•7•
—Bueno, bueno, vayamos lento bebé.— JiMin estaba acorralado contra la pared de su propia casa, mientras JungKook le sacaba el buzo blanco con una raya atravaesada en en medio, color negra.
El ojiazul ronroneaba en la boca del más alto.— Mhm, te extrañé demasiado.— JiMin quedó solo en su pantalón color crema. Mientras que JungKook seguía todo vestido pero sin calzado.
Nunca se pararon de besar en todo en transcurso de "desvestir" al otro. Era un beso lleno de pasión y lujuria que llegaba a arder en sus propias bocas cuando se encontraban con sus lenguas, en una danza alocada y sin frenos.
JiMin abrió como pudo la puerta y se adentraron chocando con todo a su alrededor. El ojiverde atrapó los muslos del más bajo y éste saltó colocando sus brazos en el cuello. Fueron hasta a la habitación y el rizado lo tiró cuidadosamente en su cama, se subió encima y le empezó a repartir besos por toda su anatomía mientras le quitaba las prendas.
—Kook...— Habló JiMin mientras le daba besos húmedos en el abdomen planito del castaño.
—Mhm, ¿Qué?— Cada cuanto se mordisqueaba el labio para no hacer tanto ruido. JiMin metió una mano abajo de la falda del más bajo e hizo que se le saliera un chillido en busca de mas contacto.
—Estás caliente.
—Tú siempre me pones caliente.
—No.— rió entre dientes.— Estás hirviendo, ¿Te tocaba celo?
—Sí.— Soltó un gemido adolorido, ya empezaba a tener molestias en la cabeza, espalda y en su entrada.— Anúdame, por favor Alfa.
JiMin gruñó, sabía que las probabilidades de un embarazo eran mayores en el celo. Él también se sentía mal, sudaba más de lo usual.
—No podemos. Nunca lo hablamos, Omega.
—P-Pero yo lo quiero Alfa.— lloriqueó al ver como JiMin no hacia lo que le pedía.
—Haré que te vengas solo masturbandote y luego hablaremos de e-esto.— Sus dolores cada vez se hacían más fuertes. Sentía unas punzadas en su entrepierna y cabeza. Su voz salía más ronca de lo normal que eso hacía que JungKook lubricara más de lo necesario.
Buscó el bóxer del castaño y se encontró con unas bragas beige con un moñito en frente.
—A la mierda. Date vuelta.— Ordenó JiMin.
JungKook se dio vuelta ansioso exponiendo su redondo trasero a la vista del ojiverde.
El más alto lo apretó sin cuidado y azoteaba hasta que quedaran rojas. El único sonido que se lograba a apreciar en esa habitación, eran los gemidos y jadeos agudos de JungKook.
—T-te necesito. ¡Ahora!— Gritó ahogado cuando sintió la lengua del ojiverde pasando por toda la piel lastimada, ese simple roce hacía que se encorvara y empujara su trasero para atrás para más toques. JiMin escuchaba como su pequeño absorbía su nariz redondita por culpa del dolor que lo comía poco a poco.
El rizado para que no sienta más dolor, rompió esas delicadas bragas y hundió su lengua en aquella entrada que se dilataba a medida de que su lengua entraba.
JungKook gritó excitado.
JiMin con la lengua dentro, empezó a buscar con su mano los condones en la mesita de luz. Agarró uno y lo dejó sobre la almohada.
Con sus manos firmes en la la caderas del ojiazul.— Quédate quieto.— JungKook tarareó con su cara hundida en las sábanas, tratando de mantener silencio.
Cosa que era imposible.
—E-Eres muy bueno con la lengua.— JiMin metió ésta más a fondo acompañado de un dedo.— M-Muy bueno.
El rizado sonrió y introdujo un segundo dedo.
Hizo tijeras dentro del ojiazul, que se retorcía y gemía alto.
—¿Tu quieres un Alfa?— Preguntó de la nada mientras sacaba sus dedos y su lengua de las paredes apretadas pero ya dilatadas del castaño.
Sacó el condón con sus manos, se masturbó un poco con la bella vista del agujero contrayéndose en busca de algo que lo llene. Se lo colocó y empezó a juguetear con el glande, metiendo la punta y sacándola. Llevándose chillidos y lloriqueos del contrario.
—Si, q-quiero uno. Que me cuide y me folle.
JiMin rió y metió de una toda su hombría en la apretada entrada de JungKook. Éste sacó la cara de las sábanas y pegó su pecho a la cama, abrió más sus piernas para más comodidad.
Las feromonas de excitación estaban esparcidas por aquellas cuatro paredes. JungKook soltaba un olor mucho más dulce y llamativo, mientras que las de JiMin eran más fuertes y densas, cualquier Omega se le tiraría encima.
Una vez que vio que el castaño empujó para atrás, agarró su cintura e inició una serie de embestidas moderadas. Con su toque romántico y salvaje.
—M-Más.— Era lo único que decía el más bajo.
JiMin puso su pecho en la espalda de JungKook, agarró su miembro y lo masturbó al ritmo de sus embestidas, que cada vez se volvían más rápidas.
—¿Te gustaría que cada vez que vayas a trabajar te marcase con mi olor? ¿Que muestres tu bella marca a cualquier Alfa idiota que te quiera para él?— Musitaba JiMin en el oído de Louis mientras mordía su lóbulo y éste se retorcía bajo él.
—¡Si!— Gimió mientras se venía en un glorioso orgasmo.— Se desplomó en la cama, y con las ultimas fuerzas que le quedaban.— Márcame, hazme tuyo Alfa.
Los colmillos de JiMin cada vez se hacían más presentes, estaba muy cerca de la Fuente de aroma y de su propio clímax.
—No estás consiente de lo que d-dices.— Fue lo último que se escuchó antes de que JiMin clavara sus colmillos en la sabana y llegase al orgasmo en aquel pedazo de látex. Sin darse cuenta, empezó a lamer el cuello del ojiazul, como si hubiese una marca.
Quedaron un rato echados, con sus respiraciones tranquilas, uno al lado del otro. El brazo de JiMin alrededor de la cintura del castaño, mientras éste era la cuchara pequeña, el cuerpo de JiMin cubría toda su anatomía, como si lo cuidase de algo.
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JungKook despertó desorientado, con ganas de orinar y se sentía pegajoso. Percibía algo en su interior, cuando intentó removerse para ver, vio un brazo que se presionó más hacia si.
—Mío. No te vayas.
—Quiero ir hacer pis, Alfa.
—Voy contigo.— La voz de JiMin se escuchaba ronca y somnolienta.
—¡No!— Susurró bajito mientras suspiraba. Enamorado.
JiMin bufó y quitó su brazo, frotó sus ojos verdes y vio la escena más bella que haya visto.
JungKook desnudo, sus caderas balanceándose de un lado a otro hasta el baño, su pelo revuelto, en su cuerpo estaba lleno de mordidas y chupetones, desde los hombros hasta su trasero... Que tenía sus manos marcadas.
Silbó y el castaño se dio vuelta, dejando ver un color carmesí en sus mejillas. Apresuró su paso y cerró la puerta tras él.
Agarró su celular que marcaba las cuatro de la mañana, día Sábado.
Bajó la vista de sí mismo y vio como la seguía teniendo parada, su celo no había terminado.
Unos minutos más tarde.
El ojiazul salió del baño con el pelo mojado y una toalla en sus caderas. Fue hasta el rizado y se sentó a horcajadas de él. Deslizó la única cosa que lo cubría, dejando ver su miembro y sentir por completo su culo en el miembro del mayor.
—¿Segunda ronda?
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