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—¡Mamá, mira, te hice una carta! —el pequeño extendió el papel doblado hacia su madre, dando algunos saltitos por la emoción.

Esperaba que le gustase su regalo.

La mujer abrió el papel, encontrándose con la frase de "Te amo Mamá" a un lado de la hoja en letras llamativas, llena de corazones, y en el otro lado se encontraba un dibujo de dos muñequitos sonrientes.

—Somos tú y yo, ¿te gusta?

Volteó a verlo, seguía dando pequeños saltos, emocionado. No pudo evitar sonreír al ver la emoción de su hijo.

—Me encanta, Beomie. Eres un gran artista —repartió besos por todo su rostro, haciendo reír al menor.

—Decías que las guardarías para siempre y mira, ahora voy de camino a tirar todas estas estupidas cartas que te hice cuando era niño porque dices que ocupan espacio.

Apenas estuvo frente al bote de basura, su ceño se frunció. Quiso aventar bruscamente la bolsa negra dentro del bote, pero en cambio la metió poco a poco, deseando que su madre apareciese de repente diciéndole que no las tire, que las guardaría en un lugar especial a pesar del espacio.

Pero eso nunca sucedió.