que era antes de ese día. Con eso me refiero a...
—¡Hija, ayúdame a limpiar la casa!
—¡Estoy redactando mi vida a los lectores, mamá!—exclamé. Escuché un suspiro de su parte.
Bien, sigamos. Con eso me refiero a que todo el Instituto habla sobre mí y Dallas, como si fuéramos el centro de atención. Sigo sin saber qué ha hecho ese hijo de perra para ganarse la atención pero, sinceramente, mi vida mejoró gracias a esa "popularidad". Igualmente, odiaba que él siga siendo el chico malo y yo la idiota que está a sus pies; al igual que todas las mujeres del Instituto.
Ya le he contado a Dallas sobre la historia de Beck y yo, la asquerosa historia que afortunadamente es producto del pasado. Sí, debo contarles también ustedes pero ya saben, cuando todo tome sentido en mi vida les contaré.
¡Cambiemos de tema!
Mañana, gracias a los Dioses, es viernes. Los profesores dejarán de molestarnos con sus estúpidos deberes de estúpidos profesores, estúpida vida. Bien, he usado la palabra "estúpido" 3 veces en una oración. Volvamos al tema principal. Los malditos han estado con sus exámenes toda la semana. Eso es lo más frustrante de todo. Y lo peor de todo:
Mañana, aunque sea el mejor día, va a ser de los peores de todos.
En un momento, oí un ruido en la planta baja de mi casa. Ruidos, ruidos, ruidos. Me comencé a tambalear por unos segundos. Ruidos, ruidos ruidos. ¿Qué diablos me está sucediendo? Ruidos, ruidos, ruidos. Me tallé los ojos intentando ver algo. Ruidos, ruidos, ruidos. ¡Recién estaba perfectamente! ¿Qué está sucediendo? Más y más ruidos. Todo se puso negro. Un último ruido.
Caí al suelo, inconsciente.
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n/a: Capítulo dedicado a la piba que me cae bien: SophieLannister. Te amo aunque ni idea quién sos, ahr.
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