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─ two!

─Tal vez es tiempo de que disfrutemos del estar confundidos, mostremos como somos realmente...


─Ddeonu-ah, vas a llegar tarde a tu primer día. ─se quejó mi hermana mayor (por un par de días, pero me gustaba tratarla con formalidad), Seeun, quien llevaba varios minutos tratando de despertarme desde muy temprano para que no perdiese mi primer periodo de clases, sin embargo, Morfeo y sus brazos me tenían atrapados y, siendo sincero, no deseaba separarme de ellos en realidad. Levanté ligeramente mi cabeza de mi almohada para mirar a mi hermana y luego observar la hora en el reloj, sí no me arreglaba mucho el cabello podría dormir unos minutos más, así que, tomando en cuenta eso, procedí a volver a colocar mi cabeza en el mismo lugar en donde estaba.

─Seeun noona, deme cinco minutos más-
─no pude terminar la frase debido a que mi -malvada- hermana había tomado mis dos pies con la intención de jalarme y moverme lejos de la cama, ganándose un grito por mi parte que terminó por provocarle una gran carcajada.

─¿Todavía quieres los cinco minutos, Sunwoo-ssi? ─se mofó mi mayor, ganándose un bufido de mi parte, de mala gana tome mi toalla de colores pasteles y me dirigí al baño a ducharse, al menos Seeun noona había tenido la amabilidad de no gastarse toda el agua caliente. Una vez aseado, caminé tranquilamente a mi habitación, asegurándome de que la puerta de la misma estuviese bien cerrada.

Solté un suspiro que posiblemente llevaba retenido hace tiempo, mi corazón latía con fuerza y estaba muy nervioso, era mi primer día en el instituto y quería que fuese tal cual como me lo había imaginado. Me había costado mucho adaptarme a la fría ciudad de Seúl, la cual era muy distinta a mi ciudad natal, Suwon, que me había acogido por tantos años y tuve que abandonar para cumplir mi sueño: estudiar lo que más me gustaba, la música. Desde muy pequeño comenzó mi amor por ella, cuando pasaba recesos escuchándola, cantándola, bailándola, podía hacerlo por horas y jamás me cansaría; mientras crecía, mi enamoramiento por la música, en vez de parar como pretendían mis padres, lo hacía conmigo, siempre fue mi risa, mis lágrimas y mi sudor, mi único amor. Al terminar la secundaria, me esforcé mucho, pasando inclusive noches en vela estudiando para obtener una buena calificación para siquiera poder pasar el exámen de admisión. Al aprobarlo -con una buena calificación para mi sorpresa-, obtuve un impulso, que fue lo que necesitaba para enfrentarme a ellos, había pasado años ocultando mi pasión por la música y era el momento justo para atravesar esa barrera, aquella que me separaba de mi futuro.
Siempre pensé que aceptarían mi decisión pero no lo hicieron, y al enterarse de que mis gustos no iban hacia las chicas todo empeoró, a tal punto de que fui sacado de mi hogar a las patadas.

No fue fácil aceptar el rechazo de mis padres, sin embargo Seeun a pesar de la distancia siempre me apoyó, me trajo a vivir con ella en la capital del país, con la condición de que la ayudase con los gastos y el cuidado de la casa. Acepté sin duda alguna, al poco tiempo conseguí un trabajo de medio tiempo y, luego de ahorrar, pude pagar la matrícula de los primeros trimestres en el instituto en el que tanto soñé estar.

Sí, esa era yo, un chico corriendo por su sueño, de manera literal, ya que me había tardado mucho eligiendo mi atuendo y mi tiempo se había reducido considerablemente, tuve que tomar mi suéter gris -que, aunque estaba limpio, no quería ponermelo- y unos pantalones negros de algodón que estoy seguro que dormí alguna vez con ellos puestos, vestirme, maquillar ligeramente aquella espinilla que decidió aparecer justamente esa mañana, tratar de arreglar mi cabello desordenado, tomar mis cosas -incluida una manzana y una tostada de mermelada que ya no le pertenecía a noona-, despedirme de mi hermana y correr hacia la parada de autobuses que debía tomar para llegar al instituto.

Debo admitir que siempre he sido un chico suertudo, y esta vez no fue la excepción, debido a que había llegado justo a tiempo cuando el autobús se detuvo, pude subirme tranquilamente, pasar mi tarjeta de estudiante para que me dejasen pasar y sentarme tranquilamente en uno de los puestos de la parte delantera. A mi lado ya se hallaba un chico de cabellos entre un tono platinado y uno rosado, muy lindo en realidad. A juzgar por sus rasgos deducí que era extranjero, tenía ojos cafés, risueños,  dulces, algo traviesos pero únicos en su totalidad, una nariz un poquito grande pero que no le quitaba nada a su aura tan aniñada, sus labios pequeños y rosados como sus mejillas; todo su rostro estaba adornado con lunares, pacífico, se encontraba dormido con sus auriculares a todo volumen, reproducía una canción de Michael Jackson y de inmediato los recuerdos vinieron a mí. El autobús debió de haber pasado por un bache, ya que dió un pequeño salto que nos hizo sobresaltarnos de nuestros asientos, despertando así al extranjero que inmediatamente giró su mirar hacia mí, provocando así un ligero sonrojo en mis grandes mejillas. Traté de sacarle conversación pero no debía de ser un chico de muchas palabras, puesto que sus respuestas a mis preguntas eran muy cortas.

Al menos sabía que su apodo era Ni-Ki.

El autobús hizo la primera parada, en dónde el chico extranjero debía de bajarse, me dedicó una sonrisa y procedió a bajarse del vehículo. Se subieron un par de personas más y el autobús siguió con su ruta normal hasta que por fin llegamos hasta la parada más cercana al instituto, me bajé rápidamente del autobús y corrí hacia la gran entrada de Irlang. Me detuve un momento a visualizar la arquitectura del lugar, probablemente parecía un tonto parado en frente del instituto pero en estos momentos no me importaba en lo más mínimo.

─¿Usted tampoco cree que esté justo en frente del mejor instituto de artes? ─se dirigió a mi un chico ligeramente más bajo que yo, de mejillas rellenas, nariz pequeñas como sus ojos gatunos y un curioso hoyuelo en su mejilla izquierda que sobresalía al sonreírme.  Asentí levemente y acomodé mi mochila en mi hombro derecho─. Soy Yang Jungwon, sunbaenim.

Hizo una ligera reverencia la cual correspondí realizando la misma acción─. Yo Kim Sunwoo, es un placer conocerte.
La campana sonó, alertando a todo el alumnado -incluyendonos- para correr hacia sus aulas a recibir sus clases, para mi suerte, era el primer trimestre de Jungwon también, sin embargo, él estaba más orientado en cuanto a direcciones que yo, puesto que tenía un amigo que cursaba ya el séptimo trimestre y le había explicado cada lugar del instituto. Logramos llegar hasta el salón, me dirigí a uno de los primeros asientos y a mi lado se sentó Jungwon, quien se encontraba más emocionado que yo al darnos cuenta de que el primer periodo que tocaba era matemáticas.

La clase fue extremadamente aburrida, básicamente una especie de repaso de los contenidos que daban el terminando el último año en la secundaria, así que mientras el -increiblemente guapo- profesor Lee explicaba en la pizarra alguna especie de fórmula, yo me encontraba dibujando en una de las hojas de papel de mi libreta. El timbre me sacó de mi trance, el profesor dió el permiso para retirarnos del aula, recogí mis pertenencias y busqué con la mirada a Jungwon, el cual ya se encontraba parado en toda la puerta, esperándome con una sonrisa. Me acerque a él y me guió hasta la cafetería, en dónde todos los estudiantes se hallaban comiendo y charlando de temas que no eran de mi interés, ambos nos dirigimos hasta una mesa que estuviese desocupada luego de haber tomado nuestras bandejas y haberlas llenado de comida. Nos sentamos y empezamos a comer mientras hablábamos de cosas triviales para conocernos mejor, mientras Jungwon me conversaba acerca de la vez de que se cayó de su bicicleta luego de haber visto pasar a una celebridad cerca de su calle, mi vista se enfocó en un chico atractivo, quien hablaba con algún extranjero de nariz graciosa y ojos hermosos sobre algo.

Me acerqué a mi -nuevo- dongsaeng para susurrarle en el oído─. Oye, Jungwonie, ¿Quién es él? ─pregunté, señalando -no de manera despectiva- al chico atractivo de piel tan blanca como la propia nieve que se observaba caer durante el mes de diciembre. Era demasiado guapo, parecía ser un príncipe: su cabello negro como el propio carbón, ojos amarronados un poco saltones, cálidos y serenos, nariz algo respingada, labios abultados y delgados teñidos de un sutil rosado como sí hubiesen sido pintados por un gran artista.

─Él es Park Sunghoon, está en el quinto trimestre, y es conocido por ser un casanova como ningún otro.

─¿En serio? Él no parece ser de ese tipo.
─Lo sé, yo también pienso lo mismo al verlo, pero según mi hyung los chismes y los rumores han logrado arruinar con su reputación. ─tomó un sorbo de su leche de chocolate, relamió sus labios para quitar el exceso de la misma y continuó hablando─. Tal vez no deberíamos acercarnos a él, por sí acaso él...

─¿Y sí no es así? Tú mismo lo dijiste Wonnie, solo son los rumores y los chismes que lo rodean... ¿Qué tal sí lo conocemos? ─lo interrumpí.

Estaba confundido, ¿Por qué la gente era así? Posiblemente era un chico normal que ahora se encontraba abrumado por la falsedad a su alrededor cuando solo quería tener una vida tranquila.

Aunque siempre existía la posibilidad de que los rumores fuesen ciertos, pero prefería darle el voto de la duda.

─No creo que se sea buena idea sunbae... ─decidí no escucharlo más y me levanté de mi asiento, con mi bandeja en las manos y tomé todo el valor que había en mi para caminar hasta la mesa del chico casanova en cuanto el extranjero que lo acompañaba se había ido.

Me acerque a él y puse mi mejor sonrisa, sin mostrar mi dentadura. Estaba en sus pensamientos y lo saqué de los mismos cuando comencé a hablar─. Disculpe sunbaenim, ¿Hay alguien más sentado aquí?
─giró su cabeza para poder verme y supongo que quedó levemente sorprendido al notar mi presencia, él negó con la cabeza, lo cual tomé como un "no", y me senté en frente de él para respetar su espacio personal -aún cuando lo estaba invadiendo levemente-.

─Muchas gracias por dejarme sentar con usted, soy Kim Sunwoo, es mi primer trimestre y soy del nuevo ingreso, es un gusto conocerlo.

─Yo soy Park Sunghoon, el gusto es mío. ─escuché su suave voz al presentarse, sonaba tímida y sutil, como sí fuese introvertido.

─No se preocupe, no lo devoraré, solo quiero ser su amigo. ─volví a sonreírle luego de soltar aquel comentario, sacándole una carcajada que hizo calentar mis mejillas.

─Disculpa, me acuesta abrirme con las personas nuevas. ─sonrió levemente, negando varias veces con la cabeza. ─Pero sí me gustaría que fuésemos amigos, Sunwoo.

¡Un capítulo desde la perspectiva de nuestro sunshine!


Trataré de actualizarles una vez por semana, se los prometo.

Sí quieren alguna mención en un capítulo, ¡Dejen un corazón aquí!

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