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─ fourteen!

─¿Qué tan mal pude haber obrado en mi vida anterior para tener que pasar por esto de nuevo?

El sonido de los vehículos que iban y venían recorriendo el asfalto resonaban en los oídos de Sunwoo, la fresca brisa que aportaba la época de primavera en Suwon se calaba en cada parte de su cuerpo y sus pies iban a pasos lentos bajo las heladas calles de la ciudad. Con delicadeza acariciaba su brazo que se encontraba cubierto bajo su hoodie de tonalidades anaranjadas, aún cuando habían pasado días luego de aquel acontecimiento con sus padres por haberles planteado nuevamente su anhelo de dedicarse profesionalmente a la música, las heridas causadas por el cinturón de cuero negro de su progenitor, Kim Doyoung, parecían seguir intactas, las marcas decoradas con sangre seca le recordaban el rostro furioso de su papá al acabar aquella fatídica cena y los moretones que se formaron en sus piernas blanquecinas -que cubría con unos pantalones holgados de algodón de un color grisáceo- le eran un claro aviso de que jamás tendría la aprobación de sus padres sí estudiaba lo que más amaba.

Caminó hasta la estación de autobuses en la que siempre se paraba, la cual ya se hallaba repleta de individuos que añoraban llegar hasta su hogar luego de una larga jornada laboral o escolar. Uno de esos vehículos con aquel color amarillo tan característico se detuvo en el lugar y con ello las personas empezaron a subirse en él, incluyendo al peli negro en aquel momento, quien pasó su tarjeta de estudiante que estaba en uno de los bolsillos de su prenda superior y ocupó uno de los primeros asientos del autobús que estaba cercano a una ventana, dejando su mochila sobre sus piernas. Apreciaba lo que la abertura le dejaba ver: el cielo era un espectáculo de colores azulados y rosados sabiendo que el ocaso había llegado, los imponentes edificios característicos de la arquitectura coreana, alguna que otra casa y la gente que caminaba adentrada en su propio mundo.

Sus ojitos comenzaban a cerrarse debido a que llevaba días sin dormir correctamente, exactamente desde la discusión con sus progenitores, sin embargo, se exaltó de su asiento cuando el autobús se detuvo en la parada más cercana a su hogar, acomodó su mochila en su hombro y salió lo más rápido que pudo del vehículo. Camino alrededor de unos cinco minutos hasta llegar a su hogar, torpemente sacó de su zurrón las llaves que su madre, Kim Jennie, y abrió la puerta.

Se encontró a la antes mencionada sentada en el pequeño sofá tapizado con flores, llorando una infinidad de lágrimas que formaban mares dentro de la casa. Preocupado, se acercó a su mamá, sin embargo, cuando iba a rozar su brazo con el hombro de Jennie con fin de consolarla, un manotazo proveniente de su progenitora hizo detenerse al instante.

─No me toques, no puedo creer que nos hayas hecho esto.

─¿A qué se refiere, que sucedió? ─preguntó, asustado.

─¡Kim Sunwoo, ¿Puedes explicar ésto?! ─gritó Doyoung desde la habitación de su único hijo. Antes de que el mayor bajase hasta la sala, Sunoo subió las escaleras lo más rápido que sus piernas le dejaron para llegar a su alcoba, encontrándose con su padre quien tenía en sus manos aquel maquillaje que había comprado solamente para ocultar sus terribles ojeras. Al ver el rostro furioso de su padre quedó estático en su lugar, su rostro tomó un tono tan blanco como una nube en verano y solo pudo derramar una lágrima cuando su progenitor tiró parte de los objetos que tenía en su cómoda─. ¿Acaso es tuyo? ¡¿Compras maquillaje con la mesada que te doy?! ¡Responde!

Otra amarga lágrima se deslizó por las mejillas del joven luego de aquel grito y muchas más siguieron después de esa, sin poder responderle a su padre por el nudo que su propia garganta había hecho par que no hablara, asintió tristemente─. ¿Acaso has visto que un hombre de verdad use maquillaje? ¡Jamás, solo los maricones! Yo no he criado un maricón, ¿Cierto, Sunoo-ssi, o me equivoco? ─negó repetitivamente, aún sabiendo que su rostro había tomado un tono rojizo delatandolo. Doyoung, cegado por la ira, dejó un golpe seco en su mejilla─. ¡Mientes! Ahora que lo pienso... No me sorprendería que lo fueras, nunca has traído una novia a la casa... Que decepcionado me tienes, un maricón y un fracasado tengo como hijo ─el mayor de los Kim se sentó en el borde de la cama─, vete, no quiero verte por aquí, eres una vergüenza para mí, has manchado nuestro apellido.

─Pero papá- ─trató de hablar Sunwoo, agachándose hasta llegar al suelo, se arrodilló ante él y bajó su cabeza hasta que la misma tocó el suelo, pidiéndole perdón por primera vez en su vida.

─Pero nada, párate y lárgate, yo no soy tu padre. ─se levantó de su lugar y se retiró de la alcoba, cerrando la puerta fuertemente.

Suaves gemidos y quejidos salían de los labios del peli negro, ni el dolor provocado por los viejos golpes se asemejaba al que sentía en ese instante, las palabras de su progenitor se clavaron en su espalda como sí fueran dagas, abriendo heridas incluso más graves que las que un cinturón podía hacer. Como su padre le indicó, se paró torpemente del piso luego de un par de minutos, recogió todo lo que pudo dentro de la mochila más grande que tenía, desde ropa hasta aquellas pertenencias que yacían en el suelo, se despidió de su habitación con un suspiro y se retiró. Bajó las escaleras lentamente, apreciando las fotografías de cuando era más pequeño, se veía tan feliz que el observarlas le provocaba un gran pesar en su corazón, en el camino a la puerta principal vió como Jennie todavía lloraba, cruzó miradas con ella por un santiamén, con la esperanza de que le dijera que todo estaría bien tal cual lo hacía hace años atrás, pero su madre rompió el contacto visual, dándole a entender que tampoco lo apoyaría, dejó su copia de las llaves de la casa en una pequeña mesa que poseía un jarrón de poco tamaño y salió de su antiguo hogar.

Sin saber a donde dirigirse, empezó a caminar, pensando que haría para sobrevivir, hasta que una idea se cruzó por su cabeza y detuvo sus pasos.

Llamar a su noona, Seeun.

Sacó su celular de su bolsillo y marcó el número de la mayor, quien atendió luego de tres tonos─. ¿Hola?

Seeunie noona, hola. ─habló desesperadamente, algo que no pasó desapercibido por ella.

Solecito te escucho angustiado, ¿Sucede algo? ─cuando escuchó un gemido de dolor proveniente de él, se arrepintió de haber preguntado aquello, se dió una idea de lo que pudo y no ser─. No es necesario que digas algo, como sabrás ya me encuentro en Seúl, pero puedes ir con mi mamá y quedarte con ella, estará encantada de verte.

─De acuerdo, gracias... Noona.

─No me agradezcas, ahora anda, se te hará tarde, luego hablamos de lo que podemos hacer. ─Seeun cortó la llamada al terminar de hablar, ahora sabiendo que tenía apoyo de su hermana, se dirigió hasta la casa de su tía, Yoon Bora, y pasó la noche en el lugar.

Lamento la tardanza para actualizarles.

Sé que no es una excusa válida, pero me costó muchísimo escribir este capítulo, me dolió imaginar cada parte de lo descrito y mucho más sabiendo que el protagonista sería Sunoo, no estoy acostumbrada a escribir cosas de este estilo y fue complejo para mí.

Aún así, espero que les haya gustado el capítulo, ¡Recuerden que para una próxima actualización este capítulo debe de llegar a los 14 votos!

Aquí pueden dejar sus insultos a los padres de Sunie sí desean.

Nos leemos luego.

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