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Capítulo I: La mirada al inicio

Cristina está sentada en la comisaría, su mirada está perdida y apagada, como si su alma no estuviera en su cuerpo; tarareando una pequeña canción, toca y acaricia su vientre, hace una semana que se enteró de que tenía dos meses de embarazo, la verdad no sabe si quiere tenerlo o no... pero es hijo de él y ella aún...

-Cristina- la voz de una mujer empieza a ser tangible, pero la chica aún no reacciona. -Cristina, ¡Cristina!-

La chica por fin vuelve de sus pensamientos parpadeando y volteando a ver a la mujer, era la oficial Moreno, una mujer de mediana estatura, de piel morena, su cabello y ojos eran cafés claros y con mirada tan educada, arreglada y fría, su perfume de rosas inunda la atmósfera del pasillo.

-¿Te encuentras bien Cristina?-

Sonríe amargamente y responde.

-¿En serio preguntas eso, Moreno?-

La oficial suspira.

-Lo siento, Cristina, ¿quieres que lo pospongamos o...?-

-No- Responde, cortando la pregunta –Si no es ahora, jamás podré sacarlo de mi cabeza y no quiero estar ya con esta agonía, necesito desahogarme-

La oficial vuelve a suspirar y le coloca la mano sobre el hombro, acariciándolo en signo de consolación.

-Está bien, vamos Cristina- la ayuda a levantarse y la lleva a la sala de interrogatorio, donde dos hombres (un detective y otro oficial) las esperan –Cristina, el detective Estrada y el oficial Ortiz, están aquí para escuchar tu testimonio ¿está bien?- Cristina monótonamente asiente sin sentimiento.

- Bien– dice el detective –Empecemos, pueden sentarse-

Las mujeres se sientan en la mesa de metal, haciendo que Cristina recordara esa vez en el cual...

-Bien, señorita Cristina- dice Estrada mientras pone su celular en grabación de voz –Empecemos-

-¿Desde dónde?- dice sin emoción.

- Desde donde usted considere correcto y necesario-

Cristina se le queda mirando a los cigarros en la mesa de interrogatorio y recordando como le apagaba los cigarros en sus pechos, partes íntimas y el resto de su cuerpo bronceado, mientras se deleitaba y se reía siniestramente, como la golpeaba, la tocaba sin su consentimiento, la masturbaba y le introducía objetos en sus partes íntimas, mientras Cristina solo gritaba y lloraba y suplicaba; los recuerdos pasan rápido como flashes, la piel se le pone de gallina y empieza a temblar, poniendo la mano en su boca y solloza.

-¿Cristina?- Moreno se le acerca acariciando su espalda -¿Estás segura qué...?-

-¡Dije que sí!- responde alterada –solo necesito respirar-

Pasan unos segundos y Cristina está lista para contar lo que pasó en ese tiempo.

...

Alejandro por fin a abierto los ojos, después de que la alarma sonará dos veces, la tercera era la vencida, se talla la cara lentamente con ambas manos y voltea hacia su lado derecho viendo a una joven Cristina dormida con una gran sonrisa, después de una noche de tremenda acción, era obvio que durmiera con esa cara, el chico sonríe mientras le acaricia el cabello y le da un beso en la frente.

-Buenos días dormilona- lo dice con una voz dulce y tierna en el oído -Ya es ahora de levantarse- vuelve a besarle la frente y se para de la cama.

La chica se estira y se retuerce, entreabre los ojos y bosteza.

-¿Qué hora son?- lo dice bostezando de nuevo.

-Tarde- le responde volteando y acercándose para abrazarla por la cintura.

La chica le regresa el abrazo, pero en el cuello, con mucha ternura, sus cuerpos desnudos aún piden más uno del otro y empiezan a besarse con pasión.

-¿No tienes que ir a la universidad?– dice Cristina entre besos.

-No- empieza a masajear los pechos de la chica y poniéndola contra la pared; los besos se intensifican y empiezan a explorar sus cuerpos una vez más, estaban apuntó de repetir lo de la otra noche cuando el celular del chico suena interrumpiendo el momento erótico, los chicos se separan y Alejandro se acerca a contestar el teléfono.

-Es Evelyn...- lo dice con una voz sería y cortante.

-Aún no le has dicho ¿verdad?- dice la chica mientras empieza a vestirse.

Evelyn era la novia de Alejandro desde hace casi cinco años, pero después del bachillerato, el hecho de estudiar en diferentes facultades solo verse los fines de semana o por video llamada y mandarse mensajes con corazones y apodos tiernos, no era lo que se esperaba en una relación, además que ella era muy rencorosa, celosa e histérica con él, ¡Dios! Parecía una loca; mientras que Cristina estaba en su mismo salón, era hermosa, astuta e inteligente, la mejor en la clase, y si, parecería un cliché de una T/N en un fanfic mal escrito... pero no, ella era así; y eso a Alejandro le atrajo mucho de la chica, al principio, no le caía bien y odiaba hablar con ella, pero entendió que ese sentimiento no era porque en verdad la odiara, si no por el hecho de que se negaba a sentir una gran atracción y admiración hacia ella, aparte de que era todo lo contrario a Evelyn, y eso lo llevó a la infidelidad.

-No, aún no he... encontrado las palabras ni el momento correcto- lo dice mientras contesta la llamada.

-Hola amor- del otro lado del teléfono se escucha la voz de la chica alegre -¿Cómo estás? ¿Ya te levantaste?–

-Si, ya me levanté-

-Que bien amor, recuerda que hoy tenemos una cita-

-Si ya se, en la plaza Antara a los 6:00 pm lo recuerdo perfectamente-

- ¡Genial! Te veo allá, te amo-

-Yo también te amo- las últimas palabras eran secas y le costaba trabajo decirlas.

Cuelga y se dirige a Cristina.

-Que frío eres- dice la chica sarcásticamente.

-Me da igual, además usaré esto para aclarar las cosas-

La chica dibuja una sonrisa.

-Si sabes que será el peor día de su vida ¿verdad? –

-Ajá- el tono del chico era indiferente, sabes que si no es ahora es nunca y está cansado de ocultar su relación con Cristina, la amaba, y quería presentarla al mundo como su pareja.

Vuelve a sonar el teléfono, pero esta vez de la casa, Cristina y Alejandro se miran uno al otro extrañados ya que en esta época ¿Quién carajo usaba ese teléfono? Alejandro se acerca y contesta.

-Bueno...- contesta extrañado.

-Alejandro soy yo- contesta una voz masculina gruesa y sería.

-¡Ah! profesor Abelardo ¿Cómo está?- voltea con Cristina y voltea los ojos, la chica se ríe y termina de vestirse -¿Ya por fin me liberará mi servicio o...? -

-Necesito que vengas a la dirección que te mande... es algo... que tienes que verlo tu mismo- el tono del hombre era serio e incluso se podría decir...preocupado.

El chico sospecha ligeramente y su tono también cambia.

-¿Todo está bien profesor?–

-Como dije, es mejor que lo vengas a ver, 9:30 y llega temprano y también, si se puede, trae a Cristina- el profesor cuelga en seco; Alejandro parpadea procesando la conversación que acaba de tener, inmediatamente ve su celular, el mensaje de un número desconocido le envió una ubicación.

-¿Ahora en qué trabajo loco te quiere?- la chica se acerca y lo abraza por la espalda.

- No lo sé, esta vez se escuchó raro y preocupado, y lo más extraño, es que te quiere a ti también-

- ¿A mí? Pero ni siquiera hago servicio con él-

-Ya lo sé pero...algo me dice que necesita de nosotros, muy urgentemente-

Cristina voltea los ojos.

-Bien, solo por tú me lo pediste- le da un beso en la mejilla, y va a la cocina.

Después de desayunar y de tomar una ducha, salen del departamento de Alejandro hacia la ubicación, los chicos hablaban de que van a hacer después, de exámenes, profesores, compañeros, amigos, lo típico de unos muchachos en el último año de la carrera.

Alejandro maneja hasta una mansión antigua totalmente abandonada, pintada de colores naranjas y verdes oscuros, con ventanas y puertas de maderas rotas y rañoneadas, la puerta principal estaba acordonada y varios policías y patrullas estaban custodiándola; la fachada a distancia se veía tétrica y lúgubre y Cristina solo trago despacio.

Al bajar del auto, ven a varios hombres de traje negro con cara de pocos amigos, Cristina agarra con más fuerza la mano de Alejandro, que empieza a sospechar y tomar más enserio este asunto.

-Hola ¿Qué tal?- dice un muchacho moreno de baja estatura, de ojos grandes de color café, con una sonrisa nerviosa -Mi nombre es Ian Martínez, y soy el asistente, guion secretario, guion sirviente del señor Bran-

-¿El señor Bran?-

-Si, ¿ustedes son los muchachos criminalística que pidió o no?-

Los chicos se voltean a ver, están confundidos.

-No- dice Alejandro -nos llamó el profesor Abelardo Quintanilla-

-Por eso, el señor Bran pidió que el señor Quintanilla los trajera-

-¿Así?- dice Alejandro -pues entonces que estamos esperando-

-Genial, pasen por favor– dice Ian sonriendo.

Entran a la casa y ya había más hombres de traje y varios forenses y criminalistas. Ian los conduce hasta una habitación donde dos hombres de traje bloquean el paso.

-Está bien son ellos- la voz seria y gruesa del profesor retumba en la habitación -Déjalos pasar-

Los hombres se apartan y les ceden el paso, los chicos preocupados. Alejandro pierde totalmente la esperanza de que sea algo común, ya que ve a su profesor con traje de forense con una cara un poco más seria de lo normal y a su lado un hombre de cabello castaño oscuro y con una traje muy elegante de color azul marino con una corbata negra.

-Llegaste- dice el profesor; era un hombre medianamente alto y un poco arriba del peso, su cabello y ojos eran cafés oscuros, y rasgos faciales muy marcados -Y también trajiste a Cristina-

-Usted dijo que 9:30 y aquí estoy- el chico cambia totalmente su actitud y tono de hace unos minutos.

El profesor voltea con el hombre.

-Señor Bran, ellos son Alejandro Ramírez y Cristina Fernández, los mejores alumnos de criminalística y criminólogos que tenemos en la Universidad Ochoterena-

El hombre hace una pequeña reverencia hacia los chicos.

-Alejandro, Cristina, el es... -

-Se quien es, el secretario de Defensa, Jaros Bran- el chico responde en seco.

-Así es-

- ¿Qué necesita tan urgentemente para venir al bajo mundo de este lindo y bello país?- Pregunta a la defensiva y desafiante.

-Alejandro basta- la chica le toca el hombro tratando de calmarlo.

-Tranquila, está bien- el hombre se ríe y avanza unos pasos hacia ellos -Es normal, cuando estas en la cima, siempre habrá quienes querrán empujarte hacia abajo, creando falacias sobre ti y arruinado tu reputación- el hombre se le queda mirando unos segundos al chico, desafiante y arrogante -pero no estoy por eso, su profesor es muy amigo mío y uno de los mejores criminalistas que he conocido-

-Profesor ¿qué está pasando?- la chica pregunta nerviosa.

-El hermano del señor Jaros ha muerto, o mejor dicho le han asesinado- la frase era seca y áspera e incluso...podrida.

Los chicos, aunque no lo demuestran, quedan unos segundos en shock, es la primera vez que en su carrera que verán un asesinato de manera oficial, si, habían visto cuerpos en sus prácticas de todo tipo, pero esto era serio, y más cuando se trata de políticos, para ellos era emocionante y al mismo tiempo atemorizante.

-Mi cuñada dijo que había salido a cenar con socios hace dos días, pensó que se había quedado con uno de ellos por estar demasiado ebrio, pero...- el político suspira pesadamente -bueno como podrán ver no fue así-

-Unos adolescentes lo encontraron ayer en la noche, querían pasar la noche en esta casa abandonada, y bueno...- al profesor le costaban las palabras, se veía triste e impotente.

Alejandro da un paso adelante acercándose a los hombres.

-¿Alguna idea de quien pudo haber sido, señor Bran?-

-No lo se, no era una persona al cual todos odiaran, era un hombre muy devoto a su trabajo y familia-

-Pudo ser un rival del negocio o un ataque de ira de algún civil que estuvo inconforme con algo, en estos días la gente esta alterada por la política- dice Cristina acercándose al profesor.

Los dos hombres se miran de reojo con tal afirmación.

-No creo que un civil hiciera esto...-

El profesor abre otra puerta que daba a la habitación principal del segundo piso, y encuentran una escena totalmente terrorífica. Un hombre de aproximadamente 50 años colgado del ventilador roto de la habitación, desnudo, con las cuencas de los ojos salidas, la mandíbula dislocada, el cuerpo totalmente desgarrado, lleno de moscas y larvas por las heridas abiertas, las extremidades rotas y los intestinos se salían del cuerpo; el olor era insoportable y la habitación estaba llena de sangre.

Los chicos tragan saliva muy despacio, en verdad, era una escena bastante grotesca. Ian mientras tanto casi se desmaya, tiene náuseas y mejor se retira de la escena casi corriendo.

El profesor se aclara la voz y dice.

-Y tampoco dejaría un mensaje así-

Señala una de las paredes de la habitación, con garabatos pintados con un líquido rojo.

-Eso es sangre de la víctima ¿no?- dice el chico.

-Si- contesta el profesor en seco.

Cristina se acerca lo ve detenidamente el mensaje.

-Profesor ¿me presta un guante por favor?-

El profesor le entrega un guante de látex para que se lo ponga, Cristina toca uno de los garabatos y lo huele. El político traga en seco al ver este acto.

-Lápiz labial- dice Cristina con extrañez.

-¿Disculpe?- dice el profesor.

-Además de sangre, también pinto con lápiz labial-

- ¿Entonces es una chica?- dice el político extrañado.

-No, puede ser como William George Heirens o como Edward Theodore Gein, aunque también veo que le gusta mucho los enigmas y acertijos, estoy de acuerdo con el profesor que esto lo no hizo sido una persona común- dice Alejandro.

- ¿Un soldado retirado tal vez? -

-Debió ser alguien con mucha sed de sangre- dice Cristina quitándose el guante -Profesor ¿por qué aún no han bajado el cuerpo?-

- Y lo más importante ¿Qué quiere de nosotros exactamente señor Bran?- dice Alejandro –Si ya abrieron una investigación y supongo que están buscando al culpable-

-Bueno- se aclara la voz -el profesor Abelardo me dijo y que no hay alumnos como ustedes dos, pero tienen complicaciones para su servicio- saca una pipa y un encendedor -Así que les propongo lo siguiente- fuma su pipa y exhala todo el humo -Se unen a la investigación y me ayudan a atrapar al desgraciado que hizo esto, y yo les ayudó a liberar su servicio social y obtienen la plaza más prestigiosa en el gabinete de los criminalistas de este país-

Ambos chicos abren de par en par sus ojos a tal oferta, ¿enserio así de fácil?

-¿O?- dice el chico desafiante.

El señor Bran se ríe con fuerza -Me encanta este muchacho, no se le escapa nada, se que no me decepcionaran- vuelve a fumar su pipa -Pero si lo hacen, me aseguraré de que lo paguen muy caro-

- ¿Y si nos negamos? - dice Cristina con miedo.

-Pueden quedarse en su escuela como las personas corrientes, y tratar de conseguir un trabajo corriente, y todo va a hacer una vida corriente- se les acerca a los chicos -yo les estoy ofreciendo una oportunidad y quitándoles un peso de encima para su vida, acepten y cumplan con la investigación, y serán recompensados, rechácenlo y no pasará nada, pero si aceptan y fallan no les gustara el resultado... ¿quedo claro?– esboza una sonrisa.

Alejandro esta que arde de ira, no los podía obligar a esto, era absurdo e injusto, pero... tenía sus beneficios, imagínense, ya no tener que lidiar con tener que buscar trabajo, que te rechacen, pelear por una plaza con los demás, que te vuelvan a rechazar, etcétera, etcétera; si estaba la oportunidad de tenerlo de esa manera, que si sea.

El chico traga saliva y con voltea a ver el cuerpo, costaba trabajo mantener la mirada a esa imagen. Aceptando su destino respira y dice.

-Que alguien nos ayude a bajar el cuerpo, nosotros iremos por nuestros trajes-

-Por supuesto, por supuesto- se vuelve a reír el político victorioso- Adelante por favor-

-Y que nos den espacio, quiero revisar la casa de arriba abajo-

La pareja sale de la habitación y regresan con su traje de criminalista que traían en el auto.

-Bien... empecemos ¿profesor nos acompaña?-

-No- dice en seco -tengo cosas que resolver con el señor Bran, se que ustedes podrán con esto-

-Adelante profesor-

-Suerte jóvenes-

El profesor se retira dejando a los chicos solos en la habitación.

-¿Enserio acabamos de aceptar algo de...?-

-Si, ya no digas nada, solo terminemos con esto-

Los chicos empiezan a examinar la habitación, y lo primero que le da por revisar a Cristina es el mensaje de sangre de la pared, el liquido rojo vino escurría hasta el suelo y ya estaba coagulado. Alejandro se acerca a ver el mensaje, era tres renglones de alfabeto griego y signos del zodiaco.

-Parece que a nuestra persona le gusta copiar a otros- dice Cristina.

-Si- Alejandro, toca el mensaje con sus manos, y frunce el ceño, ¡diablos es asqueroso!

-¿Qué crees que quisiera decir?-

-Puede ser una advertencia o amenaza e incluso una burla; incluso dejo firmado-

Cristina se agacha y el seudónimo que utilizo el asesino, lentamente lo deletrea.

- M. O. L. L. Y, MOLLY-

- Un nombre ingles en México, que estupidez-

Cristina toma foto y sigue examinando, y a Alejandro se le da revisar cada cajón de un perchero viejo, abre cajón por cajón, solo hay poliñas, ropa muy vieja y cucarachas, pero el último esta atorado.

-Oye- dice Cristina con una pequeña llave en su mano -¿qué tal si intentas con esto?-

Alejandro ve el cajón y ve que hay una pequeña cerradura, suspira y toma la llave, abre el cajón y encuentran el lápiz labial junto a otras cosas.

-Vaya, mira que preciosidad- Cristina mueve el artefacto -este lápiz labial no se consigue en cualquier lado-

-¿Nuestro sospechoso es rico?-

-Digamos que si, aunque no descartamos la idea de que puede ser robado o pirateado, informe sobre esto, llevaré el lápiz a laboratorio y tal vez lo policías puedan seguir algo-

-Si tal vez- Alejandro saca lo demás del cajón y encuentra fotografías de la víctima, desde que salía de su casa, del trabajo, con su familia, su casa, hasta como lo tenía amarrado.

- Si que es un psicópata- dice Cristina.

Alejandro mira el suelo y ve que desde la cama hasta la silla marcas de uñas.

-Fue arrastrado de la cama a la silla-

- No al revés- dice Alejandro trazando las marcas con sus dedos y viendo las fotos -de la silla a la cama-

- Veré si hay muestras que podemos procesar- Cristina se centra en la cama y siguen examinado la habitación; momentos después, varios forenses llegan para bajar el cuerpo de la víctima, ambos se hacen para atrás, era algo difícil de procesar.

Después de un rato, salen de la casa donde Ian los esperaba afuera todavía asqueado.

-¿Y?- dice de manera temblorosa.

-Se llevaran el cuerpo a la morgue, obvio-

-¿Encontraron algo útil?-

-Parece que si- Cristina muestra las evidencias –Las enviaremos al laboratorio, a ver si progresamos-

- ¿Y que van a hacer ahora?-

- Bueno... no es que no confíe en ellos pero tengo a una persona que nos puede ayudar con el cuerpo-

- ¿Crees que aún siga en eso?-

- Debería- dice Alejandro mientras van al auto - ¿Nos acompaña señor Martínez?-

Ian parpadea a tal invitación.

- ¿Enserio?-

- ¿O quiere quedarse aquí supongo?-

- No, no, no, no- Ian corre para alcanzarlos – No me dejen solo-

- Bien, vámonos-

Los tres suben al auto y se dirigen con la persona que tal vez tenga algunas respuestas.

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