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»Chapter 14«

¿Acaso Mérida era así de amable con todos? Es que no podía evitar preguntarmelo al verla hablar tan animadamente con el chico que indirectamente estropeó su boda; ella parecía tener el control absoluto de sus emociones, en cambio yo quería estrangularlo aún sabiendo que todo esto fue consecuencia de mi idiotez.
Quería culparlo, hacerle saber que arruinó mi vida más de lo que ya estaba pero mi sentidos me detenían.

Y era mucho mejor que lo hicieran.

La pelirroja estaba sonriente mientras caminamos por el pasillo de la mansión luego de unos minutos de haber dejado el despacho de mi padre, el chico permanecia callado, podría jurar que desde que pronunció la palabra "si" no ha vuelto a abrir la boca y no parecía querer hacerlo a pesar de la carisma que transmitía Mérida.

— ¿No es así Elsa?—Salí de mi trance al escuchar a la ojiazul hablar.

—¿Eh?

Mérida soltó una carcajada.

—¿En qué tanto piensas?

En cosas que la hija de un candidato presidencial no puede decir en voz alta.

—Nada—Sonreí intentando no ser tan fría.

—Le hablaba a Jack acerca del hermoso jardín de tus padres—Volteó hacia el peliblanco—Tienen una gran cantidad flores, hermosas todas en absoluto.

Mérida siguió hablando sin embargo, yo no pude evitar perderme en el hecho de que eran ideas mías o ¿Ella lo estaba haciendo su amigo? Es que, tocaba temas que probablemente no servirían para nada en el objetivo de que aquel tipo esté aquí.

Se supone que estamos buscando al chico que me quitó mi virginidad, no intentando hacer sentir a Jackson incluído o algo por el estilo.

Y tal vez lo estaba tomando demasiado personal, pero no podía imaginarme el simple hecho de entablar algún tipo de relación con él.
¿Se imaginan yo ayudando a aquel peliblanco con sus fotografías mientras conversamos amenamente? Suena como a un chiste.

A parte de que mi padre no lo permitiría. Creo que eso había quedado claro cuando lo llamó "parásito vividor".

—Elsa...—Me susurró Merida haciendo que volteara mi rostro hacia ella con duda—Tenemos que coordinar como haremos la investigación con Jackson.

Entendí inmediatamente su mirada, era como si me estuviese pidiendo que fuese yo la que tomara la decisión sólo por ser la hija de mi padre. No era la jefa, no quería hacer esto, sólo quería una jodida vida normal.

—Oh bueno, supongo que mañana mismo. Mérida no tiene mucho tiempo para quedarse aquí así que entre menos tiempo esperemos, mejor—La pelirroja me sonrió agradecida. Por suerte había logrado siquiera articular aquella palabras ya que segundos antes no me creía capaz.

—¿Te parece bien Jackson?—Le cuestionó Mérida.

Él chico solo asintió con la mirada fija en cualquier otro sitio.
Mérida suspiro cansada; la ví detenerse en medio de pasillo.

—Mira niño, he intentado a toda costa hacerte sentir cómodo, sé que esto es algo que tú no quieres y créeme que ni Elsa ni yo lo queremos tampoco, pero tenemos que atenernos a las consecuencias, así como Elsa y yo tuvimos las nuestras al ser fotografiadas por tí, tu también tienes tus consecuencias por fotografiar a la hija de un candidato presidencial. Si no eres capaz de siquiera cumplir, pues dilo ahora mismo y así cancelamos todo esto.

La miré con una sonrisa en la cara, si todo esto se acaba justo ahora seré la persona más feliz del mundo.

—¿Que me asegura que el señor Arendelle no me hará daño ni a mí ni a mí familia?—Escuché la voz del chico la cual sonaba nerviosa.
En ese instante cruce mirada con la de ojos celestes.

—No debes preocuparte por eso, si decides irte yo me encargaré de que ni tú ni tu familia se vean perjudicados—Le aseguré.

El chico subió su mirada y me sonrió agradecido.

Sin embargo, yo estaba mucho más agradecida con él.

[• • •]

Jugaba con el desayuno en mi plato siendo incapaz de probar un bocado siquiera; todo estaba en silencio como era habitual y aunque ya sentía que me había librado de un gran peso sobre mis hombros, sentía que lo que venía sería mucho peor.

Sí, había salvado a un chico de una posible tortura, pero yo aún no podía cantar victoria.
Lo liberé, sin embargo yo estaba presa aún.

Mérida había regresado a su ciudad la noche anterior, ella había hablado con el chico y este le aseguró que no publicaría ninguna otra foto más, lo cual me dió a entender que tenía muchas más en su poder. No obstante, la pelirroja ya era libre al igual que él, lo veía injusto, pero el ver la sonrisa de Mérida valió la pena, al fin podría casarse.

Recuerdo que por una llamada la noche anterior me dijo con voz melancólica:

—Tengo una segunda oportunidad Elsa, y esta vez no la desaprovechare.

Ella tuvo su segunda oportunidad. En mi vida no existían las segundas oportunidades, solo había una, y esa yo me había encargado de tirarla a la basura.

Estaba claro que ni ella ni aquel chico se habían preguntado cómo haría para apaciguar la furia que ahora desataría mi padre contra mi.
¿Cómo le explicaría que había dejado que el chico se fuera así sin más? Dudo que se preocupase por Mérida, sin embargo, aquel chico era la "ayuda" de mi padre.

Ni siquiera sabía si había hecho lo correcto y eso me torturaba.
Mi padre había dado órdenes claras y yo había pasado por encima de ellas, por segunda vez.

Dios, que estúpida soy, ni siquiera puedo hacer algo sin perjudicar a los demás o terminar cavando mi propia tumba.

La pantalla de mi celular se encendió, alguien me estaba llamando. Tomé el aparato entre mis manos y por poco lo dejó caer al ver que era mi padre quien llamaba.

En tan solo dos segundos tuve la más grande contienda mental entre contestarle o simplemente ignorarlo.

Al final terminé contestando. No se podría haber enterado... ¿O si?

—¿Elsa?—Preguntó al ver que ni siquiera había saludado.

—Hola padre.—Dije lo más calmada que pude.

—Necesito verte en mi oficina ahora mismo. Sin demoras ni quejas.

Y así finalizó la llamada, podía jurar que ahora mismo me estaba ahogando con mi propia saliva.

—No te alteres Elsa, puede haberte llamado para cualquier otra cosa que no sea decapitarte por dejar ir a Jackson—Me intenté convencer en voz alta.

[• • •]

Bajé del auto con dificultad, despidiéndome del chófer. Ya me encontraba a las afueras de la oficina de mi padre y la sensación de estarlo no era agradable.
Sentía un nudo en mi garganta el cual sentía que se rompería en cualquier segundo.

Caminé abriendo las puertas del lugar encontrándome a la recepcionista de mi padre detrás de un escrito, la chica me sonrió en forma de saludo y yo le devolví la sonrisa.

—Su padre la está esperando en la oficina señorita Arendelle.

Bien, oficialmente estoy muerta.

Asentí sin más y me dirigí a las puertas que daban hacia la oficina de un gran inversionista en la industria hotelera de todo el país, un hombre al que ocasionalmente llamaba padre.

Sentí como con cada paso el nudo en mi garganta luchaba por no romperse.

Abrí las puertas con total calma, en ese instante cai en cuenta de que "las niñas educadas siempre tocan la puerta" quise golpearme por mi torpeza, sin embargo sólo podía fijarme en el peliblanco que se encontraba de espaldas a un lado de mi padre.

¿Él había vuelto? ¿O había sido torturado para que volviera? Tenía tantas preguntas las cuales necesitaba que fueran respondidas.

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