S E I S
Yangyang no podía recordar que tenía una casa propia aparte de la de Kun, debido que hace días no ha dormido en su habitación o visto bien a sus padres. No le afectaba mucho, puesto que ahora era más responsable con sus decisiones.
Como faltar a clase por preferir quedarse y flojear junto a su novio, ya no se tomaría ese lujo y arriesgarse a que llamaran a su casa otra vez.
Un día más en el que despertaba en casa de Kun, pero sin ver a Kun a su lado cuando por fin abrió los ojos. Con claros signos de desorientación, él paseaba su vista a lo largo de la habitación, sin hallar rastros de su novio.
─Kun se ha perdido otra vez. ─susurró rodando por la cama, quedando boca abajo, seguiría durmiendo.
En medio del silencio dentro de la habitación, escuchó una respiración que no era la suya, más los ronquidos de motocicleta que pertenecían al coreano. Levantó el rostro de la cama, frunciendo el ceño para intentar deducir de dónde provenía el sonido.
Y lo recordó.
Durante la noche, Kun lo había pateado, así que, como una buena venganza, lo empujó hasta dejarlo tendido sobre el suelo. Sorprendentemente, Kun, pareció no reaccionar al fuerte golpe que se dio contra el suelo, por lo que siguió durmiendo.
Yangyang se estiró hasta asomar su cabeza por los bordes de la cama, topándose con el castaño recostado sobre su espalda, con los brazos un poco doblados y la boca abierta soltando los ruidosos ronquidos.
─La princesa está muerta. ─susurró quitándose las sábanas del cuerpo, levantándose para hincarse a un lado del, posiblemente, inerte cuerpo de Kun. ─La única solución es el beso de amor verdadero, así la princesa va a despertar y se casará conmigo.
Miró el rostro de Kun, notando que uno de sus ojos estaba levemente abierto; Kun a veces dormía con uno de sus ojos abiertos, era extraño, pero según Yangyang, lo cuidaba hasta cuando estaba durmiendo.
─Y en un acto de necrofilia, el príncipe Yangyang, besó a la fea princesa Kunia. ─se inclinó acariciando el rostro de Kun, juntando sus labios con los de su novio, fue difícil tomando en cuenta la boca abierta de Kun, pero nada le impediría besarlo.
Se alejó un poco, así como muestran en las películas, esperando ver los ojos abiertos de Kun mirándolo con amor, pero no fue así, lo único que obtuvo fue un ronquido.
─La princesa está defectuosa. ─señaló torciendo sus labios.
Así que Yangyang no tuvo otra opción que acatar a las medidas drásticas. Se dirigió hasta el baño, agarrando el vaso que contenía un par de cepillos, lo sacó de ahí y lo llenó con agua fría.
Se paró a un lado del cuerpo de Kun, con el vaso en la mano y mirando hacia abajo con seriedad. Estiró el brazo para que, cuando volteara la muñeca, el agua cayera directo al rostro de Kun.
─Lo siento, Kun, pero son cosas que tienen que suceder. ─dijo en modo de monólogo. ─Te amo, pero no es correcto que sigas durmiendo. ─apretó los labios─. Hasta la vista, baby.
Vertió todo el líquido sobre el rostro de Kun, pronto tuvo la imagen de su novio tosiendo y golpeando su pecho, al parecer el agua entró directo hasta su garganta.
─¡La princesa ha despertado! ─exclamó el pelirosa lanzando el vaso hacia atrás, alzó sus brazos mirando hacia abajo cómo Kun comenzaba a levantarse con el rostro y torso empapados. ─¡Nos casaremos por la mañana!
─Voy a ahorcarte, ven aquí. ─tartamudeó abriendo los ojos viendo fijamente hacia el otro, quien estaba alejándose con pequeños pasos en retroceso.
─La princesa ha sido poseída, el príncipe Yangyang tendrá que sacar su espada y derrotarla para después beber su sangre y volverse el mejor entrenador pokemon. ─ Yangyang, con sus pies empapados por el agua, dio la vuelta en un mal movimiento con el propósito de querer escapar rápido de Kun, así que terminó yéndose directo al suelo golpeándose el costado del cuerpo.
Kun hizo una mueca por lo doloroso que se vio, acercándose con precaución de que no le sucediera lo mismo. Preocupado se agachó viendo a su novio gemir adolorido agarrándose el hombro, hasta podía jurar que estaba llorando.
─Soldado caído, Kun, ayuda. ─sollozó, sí, Yangyang estaba llorando.
Había sido un pequeño inconveniente mañanero de fin de semana. Desayunaron la asquerosa comida que Kun intentó cocinar por el mal estado en el que Yangyang se encontraba, por lo que no les quedó de otra que sacar las sopas instantáneas y desayunar aquello.
También almorzaron de esas sopas hasta que decidieron ir a comprar chucherías a la tienda que estaba unas manzanas más arribas. Trajeron un montón de variedades de dulces, salados y hasta un recipiente de helado-todo con el dinero que se supone sería para comprar suministros de higiene.
Kun estaba recostado a lo largo del sofá con sus lentes puestos, Yangyang se encontraba sobre el cuerpo del coreano, apoyándose en su pecho siendo abrazado por él. Kun acariciaba el cabello anaranjado de Yangyang mientras ambos veían hacia la televisión.
─Compremos una rata y le enseñamos a cocinar, no, mejor un osito, las ratas son feas. ─soltó Yangyang acurrucándose entre los brazos de Kun. ─Le pondremos Yujin. ─susurró.
─Creo saber por qué quieres colocarle ese nombre al osito. ─dijo Kun tomando la frente de Yangyang, deslizando su mano hacia atrás apartándole el flequillo, así un par de veces, acariciando─. Pensé que Mathew era tu favorito. ─murmuró con molestia.
─Yup, él es mi novio, pero Yujin es adorable. ─ Yangyang sonrió ensoñado y Kun carraspeó.
No estaba de más nombrar el alto nivel de celos que tenía Kun hacia el hombre que a veces le robaba los suspiros a su novio; Seok Mathew, el estúpido canadiense con el cual Yangyang poseía un enorme crush y no se cansaba de nombrarlo cada vez que podía.
─No estés celoso, jamás tendría oportunidades con él. ─dijo Yangyang con un tono de voz triste─. Pero sigo soñando con ese día en el que él venga en su limosina y me diga: "Oye, Yangyang, ¿me harías el honor de hacer los bailes de fortnite conmigo?"
─Bueno, ¿conoces a Kun Qian? ─le preguntó a lo que Yangyang asintió.
─Multi facetico, trucos raros, pasando por la pubertad y sufriendo cambios en su voz.
─Tu novio. ─agregó Kun apretando el cuerpo de Yangyang contra el suyo, él soltó un quejido─. Ese chico jamás será como tu novio, Yangyang.
─Me di cuenta que me gustan los chicos extranjeros. ─balbuceó tratando de safarse del agarre que Kun mantenía en él─. Matthew jamás será como tú, porque él es mejor. ─soltó riendo.
─¿Tú crees?─encaró Kun mordiendo la mejilla ajena a la vez que metía sus manos dentro de la playera holgada de Yangyang─ ¿Es Matthew mejor que yo? ─le cuestionó aflojando el agarre para enfocarse en tocar la piel bajo sus dedos.
─No, Kun. ─advirtió Yangyang mirando de mala forma al chino─. No. ─repitió.
─Oh, sólo quería...
Quizá Kun había olvidado el hecho de que sus padres volverían ese sábado por la tarde, efectivamente, ahora acababa de oír la puerta de entrada y las voces de ellos. Su corto tiempo de diversión se había acabado.
─Hemos llegado. ─anunció el padre de Kun, ambos oyeron los pasos acercarse y las ruedas de las maletas contra el suelo.
─Me sorprende que no haya un chiquero. ─se unió la señora Qian, apareciendo ahora en el campo visual de los adolescentes. ─Creí haberles aclarado que no es higiénico hacerlo en el sofá.
─¡No íbamos a hacer eso! ─Kun apartó sus manos del cuerpo de Yangyang ─¡Sólo estábamos...
─¿Cómo les fue? ─preguntó Yangyang colocando su mano sobre la boca de Kun, sonriendo.
Ahí fue cuando la extensa conversación entre Yangyang y la madre de Kun se llevó a cabo.
(...)
Yangyang miraba su teléfono con su dedo en la boca, mordiéndolo insistentemente mientras sus ojos repasaban una y otra vez el mensaje que le había llegado a su bandeja de mensajería. El número tenía identificación, así que no era ningún misterio la identidad del receptor, era un punto a favor.
Había pasado una semana desde que había prometido a Shuhua conseguirle una cita con Kun, pero ni siquiera se lo mencionó al coreano. Al parecer la insistencia de esa chica era tanta que llegaba a puntos extremistas, comprendía, vagamente, que estaba enamorada, pero hasta para eso hay límites.
Siguió leyendo, no podía parar de hacerlo, estaba tan crédulo que no se había percatado del ardor en sus ojos por no pestañear.
─Sé tú secreto, no me hagas decirlo. ─susurró palmeándose la mejilla, mordiendo su labio─. Cumple tu palabra, consígueme una cita con Kun.
¿A qué secreto se refería?
Dudaba mucho que fuese sobre su relación con Kun, porque no sería lógico que le estuviese pidiendo una cita con Kun sabiendo que es su pareja. Descartó la posibilidad de que supiera, pero no sacaba nada sacando conclusiones.
A Yangyang no le gustaba para nada que esa muchacha quisiera pasarse de lista con él, por lo que la encararía sin importar qué. Shuhua era ilusa, no lo conocía al parecer.
Presionó la barra blanca para que de inmediato el teclado saliera, estaba preparado para mandarle un mensaje a Shuhua pidiéndole las respectivas explicaciones.
"¿A qué secreto te refieres?"
"¿Sabes que, si me amenazas, menos voy a conseguirte una cita con él?"
El mensaje fue enviado y visto en cuestión de minutos, en los cuales no pudo quitar su vista del teléfono.
"¿Qué otro secreto más? Sabes a lo que me refiero."
Yangyang alzó su labio superior asqueado.
"Si ambos sabemos a lo que te refieres, puedes decirlo."
Escribiendo...
Escribiendo...
Escribiendo...
"Eres gay."
Leyó sin poder creerlo. Sus mejillas comenzaron a enrojecerse, ardiendo y quemando. Bajó con lentitud su teléfono para dejarlo sobre su regazo, una inexplicable ansiedad comenzó a transmitirse a lo largo de su cuerpo.
Mordisqueó con fuerza su pequeño labio inferior, estaba molesto. Se sentía furioso en ese instante, ¿por qué ella se sentía con el derecho de manipularlo de esa manera? Con la mandíbula apretada volvió a tomar su teléfono, no lo permitiría.
Marcó al número de Shuhua y colocó el teléfono en su oreja, haciendo presión con la lengua sobre su mejilla. Esperó hasta oír la voz de la chica del otro lado.
─¿Ya decidiste? ─preguntó ella. ─Me gustaría saber tu respuesta.
─Te diré algo, Shuhua, no metas tu culo en mis asuntos. ─respondió Yangyang. ─Esa es mi respuesta.
─También me involucra, si bien no recuerdas, nuestras madres nos quieren juntos. ─canturreó. ─Me concierne desde cierto punto.
─¿Qué mierda tiene que ver mi jodida sexualidad con que nos quieran juntos?
─Bastante, no podemos hacer nada si es que te gustan... Los hombres. ─murmuró Shuhua, Yangyang se pasó una mano por el rostro─. Igualmente, no me gustas, es otra razón por la que no estaría contigo.
─Tampoco estaría con una persona tan desagradable como tú. ─un verdadero odio era transmitido por parte del pelirosa─. Mantente alejada de mis problemas, te lo digo ahora, no seré amable si abres la puta bocota.
─Estás siendo grosero, tampoco es mi culpa que tú tengas ese problema con tu familia. ─la escuchó decir con indiferencia.
─Es mi problema, con mi familia, no te entrometas, en serio. ─dijo remarcando los "mi" en la oración. ─Si quieres salir con Kun, hazlo por tu cuenta. Yo no te ayudaré.
─Le diré a tu madre, de verdad, hazme el favor y cerraré la boca. ─siguió siendo insistente y Yangyang quería gritarle─. Dile a Kun que salga conmigo.
─Eres una maldita manipuladora, ¡ni siquiera conoces a Kun! ─encaró. ─Él no querrá salir contigo.
─¿Por qué te cuesta tanto? Podrías acceder y yo no le diría a tu familia, tómalo antes de que me aburra frente a tu incompetencia. ─iba de mal a peor, la paciencia de Yangyang estaba al borde.
─No voy a darte el maldito gusto, ¿entiendes? ─le dijo con sorna en la voz.─ ¿Te sientes con el derecho de venir a amenazarme?
─Suenas enojado, relájate, no diré nada si cooperas. ─le detuvo Shuhua.
─¡Estoy enojado! ─exclamó golpeando el suelo con su pie. ─No te conseguiré ninguna cita con Kun, compréndelo, no quiero que estés cerca de él.
El ojo derecho de Yangyang palpitaba, cosa que sucedía cuando sus niveles de estrés sobrepasaban las líneas de su cordura. No podía estar tranquilo hablando con una persona que tenga una actitud tan molesta como la de Shuhua.
Escuchó una risa del otro lado, su expresión cambió.
─¿Qué te resulta gracioso? ─espetó con sequedad.
─Que ya comprendo todo, sólo es eso. ─siguió riendo─. Entiendo qué hace que no quieras que me acerque a Kun, ¡él te gusta! ─se burló─...Era tan obvio, si tuvieras un poco de sentido común me habrías conseguido la cita con Kun, pero no quieres porque estás enamorado de él. ─aseguró.
Yangyang moría de ganas por decirle: "¡Sí, estoy enamorado de Kun y él está enamorado de mí! Es impresionante, ¡hasta somos novios! ¿No te sorprende?"
Soltó el aire en sus pulmones, escuchando a su madre al otro lado de la puerta, diciendo algo que le hizo querer irse de esa estúpida casa de una vez por todas.
─ Yangyang, arréglate, Shuhua y su familia vendrán a cenar. ─dijo su madre después de tocar la puerta con suaves toques, segundos después oyó sus tacones alejándose.
Quitó el teléfono de su oído, a veces era difícil esconder el enojo, Yangyang era una persona que normalmente no se enojaba en serio, pero ahora sí lo estaba. La conversación con Shuhua lo dejó en un deplorable en el que cualquier cosa lo podría hacer estallar.
No pensó cuando lanzó su teléfono contra el suelo, escuchando y viendo cómo se rompía el pobre e inocente aparato electrónico.
─Espero y se pudra en el infierno. ─dijo subiendo de a poco el tono de su voz─. Voy a verla y querré ahorcarla. ─con la respiración agitada se sentó en su cama.
¿Cuánta presión podría soportar ahora?
Antes vivía tranquilo guardando su secreto de oídos de su madre, pero ahora estaba esa niña entrometida que lo usaba con chantajes con tal de conseguir lo que quería. Lo abrumaba, odiaba tener que haber nacido en una familia así.
Sus ojos estaban aguados, interfiriendo en su campo visual, de todos modos, cerró los párpados dejando a las lágrimas desbordarse y refrescar sus calientes mejillas. Dejó salir los sollozos de su boca, llorar era la mejor manera de desahogarse.
─ Yangyang, hijo, ¿vas a... ─abrió con lentitud sus ojos enrojecidos viendo hacia el rostro preocupado de su padre, quien al verlo así cerró la puerta a sus espaldas y se le acercó precavido─¿Por qué lloras, Yangyang?
Yangyang no le respondió, lo ignoró levantándose para darle vuelta a la cama y sentarse dándole la espalda. El decaimiento había llegado, después del enojo, venía su etapa sensible. Una en la cual no se sentía con fuerzas suficientes.
─ Yangyang, ¿qué te pasa? ─su padre volvió a preguntarle a medida que se le acercaba para sentarse a su lado.
─No tengo ganas de hablar. ─susurró secando sus lágrimas, permitiendo que nuevas se formaran en su lugar. ─¿Puedes dejarme solo?
El hombre miraba a su hijo apenado, sabía bien que a veces no era el mejor padre; no era tan presente como le hubiera gustado ser en un principio, pero siempre se empeñó en estar ahí para educarlo. Jamás pudo forzar un lazo de "padre a hijo" con Yangyang, perdió el hilo de su paternidad cuando tuvo que trabajar más de lo necesario.
Hace tiempo notaba el extraño comportar de su hijo, unos meses atrás. Puede que Yangyang no mostrara signos de confianza para contarle sus problemas y pedir consejos, pero aún así lo conocía, a fin de cuentas, era su hijo y él lo crio la mayor parte de su vida, estando presente.
Tal vez este era el momento indicado para poder preguntarle al respecto, claro, anteponiendo la confidencia de padre a hijo. En esos aspectos, él era más comprensivo que su esposa.
Le encantaría que Yangyang confiara en él, pero no podía exigirle a su hijo que le contara sus problemas cuando no existía la notable confianza.
Colocó su mano sobre el hombro de Yangyang, acariciándolo a la vez que llamaba su atención, él lo miraba con el ceño fruncido.
─Hablemos. ─dijo el mayor fijándose en lo anonadado que lucía Yangyang ahora, removiéndose.
─Prefiero estar solo, no está en tu obligación quedarte aquí. ─Yangyang colocó las manos sobre sus muslos, acariciándose─. Puedes ir abajo.
─¿No confías en tu padre, Yangyang?
El de cabello rosa miró a su padre indeciso, no sabía si realmente confiaba o no en él, si rebobinaba en los últimos años de su vida, él jamás mostró signos de tener un pensamiento semejante al de su madre.
Estricto y cerrado, basándose en opiniones destructivas que pasaban sobre la integridad de los demás. Era manipuladora, de eso no había dudas.
Las veces que hablaron sobre Kun, su padre no comentaba mucho como lo hacía su madre con fines de insultar, siquiera conversaba cuando entraba al tema.
Un increíble sentido de la duda tenía lugar en su pecho, miró a su padre y éste le observaba con todo el amor paterno desbordando de sus ojos.
¿Podría confiar en él?
─Me tienes preocupado, entiendo que no confíes mucho en mí, es normal cuando no he estado muy pendiente en lo que haces. ─habló su padre suspirando, reconociendo ese error con madurez─. En ocasiones creo que no es demasiado tarde para que formemos ese lazo.
─Quizá sea tarde, pero confío en ti que más que en mi madre. ─dijo Yangyang con la presión en el pecho, era una sensación asquerosa, si es que le llegaran a preguntar.
Hubo un silencio que no podía tomarse como incómodo, sino que era uno en el cual Yangyang pensaba con su labio entre los dientes. Tragó saliva.
─¿Qué piensas sobre lo que está planeando mi madre con eso de emparejarme con Shuhua? ─preguntó Yangyang tomando por sorpresa a su padre, quien no esperaba ese tipo de pregunta ahora.
Lo pensó un poco, no mucho, ya que antes sí había tenido esa conversación con su esposa.
─Al principio no lo encontraba correcto, pero Shuhua se veía como una chica agradable, creí que probablemente te sentirías atraído por ella. ─contestó. ─Tomé en cuenta tu actitud al principio, se notaba que no te gustaba, pero quizá era porque no la conocías bien. ─agregó atento a su hijo. ─Pero ahora veo que sí se llevan bien.
Yangyang hizo una mueca, habló.
─No estabas de acuerdo. ─soltó Yangyang, pensativo, frunciendo el ceño. ─Creí que sí lo estabas, por cómo hablaste de ella antes.
─¿Tienes problemas con Shuhua? ─le interrumpió, también frunciendo el ceño.
Su instinto paterno tintineaba, independiente de que no tuviera una estrecha relación con Yangyang, tenía esa sensación que todo padre tiene cuando sus hijos tienen problemas.
Sin embargo, no iba a preguntarle de más si es que Yangyang no quería decirle al respecto. Pero nada perdía intentando mostrarle que sí podía confiar en él y que podría ayudarle.
─Shuhua es mi problema. ─dijo temeroso─. Emparejar a tus hijos no es lo mejor que pueden hacer.
─¿Han peleado? Si bien recuerdo, estuviste con ella hace unos días. ─recordó tomando una mejor postura, levantándose para hincarse frente a Yangyang.
Yangyang se sintió un poco intimidado por la cercana presencia de su padre, tomó aire profundamente y lo soltó con suavidad. Luchaba para contener las nuevas lágrimas que querían salir.
Quizá era el momento.
─Peleé con Shuhua hace un rato atrás, ella no es como piensas. ─su expresión fue de disgusto, recordando. ─Es manipuladora.
─¿Está manipulándote? ─cuestionó alzando una de sus cejas, Yangyang asintió. ─Debería hablar con tu madre, no es correcto que esa muchacha esté...
Yangyang interrumpió, apresurado.
─¡No le digas! ─hizo un gesto con sus dos manos, exaltado, volvió a la posición anterior. ─No se lo menciones, quiero que todo lo que hablemos aquí quede entre tú y yo.
Su padre lo miró analizando, viendo el constante pestañear de Yangyang que indicaba signos de nerviosismo.
─Bien, no le diré, quedará entre nosotros. ─aseguró volviendo a palmear el hombro de su hijo─. Ahora dime, ¿qué es lo que hace Shuhua?
Yangyang miró sus manos, intranquilo, queriendo que la seguridad llegara a él. No podía esperar mucho, fue una decisión espontánea, pero necesitaba de su familia, por lo menos de su padre.
─Ella descubrió algo. ─balbuceó sin mucha modulación, mordió el interior de su mejilla sin cuidado, no quería llorar─, un secreto mío.
─¿Está manipulándote con eso? ¿Con tu secreto? ─preguntó precavido recibiendo un asentimiento como respuesta. ─¿Es muy malo? ─ Yangyang negó.
─No es malo, por lo menos yo no lo veo así. ─su voz se quebró en la mitad, riendo por lo estúpido que se sentía.
─Shuhua no tendría que hacer eso. ─su padre dijo con amargura, disgustado─. ¿Por qué está manipulándote?
Yangyang tomó aire desde la boca.
─Quiere que le dé algo a cambio, si no se lo doy, dijo que les diría mi secreto. ─agudizó aguantando un sollozo─. Lo arruinará si lo hace, está siendo egoísta con nosotros.
─¿Nosotros? ─rescató ladeando su rostro─¿Hay más involucrados?
La respiración de Yangyang se trabó, su labio tembló y su piel se puso de gallina.
─Los hay. ─afirmó cerrando su ojo derecho cuando su mejilla fue tocada; su padre estaba limpiando sus lágrimas─, pero Shuhua no sabe eso.
─¿Qué quiere Shuhua? ─preguntó en tono suave, tranquilo, y por supuesto, preocupado como nunca. ─No llores, estoy aquí, voy a ayudarte con esto.
Yangyang sintió calor en su pecho, hipó.
─Quiere que le consiga una cita con Kun. ─ Yangyang levantó el rostro con las gotitas cristalinas cayendo por sus mejillas.
Su padre sonrió confundido.
─¿Kun no es gay? ─le preguntó. ─Sólo explícale a Shuhua que no puedes conseguirle una cita con Kun, así dejará de molestarte.
─Le intenté decir, pero ella insiste, siquiera sabe que Kun es gay. ─comenzaba a alterarse al pensar en las palabras que Shuhua le había dicho antes. ─Si no lo hago, le dirá a mi madre.
El tema era más complicado de lo que pensaba, cuando le preguntó a Yangyang por qué lloraba, no pensó que se encontraría con eso. Sin embargo, le ayudaría, a fin de cuentas, seguía siendo su hijo.
─¿Cuál es el secreto? ─se atrevió a preguntar.
Los amplios ojos de Yangyang cayeron sobre el rostro de su padre, un montón de pensamientos lo ahogaban ahora mismo, tan complicado que no podía siquiera procesar bien las palabras que intentaban formularse en su cerebro y salir por su boca.
Con el dolor en el pecho y ojos aguados, confió en que él no tendría la reacción que su madre podría llegar a tener después de enterarse, quería creer en eso. Ya no habría vuelto atrás después de exteriorizarlo y demostrarle, por lo menos a su padre, quién verdaderamente ha sido durante todo este tiempo.
Dejar de mentirle a uno, por lo menos tener un apoyo familiar, sería un gran peso de encima.
¿Pudo haber pasado antes?
Probablemente, pero uno solo sabe cuándo es el momento indicado; cuando te sientes seguro.
El tema dio un extraño cambio de foco.
─¿Qué piensas sobre Kun? ─susurró, apenas podía hablar para ese punto. ─Siendo sincero, ¿qué opinas de él?
─Siempre creí que era... es un chico increíble. ─sinceró. ─No comprendo mucho tu pregunta, pero te digo que no soy igual a tu madre, si sigues siendo amigo de Kun, por mí está bien.
Yangyang asintió lentamente.
─¿No te importa que él sea gay? ─interrogó otra vez. ─Digo, ¿te molesta?
─Realmente no, no es un detalle que me moleste, a tu madre le desagrada, pero sabes cómo es ella. ─dijo riendo, aflojando con una corta risa el ambiente.
─¿Qué sucedería si. ─titubeó ahogando en su propia respiración, el latir de su corazón descontrolado y su expresión asustada─... yo también lo fuera?
Silencio.
Yangyang quería desaparecer.
Bajó la mirada, cerrando los ojos con fuerza con el miedo siendo lo único que sentía en ese momento. Su anatomía temblaba, su respiración era lo único resonando molestamente en la habitación.
No escuchaba a su padre, siquiera una respuesta o una reacción como lo podría ser que se levantara y se fuera, o incluso que reaccionara más agresivamente.
Nada.
─Tuve el extraño presentimiento que me lo dirías cuando comenzaste a hablar de lo que pensaba sobre Kun. ─fue lo primero que dijo para acabar con el silencio que estaba matando el sensible corazón de Yangyang.
Yangyang se quebró al instante, sin aguantar más.
─Lo siento. ─sollozó haciendo sus manos unos puños con impotencia, disculpándose sin saber la razón realmente, sólo lo hacía─. Lo siento mucho. ─con los ojos lloviznando fue abrazado.
Primera vez que sentía el abrazo sincero de su padre, el abrazo fue la gota que derramó el vaso. Lloró a mares, parecían las mismísimas cataratas de Niágara saliendo de sus ojos mientras se aferraba con fuerza al cuerpo de su padre.
─No debes pedirme perdón, perdóname a mí por no saber entenderte. ─sus grandes manos acariciaron la espalda y cabello de su tembloroso cuerpo. ─Hijo mío, ya está, lo has dicho, te felicito. ─animó palmeándole la espalda. ─Eres un muchacho realmente fuerte y valiente por hacerlo.
Yangyang no podía parar de llorar, sus sollozos eran tan ruidosos que hasta podrían oírse del otro lado de la puerta.
─Entonces, supongo que Kun. ─se entrometió con cuidado en el tema, seguía muy fresco y la sensibilidad de Yangyang no era como para preguntarle todo de sopetón─... ¿Lo son?
Yangyang asintió con el rostro pegado en su cuello. Su padre también lo hizo, comprendiendo.
─Tendré que hablar con él, sé que es un buen chico, pero me gustaría tener una corta charla con Kun.
Yangyang no creía que esta situación estuviera pasando en serio, no pensó que pasaría en algún momento de su vida. ¿Contarle a su padre sobre Kun? Sonaba impresionante, pero lo había hecho, ahí estaba llorando en los brazos de su padre después de haberle contado.
Se sintió como un imbécil al generalizar diciendo que nadie en su familia lo apoyaba, sólo fue lo suficientemente ciego, viendo únicamente hacia las sombras de la realidad.
Su padre lo sabía.
Él lo apoyaba.
Yangyang sonrió; "Un peso menos"
hoy les traigo un mataron de migt jiji
disfruten mucho
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