Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

modales


El sonido suave de las piezas de relojería al caer sobre la mesa era lo único que llenaba el taller. Joel caminaba de un lado a otro, como si estuviera buscando algo que no podía encontrar, su mente atrapada en un torbellino de pensamientos y dudas.

Había sido días, quizás semanas, desde que empezó a sentirse incómodo en la presencia de François. Al principio, lo había ignorado, como solía hacer con casi todo lo que no comprendía o no controlaba. Pero ahora... ahora parecía que no podía dejar de pensar en él. O más bien, en ella.

¿Y si François era una mujer?

Esa pregunta le daba vueltas en la cabeza, como un reloj cuya manecilla nunca se detiene. ¿Qué había estado haciendo? En sus momentos de mayor arrogancia y confianza, había tratado a François con un desdén que ahora le parecía... cruel.

—¡Maldita sea! —gritó Joel, golpeando la mesa con los puños, haciendo que algunas piezas de su trabajo saltaran por el aire—. ¿Qué demonios me pasa?

François nunca había dado señales claras de su género, nunca había dicho nada que lo indicara. Pero ahora, con el peso de sus dudas, todo parecía tomar un giro diferente. Cada conversación, cada gesto... ahora Joel los analizaba desde una perspectiva completamente distinta. Su tono de voz, su elegancia, la manera en que se movía... ¿era todo eso un juego? ¿Una farsa que él había ignorado por su propia necedad?

—¿Y si la traté mal? —musitó, recorriendo el taller con pasos erráticos.

La culpa comenzó a consumirlo como una niebla densa, nublando su juicio y haciéndolo sentir más pequeño con cada segundo que pasaba. Joel, tan orgulloso de su destreza, tan seguro de sí mismo en cada aspecto de su vida... ahora se veía ante un abismo de inseguridades.

Y si había herido a alguien que solo intentaba hacer su trabajo. ¿Cómo podría disculparse por eso? ¿Qué podía hacer cuando no sabía ni siquiera por qué actuaba de esa manera?

La idea de que François pudiera ser mujer lo hacía sentir aún más desbordado. Si eso fuera cierto, ¿cuántas veces había hecho comentarios inadecuados? ¿Cuántas veces había sido arrogante o descortés sin razón alguna?

Joel se detuvo en seco en medio de la sala, sus manos se apretaron en puños a los lados de su cuerpo, pero no podía hacer nada para detener los remordimientos que lo golpeaban una y otra vez.

—¡No! —gritó, como si al alzar la voz pudiera expulsar esa ansiedad. Pero en el fondo, sabía que la culpa seguía ahí, arrastrándose como una sombra.

En ese momento, la puerta del taller se abrió con un suave crujido. Kaseki entró, con su siempre afable sonrisa, cargando una pequeña caja con herramientas.

—¡Joel! ¡Te traigo la pieza que necesitabas! —dijo animado.

Pero Joel no respondió de inmediato. En su lugar, se quedó allí, quieto, mirando al frente, sin saber qué hacer con la vorágine de pensamientos que lo había invadido. La presencia de Kaseki, con su energía relajada y confiada, apenas le tocaba ahora. Todo lo que podía pensar era en François.

Kaseki, sin notar la tensión en el aire, dejó la caja sobre la mesa y se acercó a su amigo.

—¿Estás bien? —preguntó, levantando una ceja al ver la expresión sombría en el rostro de Joel.

—No lo sé... —respondió Joel, su voz más baja de lo que Kaseki estaba acostumbrado—. No lo sé.

Kaseki frunció el ceño, poniéndose serio por un momento.

—¿Qué pasa, amigo? Pareces completamente perdido.

Joel respiró profundamente y, por primera vez, se permitió bajar la guardia. Su mente estaba tan llena de caos que ni siquiera podía concentrarse en el trabajo, lo que había sido su único refugio durante años. Pero ahora, ese refugio no servía.

—Es sobre François —dijo, incapaz de ocultar la frustración en su voz—. No sé si he estado... tratándola mal.

Kaseki se detuvo, notando la gravedad en el tono de su amigo.

—¿Tratándola mal? ¿Por qué? ¿Qué hiciste?

Joel pasó una mano por su rostro, sintiendo una presión creciente en el pecho.

—No sé. Es solo... cada vez que hablo con ella, no sé cómo comportarme. Al principio, no me importaba, pero ahora... —suspiró profundamente, sintiendo que las palabras se atragantaban en su garganta—. No sé si es porque la traté mal porque pensaba que era hombre... o si la traté mal sin darme cuenta de lo que estaba haciendo.

Kaseki lo observó en silencio, captando la incertidumbre y la confusión en la mirada de Joel.

—François es un buen hombre —dijo finalmente, dando un paso hacia él—. ¿Por qué te sientes así?

Joel miró al suelo, las palabras atrapadas en su garganta.

—Es que... ¿y si no es un hombre? —murmuró, casi como una confesión.

Kaseki se quedó en silencio por un momento, sorprendiendo a Joel. No esperaba que su amigo dijera nada, pero entonces, Kaseki dejó escapar una pequeña risa.

—¿Es eso lo que te está comiendo por dentro? —preguntó, con una ligera sonrisa.

—¡No es gracioso, Kaseki! —respondió Joel, levantando la voz, pero luego la bajó—. Si no es un hombre... ¿qué voy a hacer? ¿Cómo he estado tratándola todo este tiempo?

Kaseki se acercó a su amigo y, con una mano en su hombro, le dio una palmadita.

—Lo que importa es lo que hagas ahora. Si sientes que cometiste un error, lo importante es que tomes la responsabilidad. Nadie es perfecto. Y estoy seguro de que François apreciará tu sinceridad.

Joel lo miró, algo desconcertado por la calma de su amigo.

—¿Sinceridad? ¿Eso es suficiente?

Kaseki sonrió, su mirada confiada como siempre.

—A veces, un simple "lo siento" es todo lo que se necesita para empezar de nuevo.

Joel no dijo nada, pero en el fondo, algo dentro de él comenzó a relajarse. Tal vez no todo estaba perdido. Pero aún tenía mucho que hacer. Y la primera tarea era enfrentar esa duda que lo carcomía: ¿quién era realmente François? Y, lo más importante, ¿qué clase de persona quería ser al enfrentar esa verdad?

Kaseki observó a Joel con una mirada comprensiva, como si quisiera asegurarse de que comprendiera lo que realmente importaba en todo esto. Después de unos segundos de silencio, comenzó a hablar, su tono sereno pero cargado de convicción.

—Desde su primer día en el Reino de la Ciencia, François ha sido alguien en quien todos podemos confiar. No importa cuál sea su género, ni siquiera si en algún momento llegaste a dudar de eso. Lo que importa es lo que ha hecho, lo que ha logrado y cómo siempre ha estado allí para todos.

Joel levantó la vista, algo confundido pero interesado.

—¿A qué te refieres exactamente? —preguntó, sin querer sonar demasiado incrédulo, pero sintiendo la necesidad de comprender a fondo lo que Kaseki estaba diciendo.

Kaseki se recostó contra la mesa, cruzando los brazos mientras comenzaba a recordar algunos de los momentos más notables de François.

—Recuerdo claramente cuando partimos hacia la Isla del Tesoro. ¿Sabes quién fue el que se encargó de que todos estuviéramos en la foto? François. Mandó a hacer una cámara con un temporizador para que, sin importar quién estuviera ocupando qué, todos tuviéramos la oportunidad de estar en la foto, incluso si era solo un instante en el que estábamos todos juntos.

Joel se quedó pensativo, recordando la imagen de todos sonriendo frente al mar en aquella ocasión. No se había percatado de ese detalle antes, pero ahora, con las palabras de Kaseki, el gesto de François le parecía aún más significativo.

—Y no solo eso —continuó Kaseki—. Antes de que todos cayeran en la tentación de hacer una comida extremadamente picante porque a la mayoría le gustaba, ¿quién fue el que se adelantó y preparó algo especialmente para Suika? François. A veces, la gente no se da cuenta, pero siempre está pensando en los demás, incluso en los detalles más pequeños.

Joel asintió lentamente, su mente empezando a ordenar los recuerdos. Era cierto, François había hecho cosas como esas sin buscar reconocimiento, siempre tan discreto en sus actos.

—Y cuando los lentes de Kinrou se rompieron... —Kaseki siguió, sonriendo levemente al recordar—, ¿quién tenía repuesto? François, por supuesto. Mientras los demás estábamos distraídos con mil cosas, ella ya había pensado en todo.

Joel no podía evitar sentirse tocado por la forma en que Kaseki describía a François. Sin duda, había estado tan atrapado en sus propias dudas y prejuicios que no había visto a la persona que había estado junto a ellos todo el tiempo, ayudando sin pedir nada a cambio.

—Parece que nunca realmente le di el crédito que merecía —admitió Joel, sintiéndose culpable por la forma en que había reaccionado con él, o ella. La verdad es que no sabía cómo referirse a François, y eso solo lo hacía sentir más confundido.

Kaseki, viendo la lucha interna de su amigo, se acercó un poco más y lo miró a los ojos.

—Lo que importa ahora, Joel, es lo que haces con esta nueva perspectiva. Si en algún momento no la trataste como se merece, puedes remediarlo. Pero no te enfoques en lo que hiciste mal; aprende de ello. François es alguien que ha demostrado ser más que capaz, alguien que, sin importar las circunstancias, siempre se ha preocupado por el bienestar de los demás. Es una persona digna de confianza. Y ya sea hombre, mujer o algo más, eso es lo único que importa.

Joel guardó silencio, masticando las palabras de Kaseki. Sabía que tenía razón, pero aún le costaba imaginarse cómo acercarse a François sin sentirse torpe, sin dejar que la vergüenza lo invadiera.

—Entonces... ¿cómo hago para enmendar todo esto? —preguntó Joel, su voz mostrando una vulnerabilidad que rara vez mostraba.

Kaseki sonrió, dándole una palmada en el hombro.

—Simplemente sé honesto. Si alguna vez sientes que fuiste grosero o descortés, pídelo disculpas. No te tomes tanto tiempo pensando en el pasado. En lugar de eso, mira hacia el futuro, hacia la forma en que puedes ser un mejor compañero y amigo. Y si necesitas hablar sobre tus dudas, sobre tu confusión, François es alguien con quien puedes hacerlo. A veces, lo que más se necesita es una conversación sincera. Pero hazlo desde el corazón, Joel.

Joel asintió lentamente, aún procesando todo lo que Kaseki había dicho. La verdad es que no sabía si las palabras serían suficientes para corregir sus errores, pero lo intentaría. Si alguien como François podía ser tan leal y confiable con todos, lo menos que podía hacer era dar un paso hacia esa misma confianza.

Kaseki, con su característico optimismo, sonrió ampliamente y puso la mano sobre la mesa.

—Así que ya sabes, amigo. No hay tiempo como el presente. Cuando tengas la oportunidad, haz lo que creas que es correcto. Y recuerda, nadie espera que seas perfecto. Sólo que seas real.

Joel lo miró, agradecido por el consejo, pero con una sensación de nerviosismo en su interior. Tenía que hacerlo, tenía que enfrentar esa incomodidad y ser honesto consigo mismo y con François.

—Lo haré —dijo finalmente, con una resolución firme en su tono—. Hablaré con François. De una forma u otra, lo haré.

Kaseki asintió satisfecho, contento de que Joel finalmente hubiera tomado una decisión.

—Eso es lo que quería escuchar —respondió con una sonrisa.

Con eso, Joel volvió a sumergirse en sus pensamientos, pero esta vez con una ligera sensación de alivio. Sabía que el camino hacia la reconciliación no sería fácil, pero al menos ahora tenía un punto de partida. Y lo que importaba era que, finalmente, se estaba dando cuenta de lo que realmente importaba en todo esto: no los errores del pasado, sino las oportunidades para hacerlo bien en el futuro.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro