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«Chapter 1»

La puerta de mi habitación se cerró, mi madre se había ido luego de conversar seriamente conmigo, lloré unos largos minutos en su hombro mientras me disculpaba una y otra vez por mi imprudencia. Pero esas disculpas no eran suficientes.

Y yo lo sabía, las disculpas no borrarían aquellas fotografías, ni el bochorno que imagino que se ha de formar y..., no me devolverán mi virginidad.

Tantos años leyendo libros y viendo películas donde pintaban el "perder tu virginidad" como lo más lindo, sobretodo al lado de la persona que amas... ¿Para terminar así? No era justo, la vida no es justa.
Me recoste sobre el respaldar de mi cama y abrace mis piernas con temor. Lo único que necesitaba ahora era comprensión, mi madre se ablandó ante mis lágrimas y disculpas, pero dudaba que mi padre lo hiciese, su puesto era importante, había luchado diez largos años para estar donde lo está ahora, no importaría que fuese su única hija, definitivamente no me liberaría de este problema tan fácil.

Odiaba este lado de mi, porque a pesar de tener una mirada fría y llena de seguridad, por dentro no era así. Sí, Elsa Arendelle era el ser más inseguro de la tierra, aunque eso pareciese, tenía temores, miedo a equivocarme, durante toda mi vida había hecho las cosas bien, o al menos lo había intentado, escondiéndome de las cosas que yo creía que no eran convenientes para mí y eso pareció no servir de nada, porque en solo una noche arruine todo lo que consideraba "perfecto".

Me levanté de la cama con dificultad y camine hacia el escritorio de mi cuarto, un pequeño mueble de color beige, con un espejo al frente y unos cuantos utensilios sobre el, no solía usarlo mucho, mis padres me repetían una y otra vez que debía botarlo, pero en realidad ese objeto a pesar de haber estado ocho años en mi vida, tenía un gran valor sentimental para mí.
Me senté sobre la silla que estaba cerca y comencé a buscar aquella revista, mi madre al salir la había dejado sobre el escritorio, revolvi entre los objetos en busca de ella, luego de unos segundos la encontré bajo unos cuantos papeles; mis manos inevitablemente comenzaron a temblar.

Alce mi vista hacia el espejo y seque mis lágrimas que nublaban mi visión, estaba hecha un desastre, mis ojos estaban rojos como si hubiese llorado toda la noche, y si hablamos de mi cabello, ni se diga, era un completo lío. Mis ojos eran adornados por grandes ojeras, al llegar en la madrugada ni siquiera me tomé la delicadeza de quitarme el maquillaje por lo cual estaba todo esparcido por mi rostro dándome un aspecto fatal, claro, quien lograria quitarse el maquillaje con más de tres botellas de whisky en su sistema.

Dejando de fijarme en mi horrible aspecto, abrí la revista, por lo visto mi noticia no estaba en la portada ya que eso fuese lo único que faltaría para alegrar mi día. Nótese el sarcasmo.
Pase las páginas una a una en busca de algo que tuviese referencia a mi y no fue hasta la página veinte tres que logré encontrar los afamadas fotografías con títulos llamativos.
Y sin más empecé a leer aunque no lo deseaba, la curiosidad me mataba.

La noche de ayer Elsa Arendelle, hija de el famoso político Agnar Arendelle y Iduna Arendelle fue vista en uno de los bares más concurridos de la ciudad, lo cual extraño a muchos ya que según la describen sus padres siempre ha sido una joven muy tranquila y recta en cuanto a sus actitudes, pero al parecer la adolescente se olvidó de todo la noche de ayer ya que se le vio acompañada de otras tres chicas, una rubia que fue identificada como su prima y Tooth Fairy hija de el alcalde. Según cuentas diversas fuentes la joven bebió desenfrenadamente, se le vio muy a gusto bailando con diferentes chicos que aún no se han podido identificar...

Mejor que ni los identifiquen, seguí con mi lectura, lo siguiente eran las dichosas fotos, la mayoría no eran para nada visibles pero mi rostro era totalmente notable, al terminar de observar la foto me fijé que el párrafo seguía así que me dispuse a terminarlo.

La verdad es que la hija de Agnar logro sorprendernos la noche de ayer y mucho más cuando se nos contó que aproximadamente como a las tres de la mañana salió muy acaramelada con un joven, ambos caminaban muy apresurados, nuestros camarógrafos lograron seguirlos pero se perdieron de nuestra vista al entrar a un motel encontrado a cuatro cuadras de la discoteca. Sin duda un lado muy oculto de la joven Arendelle, los medios han estado muy pendientes ya que las respuestas de la reconocida familia están siendo muy esperada.”

Mi corazón latía cada vez más fuerte y mi respiración era entrecortada, me habían seguido toda la jodida noche.
La puerta sonó con unos leves toques sobre ella, lo cual hizo que me sobresaltara y la revista terminara en el suelo.

—¿D-diga?...—Mi voz era temblorosa, el miedo de que mi padre fuese quien esté atrás de esa puerta era enorme.

—Señorita Arendelle—Regule mi respiración al escuchar a Olivia, una de las mucamas a la cual tenía mi total aprecio.

—Oh, Olivia—Solte un suspiro de alivio—Disculpa el no poder abrirte, es que estoy hecha un desastre.

— No se preocupe joven,—Contestó—Solo veía a avisarle que el señor Agnar solicita su presencia en la sala de juntas.

—E-esta bien—Respondi dudosa—Por favor dile que ya me dirijo hacia allá.

—Como ordene, señorita.

|▪ ▪ ▪|

Luego de un relajante baño, me vestí cómodamente y arregle un poco mi cabello
Camine hacia la puerta, la resaca había disminuido, pero el dolor de cabeza había vuelto sabiendo que lo que vendría no sería nada bueno.

Solte un suspiro pesado estando a poco centímetros de la puerta, si la decisión fuese mía, me quedaría encerrada toda mi vida en este habitación.

—Vamos, tú puedes...—Trate de animarme en voz alta, aunque de poco servía.

Cerré mis ojos fuertemente y a velocidad abri la puerta antes de arrepentirme.
Camine por los extensos pasillos de la mansión de mis padres, no consideraba nada de esto mío, no me había esforzado, no había luchado por esto, por ende nada aqui era mío, ni si quiera mis prendas de lujo por mucho que me gustasen, me hubiera gustado crecer en otro entorno, sin personas interesadas más por tu tarjeta de crédito y tu cuenta bancaria que por tus sentimientos, pero no fue así , creci llena de todos los lujos habidos y por haber, sin embargo no les pediría a mis padres que abandonaran sus trabajos y beneficios solo por mi, porque soy consiente de que el día que tenga mis logros propios querré dárselos a mis familiares.

Vagando entre mis pensamientos ya me encontraba al frente de la enorme puerta de la sala de juntas de mi padre, mi mano temblaba, temo por mi vida, y no es por exagerar.

—No has de abrir tu corazón...—Murmure entre dientes, aquella frase que marcó toda mi vida, mi padre siempre me la repetía, solo hasta los diez años donde nuestra relación era más unida, pero de igual forma se quedó grabada en mi memoria.

—¿Todavía utilizas esa frase?—Me quedé helada al escuchar la ronca voz de mi padre a mis espaldas.—¿Elsa?

Aún no volteaba, y no planeaba hacerlo, sentía vergüenza.

—Elsa, ¿Te quedarás ahí sin siquiera dirigirme la mirada?—Su tono autoritario me hizo reaccionar, debía hacerlo, lo mejor era no retarlo.

Tímidamente voltee quedando frente a frente.

—Buenos días—Salude rompiendo el silencio.

—Buenas tardes—Corrigio, y en ese instante me di cuenta de mi torpeza—Las tres de la tarde no es una buena hora para despertar.

Para mí si. Pero preferí guardarme ese pensamiento.

Mi padre aún con su semblante serio abrió la puerta y me dejó pasar a mi primero.
La sala de juntas comúnmente mi padre la utilizaba para hacer sus reuniones de trabajo entre otras cosas, era un espacio el doble de grande que mi habitación, los ventanales daban vista a el hermoso jardín de la mansión, escuché la puerta cerrarse a mis espaldas, mi padre paso a mi lado y camino hacia su extenso escritorio de roble; con la mirada mi padre me indico que me sentará en los acolchonados sillones de cuero que estaba al frente de el escritorio. Y así lo hice.

—Bien, supongo que ya sabes la razón por la cual estás aquí—Baje mi mirada al escuchar la voz de mi padre.—Levanta la mirada, Elsa.

Mi padre era frío, distante, no se en que momento se convirtió en ello, de pequeña siempre lo recordaba como alguien cariñoso y divertido, y ahora las cosas habían cambiado significativamente. Y no para bien.
Lentamente subí mi mirada y pude encontrarme con sus ojos verdes y su ceño fruncido dando a entender cuan enojado estaba.

—¿Qué diablos pasaba por tu cabeza?—Cuestiono con voz neutra, yo guarde silencio—¡Responde!

—L-lo siento, lo siento mucho.

—¿Crees que eso arreglará todo? Así no te crié, pensaba que no eras una adolescente  incompetente, cuan equivocado estaba, esto tendrá consecuencias, ¿Lo sabes, verdad?

—Lo se...

Mi padre soltó un suspiro frustrado.

—Me dolió, eres mi hija, no la payasa de los medios de comunicación, esto me afectara en todos los ámbitos, mi trabajo, mi postulación, todo se irá a la basura por tu inmadurez.—Su tono de voz cada vez subía más—¿Quien era ese chico?

La pregunta me cayó como un balde de agua fría, que podría decirle ¿Qué no lo recordaba si quiera? Una mentira no dañará a nadie.
No, no y no, ya no mentire, si lo hiciese solo complicaría más las cosas.

—N-no lo recuerdo—Conteste sinceramente.

Mi padre soltó una carcajada sin una pizca de gracia—¿Es broma? ¡No recuerdas al tipo con el que te acostaste! ¡¿Qué carajos sucede contigo?! Eres una incompetente.

—¡Disculpa!—Solte al borde de el llanto, sus palabras solo me hacían sentir más miserable—¡Estaba ebria y lamento arruinar todo a mi alrededor! Lo único que te preocupa a ti es tu jodido trabajo y el qué dirán de ti, no sabes cuánto he odiado estos años de mi vida donde todo gira en torno a tu asquerosa postulación ¡Sí, lo sé, soy una incompetente, una tonta, una buena para nada y perdón por equivocarme, también soy un ser humano, no soy perfecta! ¡Entiéndelo!

Podía seguir hablando y reclamándole todo, había tantas cosas que solo callaba por miedo.
En ese instante mi padre se levantó enojado y golpeó enérgicamente el escritorio haciéndome temblar.

—Mira niña inmadura, si me he alejado de compartir con ustedes ha sido únicamente para darle todo lo que merecen, todos tus viajes, y tu ropa cara ¿Crees que eso se ha pagado solo? Deja de ser tan estúpida y comportate como debes, sal de esa burbuja de adolescente en al que crees que todo gira en torno a ti.—No pude evitar tragar en seco ante su tono tan gélido, sus palabras me hacían sentir como una niña caprichosa, no lo era, ¿O si?

Él tomó asiento de nuevo y paso las manos por su cara con frustración, en mis ojos se acumularon lágrimas, no lloraría. No frente a él.

—Necesito que acabes con este revuelo de una jodida vez—Pidio levantando su rostro, sinceramente no sé de qué forma haría lo que pedía.

—¿Q-que sugieres?—Me atreví a cuestionar.

—No lo sé, sé que esas fotos ya las debe tener medio país, pero debemos aligerar esto, no quiero que mi hija se convierta en la burla de todos—Frunci mi ceño, a que se refiera con aligerar.

—¿Aligerar? ¿En qué sentido?

—Elsa... ¿Tú no lo recuerdas?—En mi garganta se formó un nudo, así que decidí no hablar, simplemente negué con la cabeza.

Los siguientes minutos mi padre guardo silencio mirando hacia un punto fijo, bajo el escritorio jugaba nerviosamente con mis manos, el silencio en mi padre nunca significaba algo bueno.

Al paso de el tiempo alcé mi vista al escuchar la voz de mi padre:

—Tengo una idea, y por nada de el mundo te negaras.

|▪ ▪ ▪|

Lo único que quería ahora era hablar con alguien, sobre mis frustraciones y tormentos, pero no había nadie, simplemente la soledad.
Cerré mis ojos y respire con tranquilidad, el jardín de la mansión siempre era un gran lugar, lastimosamente toda esta belleza no se le atribuía a mi madre, a mi padre o a mi, todo esto era gracias a las personas que se dedicaban con esmero a plantar cada hermosa flor en este lugar. Me encontraba sentada en la cómoda silla de el comedor que se ubica en el centro de el jardín, casi nunca lo usaba mi familia, únicamente yo venía aquí a leer un poco y a distraerme.

Abri los ojos exaltada al escuchar a alguien a mi lado, pude divisar a aquel chico que no hacer mucho había logrado entrar a trabajar como jardinero aquí, no me comunicaba mucho con la gente de servicios, únicamente con Olivia quién era como una madre para mí.

Era bastante guapo a decir verdad, alto, buena contextura física, ojos cafés, y cabello castaño, si mal no recuerdo se llama Eugene, pero parece mucho mayor que yo.

Una hermosa sonrisa se diviso en la comisura de sus labios.

¡Maldición! Había estado demasiado tiempo observándolo.

—¿Elsa?, ¿No es asi?—Oh diablos, su hermosa voz. ¡Calma, Elsa, controla esas hormonas!

—S-sí—Respondi. Parezco una idiota.

—Mucho gusto, Eugene—Él extendió su mano dispuesto a estrecharla con la mia, así que inmediatamente la estreche sintiendo el calor de sus tibias manos, las mías eran pequeñas comparadas a las de el.

—Anda, toma asiento—Ofreci, viendo que aún estaba de pie, portaba una franela de trabajo, y unos pantalones gastados, junto a unas botas las cuales estaban llenas de lodo.

—¿Sus padres no se molestan?

—Puede... Pero únicamente contigo ya que fuiste tú quien se acerco a mi, tranquilo, solo te descontarán el cincuenta por ciento—En ese instante su rostro palideció.

—Y-yo, solo me acerque porque la vi sola y m-me pareció cortez saludarla, puedo irme si a-asi lo desea—Hablaba demasiado rápido y hasta tartamudeaba, no pude evitar soltar una carcajada. Eugene me vio confundido.

—Es broma, tonto—Solte aún riendo, el castaño soltó un suspiro—Anda siéntate, mi padre está en una junta al otro lado de la ciudad y mi madre está en el casino, supongo.

Pude ver que aún dudaba de mis palabras pero sin embargo se sentó.

—¿Eres nuevo, cierto?—Cuestione.

—Sí, entre hace una semana.—Contesto sonriente.

Los nervios ya se habían ido, parecía un chico muy agradable.

—Te vez muy joven... Creo que el más joven de todos los que trabajan aquí—Comente.

—No tanto, tengo veinte siete.

—Oh vaya.

—¿Usted?—Lo mire a los ojos, parecían más claros con la luz de el sol reflejados sobre ellos.

—Diesiocho.

—¿No debería estar ya en la universidad?—Exacto, debería, si no fuese por mi padre.

—Como sabras el magnífico señor Arendelle—Dije con ironía—Está postulado a la presidencia, y me prohibió ir este año a la universidad debido a todo esto de las campañas y eso. Pero prometió que apenas y se diera a conocer quién era el nuevo presidente podría ir tranquilamente a la universidad.

—Muchos desearían estar en tu lugar.

—Y yo desearía estar en el lugar de muchos—Murmure sonriéndole.

—¿Conoces todo el jardín?—Negue con la cabeza apenada, siendo sincera nunca lo he visto por completo, es demasiado grande, Eugene se levantó de su puesto con una sonrisa—Pues hoy lo conocerás.

Reí por lo bajo y de igual forma me levanté.

El castaño me mostró toda la tarde cada rincón de el lugar, asombrandome por completo, mientras lo hacía conversábamos de cosas triviales, me había contado que estaba trabajando para poder pagar su último año de universidad, lo que me dió a entender que es alguien que no se rinde, yo por otro lado no tenía muchas cosas que contar, simplemente le converse sobre algunas cosas que hacía en la mansión para no morirme de el aburrimiento, leer, dibujar, pintar, entre otras cosas.
No pude evitar sentir una punzada de dolor cuando me dijo que otra de las razones por la cual trabajaba era su esposa, con la cual esperaba su primogénito. Yo y mi imprudencia de hacerme ideas con chicos que apenas conozco.

Sin embargo seguimos hablando, no podía culparlo, culpaba a mis hormonas de adolescente.

Misteriosamente Eugene se sabía cada nombre de cada flor, inclusive recortamos algunas que yo llevaría a dentro de la mansión para decorar los jarrones, y lo deje que el también tomara algunas para su esposa, me comentó que a ella le gustaba muchos los girasoles.

A eso de las cinco de la tarde decidimos sentarnos en el pasto, bueno en realidad lo decididi yo al estar sumamente cansada, el jardín era inmenso, Eugene por su parte repitió mi acción.

—¿No has sentido miedo a ser tú mismo?—Pregunte de la nada, ni siquiera sé yo la razón por la cual pregunte eso. Mis mejillas inmediatamente tomaron un color carmín.

—Muchas veces—Respondio.—¿Y tu?

—Todo el tiempo, es como si el mundo se encargará de decirme que todo lo que intento hacer esta mal, y de alguna forma u otra termina afectandome, porque siento aquella necesidad de quedar bien con todos... Y cuando me equivoco, siento que todo a mi alrededor se derrumba, muchos dicen que el equivocarse te hace más humano, pero yo siento que solo me hace más miserable—Solte todo lo que tenía retenido, mi mirada estaba puesta en el atardecer. Me removí incómoda al sentir la mirada de el castaño sobre mi.

Quisiera poder desahogarme mucho más, puesto que habían tantas cosas que quería decir simplemente, gritarselas al mundo, pero no podía.

A los segundos sentí unos fornidos brazos rodeandome por los hombros. Intuitivamente y por lógica supe que era Eugene así que me apegue a mas él disfrutando de el contacto.

No pude evitar sentirme protegida, justo ahora lo que más necesitaba era un abrazo.

Nota de autora:
Cómo verán adelante el estreno, en el próximo capítulo sabrán el "plan" de el señor Arendelle.
¡Besos!

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