Capítulo 7.
Él se acercó a mí, mientras yo daba pasos hacia atrás. Mi corazón era una máquina imposible de detenerse. Y este latido incrementaba cuando él estaba bastante cerca de mí.
Sentí que golpeaba contra la pared, luego de retroceder por unos segundos. Era lo único que faltaba para que mi corazón saliera de mi cuerpo. Él, en este momento, estaba con sus manos en la pared, acorralándome. Acercó su cabeza a mi oído.
—Sigo sin olvidar lo que has hecho hoy—susurró.
—F-fue un reto—balbuceé.
Sus ojos me examinaron de pies a cabeza, probablemente analizándome para así saber si mentía o no. Gracias a los tantos años que habíamos pasado juntos, nos conocíamos tanto que podíamos saber cuando el otro mentía, la mayoría de veces.
—¿Por qué debería creerte?—me preguntó, mirándome intensamente como lo estaba haciendo desde hace algunos segundos.
—N-no lo sé—dije, y era la pura verdad. No sabía qué otra cosa decirle para comprobarle que todo había sido un reto.
Él sonrió.
—Exacto, no puedo creerte—Pude sentir que mordía el lóbulo de mi oído.
Cerré los ojos al sentir sus labios en mi piel. Luego, rozaron en mi cuello, donde dejó un beso. Intenté respirar, aunque ya no se me hacía posible. Sentía que subían hacia mi mandíbula, y luego en mis mejillas.
¿Por qué mi mejor amigo me estaba haciendo esto? ¿Acaso él estaba confundiendo las cosas?
—Demuestra que no eres débil—habló con voz ronca. Abrí los ojos—. ¿Puedes resistirte?
—D-Dallas, somos sólo amigos... yo nunca he...
—Sé que te gusto.
Arqueé las cejas, intentando alejarme de él, pero mis manos no tenían la suficiente fuerza de alejarlo. No lo quería cerca, joder, era mi mejor amigo. ¿Por qué estas cosas extrañas me pasaban a mí? ¿Cómo habíamos acabado en esto siquiera?
—Dallas—dije, con voz clara, mientras intentaba alejarlo de mí—. Todo fue un reto. Y-yo...—Antes de continuar, fui interrumpida por sus labios. Y, en sólo dos segundos, él ya estaba besándome.
Y yo no podía reaccionar.
¿Qué estaba pasando aquí? ¿Era una venganza? ¿Era real? ¿Acaso estaba soñando? ¿O lo estaba viviendo en serio? Estas y más preguntas rondaban alrededor mío, mientras que aún shockeada observaba a la persona besándome. Siempre había sentido sentimientos puros hacia él, pero jamás esperaba que esto sucediera de esta manera.
Pero ahora, por un error que había cometido, Dallas había malinterpretado seriamente las cosas. Aunque, sin embargo, al notar con los segundos que yo no reaccionaba a su beso y que aún continuaba, decidí cagar más las cosas devolviendo el beso.
Así, probablemente, podía liberarme de ésto con mayor rapidez. O mejor dicho, disfrutar lo que siempre había anhelado.
Mas era demasiado. Su contacto era posesivo sobre mí, contrastándolo con extrañeza con la dulzura de sus labios. Me sentía rara al pensar que a la persona que besaba era mi mejor amigo, mi confidente: la persona con la que había pasado una vida a su lado. Y siempre creí que esto jamás ocurriría, que seríamos los mejores amigos hasta que seamos viejos. Pensaba que jamás llegaría a él, que todo permanecería en lo mismo por siempre.
Me dejé llevar por las sensaciones.
Jamás pensé que sus labios se apoderarían de mí de una manera tan increíble como ahora. Sus movimientos eran tranquilos, pacientes. Dallas había logrado que todo a nuestro alrededor haya dejado de existir. Lo único que podía sentir era el insistente sentimiento en mi estómago, que como anteriormente había dicho, era algo que siempre había vivido. Odiaba cuando las cosas salían distintas a lo que yo esperaba, aunque en cierto modo eso le daba cierta emoción a mi vida.
—Sabía que no te resistirías—susurró lentamente contra mis labios. Yo apenas podía reaccionar; me sentía hechizada de pie a cabeza por su contacto—. Pero...—Sin esperar a que reaccionara, se separó de mí, lo que causó que lentamente abriera los ojos.
—¿P-Pero qué?—pregunté, sintiendo mi corazón martillar en mi pecho. Sus ojos estaban ahora más oscuros, y como yo, sus mejillas estaban sonrojadas.
—Mi corazón pertenece al de otra mujer—confesó. En ese momento, bruscamente, una sensación de decepción y cierta furia se instalaron en mí—. Al de tu madre—terminó.
Oh, hijo de perra, no debiste de haber dicho eso.
Le di una bofetada en su mejilla derecha, sintiendo toda la furia correr por mi cuerpo. ¿Cómo mierda puede decir eso frente a mí? Sí, ya sabía que él quería hacerlo con mi madre, como toda la población masculina de mi instituto, pero no era necesario que lo vuelva a repetir con diferentes palabras. Y, aparte, decírmelo luego de besarme.
Él me observó sorprendido, mientras se tambaleaba hacia atrás. Tenía que estar de broma. Aproveché ese momento para alejarme de su cuerpo, fastidiada.
—Vete de mi casa—pronuncié, intentando buscar la calma dentro de todo mi cuerpo.
—Pero, Kavelynn, yo sólo estaba...—Sus ojos me miraron apenados.
—Cállate—lo interrumpí, sintiendo las lágrimas en las esquinas de mis ojos. Él me observó con un puchero, pero lo ignoré—. Será mejor que te vayas ahora, o...
—¿O qué?—A pesar de sus palabras, su mirada aún seguía apenada.
—Llamaré a la policía—Eso fue demasiado exagerado...
Y muy tonto de mi parte.
—¿Estás de broma?—exclamó, incrédulo.
—¿P-Parezco estarlo?—le cuestioné, intentando evitar largarme a llorar.
—Bien—Fue lo único que dijo, dirigiéndose hacia la puerta con cierto enojo. Comencé a caminar detrás suyo, pasando a su lado para abrirle la puerta.
Quería que se vaya, aunque sean las tantas horas de la madrugada y se quedara en peligro solo, en la calle. Había sido su culpa por haber venido por no sé cuál razón a mi casa, siendo la hora que era. Pero no me importaba, aunque supiera que minutos después me arrepentiría de ponerlo en riesgo. Estaba tan cegada por la furia que ciertas cosas dejaron de importarme.
Le abrí la puerta, sintiendo la brisa de la madrugada chocar contra mi piel. Afuera, todo estaba oscuro. En las calles no había ni una luz, a excepción de la vaga luz del cielo: la luna. Era un completo riesgo caminar a oscuras, sin ayuda existente, y sabía que todo lo que quizá le ocurriría sería, en parte, mi culpa.
Sin embargo, me hice a un lado de la puerta, invitándolo a irse al diablo.
—Mira, Kavelynn, yo no he querido...—comenzó, mirándome con ojos suplicantes.
—Vete.
—No me importa lo que me vaya a pasar allí afuera—afirmó, y por una razón desconocida, lo dejé terminar de hablar—. Sólo necesito que sepas que estaba bromeando, en serio.
—Vete—repetí, sin poder mirarlo a los ojos.
—Kavelynn...—susurró. No lo observé, sabiendo que me arrepentiría si dijera esas palabras hacia unos inocentes ojos azules—. Mírame, por favor—Tomó mi mentón, levantándolo. Sabía que eso causaría que intercambiemos miradas, pero no hice nada. Dejé que mis ojos conectaran con los suyos.
—¿Qué quieres?—pregunté, intentando no rendirme ante su mirada arrepentida. No debía rendirme ante nada; lo que había dicho fue suficiente para mandarlo a freír churros. No tenía por qué escucharlo, ni darle más tiempo de mi vida para oír sus idioteces. Sin embargo, al pronunciar las siguientes palabras, mi mente dio un completo giro de 360°.
—Sólo quiero que entiendas lo que siento, Kave—Iba a reaccionar a su respuesta pero, de repente, sus labios regresaron a los míos.
Podía sentir que sus labios se movían con frenesí, sin darme la capacidad de respirar. Mi corazón volvía a martillar con fuerza contra mi pecho. Mi mente flaqueaba, se distorsionaba; confundía los deseos de mi mente con los de mi corazón. Pero las batallas dentro de mí no existían, porque mi corazón era el que siempre acababa ganando.
Inconscientemente, cerré los ojos, dejándome caer en sus encantos nuevamente. Podía sentir como sus manos rodeaban mi cintura dulcemente, causando que mi respiración se volviera irregular. Eran esos momentos en los que me sentía totalmente desesperada por tener más, porque no era suficiente. Coloqué mis manos en su cuello, acercándolo más a mí. La furia que sentía era reemplazada mientras lo besaba con más intensidad.
Y más intensidad, cada vez más de lo que podía controlar con mi semi-ausente mente.
Me separé de él por algo de oxígeno, después de casi un minuto de estar besándonos. Nuestras respiraciones agitadas eran lo único que se escuchaba en el salón. Y, a pesar de eso, intentaba pensar con algo de claridad. Sentía su mirada fija en mí, a espera de más. Y, por eso, volví a cerrar los ojos.
Lo único que deseaba era absolutamente todo.
No sabía en qué momento había caído dormida; mis ojos y cuerpo pesaban al hacer un esfuerzo. Por alguna razón, estaba en mi habitación. No recordaba haberme dormido allí, ni mucho menos haberme colocado las sabanas.
¿Acaso Dallas había hecho esto?
Como si fuera clase de invocación, la puerta se abrió, causando un ruido irritante. Sentí mi cuerpo prenderse absolutamente al ver a la persona apoyada en el marco de la puerta, vistiendo de la manera en que lo hacía.
Esto debía ser un sueño.
Dallas estaba allí, frente a la puerta. Su hermoso cuerpo, oculto por sólo unos pantalones, era iluminado por las luces exteriores. Tenía el cuerpo marcado, no tanto, pero lo justo para distinguir una "V" que comenzaba por debajo de su abdomen, sin alcanzando a formarse la letra gracias a que su pantalón lo cubría. Sus hombros eran algo anchos, firmes, y su postura era una completamente segura.
Me encantaba: mis ojos no podían despegarse de su anatomía de dios griego.
—¿Te gusta lo que ves?—preguntó seductoramente. Me sonrojé violentamente, volviendo en la realidad en la cual él se había percatado de mi baba invisible, cayendo por las esquinas de mis labios y generando mares y océanos.
—Sí...¡No!—Mis mejillas comenzaron a arder. Debería reconsiderar lo de llamar a la ambulancia...
—¿Sabes lo que amo de ti?—Negué. Él comenzó a acercarse a mí, mientras que yo retrocedía. Sentí que golpeaba contra el respaldo de la cama.
¡Auch!
Él se subió a la cama y comenzó a acercarse a mí. Definitivamente, no tenía salida. Su mano acarició mi muslo e hizo un camino hacia mis coloradas mejillas.
Acarició también allí.
—Amo que te sonrojes de esa manera...—susurró. Su rostro estaba muy cerca mío y nuestros labios, diablos, también—. Amo que te hayas adelantado...—Lo observé confundida. Y ahí mismo, bajé la mirada.
Estaba en ropa interior... ¿Qué diablos?
Al levantar la mirada, estampó sus labios contra los míos. Pude sentir que una extraña sensación recorría todo mi cuerpo. Él me besaba con tal intensidad que lograba quitarme los sentidos en pocos segundos.
Sentí que él acariciaba mi espalda, animándome a seguir el juego. Y lo hice. Tomé sus mejillas y lo separé de mí: en sus ojos podía ver el deseo con todos sus sentidos. Empezó a depositar besos en mi cuello, mientras que yo intentaba mantener mi respiración. Sus labios rozaron hasta llegar al lóbulo de mi oreja. Mi cuerpo era un mar de sensaciones; podía sentir su respiración en mi oído, mis estremecimientos y la creencia de que ésto no debía ser real. Sin embargo, cuando él mordió mi lóbulo, y el dolor y el placer se entrelazaron en todo mi cuerpo, no pude evitar soltar un gemido.
Ésto era más que real.
Mi cráneo golpeó con la almohada al sentir que sus labios volvían a besarme, esta vez con mayor intensidad. Le correspondí el beso casi al instante, dejándome caer en la tentación que recorría toda mi anatomía. Mis manos se posaban en los mechones castaños de su suave cabello, enredándolos con mis dedos, jalándolos, dejando que mi cuerpo sintiera y mis manos fueran libres.
Estaba segura que nadie me pararía.
-------------------
n/a:
7v7
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro