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Capítulo 14: Curas incorrectas. (Final del flashback)

Sí, me tardé mucho. Estuve ocupada con eso de escuela, problemas, y blá blá blá, pero no todo el tiempo. ¡Vamos, caguenme a puteadas! ahr. Bueno, ya que noté que el flashback no terminó, seguiré hasta el momento en el que me había quedado.

CAPÍTULO DEDICADO A TARAISMYQUEEN, ¿POR QUÉ? porque te quiero. ♥ ahr

Me largué a llorar, sin siquiera el previo aviso.

Dolieron, dolieron como el infierno esas palabras, y más cuando venían de mi supuesto mi mejor amigo. Obviamente, yo era la perra aquí. En este maldito día yo era la zorra, la rompe corazones.

Pasé de ser alguien "inocente", a una desgraciada. Y odiaba a ese tipo de personas tan... sueltas. Desgraciadamente, me estaba convirtiendo en una de ellas.

La puerta de mi habitación se abrió, dando paso a Álexander que al verme llorar, se dirigió a mí. Su ceño estaba fruncido, y sus brazos estaban cruzados.

-¿Te lastimó?-Preguntó con su voz ronca y profunda. Me limité a asentir, corriendo las lágrimas con la tela de mi blusa-. ¿Física o emocionalmente?

-E-emocionalmente...-Murmuré, para luego soltar un sollozo.

-¿Qué te ha dicho?-Puso una mano en cada lado de mi cabeza, y se acercó a mí disimuladamente.

-Q-que d-debería d-decidir s-si q-quedarme con él o c-contigo-Hizo una mueca de confusión, pero luego su ceño se frunció aún más.

-¿Y te dejó sola...?-Noté algo de irritación en su voz. Asentí lentamente-. Lo voy a asesinar.

-T-tú n-no eres nada para mí, no e-entiendo por qué te importo-Murmuré, rezando para que él no haya escuchado. Sin embargo, al decir eso, sus ojos me observaron fijamente.

-¿Y qué sucedería si hoy lo fuera?-Su tono se hizo algo juguetón.

-¿Q-qué?

No recibí respuesta. En cambio, sus manos soltaron mi rostro y me tomaron una de mis muñecas. En un rápido movimiento, él me estaba llevando a mi habitación.

-Necesita saber que tú serás mía-Fue lo único que dijo.

-¡¿Q-qué?!

-Sólo déjame liberarte de ese problema ahora, y quizá luego te sientas mejor.

Abrió rápidamente la puerta de mi habitación, haciéndome entrar detrás de él. Las luces estaban apagadas, y una dulce fragancia masculina se mezclaba combinaba a la perfección con mi suave perfume.

Él siguió su camino hasta mi cama, pero yo lo paré.

-Sólo me usas para acostarme contigo, ¿verdad?-Cuestioné, sintiendo una especie de furia crecer en mí.

-No, sólo quiero hacerte sentir mejor. ¿Por qué sería capaz de hacerte eso?

-Sé que mientes, y ahora mismo se nota demasiado eso. ¿Crees que la mejor manera de distraer a una persona es teniendo sexo con ella? Hay mejores alternativas, ¿no entiendes?

-Pero yo elegí esa alternativa-Respondió, golpeando mi trasero.

No le respondí, lo único que hice fue dirigirme a mi armario. Tomé rápidamente un bolso. Metí un vestido corto y una campera ancha, demasiados talles más grande de mi talle. Guardé un perfume y mi billetera con mis ahorros, por las dudas. Cerré a medias el bolso, girando mi mirada automáticamente.

-¿Qué mierda estás haciendo?-Preguntó Álexander al ver mi bolso.

Tanteé con mi mano una mesa detrás mío y al tocar una especie de cable, lo tomé rápidamente, guardándolo en mi bolso. Obviamente, ese era el cargador del móvil.

Decidí no responder su pregunta, limitándome a pasar por su lado. Guardé mi móvil y abrí la puerta de mi habitación, colocándome a un lado de ella.

-Fuera-Ordené. Su mirada de confusión se hizo presente.

-¿Disculpa?

-Estás disculpado, pero vete de mi habitación-Le ordené nuevamente. Él no reaccionaba-. Vete al diablo.

Cerré la puerta bruscamente, dirigiéndome a las escaleras. Las bajé lentamente, pidiéndole a todos los dioses que nadie me escuchara. Afortunadamente, nadie escuchó.

Pasé por toda la locura de gente, dirigiéndome a la cocina rápidamente. Mi plan era salir por la puerta de allí, ya que si salía por la delantera sería muy llamativo. Desgraciadamente, alguien estaba en la cocina. Aunque no era nada mala la persona que estaba allí, esa persona me observaba fijamente. La Coca Cola se resbaló de sus manos.

-¿I-ibas a escaparte en tu propia fiesta de cumpleaños?-La decepcionada y triste voz de mi madre me hizo sentir mal.

-No, mami, tú no entiendes...-Respondí, acercándome a ella.

-¿Con quién... con quién te vas? ¿Adónde? S-sólo dime.

-Mami, en minutos volveré.

-¿Te irás con un chico?-Preguntó, mientras que una sonrisa algo triste se ensanchaba en su rostro-. Si no es un chico, ten por seguro que n-no te dejaré irte de tu propio cumpleaños.

No le respondí.

-Será mejor que sea un chico-Murmuró, levantando la coca tirada en el suelo. La dejó rápidamente en la mesada, para luego dirigirse a la puerta trasera-. Espero que la pases bien a donde sea que vayas, y ya te repito que espero que sea con un chico-Abrió la puerta, haciéndome señas para que salga.

Caminé con incomodidad hacia la puerta, sintiendo su mirada fija en mí.

-Te recomendaría que vayas más rápido, puede entrar gente-Avisó.

Corrí los últimos metros hacia la puerta, y antes de siquiera salir, le susurré:

-Gracias.

-De nada, y feliz cumpleaños, cariño.


Corrí por las oscuras calles de mi calle, buscando con la mirada la casa de Dallas. Al encontrarla, esta estaba apenas iluminada. Estaba enterada de que iba a pasar esa noche solo, ya que había tenido problemas de los que nunca me había querido contar.

Me acerqué a la entrada, sin siquiera hacer el mínimo ruido. Tenía pensado aparecer repentinamente, pero mis ideas se arruinaron cuando noté que la puerta se abría. Allí estaba él, con apenas un pantalón de pijama y su mirada fija en mí.

No parecía estar de la mejor manera, ya que de sus ojos resaltaban unas ojeras oscuras.

Caminé hacia él, esperanzada de que su enojo haya disminuido algo. Tenía pensado pedirle disculpas, decir que lo prefería a él, pero su voz me interrumpió.

-Puedes irte con ese, seguramente ya te has acostado con él-Abrí los ojos como platos, comenzando a negar- y que ahora me vienes a buscar a mí, pensando que soy un maldito idiota-Continuó.

-Dallas, yo no me he acostado con nadie, lo juro.

Su expresión cambió a una extraña felicidad y sorpresa a la vez.

-¿Eso significa que no eres de nadie?-Preguntó.

Fui interrumpida cuando unas gotas de lluvia comenzaron a caer en mis hombros. Era lo único que faltaba: la lluvia.

-Aún no-Respondí, notando que caían cada vez más gotas.

-¿Entonces de quién eres?-Su expresión se volvió dura otra vez.

-¿Puedo entrar? Está comenzando a llover, y no es que quiera pescarme un resfriado.

-No, responde.

-No soy de nadie, Conelly-Sonrió de lado-. ¿Puedo entrar?

Él asintió, haciéndome un gesto con la mano para que entre.

Me acerqué rápidamente a él, comenzando a sentir un frío recorrer mi cuerpo. Sin embargo, cuando estaba pasando por su lado, él me tomó de la muñeca. Giré la mirada, mirándolo fijamente.

Fueron segundos en los que sus manos se colocaron en mis mejillas y en los que sus labios chocaron con los míos. Comenzó a mover los labios al compás que los míos, besándome cada vez más intensamente. Sin embargo, cuando apenas coloqué sus manos por detrás de su cuello, él se separó de mí.

-Te vas a resfriar, Kavelynn, ¿por qué no vamos a un lugar más cálido?-Ronroneó. Mi corazón comenzó a latir con fuerza.

-U-uhm, bien.

Su mano se dirigió a la mía, dándole un leve apretón.

Caminó hacia el interior de la casa, no sin antes cerrar la puerta.

Mientras él caminaba hacia donde suponía que era su habitación, ya en mi cerebro se formulaba la misma oración: "no saldrás virgen de esta casa". Bueno, eso era algo obvio. ¡No tanto! ¿O sí?

El caso fue que cuando estuve a punto de decir palabra, pude sentir que mi cuerpo golpeaba contra una superficie suave. Estaba en su habitación, recostada sobre el colchón, y el poco tiempo que me costó reaccionar fue en el momento en el que Dallas se colocó encima de mí.

Sus labios comenzaron a deslizarse por mi cuello, mordiendo y chupando en el proceso. Sus manos se movían lentamente por toco mi cuerpo, acariciando cada curva. Lo único que yo podía hacer era intentar calmar mi respiración, deseando que mi mente no sea inundada en sensaciones extrañas y, aunque era raro decirlo, placenteras.

Cuando su mirada alcanzó mi rostro, sus ojos se movían de mis labios a mis párpados, con tal mirada sexy que me derretía internamente.

-¿Estás segura?-Susurró.

-Más que segura-Junté mis labios con los suyos en un rápido movimiento, aferrándome a su cuello.

Él reaccionó al instante, comenzando a subir mis vestimentas mientras me besaba. Sus movimientos eran rápidos y perfectos, haciendo que cada célula de mi ser sintiera que le pertenecía, que no era de nadie más que él.

En un abrir y cerrar de ojos, ambos nos encontrábamos en ropa interior, besándonos y tocándonos como nunca.

Mis manos se deslizaban por su torso desnudo, que estaba justo enfrente de mis brillantes ojos, deslumbrados por la belleza frente a mí. Él parecía disfrutar cuando mis manos rozaban su cuerpo, al igual que yo cuando él me tocaba o besaba.

Sus manos tocaron las mías, que seguían acariciándolo. Sus ojos me miraron fijamente, analizando cada parte de mi cuerpo. Hasta que sus labios volvieron a chocar con los míos con vehemencia, queriendo rozarnos otra vez.

-Arquea tu espalda-Ordenó en un susurro, alejándose de mi boca.

Lo obedecí, arqueando levemente mi espalda. Cuando apenas dejó de estar contra el colchón, pude oír como el abrochador del sostén se abría. Sus manos estaban allí, deshaciéndose del incómodo sostén.

-C-creo que d-deberíamos...-Me acalló con sus labios nuevamente.

El ruido de las gotas al impactar contra la ventana le daban el aire romántico que le hacía falta a este día. La lluvia, las caricias, los besos, todo iba al compás de nosotros.

Llegó el momento en el que estábamos desnudos, besándonos y sintiéndonos sólo una persona. Era el momento en el que nada importaba, en el que no se podía volver atrás. Mis uñas arañando su espalda, sus labios pegados en mi oreja diciendo cosas... inapropiadas, todo lo que quería y deseaba que pasara con él había pasado esa noche.

Al final, nuestros cuerpos yacían sobre el colchón, exhaustos de lo sucedido hace minutos. Habíamos decidido dormir, sin siquiera ponernos la ropa.

Lo último que sentí esa noche fue sus fuertes brazos rodear mi cintura y aprisionarme contra él, dándole fin a la velada.

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HO-LA, ¡ESTOY VIVA! Hice una votación hace unos días, y una de las que votó me dijo que la escena no pasara a lo vulgar. Entonces, así quedó. Muchas gracias por aguantarme, esperarme, y también de no haber ido a mi casita y haberme golpeado con un fierro por tardarme mucho. Los adoro :,)

GRA-CIAS.


KLOE EN MULTIMEDIA.


- A.





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