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─ twenty-two!

¡Único extra!

─Heeseung hyung, Sunwoo y yo saldremos a pasear un momento, él echaba de menos estar aquí. ─el peli azul asintió, indicándole que lo llamara en caso de ser necesario.

Habían pasado casi dos años desde que Sunghoon y Sunoo habían comenzado su noviazgo, y la vida desde entonces había comenzado a sonreírles sinceramente. Su relación tuvo sus altibajos al principio, pero cada uno de ellos la fortaleció y la hizo indestructible.

Ambos habían conseguido lo que necesitaban, el mayor quería deshacerse de la soledad que lo embriagaba desde que había dejado todo para ir por sus aspiraciones y el menor añoraba alguien que estuviese a su lado sin importar las circunstancias.

No obstante a aquello, al poco tiempo de haber ingresado a la empresa, les ofrecieron la oportunidad de debutar los siete chicos como una agrupación de ídolos adolescentes -que llevaría el mismo nombre que acordaron la primera vez que se presentaron-, la cual no dudaron en aceptar.

La fama llegó en el instante que fue publicado su primer vídeo musical y les iba de maravilla. Ahora se encontraban en la ciudad natal del peli rosado, Suwon, para la grabación de su tercer vídeo musical, el cual tendría una preciosa temática veraniega, muy distinta al concepto vampírico y oscuro que habían mostrado al público.

Era su único día libre antes de irse de la ciudad y Sunoo, quien desde el momento que llegaron, se veía melancólico y nostálgico, algo que no había pasado desapercibido por su novio. Preocupado por su aura, le propuso visitar las calles de la ciudad y el peli rosado no se negó.

─Vuelvan temprano, por favor. ─indicó el de cabellos azulados.

─De acuerdo hyung, nos vemos. ─se despidió el peli negro con una sonrisa para salir de la habitación del hotel en donde se hospedaban, siendo seguido por el de cabellos tan rosados como un chicle.

Una vez afuera del lugar, se colocaron sus cubrebocas y sus gorras correspondientes, con el objeto de no ser reconocidos, y comenzaron a desplazarse, con sus manos entrelazadas suavemente, por las ya gélidas calles de Suwon, el verano se desaparecía lentamente y la temporada del risueño otoño daba pistas de su llegada que tanto ansiaba realizar.

Sunwoo, con ligera felicidad y un considerable candor, le mostraba las arquitecturas y lugares importantes a Sunghoon, quien escuchaba atento cada una de las explicaciones que daba el menor con tanta emoción. Sus pasos eran continuos y casi nunca se detenían, la belleza de la ciudad tenía embelesados a ambos jóvenes y deseaban recorrer cada rincón de la misma, sin embargo, se conformarían con visitar sus sitios destacados.

El peli rosado detuvo su andar al dar con una calle en específico extrañando de sobremanera al peli negro el cual empezó a sentirse intranquilo al escuchar como se agitaba con parasomnia la respiración de su menor y, al reconocer la fachada de una de las casas que tanto se mostraba en las fotografías de la niñez del menor, supo el porqué.

Allí se encontraba el hogar de los padres de Sunoo.

Sin pensarlo dos veces, sus brazos se posicionaron dulcemente en la pequeña cintura del de cabellos rosados, atrapando al más joven apenas por unos cuantos meses en un sutil abrazo, para Sunghoon el peli rosado era un frágil muñeco de porcelana que debía proteger a toda costa, algo que él agradecía en silencio. Su muestra de afecto no tardó en ser correspondida y la cabecita del más bajo se escondió en la curvatura de su cuello, tratando de normalizar su respirar, le costaba mucho estar en la ciudad y al percatarse de sus pocos cambios durante su ausencia le hizo caer en cuenta lo mucho que la extrañaba.

─Si deseas podemos irnos, no tengo ningún problema de regresar con tal de que estés bien. ─dijo Sunghoon con delicadeza, en un tono de voz lleno de amor.

─No hyung, quiero seguir, solo... Quisiera ir a la casa de mis padres, no sé cuando pueda regresar nuevamente y deseo verlos una última vez, sí es que todavía me guardan rencor por no ser lo que esperaban.

Pese a que sus palabras habían causado un gran pesar en el corazón del más alto, hizo caso al deseo de Sunwoo y retomaron sus pasos hasta estar en frente de la puerta del hogar de los progenitores del de cabellos rosados. Sunghoon volvió a proponer irse en caso de que el menor cambiara de opinión, algo que no pasó puesto que, luego de soltar un suspiro, el timbre del lugar fue tocado, haciéndolo resonar por el mismo.

La puerta no tardó mucho en ser abierta, mostrando así a una joven mujer castaña de ojos pequeños, labios voluptuosos y mejillas preciosas que seguramente Sunoo había heredado.

Su rostro con diminutas arrugas se torno de un ligero rojo al notar la presencia de cierto peli rosado y las lágrimas no se hicieron esperar─. Sol, ¿Eres tú?

─Sí mamá, soy Sunwoo. ─esas palabras bastaron para que la mujer lo abrazara con fuerza, sin deseos de soltar a su único hijo, quien ya se encontraba soltando gotitas de sus orbes castaños que rodaban en su suave piel. Chillidos llenos de arrepentimiento salían de los labios de Jennie, sabía el daño que le había hecho a su descendiente al hacer caso a su esposo cegado por la ira y le habían dolido esos años alejados de su pequeño.

─Jennie-ssi, ¿Qué suce- Sunoo? ─interrumpió torpemente sus palabras al ver a su hijito siendo abrazado por la mujer que tanto amaba. La culpa le dió una bofetada en su rostro, el cual ya mostraba los años que llevaba, y con lentitud se acercó a ellos, sin saber sí sería rechazado el contacto. El de cabellos rosados extendió uno de sus brazos y eso fue suficiente para que Doyoung se uniera a aquel abrazo, pidiendo perdón por sus acciones del pasado, él solo quería lo mejor para su pequeño y no se percató lo herido que lo había dejado hasta que fue muy tarde.

Cuando ambos progenitores se separaron de Sunwoo, invitaron a ambos chicos a pasar, aunque Sunghoon dudó en hacerlo, terminó siendo arrastrado por la fémina, la cual ya sabía que lugar ocupaba en la vida de su pequeño sol.

Las disculpas llenaron de paz al corazón de Sunwoo, y cuando fueron aceptadas sus padres al fin se sintieron dichosos luego de tanto tiempo.

La tarde estuvo repleta de anéctodas y tazas de té caliente, Sunoo se sentía amado al tener a su familia a su lado nuevamente, además de sentirse feliz de que Sunghoon estuviese a su lado.

Al final, el muñeco de porcelana y aquel chico solitario sí tuvieron su “felices por siempre” como los cuentos de hadas siempre hacían idealizar.

Oficialmente, Mixed Up ha terminado.

Gracias por todo, les amo.

Nos leemos pronto en alguna de mis otras historias.

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