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T R E S

Tenía su plan listo con cada detalle revisado para que nada saliera mal, era aprueba de idiotas, el problema era que Yangyang era uno de primera; muy torpe como para lograr su cometido de evitar salir con Shuhua.

Pero ahí estaba, dentro del baño mirándose en el espejo buscando tener una buena expresión de constipado. Palmeó con un poco de fuerza sus mejillas para que se tornaran de un color más rojo, dando a entender a su madre, cuando viniera a ver por qué no ha bajado a desayunar, que no se siente bien.

─Deberían darte un premio por el actor del año, eres excelente. ─se animó a sí mismo haciendo un baile con sus hombros.

Miró hacia la puerta del baño cuando oyó que tocaban a su habitación, supuso enseguida que sería su madre para apurarlo, así que le puso seguro al baño y se sentó esperando.

Segundos después, los golpes en la puerta aparecieron junto a la voz de su madre.

─Yangyang, vas tarde a la escuela. ─sonó irritada y él gimió dentro del baño. ─Hijo, ¿estás bien?

Yangyang volvió a gemir de dolor.

─¡Me duele el estómago!─ soltó adolorido, lloriqueando luego de decir aquello. ─Mamá, me estoy yendo por el baño.

Hubo un silencio en el cual la mujer pensaba.

─Entonces te daré un agua de hierbas, debes ir a la escuela, no olvides que hoy saldrás...

─¿Quieres que salga así? Shuhua va a asustarse, no puedo siquiera salir del baño. ─alegó sacando su teléfono, revisando si es que Kun le había respondido su mensaje.

Hubo más silencio.

─¿Tan mal te sientes? ─volvió a preguntar y él rodó los ojos.

─¡Si! ─gritó entrando a la aplicación de mensajes, yendo directo al chat con Kun. ─Dile a Shuhua que lo siento, que será otro día, hoy en serio no estoy en condiciones.

─Bien, hijo. ─oyó el tono derrotado y los tacones alejarse. ─Más tarde vendré para dejarte algún medicamento.

─¡Bien! ─respondió él evitando reír porque su plan sí funcionó.

El sonido de la puerta cerrarse se escuchó.

Tecleó a Kun:

"Kunkunkunkunkunkunkunkunkunkunkunifkjdsfs"

"¿Tú estar en escuela?"

Envió y salió del baño para cerrar ahora la puerta de su habitación con seguro. Miró la hora asegurándose de que sí era tarde y que por lo menos se había perdido la primera clase del día, luego le diría a Renjun que le diera la materia.

Su teléfono vibró indicando el nuevo mensaje en su bandeja, así que se sentó en la cama para responder.

Kun había respondido.

"Claro que sí, yo estar en la escuela. Yo suponer que tú también, novio."


Yangyang sonrió revolcándose en su cama mientras tecleaba con dificultad.

"Nope, estoy en mi casa."

"Le dije a mi madre que tenía diarrea y sí lo creyó, así que iré por ti a la escuela como el buen novio que soy e iremos por los helados."


La respuesta llegó de inmediato.


"Bien, estaré esperándote cuando las clases terminen."

"Kun te ama."


Yangyang respondió:

"Yangyang también te ama, cara de culo."

Ahora sólo le quedaba matar el tiempo hasta que llegara la hora de salida para Kun, eso era bastante. No sabía qué hacer, quizás ver una película le distraería mientras tanto.

Hizo un montón de cosas en seis horas; limpió su habitación, sacando cajas de pizza que estaban bajo su cama desde ya hace unos días, olía horrible, al fin descubrió de dónde venía aquel hedor insoportable que había estado sintiendo desde hace unos días atrás; se duchó y usó un poco del tinte rosa que tenía, su cabello estaba perdiendo color; se arregló para impresionar a Kun.

Vistió prendas negras, un pantalón rasgado de aquel color que se ajustaba a sus piernas y una playera, también negra, era más grande de lo que se suponía debería utilizar, ya que no le pertenecía, sino que su ex propietario era Kun.

─Envidio tanto a Kun. ─dijo viéndose en el espejo, muy encantado de cómo lucía.

Buscó su mochila al salir del baño, la escuela de Kun le quedaba a unos treinta minutos caminando, no tenía opción, debería resignarse a caminar hasta allá. Se colgó la mochila en el pecho, pero una duda surgió.

"¿Cómo demonios iba a salir de su casa?"

Su madre estaba abajo y era muy complicado salir cuando ella limpiaba en la sala. Mordió sus labios pensando y pronto una ingeniosa idea surgió.

─Ha funcionado antes, puede funcionar ahora. ─aseguró yendo al cajón para sacar algunas sábanas limpias que su madre había dejado ahí, sacó unas tres para que fuese suficiente.

Comenzó a amarrarlas entre sí, lo más apretado que pudo. Comprobó la firmeza jalando los extremos, conforme de cuán resistente era el amarre que hizo.

─Con esto bastará, saldré de la torre para ir a ver las luces flotantes en la cama de Kun. ─susurró sobre sus rodillas amarrando uno de los extremos a la cama─, y la malvada anciana no podrá impedirlo.

Sostuvo el montón de sábanas entre sus manos y caminó hasta la ventana, soltó todo para que cayera por el costado de la casa. No le asustaba hacerlo, ya lo había hecho un par de veces mientras jugaba con Kun, así que no sentía pánico al estar colgado por unas simples sábanas amarradas desde un segundo piso.

Suspiró antes de sentarse en el umbral de la ventana, agarró con ambas manos las sábanas y dio la vuelta para quedar frente a frente con la pared de su casa. Así sería más cómodo, bajaría al estilo alpinista.

Comenzó a descender mirando constantemente hacia arriba y hacia abajo, asegurando su agarre y manteniendo una velocidad reducida, tampoco quería caer y fracturarse algún hueso.

─La bruja lo verá y encerrará a Rapunzel en el calabozo. ─dijo viendo las marcas de sus zapatillas en la blanca pared de su casa a medida que iba bajando, hizo una mueca.

Llegó al suelo y dejó las sábanas colgando, sabía que su madre no lo vería. Ajustó la mochila sobre su pecho y comenzó a correr para alejarse lo más posible de su casa antes de seguir su camino con tranquilidad hasta la escuela de Kun.

Su adorado chino saldría de clases en unos cuarenta minutos, perfecto para el tiempo que había calculado. Cuando estuvo una cuadra lejos de su vivienda, continuó el camino a paso calmado, insistía, no era muy bueno corriendo.

Sacó su teléfono y audífonos para oír música, eso ayudaría a que el camino no fuese tan eterno y se convirtiera en algo más entretenido.

Frunció el ceño al oír una canción que no conocía, miró su teléfono y leyó el nombre con una mueca:

─¿WayV? ─observó el nombre de la pista que se reproducía─ King Of Hearts.

Prestó atención a la melodía y supo de dónde salió la canción.

─Le dije mil veces a Hendery que no me mandara de su música─dijo en queja borrando la canción luego de escuchar un poco─. No sé por qué le gustan tanto, no tienen nada interesante.

Dejó el teléfono en su bolsillo trasero y siguió caminando.

Minutos más tarde y se encontraba apoyado en un árbol esperando a que Kun saliera, el timbre ya había sonado y los alumnos se encontraban saliendo en enormes grupos.

Recibió más de una mirada de soslayo, nada que le molestara, sino hasta que escuchó risas que no disimulaban su destino. No fue agradable, pero podría ser que estuviera interpretando mal y comportándose como un idiota paranoico.

Lo dejó pasar sólo porque un chico de cabello castaño apareció en su campo visual, distrayéndole por completo y deleitándolo con una indescriptible belleza.

Cada vez que veía a Kun confirmaba lo enamorado que estaba de él, aunque su risa de hiena le hiciera dudar a veces, siempre reafirmaba sus sentimientos por el extrovertido joven chino que se hacía llamar su novio.

Siquiera tuvo que hacerle una señal con la mano porque, independiente de que Kun fuese un miope de primera, logró verlo de inmediato. Una sonrisa se logró distinguir en sus labios al mismo tiempo que alzaba una de sus manos, saludando al pelinaranjo.

Por su lado, los amigos de Kun miraban fijamente al chico de cabello rosa y vestimenta azabache que miraba directo hacia ellos.

Kun se despidió de sus compañeros y fue directo hacia él, sonriéndole al punto de enseñar su dentadura.

─¿Qué tenemos aquí? ─soltó Kun ladeando su rostro mirándolo de arriba a abajo, silbó.

─A tu novio, hiena─se quitó la mochila del pecho para dejarla en su espalda y así poder abrazar a Kun sin estorbos. ─Hace años no te veía, ya había olvidado cómo era tu feo rostro.

El castaño estrechó la cintura de Yangyang apegándolo a su cuerpo, algunos alumnos que pasaban por ahí, detuvieron sus ojos en ellos, intrigados de saber qué sucedía ahí. Principalmente chicas que, extrañamente, gustaban de ver muestras de afecto entre hombres, o más de una curiosa, ya que Kun no era precisamente un desconocido en la escuela.

Qian Kun era el "crush" de medio mundo, logró cautivar a la mayoría cuando llegó a la escuela con su agradable personalidad y cuestionable actitud. Era popular entre las chicas, algunas que soñaban con tener una historia digna de novelas con el chino.

Ahí estaban ellas, mirando cómo abrazaba al desconocido de cabello rosa de una forma un tanto comprometedora.

─¿Iremos por los helados? ─preguntó el mayor ojeando detalladamente al muchacho entre sus brazos.

─Sí, iremos por helados─asintió Yangyang rodeando el cuello de Kun con uno de sus brazos, ahuecando su nuca en una de sus manos─. Más tarde podemos ir a manosearnos a tu casa si quieres, no estaría mal.

Kun inclinó su rostro chocando sus labios con la mejilla de Yangyang; la decepción en muchas llegó, otras simplemente querían chillar por lo adorable que se veían ambos.

─Podemos, hoy mis padres estarán ocupados, quieren organizar un viaje por su aniversario─continuó los besos hasta llegar a su oído─. Así que no habrá problemas, ¿qué te parece quedarte en mi casa hoy? ─sonrió.

Yangyang gimió exageradamente.

─Bien─dijo empujando el cuerpo de Kun, pero en medio del brusco empujón agarró su mano para caminar a la parada de buses─. Me quedaré en tu casa, tendremos sexo y me harás de cenar para después dormir abrazados.

Kun entrelazó sus dedos y asintió de acuerdo, balanceando sus manos lo miró.

─Suena perfecto, pero promete que no vas a lanzarme al suelo. ─amenazó Kun mirando a su novio con desconfianza─. La última vez me hiciste chocar con un mueble, dolió mucho.

─Lo lamento, no es mi culpa que tú parezcas motocicleta roncando. ─alegó con su ceño fruncido, cambió la expresión al instante. ─Pero yo te amo, aunque no me dejes dormir, Gimpo─se acercó y besó su mejilla.

─Tampoco es tanto, siento que estás siendo exagerado. ─torció el gesto deteniéndose en la parada de buses─. Oye, ¿ese no es Renjun?

─¿Qué? ─volteó a ver al enano chico que era uno de sus amigos─. Oh sí, es Renjun.

─¿No vas a saludarlo? ─señaló con la mandíbula sentándose en la banca para esperar el transporte.

─No sabe que estoy aquí, prefiero que siga así. ─se encongió de hombros y se sentó sobre el regazo de Kun, ignorando todo el espacio que sobraba a los lados, él sólo prefería sentarse sobre su novio─. Abrázame─ordenó.

─Como gustes, bolita de chocolate. ─Kun acató el pedido de Yangyang, aplastando si mejilla contra la espalda de él─. Me surgió una duda.

─¿Qué?

─¿No sabe que no irás por ella?─preguntó Kun.

─Debería, le dije a la bruja que le dijera, pero no será mi problema si no sabe. ─le restó importancia.

Kun asintió.

─Otra duda─dijo el chino acariciando el abdomen de Yangyang sobre la playera.

─Suéltala─alentó Yangyang tomando las manos del otro. ─¿Cuál es tu otra duda?

─Si se supone que estabas enfermo, ¿cómo saliste de tu casa? Por lo que sé tu madre siempre está ahí.

─Amarré las sábanas, así como cuando jugamos a Rapunzel.— Yangyang dijo divertido haciendo su cabeza hacia atrás para apoyar su nuca en el hombro de Kun, colocando su boca en punta, como si fuese un pez comiendo mientras buscaba besar la mejilla del coreano.

Kun atinó a ladear su rostro para juntar sus labios, sintiendo el agarre de Yangyang en su nuca. Se humedecieron los labios el uno al otro, esto hasta que Kun se fue alejando depositando cortos besos en los pequeños labios de Yangyang.

(...)

Ya se hallaban en la nueva heladería del centro comercial degustando los sabores, intentando elegir cuál de ellos comprarían. Lo malo era que ya llevaban cerca de cinco minutos sólo probando sabores y la chica que los atendía estaba exasperándose.

─Quiero probar este. ─señaló Yangyang un helado de menta con chocolate, uno que había degustado unas cinco veces.

─Disculpe, pero no puedo darles más pruebas de helado, debo pedirles que hagan su orden, de lo contrario deberán dejar la tienda. ─le dijo la chica mirándolos a ambos con molestia. ─¿Van a pedir?

─Kun, ¿tú quieres alguno de estos helados?─ le preguntó Yangyang agarrando su mano y señalando el vidrio que cubría los recipientes con diversos sabores.

Kun se colocó una mano en su mentón, analizando la variedad.

─Creo que sí, si pruebo el de chocolate, quizás pida uno. ─asintió el chino mirando a la empleada sonriendo. ─Quiero probar aquel.

─No puedo dar más de dos pruebas por cliente, ustedes han excedido por mucho la cifra. ─se negó. ─Tendrán que abandonar la tienda, por favor.

─Ok─dijo Yangyang con desagrado. ─, de todos modos, sus helados no son tan buenos, son muy gomosos.

La chica no respondió y agradeció internamente de ya no tener a la pareja exigiendo más pruebas de helado.

Kun y Yangyang salieron de la tienda, habían logrado ser echados de la tienda en la cual comprarían helado. Normalmente era así cuando salían, no era novedad que los sacaran de tiendas por querer conseguir comida gratis, la economía no era buena, ellos sólo intentaban sobrevivir con el poco ingreso que sus padres les daban.

─¿Qué hacemos ahora? ─le preguntó a Yangyang.

─No lo sé. ─respondió mirando las tiendas a su alrededor en busca de algún punto de interés, quizás puedan ir a comer a otro sitio o simplemente gastar su dinero en inservibles objetos─, pero quiero gastar mi dinero.

─Podrías guardarlo. ─propuso Kun haciendo lo mismo que su novio hacía, sin tener ideas.

Los ojos de Yangyang fueron directo a la tienda de llamativo cartel rojo y detalles negros brillantes, las letras eran tan atrayentes que no pudo evitar jalar la mano de Kun para que se detuviera.

─Entremos allá. ─murmuró Yangyang apuntando la tienda.

Kun miró hacia la tienda que Yangyang señalaba, de inmediato sus mejillas se enorejecieron y comenzó a balbucear nervioso.

─No creo...─negó ahogado, apartó la mirada─. No deberíamos.

Yangyang alzó una de sus cejas cuestionando, estaba incrédulo.

─¿En serio, Kun? ─lo empujó por el hombro. ─Vamos, tú dijiste que te gustaba todo eso del sadomasoquismo, allá está lleno de objetos extraños para practicar tu perversa afición. ─alentó. ─No seas hipócrita.

─No dije que me gustara el sadomasoquismo, sólo mencioné querer golpear tu trasero, eso no incluye lo que venden ahí. ─hizo una mueca agarrando la cintura de Yangyang.

─Ya verás que te gustará mucho comprar juguetes allá, ahora actúas de esa forma, pero tú, Qian Kun, te vuelves una persona calientemente distinta cuando tienes una erección molestándote. ─acusó quitando el agarre de Kun en él.

─No lo digas acá. ─regañó Kun entre dientes, golpeando la nuca de Yangyang. —Reconozco que podría gustarme usar juguetes... ─pensó antes de terminar la frase, teniendo una serie de tentadores imágenes mentales, relamió sus labios─...Contigo. ─los mordió indeciso.

─Estás dudando, quieres entrar. ─canturreó Yangyang alejándose y yendo en dirección a la tienda con su vista fija en Kun─. Voy a la tienda, Kun. ─dijo en un tono de voz más elevado─, sígueme si quieres.

No bastaron más súplicas para que Kun fuera hacia la tienda siguiendo los pasos de su novio que ya había entrado.

En cuanto entró, se fijó detalladamente en la organización de la tienda; estaba plagada de imágenes cómicamente obscenas, como rosquillas con bananas dentro y leche por doquier. Había senos y penes caricaturescos, perturbándolo porque ambos tenían rostros.

─Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarlo, joven? ─una señora se acercó a él con una sonrisa, exaltándolo por su repentina presencia─¿Busca algún producto en específico?

─Uhm... ─murmuró sin saber qué decir al ser tomado con sorpresa, con pánico buscaba a Yangyang, pero no fue posible, había perdido a su escurridizo novio en los pasillos de la tienda.─Sólo entré a ver con mi novio, él quería comprar. ─respondió incómodo.

─Entonces el chico de cabello rosa viene contigo, ¿cierto? ─le preguntó y Kun asintió. ─Bien, cualquier cosa que necesiten pueden consultar con el personal.

─Sí, gracias─le devolvió la sonrisa y se adentró a lo largo de los primeros pasillos, aquellos que sólo constaban de ropa provocativa para mujeres, ropas tan diminutas que se veían muy molestas.

Siguió observando las pequeñas ropas de seda, teniendo el traicionero pensamiento de ver a Yangyang con una de ellas; negó, no sería su estilo.

Pasó del pasillo en el que estaba y fue al siguiente. Todo lo que podía ver en los estantes eran distintos tipos de aceites, tanto lubricantes como estimulantes o de broma, aquellos que usan las mujeres para simular una estreches mayor.

Hizo una mueca, seguía incómodo.

─¡Kun! ─escuchó la voz de Yangyang a su espalda, agradeció ya no estar solo ahí.

Cuando volteó y lo miró, notó que venía hacia él con objetos en sus manos. No los distinguió bien sino hasta que lo tuvo enfrente alardeando sobre de las funciones que cada uno cumplía.

─Hay muchos vibradores. ─susurró entregándole uno, luciendo emocionado. ─Una vez vi un video donde le metían uno de estos a un chico, él se veía feliz, yo también quiero.

─No lo sé, cariño. ─detallista miraba el vibrador que contenía inclusive un control remoto. ─¿No prefieres ir a otro lado? ─ofreció entregándole el juguete que él había dejado en sus manos, Yangyang lo miró triste.

─Sólo será para probar. ─pidió Yangyang dando pequeños saltos y empujando los hombros de Kun. ─Una vez. ─levantó uno de sus dedos─...Tú...uhm... Te dejaré abofetearme el trasero si quieres.

─¿Quieres chantajearme?─entrecerró los ojos.

Yangyang obvió.

─¿No es obvio? ¡Quiero chantajearte!

Kun volvió a tomar el vibrador empaquetado, viendo el precio que no era tan elevado, fijándose hasta en los menores detalles.

─¿Y bien? ─lo apresuró Yangyang. ─¿Qué dices?

Kun soltó aire.

─Bien, vamos a comprarlo, pero sólo será esto. ─lo señaló con el vibrador y caminó por el pasillo en dirección a la caja. ─Que quede claro que será primera y última vez que entraremos aquí.

─Presiento que volveremos. ─dijo Yangyang con seguridad yendo a su lado, sacando de su mochila algo de dinero para poder pagarlo─. Usémoslo hoy.

─Luego hablaremos de los planes, primero hay que comprarlo. ─Kun llegó hasta la caja colocándose frente al mostrador para dejar el juguete ahí con vergüenza, jamás había comprado, apenas y compraba condones.

─Aquí tiene, señor Grey. ─le tendió el dinero y él lo recibió.

Kun pagó todo, siendo mirado con extrañeza por la mujer de la caja, quizás era porque seguía teniendo el uniforme de estudiante. Entregó el dinero y recibió la bolsa con el juguete que tanto quería Yangyang.

─Bien, podemos irnos ya. ─dio la vuelta y quedó helado a un costado de Yangyang.

Estaba viendo cara a cara a sus padres en la tienda, no sabía si se sentía perturbado porque ellos estaban ahí con productos en mano o porque los habían pillado comprando. Lo primero que pudo hacer fue esconder la bolsa con el vibrador detrás de su espalda.

─¿Ustedes qué hacen aquí? ─les preguntó Kun a sus padres sintiendo la gotita de sudor correr por su frente, metafóricamente, claro.

─La pregunta es, ¿qué hacen ustedes aquí? ─cuestionó ahora su padre, iba a responder, pero Yangyang se le adelantó.

─Vinimos a comprar, ¿qué más haríamos aquí? ─obvió el de cabello rosa señalando lo que Kun escondía detrás de su espalda.

─¿Qué han comprado? ─curioseó su madre mirando acusatoriamente a su hijo.

Y antes de que Yangyang hablara, Kun tapó su boca y fue caminando directo a la salida.

─No importa, nosotros ya nos vamos, ustedes sigan en sus compras para su viaje de aniversario. ─se despidió Kun rápido y torpe─. Nos veremos más tarde, cuando lleguen a casa. ─balbuceó y Yangyang mordisqueaba su mano─. Hasta luego.

Salió de la tienda con sus mejillas ardiendo, soltó a Yangyang y este lo miró molesto.

─Quería decirle a mi suegra lo que habíamos comprado. ─murmuró Yangyang abultando sus labios─. Ella preguntó.

Kun agarró su mano.

─Yang, amor, hay ciertos detalles que no siempre debes decirle a mi madre. ─mencionó como si estuviese hablando con un niño pequeño─. Después se vuelve raro.

─Lo siento, pero suelo hablar con tu madre sobre lo que hacemos. ─Kun quedó pálido de la sorpresa─. No puedo hacerlo con la mía, tu madre es lo más cercano que tengo como una figura materna.

─¿Le dices todo? ─dijo Kun apenas.

─Yup, todo. ─asintió frenéticamente con una sonrisa─. Lo siento por decirle a tu madre lo que sucede bajo tus sucias sábanas, ¡pero ella está orgullosa de ti! Dice que le alegra mucho que seas cuidadoso con tu pequeña flor, osea yo. ─aleteó sus pestañas.

─Bueno, pequeña flor. ─le entregó la bolsa con lo que habían comprado─. Ya vámonos.

─Cierto, cierto─asintió─¡Vámonos! ─alentó─. Después le diré a tu madre qué tan bueno eres usando vibradores.

─Lo que digas, Yang.

(...)

En cuanto llegaron a casa de Kun, subieron a la habitación de éste para probar así el juguete que habían comprado. En cuanto estuvieron dentro, Yangyang miró por la ventana asegurándose de que la sábana seguía ahí, así que su madre no estaba al tanto de que no se encontraba en casa.

Suspiró agradecido.

─¿Has bajado por ahí? ─le preguntó Kun a su espalda refiriéndose a las sábanas amarradas que colgaban desde su habitación.

─Sí, fue divertido, no entiendo cómo a ti no te gusta. ─dio la vuelta mirando a Kun que estaba desabrochando el saco de su uniforme.

─Porque tú quieres que también suba, eso es imposible para alguien con mis brazos. ─Kun quitó el saco del uniforme, buscando un colgador para dejarlo en el gancho que estaba detrás de su puerta.

─Se supone que debes rescatar a Rapunzel subiendo, genio. ─Yangyang fue hasta la mesa de noche que tenía Kun a un lado de su cama, ahí habían dejado la bolsa con el vibrador.

Yangyang la tomó para sacar el empaque y romperlo, jamás supo cómo sacar objetos de sus empaques, la impaciencia le ganaba.

─No sé cómo se prende es... ¡Oh!─exclamó al presionar un botón y sentir el hormigueo en sus dedos. ─Qué encantador. ─intentó apagarlo usando el diminuto control que traía.

─¿Funciona bien? ─Kun se acercó mientras desabrochaba su camisa─Se ve pequeño, ¿crees que sea efectivo?

─Yup, se ve que es bueno. ─continuó presionando todos los botones que veía en el control, sintiendo todas las velocidades. ─La mano me hormiguea, se siente gracioso.

─¿Puedo ver? ─Kun estiró su mano y Yangyang dejó los dos objetos en su palma. ─Ahora se siente más grande, es como de metal, no sé, su material es extraño.

─Me gusta, se siente suave. ─Yangyang se recostó en la cama, mirándolo mientras probaba los botones. ─Definitivamente no es de metal, es más suave que el metal, Kun.

─¿Tú piensas poder soportarlo? ─apagó el aparato y lo dejó sobre la cama.

─Sí, puedo soportarlo, don't problem.

No problem. ─corrigió quitándose la camisa por completo.

─No te presto mucha atención cuando hablas en inglés, en realidad te dejo hablar y asiento a todo lo que dices. ─reveló colocando sus manos detrás de su nuca y cruzando sus piernas.

─Dolió. ─dijo Kun desabrochando su pantalón y Yangyang aplaudió─¿Qué tienes?

─¡Sí, así, desnúdate, bebé! ─aulló haciendo reír a Kun.

─Estoy en eso, tranquilízate─hizo un ademán con sus manos, luego bajó la cremallera del pantalón─¿Y tú qué?

─Yo nada, tú harás todo.

─¿Esperas que haga todo yo? ─le cuestionó el castaño bajando los pantalones del uniforme, los dobló y dejó sobre los pies de la cama.

─Por supuesto, haz todo tú. ─rio Yangyang con una sonrisa juguetona en sus labios─. A ti te gusta tener el control la mayoría del tiempo, a mí sólo me complace ser consentido.

─¿Piensas que no sé eso? ─Kun le cuestionó sentándose en la cama con tan sólo un bóxer puesto─. Llevo meses conviviendo contigo, conozco todos tus gustos.

Yangyang se mantuvo en silencio.

─Cierto, impresionante─soltó mirando al techo asintiendo con lentitud, más pensativo─Somos novios, qué bien, nunca he tenido un novio.

─Ahora tienes uno, el primero y probablemente el último. ─Kun estiró su mano para acariciar con lentitud la pierna de Yangyang.

─Probablemente. ─repitió guiando su propia mano hasta tomar la del castaño. ─Pregunta incoherente...

Avisó Yangyang.

─Tienes el permiso. ─Kun accedió acariciando el dorso de la mano de su novio.

─¿Piensas aguantarme toda la vida, Kun? ─preguntó Yangyang.

Kun gateó por la cama hasta quedar más cerca de Yangyang, inclinándose hasta dejar su codo sobre la cama, mirando el rostro del pelinaranja.

─¿Has perdido el hilo? ─Kun paseó sus dedos por las mejillas ajenas, fijándose con cuidado cada centímetro de su suave piel que las yemas de sus dígitos tocaban─¿Es la hora donde Yangyang se pone sentimental y pensativo?

─Sí, pero me gustaría que respondieras mi pregunta. ─dijo pequeño queriendo estar más cerca de Kun─¿Vas a aguantarme toda la vida?

A Kun no le extrañaba pasar espontáneamente a conversaciones de este tipo con Yangyang, algunas veces él pensaba de más situaciones que no tienen mucha contingencia y terminaba preguntándole al respecto de temas muy sentimentales.

Normalmente eran referentes a cuánto tiempo estarían juntos, Yangyang siempre se mostraba sensible cuando hablaban sobre su futuro como pareja, porque aseguraba lo mucho que le dolería alejarse de él y que no le gustaría que el destino se lo quitara.

A Kun ya no le costaba tanto como antes calmar a Yangyang, porque las primeras veces era infernal, lo tenía hecho un manojo de lágrimas sin saber qué hacer. Con el pasar de los meses supo bien cómo calmarlo.

─Estaré contigo. ─asintió acercándose a besar los pómulos de su novio. ─No pienses en lo que pasará, estamos muy bien ahora, ¿acaso no estás feliz con tu lindo novio chino?

─Estoy feliz con mi lindo novio chino ahora, pero me gustaría estar con él por siempre. ─removiéndose llegó a quedar entre los brazos de Kun. ─Ya estoy triste, acabo de deprimirme sin razón, ¿es eso siquiera posible?

─Contigo todo es posible, Yangyang. ─burló Kun tomándolo desde la espalda para dejarlo sobre su pecho. ─Ya, bebé, no estés mal. ─lo apretó sacándole un quejido.

─Demasiado tarde, ya quiero llorar. ─murmuró restregando su rostro contra el pecho descubierto de Kun, enredando sus piernas con las contrarias.

─¿Sabes qué pasa si tú lloras?

─¿Tú también llorarás? ─respondió con duda. ─Dijiste eso una vez, lo recuerdo.

─Buena memoria. ─chasqueó la lengua. ─Efectivamente dije que, si tú lloras, yo también lo haría.

─Oh, no llores. ─hizo un puchero ─Yo lloro sin mucha razón, sólo porque pienso mucho en lo que no debería.

─Por supuesto, pero está bien, puedes pensar en el futuro si quieres. ─le dio la razón. ─, sólo evita que siempre sea negativo. ─pidió peinándole el cabello. ─¿Qué es lo que siempre te hace pensar cosas negativas?

─Que no estaremos juntos por siempre. ─respondió abrazándolo él también, olfateándolo.

─Quizás tengas la idea de que las relaciones no duran para toda la vida, que se van de la misma forma en que llegan. ─miró hacia abajo la cabellera esponjosa de Yangyang, besándola─. Nosotros no tenemos que seguir la línea de normalidad.

─¿Hay que ser extrovertidos? ─levantó el mentón topándose de golpe con los ojos avellana de Kun.

─¿No te parece que ya somos lo suficientemente extrovertidos? ─dijo riendo mientras palmeaba la espalda de Yangyang.

─Tal vez, a veces a Renjun le cuento lo que hacemos y él se asusta─contó divertido.

─¿Seguirás triste? ─Kun logró tomar ambas mejillas de Yangyang, aplastándolas a la vez que acercaba su rostro al suyo.

─No, ya no estaré triste. ─estiró sus labios para tocar los de Kun. ─Gracias por enamorarte de mí, jamás pensé que alguien lo haría.

─Fue fácil, tienes un encanto exótico. ─ahora Kun besó a Yangyang.

─Soy exótico, como un animal en extinción. ─aseguró riendo. ─Cuídame, no hay más como yo en el mundo.

─Estoy cuidándote─pellizcó su mejilla haciendo una mueca─. Te cuidaré, no problem.

(...)

Eran las diez de la noche y su teléfono estaba sonando arruinando su sueño, no quería contestar y así seguir durmiendo tranquilo sobre el pecho de Kun, pero el sonido del tono de llamada era tan irritante que decidió abrir sus ojos que se sentían arenosos, no tuvo de otra que agarrar el molesto aparato.

Procuró no despertar a Kun cuando contestó el teléfono sin fijarse mucho en el remitente, solamente deslizó su dedo por la pantalla y lo dejó contra su oído soltando un flojo:

─¿Diga?

No escuchó mucho del otro lado de la línea, por lo que estaba decidido a colgar, pero la voz femenina le hizo despertar un poco más.

Shuhua lo estaba llamando.



─Yangyang, hola─dijo ella dejando oír su ruidosa respiración─Perdón por llamarte, creo que estabas durmiendo.

─Lo estaba. ─aseguró mirando a Kun en la oscuridad, aún así podía visualizar su ojo medio abierto, así que lo cerró con cuidado, ahora sí se veía mejor─¿Qué necesitas?

─Hoy íbamos a salir, tu madre me llamó diciendo que no estabas bien, sólo quería saber si te sentías mejor. ─preguntó arrastrando las palabras, apenas la entendió por su tono de voz y por lo cansado que estaba.

─Yo bien. ─respondió bostezando y jugueteando con su dedo sobre los labios entreabiertos de Kun. ─Estoy mejor, gracias.

─Bien... ─soltó dándole paso al silencio incómodo─¿Puedo hacerte una consulta?

─Uh, sí, como quieras─Yangyang dijo y dio un salto al notar que Kun se estaba removiendo.

Shuhua no dijo nada como él esperaba.

─Oye, ¿sigues ahí?

─¡Sí! ─exclamó haciéndolo abrir sus ojos que estaban cerrándose. ─Quería preguntarte sobre tu... tu vecino, sé que suena extraño. ─murmuró. ─, y no sé si sea apropiado decirlo por teléfono pero yo...

Yangyang frunció el ceño.

─Puedes decirlo, está bien.

─No quiero que te sientas mal por esto, me pareces un muchacho agradable y bastante atractivo.

─Bien. ─a Yangyang no le gustaba hacia la dirección que estaba tomando la conversación, iba a cortar.

─Tu vecino, ¿Kun? Kun, recuerdo su nombre, él es agradable... Digo, no lo conozco, pero se ve agradable. ─sonaba insegura.

─¿Qué quieres de Kun, Shuhua? ─la detuvo irritado, no fue disimulado.

─Quiero conocerlo, me gustaría que me ayudaras en eso. ─escuchó y sintió asco─. Como se nota que tú tienes contacto con él, quisiera tu ayuda.

─¿Te gusta? ─interrogó mordisqueando su labio.

─Tal vez.

Yangyang lejó el teléfono lentamente de su oído y le colgó.

─No─susurró dejando su teléfono a un lado, su ceño seguía fruncido─, mío. ─se volvió a recostar en el pecho del chino abrazándolo y pasando una de sus piernas por sobre él en un claro signo de posesividad.

─¿Todo bien? ─la ronca voz de Kun, al estar medio dormido, se oyó.

─Sí, todo bien. ─soltó irritado, siendo obvio ante los sentidos de Kun─. Sigue durmiendo, buenas noches.

─Oí un poco de la conversación. ─reveló removiéndose con un quejido de por medio. ─Huele a celos, no lo estés. ─balbuceó cansado. ─Te amo, Yangyang. ─besó su frente y lo acercó a su cuerpo.

Yangyang bufó y Kun carraspeó.

─También te amo, Kun. ─respondió a regañadientes.

─Así me gusta, sigue descansando. ─restregó su nariz en la cabellera rosa de Yangyang ─. No te distraigas más.

Yangyang asintió y cerró los ojos con un sólo pensamiento en su cabeza; Odio a Shuhua.

holaaa, finalmente actualización de esta adaptación, si hay errores en los nombres porfi pónganme para corregirlos

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