─ nineteen!
─Sunnie, ¡Tienes que darte prisa o llegaremos tarde! ─gritó el peli negro desde la cocina, el cual se hallaba preparando un desayuno al estilo americano rápidamente. Con ayuda de una espátula, le dió la vuelta a esos huevos revueltos que con tanto esfuerzo había preparado para el menor, tratando de no tocar alguna zona de la sartén hirviente.
Había pasado exactamente dos semanas desde la fuerte discusión entre Sunwoo y su noona, Seeun. Todavía el menor no había hecho contacto para resolver su distintiva y no creía poder hacerlo todavía, las palabras que habían brotado de la boca de la peli negra seguían resonando en su cabeza como sí se tratase de una pelota de tennis chocando con fuerza contra una pared, se arrepentía de muchas cosas que le había comentado cegado por la impotencia de no poder arreglar el pasado de ambos. Aún así, se encontraba ofendido por la actitud inmadura de su noona con respecto al conflicto que intentaban arreglar y no obstante a aquello, se sentía cruelmente asfixiado por la tortura de vivir acontecimientos tan similares uno con el otro.
Su alma y corazón habían soportado demasiados desprecios como para recibir uno por parte de su soporte desde la niñez, sin embargo, era algo con lo que, poco a poco, comenzaba a acostumbrarse a vivir.
El de cabellos cenizos todavía estaba quedándose en el apartamento de Sunghoon, algo que no le disgustaba en lo absoluto al mayor, al contrario, su presencia alegraba hasta el más mínimo rincón del lugar, provocando así un aura más dulce y animada en su -ahora- pequeño hogar, muy lejana a aquella vibra repleta de soledad y amargura que se percibía dentro del mismo en días anteriores.
─¡Dadme un par de minutos, todavía no acabo Hoonnie hyung! ─gritó a la distancia Sunwoo, que se encontraba en -ahora- su habitación, sentado en el asiento que daba al frente de la cómoda, maquillándose de manera apresurada para llegar a tiempo al instituto, había llegado la tan ansiada presentación de talentos jóvenes y todos los integrantes del grupo debían llegar medianamente temprano para poder presentarse.
Aplicó suavemente un brillo labial en sus belfos ya rosados y procedió a observarse en el espejo. Conforme con su apariencia, arregló los pliegues de la manga de la camiseta que porta por debajo de aquella franela negra tan peculiar -debido a que una parte de la misma, en vez de ser de ese color sólido, posee un precioso estampado en blanco y negro de cuadros- y procedió a retirarse de la alcoba, no sin antes tomar sus pertenencias y su mochila. Avanzó un par de pasos hasta dar con la cocina, Sunghoon ya había emplatado los alimentos que consumiría el menor y, al verlo caminar hacia donde estaba, le indicó que se cambiaría de vestimenta mientras comía, él asintió y con ello el peli negro corrió hasta su habitación.
El rubio cenizo procedió a tomar asiento en uno de las altas que poseía la mesa del comedor y empezó a devorar gustoso la comida, apreciando el esfuerzo de su mayor para preparar algo delicioso para ambos. Al terminar, se dirigió hasta el lavaplatos y empezó a limpiar su plato, con cuidado de no dejarlo caer, para dejarlo secar. Una vez quita las gotas de agua que quedaron en sus manitos, fue hasta la sala de estar a esperar a su hyung, el cual apareció a los pocos segundos.
Pese a que había ayudado a elegir la vestimenta que usaría Sunghoon para la presentación, en conjunto con los otros chicos, Sunoo seguía asombrándose de como lo favorecía y lo hacía ver aún más atractivo. Se trataba de una camisa abotonada de un blanco monocromático, por encima de la misma tenía un suéter negro con un par de letras en la zona izquierda de su pecho y alrededor de su cuello se encontraba una corbata todavía sin amarrar, además de unos vaqueros negros rasgados por distintas partes y botas de cuero.
Su cabello estaba peinado hacia el lado izquierdo y sonreía con torpeza, avergonzado por el pedido que tenía que hacerle al menor─. Sunnie, ¿Podrías ayudarme a amarrar mi corbata? Siempre se me olvida cómo hacerlo. ─un puchero se apoderó de sus labios húmedos y el menor, apenas sacado de su ensoñación causada por la apariencia de su mayor, asintió. Se acercó hacia él y con delicadeza, logró su cometido con un semblante contento, el cual se torna levemente nervioso al sentir la serena respiración de Sunghoon cerca de su rostro, sus narices ruegan por acariciarse una con la otra y sus labios añoran juntarse como los de dos protagonistas enamorados de un cuento de hadas, sin embargo, el de cabellos cenizos toma algo de distancia, con sus mejillas sonrosadas por el pensar en lo magistral que sería poder darle un besito al peli negro.
─Creo que tenemos suficiente tiempo para maquillarlo, Sunghoon hyung. ─mencionó Sunwoo. El mayor asintió y, tomados de las manos, caminaron hasta la habitación del de cabellos negros, ignorando el frenesí de sus corazones.
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