Un pequeño favor.
Cálidas eran las tardes otoñales cuando el sol estaba previo a ocultarse, al tiempo en que poco a poco podía sentirse como todo menguase, eso y todo aquello que esa misma conllevase, palideciendo, arrebatando de su luz, sumergiendo de sombras a cada rincón del paraje. Esa tranquilidad inhóspita, que para los agudos sentidos era casi respirable, palabras sobran para describir lo incomprensible y que sin embargo resulta tan desconcertante, y entre tanto, una figura masculina yacía por las sendas a hacia lo inexplicable:
Fastidiado era su rostro y dorado el matiz anaranjado en su cabellos que con el sol los hacía lucir tan hermoso, y pese a la dureza de su temple o la fortaleza de sus entrañas, desconocidos fueron los designios de su alma, que más del corazón, pero por alguna razón estirando el cuello, haciendo la cabeza hacia atrás simplemente suspiraba y al bajarla las cienes se sobaba y lanzando leves gruñidos, con un repudio casi abismal de odio, hacia lo que pudiese representar la muerte misma que le esperaba, este avanzaba.
Que los dioses se apiaden del destino de esa pobre alma, objeto de deseo de destrucción y muerte.
Muchos os preguntaréis ¿Cómo llegó hasta allí? Pues, bien, todo comenzó hacía diez semanas con un pequeño favor....
Era una linda mañana de verano cuando todavía la vida rebosaba sobre los campos de flores y se cosechaban las rosas. El sol resplandecía y la más hermosa de los Arathar sonreía.
-¡LIFER, NO OS QUEDÉIS MIRANDO HACED ALGO! -y mientras tanto, en las barracas de la guerra del Samur-Har-Iken, Asmos estaba irrasiblemente insoportable.
-No necesitas gritar, estoy aquí - Secamente respondió, al tiempo en que acomodándose sus cabellos, como quien yace agotado exhaló. Todo comenzó hacía menos de una semana cuando en el cisme de la última batalla, Asmos titubeó y del cielo, en pleno vuelo desde las barrancas hacía unos arbustos plagados de espinas rodó, nadie en un principio se preocupó, pues todos sabéis que por naturaleza los huesos de las arpías fueron hechos para resistir, no es sorpresa el saber a qué altura sobrevivió, pero el daño lo resintieron sus largos cabellos blancos que con la enramada se atascó, a causa de las prisas y la pelea rápidamente se le cortó. Pero nadie imaginó el gran error que cometió:
-¡TODO ESTO ES VUESTRA CULPA! DEJASTÉIS QUE ME DISPARARAN, NO MATASTÉIS AL ARQUERO, VOS ESTABÁIS EN TIERRA Y YO OCUPADA ENCARGADA DE QUE NO OS MATASEN!
-Ya cállaos, no exageréis, comparado al resto de los hallyr salistéis ilesa. Mejor hubiese sido dejaros morir como los otros en Vathinyor. - Y pensaba bien para sí en voz alta en sus adentros el buen Lucifer.
Primero estuvo negando, luego la mitad del camino de vuelta se la pasó llorando, hasta la había visto coger retazos de tela a modo de velo para cubrir su "vergüenza", ahora andaba como fiera, si antes de todos modos era chocante, ahora era imposible tratar con ella.
-¿Y si mejor os parto a la mitad? - contra éste se volvió y en respuesta energícamente le siseó.
-Si voy con una bruja y os consigo una maldita poción para que os crezca el cabello bastará para que me dejéis en paz, bien, iré.
-¡Idos al infierno! - vociferó, al tiempo en que veía como sin más Lifer caminando tranquilamente se alejó.
-¡Somos demonios!
Era el fulgor del avivar en la caricia de las llamas, así como los leves crujidos de la hierba cuando se quemaban con mirra y esencias aromáticas, lo que la choza iluminaba en aquella noche solitaria;
-Ya os esperaba. Oh humilde viajero, veo que vuestros cansados pies muestran un largo viaje hasta encontrarme - El demonio tan sólo contempló como la maraña en sus cabellos que por la espalda, viendo a las flamas entrando despacio a la choza le recibió, no obstante la hierbecilla seca del suelo crujió y la bruja de soslayo lo entrevió -Oh, sois vos.. - y no fue más que el fastidio así como cierta decepción que en sus facciones resplandeció. Se podría decirse que en algo con la criatura congenió. -Decidme ya, que queréis lagartija inmunda.
-Seré breve, sólo quiero una poción para hacer crecer el pelo...
-Una extraña petición...- La mujer, por su parte suspicazmente, una ceja levantó y como quien no quisiera, sabiendo de antemano las consecuencias que implican conocer demasiados detalles, intuyó - Siempre puedes buscar maneras más sencillas para realizar asesinatos y espionaje.
-No es para mi...
-Así que...- Y sonriendo de oreja a oreja comentó. -El todo ensimismado Lucifer pensando en ayudar a otro más que en sí mismo, ¿Quién lo diría? - Se mofó - Debe ser alguien de gran estima ¿No os estaréis suavizando? - insinuó.
Entretanto lifer, poniendo los ojos en blanco respondió:
-Creedme, si pudiera lo mataría ...- espetó. -Sólo dame el maldito brebaje para poder calmarlo.
-Está bien, tengo gran parte de lo que se necesita para realizar la poción.
-Ya veo, supongo que no os sería mucho problema en hacerlo. - comentó, al tiempo en que, llevándose las manos a la nuca, sobre estas la cabeza recargó.
-Sólo necesito un ingrediente más... - Agregó. -Puedo daros la poción que necesitáis a cambio de un pequeño favor...
-Hablad rápido. ¿Qué quieres, Adara? - Ni siquiera a verla volteó.
-Sólo pido que vayáis al mercado a comprar un poco de aceite de palo de rosa para la poción - Acto seguido, rebuscando entre sus cosas un frasco vacío y dos monedas de oro le entregó.
Y pasó la noche cuando se avecina el amanecer, Lifer se levantó de los incómodos establos, aunque ha decir verdad los preferió mil veces que otra al lado del demonio blanco en las barracas. Y aconteció que pocas horas emergentes al primer canto de la mañana la criatura, revestida como siempre de forma humana, con ellos se infiltró. Y fue el empujar de la puerta que agitó los cascabeles de la puerta del negocio del viejo Leon a la hora cubierto con una negra caperuza ingresó, examinando de vez en cuando las reliquias, acercándose sin más al área del mostrador:
-¿Qué se le ofrece? - El mercader preguntó, larga, puntiaguda era su barba y oscuros los cabellos crespos que bajo su gorro, sobresaliendo por los bordes se ocultaban. En cuanto a lifer, como le es usual con los humanos, le veía, pero ni siquiera lo miraba:
-Vengo de parte de la llamáis Adara. - Acto seguido, rebuscó de entre sus ropas y sobre el mostrador colocó el frasco con las dos monedas de oro.
-Oh, sí, ella... La dulce Adara - y al perderse en esa mirada fría de esos ojos tan azules, pudo vislumbrar algo apabullante que le fue muy inusual, no obstante prosiguió con su trabajo examinando esa tela pegada con brea y escrita, sobrepuesta en el frasco antes de devolverle la vista.
-Sólo vengo por el aceite y ya. - estoicamente respondió.
-Oh, disculpe amable señor - era comparable la calidez con la fría y cortante aura del otro y como chocaban los dos, mejor dicho algo inexplicable del extraño temió. -Pero no disponemos de ese aceite, pero no he podido ver al que me surte en estos varias semanas... Supongo que me debería llegar pronto, y me temo que no puedo ir a buscarlo yo mismo en estos momentos - contestó. Lifer, por su parte calló, con incredulidad una ceja levantó, un ruido sordo, así como un extraño suspiro acomodándose el pelo exhaló. -Pero si pudiese hacerme un pequeño favor, le daré la dirección si quiere ir a buscarlo en estos momentos, ya que ahorita debo atender mi negocio y no puedo dejarlo cerrado por tanto tiempo.
-¿Uh? ...- Y fue así como lifer se aventuró, bajo la promesa de que si lograba encontrarle, el mercader podría dejar que tomase gratuitamente parte de las ánforas con el perfume que necesitaba, sin tener otra mejor opción aceptó. De todos modos, no sólo podría quedarse las monedas que esa mujer, Adara, le dio. Dos pájaros de un solo tiro, pensó. Más no sospechó que aquello significaría el comienzo de un grave error...
Y yendo entre las gentes, se había rumorado incluso de un caso de estafa y fraude que el perfumista realizó, de la deshonra de una de sus hijas y de altamar nunca volvió o de centrarse más en la bebida en lugar de su profesión, sea la razón que fuese, no le importó, sino que después de todo supo, preguntando con los vulgos de ese supuesto gran amigo, único que sabía de su paradero y suerte, le dijeron que taberna frecuentaba, así como una aproximación de la hora que legaba.
Y mientras tanto, con la caída de la noche, era el ascenso de las sombras, así como el apresuro de los pasos que con el soplido de los vientos hacían crujir la hierba seca, cada vez que este emergía de entre la maleza;
-¡Por los dioses, os ruego por una cerveza! - Y así fue como, agitado y de pasos vacilantes ingresó a la taberna. Era el sudor frío, así como el retumbar en su pecho y los designios de su alma cuando creyó haberlo perdido y asegurarse en la tasca.
-¿Y ahora qué te pasa a ti? ¿Qué hiciste? - Y como estas, eran frecuentes las deudas que incluso con el propio tabernero a veces se negaba a servirle.
-Os juro que nada, por los dioses os juro que esta vez nada - imploró, y hasta sacó el dinero para que le fuese brindada bebida suficiente y alojamiento. Sin embargo, esa tranquilidad terminó cuando cruzando el umbral de la puerta se le vio y era la ausencia de vida o expresión alguna en su rostro y en sus ojos lo que más le atemorizó, pues era demonio, aunque su verdadera forma nunca mostró:
Sosegadamente en dirección suya caminó, al tiempo en que el otro más nervioso se quedó e intentando escaparse por la segunda puerta, tras la espalda del tabernero, intentó, Lifer le anticipó lo que le ocurriría cuando el cuchillo, al lanzarse, su mejilla rozó, siguiendo de largo y en la puerta misma atravesada se quedó. Pese a los intentos de algunos por detenerle, no resultó, porque el demonio, sin hacer mucho esfuerzo de encima se los quitó, no con fuerza sino maña, simplemente los esquivó, tampoco era que enfrentarse a cuatro sujetos completamente ebrios incapaces de sostenerse correctamente fuese un desafío para quien conoce de las artes de la guerra y de la pelea.
De este modo a él llegó, en cuanto al tabernero tan sólo miró como de las ropas, del suelo lo levantó.
-Problema suyo... - el tabernero, para sus adentros pensó, al tiempo que un tanto sorprendidio vio como ese hombre tan flaco, tomándolo de sus ropas, al otro del suelo levantó y sin mayor esfuerzo lo cargó.
-¡Hablad!... - ordenó -Decidme ahora y viviréis un día más.
-De acuerdo, lo confieso - y entre lágrimas, lo declaró -Yo robé los ópalos dorados de la casa de mi señor de Gavril ... - contestó. Y he aquí que de sus ropas, ante testigos arrojó al suelo las joyas que robó, y quien sabe si no hasta el dinero con el que pagó, o al menos eso fue lo que el dueño del establecimiento pensó.
-No me importa lo que hayáis hecho en vuestros ratos de ocio - No obstante, fue obvio que oyendo aquello a Lifer esto no le satisfació. Y era el filo de sus rasgos, estoicos, blanquísimos como el marfil cincelado lo que a veces a uno, esa palidez extrema de la tuberculosis u otros males espantó. Y sin embargo, bello a los ojos de la presa el demonio resultó. -Decidme dónde se encuentra Ezio, el perfumista. - En cambio, el otro todavía sostenido y tembloroso, sin dar crédito a lo que oyó y como a todos se expuso solo por vil ladrón, incrédulo o no. Temió -vive en una casa cerca de los muelles, no podréis perderos. Ese maldito de los menjurjes yace día y de noche trabajando en sus creaciones y brebajes de loco, ahí lo encontraréis... - fue entonces cuando la criatura finalmente lo soltó: Al suelo cayó, y desde abajo tan sólo contempló como el rubio la vuelta se dio, y sin más... de rodillas, frente a los objetos expuestos, cruzando la puerta vio cómo sencillamente se marchó. -Si lo véis, dadle un golpe de mi parte, ese desgraciado me debe dinero.
De este modo, Lucifer emprendió un viaje de cinco días de camino a los puertos de Maiahn, en pos del tan mencionado artesano perfumista, donde lo más que se dedicó fue en hablar con sus proveedores para ver si de él alguno daba razón, temiendo que el otro mintiese, aunque al fnial llegó a la misma conclusión, razones o chismes no le interesaron sino tan sólo detalles a cerca de su dirección.
El artesano y yacía en su choza encerrado, sin salir ya varios días cuando el demonio a verlo entró:
-N..No....¡No! - exclamó, y no fue más que el apretar te los dientes, así como el golpetear de la mesa, gesto que Lifer contempló. En tanto vidrios y aándoras, tan delgados como papel dejabanse entreveer las mayores pócimas y extractos de hierbas que el demonio, perdido en los olores, su fino olfato alcanzó a reconocer. -¡Si estuve tan cerca! - y nuevamente, jalándose los cabellos desahogó su frustración, algo que probablemente al visitante a cierta bruja y otra arpía que yacen más allá de las colinas le recordó.
-Vengo en nombre de Leon ... - De todos modos, no fijándose mucho por la primera impresión, y estando seguro que ni el mismo se había dado cuenta de su presencia, pues estaba de espaldas, habló. El otro lo miró con ojos enfervecidos, pero de inmediato se calmó, supuso que todavía se encontraba razonable y por eso lo aceptó.
- Oh, perdone, disculpe, lamento ser algo... distraído. - dijo, tratando de recuperar instantáneamente la compostura - Soy Jean - sudoroso, con la ropa impregnada de menjurjes, grasas y otros aceites perfumados, al demonio, sin saberlo se acercó- Como veréis, he estado ocupado en proyectos....Personales, por los que no he podido entregar los aceites al viejo. He estado trabajando en una nueva poción...- explicó. Lucifer, en cambio ni siquiera se inmutó, sino que guardando decoroso silencio hasta el final le escuchó-Pero puedo darle las ánforas y regalaros parte de mi nueva invención, por la tardanza a cambio de un favor - Sí, esto seguía siendo mejor que tratar con Asmos.
-¿Y ahora qué? - dijo, con fastidio, rotando la mirada.
-Descuidad, sólo es algo pequeño, es simplemente recuperar unas flores que crecen en el jardín de Lórien, para extraer el polvo y el pistilo con su esencia, pero está custodiado por elfos.
-Aha...
-Tengo la certeza de que, si tengo el extracto de algunas flores de lórien, podre completar mi proyecto con prontitud, hablad con los guardias, buscad la manera de entrar mientras termino los encrgos pendientes para el señor Leon.
-Correcto... como deséis. -dijo él, acto seguido, dio media vuelta y a paso tranquilo se retiró. Eso sin antes dejar el frasco sobre la mesa del mezclador.
Y fue la tarde y la mitad de un día, siguiendo las indicaciones dadas por el maestro artesano sobre la ubicación y el resguarde de los jardines de lórien, donde crecen las flores del mismo nombre, resguardada por guardias armados, debido a las propiedades mágicas de la planta misma, capaz de sanar heridas e ingrediente aditivo para la elaboración de lempas. luego de hacer un largo trayecto río arriba, pudo contemplar con sus propios ojos de lejos las murallas que protegen tan místico jardín, y en cuya presencia bendecida no se admiten los demonios:
-Un simple ramo bastará - pensaba -Me infiltraré y será rápido - Ya hasta en su mente lo planeaba, con suficiente premeditación para acercarse. Antes de descender cuesta abajo a la ciudad lórien, territorio habitado por los elfos negros provenientes de Zagros.
Y para cuando ya se hallaba escalando y haciendo uso de sus naturales garras, ocultas eran estas bajo su capa, misma que escondía su verdadera forma demoniaca, misma que le dotaba de la facultad de reptar y trepar muros sin necesidad de shunkos. A falta de cuerda o de canchos, pues siendo demonio no las necesitaba. Y cuando pensaba que en un punto ciego se encontraba y casi a la cima del muro llegaba:
-¡BAJAD DE AHÍ, LADRÓN! - fue un dolor agudo, seguido del tirar de su pierna con fuerza, el impacto de cabeza contra el suelo, y luego la inmensa nada.
Lo que pasó es que llegó a ser interceptado Nerdanel, una de los guardias que usando su látigo, hiriéndolo con su filo, de un azote rasgando superficialmente sus escamas, por la navaja que este al final traía incluida en el arma, rasgando el cuero de sus botas lo obligó a desequilibrarse y posteriormente caerse. Y no fue sino al ver desde abajo la imponente figura de la elfa que armada ya se dirigía para matarle.
-¡Esperad! ¡ tranquila! - rápidamente se reincorporó, y viéndola fijamente abriendo las palmas y levantando lentamente ambas manos hacia ella, como si quisiera pararla, unos pasos retrocedió. No obstante, decidida, la guardia, ni el arma bajó - No soy un ladrón, vengo por un encargo - Y para la situación en la que estaba dio gracias de haber reaccionado rápido, adquiriendo su forma humana mucho antes que alguien lo notara.
-¡Largaos de aquí y decid que habéis fracasado! - ordenó. Apunto estuvo de soplar el cuerno, llamando a todos, cuando Lifer habló:
-Quiero flores de Lorien - respondió calmadamente, necesitaba mantener siempre la cabeza fría, si de algo le había servido el tiempo de conocer a Asmos fue el don de la templanza y de como ahorrarse varios muertos y personas lesionadas en peleas innecesarias en el proceso, incluso a como salvar su cuello. -Estoy dispuesto a pagar por ellas. - dijo, enseñando su bolsa de monedas
La dama entonces bajó su arma y examinó sus facciones con cautela.
-Vuestro oro no es mucho aquí, para vosotros, pero creo que podéis ayudarme en algo, si realmente deseáis esas flores - Bien es sabido que los elfos cuidaban con demasiado celo los secretos de la herbolaria encomendados por sus dioses, sí como las flores endémicas, ingrediente importante para todo tipo de pociones mágicas y la elaboración de lempas.
Fue así qué, acercándose para sujetarlo del antebrazo con brusquedad, lo jaló, y juntos caminaron hasta donde terminaba una esquina de los muros y en seguida en dirección al pozo del pueblo le señaló;
-¿Véis a esa mujer de ahí? - Platicando con un guardia yacía la pobre, pobre alma en desgracia vestida y atraviada, de ojos tiernos que Nerdanel sentenció allí.. -Me ha ofendido bastante. Y ha rondado ha mi prometido día y noche, como la buscona que es. Deshazcedos de ella. Sacadla de aquí - ordenó. Una simple mirada bastó y Lucifer todo esto lo entendió. No necesitó decirle nada más, sólo con la cabeza asintió. Acto seguido, cual si se tratase de un empujón, ella, dejándolo a merced de la inmensa nada lo aventó y de entre la muchedumbre desapareció.
Con la llegada de la noche, bajo el declive de la luz y el ascenso de las sombras era Ithil quien hacía frente a las huestes del Belegurth, como la lumbrera menor, aunque cuentan los sabios y las historias de los flaurus que de ambos, ella era la mayor, tanto en brillo como esplendor. Y sin embargo, bajo el cielo la penumbra reinó:
Una figura femenina de abría, presurosa, camino entre las calles de aquello que, sin saberlo, la agitaba y apesadumbraba el corazón. Corría por el poblado, en búsqueda de varios atajos buscando perder o burlar el sentido de este misterioso cazador, y aunque no pudiendo verle, su aura sintió. Tan palpable como el olor a muerte en su aroma y sensación. Brevemente, recuperando el aliento se detenía, escondida inútilmente de tras las cajas. Desconocía que clase de bestia horrible, un amante vengativo o alguna clase de ladrón lo que la mantenía con el alma pendiendo de un hilo. Lucifer, en cambio, escondido entre la bruma simplemente sonrió. No era que le gustase mucho de participar en esta clase de situaciones, mejor dicho, no les encontraba nada o motivo alguno para su sola preocupación, pero así era el trato..., el pensó.
Y cuando, la otra creyó que por fin la libró, no fue sino al cruzar el umbral de la puerta de su casa que le vio; sentado en su silla, leyendo un libro de conjuros y magia negra que ella lo comprendió...
Lo que pasó es que, Lifer en todo ese día, secretamente en su paradero la investigó y sólo bastó al caer de la noche para que, simplemente ella volviese a su casa y este la esperase, a la hora en que todos duermen, lo siguiente fue una simple y llana ilusión. Pero ella no lo entendió todo sino hasta muy tarde, cuando un cuchillo su frente perforó. Y a las puertas de su casa de desplomó...
A la mañana siguiente un cuerpo muerto al umbral de la puerta de su propia casa se encontró y fue la familia misma que ni siquiera se lo creyó; el como o cuando eso pasó o el por qué a la hora en que todos dormían nadie lo escuchó. Le habían perforado más allá del cráneo, una muerte instantánea, eso fue lo que la mató. Y sin embargo, ni vestigio del arma se encontró. Tan sólo un charco de sangre en la que el cuerpo falleció. En fin, otro misterio para los elfos...
Mientras tanto, en una de las tabernas cercanas, lugar donde muchos servidores descansaban al finalizar la jornada, o simplemente unas bebidas convidaban, estaban sentados frente a frente el astuto demonio y la bella Nerdanel; Oscuros como la piel misma eran sus ojos y largas las trenzas, pudiera ser ... De una tonalidad un tanto azulada, que caían por debajo de los hombros cual cola de sirenas, de tras de sus puntiagudas y alargadas orejas.
-Bien veo que pasaste la prueba - hablaba sonriente, radiante y tan perversa. Había dejado su látigo bajo la mesa, a la par que lifer su espada y el cuchillo envuelto en trapos.
-Aquí tenéis el cuchillo impregnado con las gotas de su sangre. - No le hacía falta mostrar todo de aquello que se comentó por todo el día, algo que sólo ellos dos sabían. Y sin embargo, entre los mercenarios nunca faltan ciertas cortesías.
-Correcto. Eso fue sólo una prueba, esta es la misión de ve....- No pudo terminar su frase, debido a que, lucifer, molesto interrumpió;
-¡Decime algo para no mataros aquí mismo! -Sentenció y algo en las pupilas le cambió. No obstante, la guardiana de los muros tan sólo rió y nuevamente de su bolsa un ramo de flores entre azul y plateadas sacó:
-Os daré un fruto...- comentó.
-Sed clara, mujer- Masculló entre dientes. Palabras sobran para imaginar la suerte que corrió, pues Lucifer decidido estuvo a matarla de al menos un zarpazo, aprovechando el rincón tan oculto en donde con ella se apartó. Nadie escuchó la hórrida negociación o siquiera prestó atención.
-Un fruto del ada nocturna - explicó. Entonces Lucifer su semblante cambió.
-Qué es lo que queréis. -Bien conocidas son las propiedades regenerativas y endémicos de los jardines de lorien, siendo este otro preciado tesoro, debido no sólo a la apariencia y el brillo nítido en la oscuridad sino las altísimas cualidades curativas y la durabilidad de sus propiedades, ya sean frescos o secos. Bien podría venderlo a un buen precio, o guardarlo en caso de extrema necesidad.
Y aguardando con la caída de la noche fue como lifer en los dormitorios, a la hora en la que todos yacen, a hurtadillas se infiltró y como un ente entre las sombras, cual fantasma se movió. A los vigilantes burló y por los interminables pasillos, subiendo las escaleras se adentró:
-Traedme el lirio de plata de mi superior -Y atendiendo a las instrucciones, ved que la elfa, nada tonta el crimen perfecto planeó, en pos de la codicia de un ascenso, carcomida por la envidia o la soberbia, o porque muy incompetente lo consideró. Había puesto como prueba la medalla de su condecoración.
El rubio se adentraba a los aposentos cuando la puerta chirrió y en ese mismo instante sintió que titubeó. Y la presa se sobresaltó. El demonio aguardando bajo la sombra lo notó. Pues ni siquiera se despertó. Y no supo si atribuirlo a al tiempo, pero algo en contra el destino le jugó, o al objetivo subestimó: Infiltrarse sin ser detectado, siempre bueno para eso en las filas calificó.
Y por eternos instantes ninguno de los dos habló. La criatura simplemente para verle pálido, tan pálido y sudoroso como puede estarlo un elfo oscuro, hijo de la noche, con la piel ennegrecida por el pasado en las minas, el sol y los trabajos, traídos de los desiertos.
Y así por un buen rato pasó, esperando que siquiera abriera la boca o intentase llamar a los guardias para matarlo en el acto, luego se preguntó por que no lo hizo en aquella ocasión, simplemente se adentró:
-¿Quién anda ahí? - apunto estuvo de encender la vela por ese visitante nocturno que ni siquiera el rostro le vio.
-Os llamáis Angrod, de Zagros, capitán de las fuerzas del este - le nombró y he allí que en el velo de la noche su verdadera forma le mostró. El sujeto apenas vislumbró como en medio de un conjunto de sombras, algo un aura, una bruma difusa se movió y con ella una enorme distorsión. -Y esta noche vais a morir.
Y no hubo más que las lágrimas que de los ojos de Angrod, cayendo de rodillas empezaron a surgir:
-Tengo una madre enferma que depende de mí, soy lo único que tienen, por favor...Este trabajo es muy tedioso, pero es lo único que me provee de sustento a su mal. Eso no. Pídame lo que sea, pero mi vida no. - no supo qué, algo, muy en el fondo le dijo que él no mentía.
-Entonces largaos de aquí, dadme vuestro lirio de plata y olvidaos para siempre de mí. - de todos modos, lo consideró demasiado patético para siquiera tomarse la molestia de asesinarlo.
-No puedo. - Replicó-Me marcharé en cuanto cure a mi madre. Os daré mi lirio y también mis conocimientos en herbolaria y medicina, mismos que redacté en mi libreta. Pero por el nombre de Ëru, sea usted espíritu de luz o de penumbras, cure a mi madre y huiré, huiré hasta lo más profundo de los montes.
Tentadora oferta fue para Lifer, teniendo en cuenta lo valiosos que resultan las anotaciones de magia élfica, tanto como para reconsiderar la idea de matarlo o de incluso salvarlo.
-Mañana en la noche yo vendré a ella vestido como hombre, y curaré a vuestra madre. -sentenció. Y, sin embargo, cierto hartazgo de todo aquello le sobrecogió, los dientes apretó y las cienes fuertemente se sobó.
Y así sucedió; ocurrió que, a medio día, en una casa situada en la zona sur del pueblo se escuchó como en la casa de Ninel un extraño visitante la puerta golpeteó. La mujer sin duda alguna o mesura en su corazón in mediatamente se dio prisa y abrió; resulta que esa misma mañana, iniciando la jornada su propio hijo le avisó que ese mismo día haría llegar a un curador.
-Oh, supongo es que vos sois el que estaba esperando - Lo primero que hizo cuando le vio fue que detenidamente, cada una de sus hermosas facciones, semejantes a los noldor o sindar descubrió. Vestido de hombre, como a Angrod, para no crear escándalos, lo prometió. No obstante, opacas era lo que alguna vez fue un azúl intenso, ahora sucio y deslavado de sus ropas que a la elfa consternó, apenas levantó una ceja y muy para sus adentros, dudas sobre este supuesto curandero pensó.
Lifer por su parte no respondió, tan sólo con la cabeza asintió, y haciendo gestos para que le diese permiso realizó. Con la mirada cada parte de la casa oteó y volteando la vista, mientras caminaba el terreno suyo, buscando donde yacía la enferma, examinó. Pero no fue sino la propia Ninel quien lo condujo hasta su habitación;
Y Allí estaba ella, la vieja Elentari, madre de Angrod de Zagros, tendida sobre un camastro de hierbas y pétalos de flor, le habían vendado de las piernas y apenas y podía contenerse, agonizando del dolor, tres doncellas la cuidaban, además de Ninel, dueña de la propiedad.
-Vosotras, apartaos.... Fuera de aquí. -habló, se limitó a no brindar demasiadas explicaciones y brindar instrucciones para la asistencia y elaboración de una mezcla, una poción. Los ingredientes no fueron difíciles de conseguir, lo siguiente debería ser fácil, tal y como en ese momento a solas sucedió: -Ni una palabra de esto, Elentari. Vos también os olvidaréis de mi - En cuanto a ella, perdida estaba y agonizando para abrir los ojos, exhausta mejor dicho, como para prestar atención. Fue allí cuando, en la inmensa soledad con la luz del sol filtrándose por los bordes de la puerta y las ventanas, entre el olor a humedad, cera gastada y esencias de hierbas aromáticas, fue donde lifer tal cual era se mostró y con sus propias garras una vena se cortó. No bastó más que un poco del ese azulado néctar, que como sangre negra a y violácea a la luz del sol, para que ella se relajara y todo con más facilidad lo manejó, al principio la repelió por su causa de su amarguísimo sabor, no obstante, se la bebió, tal y como Lucifer se lo ordenó. Ya repuesta un poco, lo siguiente sería muy sencillo, pensó. Al menos no se quejaba, lloraba, ni se estaba retorciendo del dolor.
Fue allí cuando a las criadas llamó. Y todas, con vendajes calientes y tes y ungüentos se le trató. En cambio, Lucifer, con una sola de ellas a la cocina se dirigió. Claro, Ninel los supervisó.
-sólo bastará un poco más - para sus adentros el demonio pensó, había preparado otro frasco con su sangre, para agregarlos al menjurje y agregados a la mezcla en caso de que estuviese entre el gentío y no ocasionar alarma, al toparse con un demonio como siempre sucedió.
Y mientras que las demás doncellas se movían terminar con lo necesario, se le dejó a una al cuidado de Elentari. Lucifer yacía un poco hastiado, pues ansiaba retirarse y cumplir con los favores iniciales, ¡venga! Que esta lista interminable de favores ya lo empezaba a acojonar, pero nunca llegose a imaginar que esto apenas estaba por comenzar, pero incapaz de dejar el trabajo a medias tuvo que verse forzado a terminar. No se supo que pasó, tal vez atribuirlo a las prisas, la tensión del momento, pero fue en su letargo de desprecio que no se fijó cuando con una de las doncellas tropezó, dejando caer el cuenco con la poción.
-¡¿Pero qué habéis hecho?! -Y fue cuando Ninel se acercó y como si hubiese cometido tan horrendo crimen, peor que si Elentari hubiera muerto reaccionó -Ese tazón fue forjado por una hechura especial, por los artesanos de Lag-Der- Mha. Ya no se hacen tazones tan resistentes de ese tamaño. - Reclamó -Recibido seréis vos en esta casa por vuestra buena acción, pero si no buscáis ofendernos deberás pagarlo o recuperar el tazón, pero os advierto que tiene costos de importación.
-Carajo...-maldijo para sus adentros. No deseó escucharla, pero para no matarla allí mismo se las arregló, la cabeza agachó, pero los dientes apretó, el ceño frunció y con una mano las cienes se sobó; Asmos le había dejado una migraña prolongada que hasta en el alma más paciente, seguro estuvo que no aguantó. -Si, como digáis. - Respondió. -Más tarde me dirigiré allá y le traeré lo que me pida.
Una semana, una larga y maldita semana fue lo que se tardó para dirigirse a los valles de Lag-Der- Mha, lgar de verdes pastos y bajo las faldas de las montañas de Morvarat, y fue preguntando entre los artesanos, llevando en las manos todavía los restos del tazón como rastro de la hechura entre ellos, que luego de tardarse un poco al caer de la tarde dio con el correcto; Su nombre era Mithrandir, mujer de brazos fuertes y gracia de cazador, osca como uno y a la vez preciosa como la mañana misma, durante el tiempo que la conoció Lucifer se preguntó como es que manos tan toscas podían recrear a partir del lodo y el fango tan finas piezas de alfarería, y puede que nunca lo sabría, tal vez por eso para este tipo de tazones, más gruesos y pesados de los comunes, hechos para su durabilidad y resistencia, fue la escogida.
-Sí, supongo que podría - respondió -Aunque es un trabajo muy detallado, no es muy difícil. Pero he estado algo atareada con encargos estos días, es necesaria vuestra paciencia - Prosiguió. -Y no tengo para comprar los materiales. Son tiempos difíciles y se me han acumulado las deudas.
-No tengo mucho tiempo, y vengo con prisa, se me requiere el pedido de inmediato. - espetó, no obstante, aún harto de todo esto hubo algo que de sisearle lo controló y en calma lo dejó. -Puedo pagaros la deuda si es necesario... - Y algo en los ojos Mithrandir brilló...
-Sí claro, niño bonito. Ahora resulta que podéis pagar diez oros. - Y sin embargo, algo escéptica se mantuvo, pues de sólo amigables palabras nunca se confió.
-No lo sé, decidme vos - Insinuó. Y fue allí que rebuscando entre sus cosas, lifer le mostró todo el talento de oro y plata que en sus ropas guardó. La mujer los labios ligeramente abrió y no hubo más que el silencio que reinó, una sonrisa sincera, acompañada de la sorpresa de su rostro se dibujó...
Un perro a lo lejos ladró cuando Lifer, por las callejuelas inmundas de Lag-Der- Mha, lgar se infiltró, poco quedaba ya para la llegada de la noche si prestáis atención a la puesta de sol, he allí la hora en que cierto visitante hizo sonar el cascabel de la puerta del usurero Haittel, maldito bastardo y lisonjero, tal vez por eso se entendió tan bien con el demonio la primera vez que se vieron;
-Sí, la recuerdo. La señora Mithrandir. - Explicó - es aceptable, así, pero a parte están los intereses...Por haber tardado tanto, y no haber tenido la honra de haberse presentado ella misma, sino enviarnos a consecuencia al parecer a uno de sus mandaderos.- Hizo una pausa, mirando despectivamente a la criatura - Me pregunto si el oro prestado le alcanzó para comprarse su propio lacayo. - No obstante, y aunque lifer se viera sin inmutarse, interiormente mil maneras ya formulaba el como matarle. Lisonjeros a su manera, tal vez esa similitud con que una vez los acercó fue la misma que los alejó, y sin embargo allí seguía regateando con el flaco, malnacido, y viejo Haittel.
-Os doy las diez monedas, tómadlo o dejadlo. - espetó. Haittel viéndole dejar las diez monedas sobre la barra, sonrió y algo similar en la sed de codicia que en su mirar resplandeció, a cierta criatura que yacía frente a él ahí mismo, a ratos le recordó. Pese a ello, algo lo decepcionó.
-Me temo que no será suficiente.... - Dijo, y una sonrisa aún más amplia en sus facciones se articuló. -Se que venir con buenas intenciones en pos de esa....- hizo una pausa - buena mujer- nuevamente la conversación se retomó. - pero siempre hay impuestos, ya sabe, impuestos sobre los materiales y los cobradores que vienen siempre quieren más, así que me temo que esto no es suficiente para pagar la deuda.
-¿De cuanto estamos hablando? - secamente inquirió.
-Eh, yo diría que ahora... - dijo mientras veía el oro en los anillos de sus manos -Alrededor de veinte monedas de oro y diez de plata. - y como quien se indigna del exagerado precio de las cosas, lifer se enconlerizó, el labio inferior ligeramente lo abrió y las cejas las alzó para, y en ese mismo segundo nuevamente las juntó;
- Yor gëios äite ruid daík - en su propia lengua exclamó, se hartó y lo maldijo.
-En fin...Lamento que hayáis tenido que viajar por nada. Puede retirarse amablemente, o puedo hacer que uno de mis amables muchachos le muestren la salida - Y fue allí cuando cada uno de los dos que yacían, uno a su costado, custodiando la puerta, dos a diestra y siniestra del hombre que los mandaba y uno último de tras escuchando todo, sus armas desenfundaron, Lifer tan sólo escuchó como cada uno su acero, ya fuese en dagas, cuchillos, tirejas y herramientas de jardinero desenfundó. -De todos modos.... Pasarán ellos mismo a cobrarle uno de estos días...- Y cuando menos lo pensó, rodeado estuvo de mercenarios dispuestos a matarlo, en cambio Haittel, tras las espaldas de ambos ya se había refugiado por lo cual lucifer no pudo alcanzarlo, pero ese es el menor de los problemas, teniendo en cuenta la situación por la que estaba pasando.
Fue allí cuando Lifer sus chakrams desenfundó, se vino contra el que tenía justo a su lado, matándolo de un corte a la garganta, antes de que siquiera los otros tomasen conciencia de su acción, y la pelea comenzó:
De este modo, con gran ahínco y vehemencia el segundo, con su hacha corta desenvainada, sobre él se le aventó y el arma, para cortarle levantó, sin contar con que de una patada trasera lifer a raya lo paró, pues a los testículos le dio. A causa de la fuerza del pateo, pues todos sabemos lo que es rivalizar con un demonio, aún en su forma humana, sobre sus rodillas cayó. Esto le dio chance a Lucifer, que en postura defensiva quedó y una tajada a la garganta en canto de su vida extinguió.
Uno menos quedaban dos. Y pese a que los chakrams no son el arma más recomendable para hacerle frente a un par de dagas de doble filo y un espadón, tampoco se esperaba que la pelea se prolongase demasiado y terminase pronto, eso fue siempre lo que quiso él... Acabar rápido. Y pese a que el estilo de pelea de los habitantes de los valles de Lag-Der- Mha era combatir de frente, Lifer buscando evadirles y escurrirse con mayor facilidad, viéndolos de lado se quedó. Fue de este modo rehusó y más de una ocasión cortes con el sable esquivó, incluso usando el mismo chakram lo detuvo y condujo con la propia fuerza que el otro lo golpeó.
Era así como con una atacaba y con la otra defendía. Sólo bastó de un pateo en la espinilla para desequilibrarlo, luego otra más de tras de barrido y este otro al suelo caía y la espada soltaría, eso le dio oportunidad al demonio desenfundar su propia espada y matarlo apenas tocase el suelo.
Ahora sólo quedaba el tipo de las dagas, fue así como levantando la espada se giró y las dobles estoadas evadió. Quien lo hubiese dicho, hasta las armas de un solo golpe este soltó. No quedó mucho que hacer en realidad, evitando que gritase o su huida simplemente, de una tajada el cuello le cortó.
En cambio, hablando de Haitel, bien podría decirse que excelente como tan inútil refugio halló debajo del escritorio, en cuclillas guardado como en un cajón cuando Lifer lo encontró. Y era el miedo, un miedo puro como cuando uno presencia la llegada de un emisario se la muerte en una aparición, pálido y más blanco que el papel mismo su rostro se tornó. Su lengua en ese momento se cortó y un escalofrío yendo hasta la espina dorsal se apoderó. Y no hubo palabra o grito alguno que emitiese en el entrecorte de su voz a la hora en que, levantándolo como a un muñeco, el demonio le tomó;
-¿Últimas palabras? - Lifer insinuó. Inexpresivo estaba su rostro y más pasivo era el tono de su voz.
-Por favor, perdonadme....- titubeó -No me matéis, cancelaré la deuda, sólo os ruego que no me mátéis - dijo, pudiendo ver por el rabillo del ojo a los matones suyos que masacró. -Yo nunca quise este tipo de vida, no intentéis pagarme...Incluso cancelaré las deudas de las otras personas.- No obstante a Lucifer, está más que deciros por qué no le interesó:
-¿Es todo?
-Tomad lo que queráis, tengo oro, perfumes y tesoros valiosos en la trastienda, podéis llevaros lo que queráis - Titubeando lo invitó. Entonces el rubio los labios torció.
-Por favor, permítame mostraros lo que tengo... - Y como nada, abriendo la puerta a la bodega lo arrojó. Pero ved la gran sorpresa de, entre el oro y la plata, una pequeña fortuna de ánforas y todo tipo de pociones acumuló, así como libros y tratados, incluso varitas, cetros y cuarzos e instrumentos que en las artes y ciencias ocultas se utilizó.
-Vaya, así que al usurero le encanta la brujería, la magia negra y la canalización de enlaces mágicos de energías. Dame otra razón para no mataros en este momento... - Ordenó, al tiempo que en otro de los polvorientos libros y pergaminos rebuscó. -¿Vermis misteris? ¡Uf! - pasando página de este exclamó.
-Siempre he tenido afinidad con la magia, pero nunca pude entrenarla como es debido, señor. Mi padre quería que yo me dedicase al negocio familiar, y aunque me resultó con buenas ganancias, siempre tuve esa pasión. - con cierto desgane le explicó, ya no le importó el miedo o si la muerte merodeaba y entre sus cosas esculcaba en ese salón. Sorpresivamente, Lucifer, no mucha atención a su relato le prestó, pues entre viejos pergaminos halló algo que llamó verdaderamente su atención:
-Esto. Quiero esto. - se trataba de una bitácora sobre pactos demoniacos, escritos por cierto brujo que hizo de renombre por esa época y que se le quemó.
-Tomadlo, es vuestro ahora, mi señor. Se que podría ser mucho pedir, pero yo podría cancelar todo y además conseguirle más cosas, si a cambio me ayuda a conseguir a un mago o un invocador que me enseñe las artes místicas...
Dos semanas tardó en encontrar a un mago del que probablemente estuviese dispuesto a aprender, y este a enseñar, en una época donde muy pocos magos aceptaban aprendices de tan avanzada edad, pues la practica de la magia no suele ser sencilla. Es por eso que suelen proliferar los gremios o a la realeza, es por esto que los servicios muchas veces son limitados a la beneficiencia o curación, difícil es hallar a un buen invocador de bestias, elemental o curador, fue por esto que hubo ciertos contratiempos en buscar uno. Se le vio escuchando voces de viajeros, preguntando en bares; de bardos o cantando en las calles, o sencillamente rumores de lo que la gente cuenta a cerca de rituales y viejos que hablan con los antiguos y cantan canciones ancestrales de mucho antes del nacimiento de sus padres...
Fue así como lo halló, a tres poblados de distancia: Ocurrió poco después del rozar del alba, al adentrarse más en el boscaje cuando le vio; entorno a un tronco viejo, con un cristal amarillo. cansados eran sus ojos como larga su barba blanca, y sin embargo un destello de jovialidad desprendía su semblanza, pese a que desgastados estaban los vestidos que le cubrían mientras oraba. Mejor dicho, una inentendible canción en un susurro pronunciaba. Le esperó, no teniendo nada más, le esperó, le esperó a que acabase de cantar lo que sea que ese encantamiento llegase a ocasionar.
Una vez terminados los conjuros se acercó y con el sostuvo una larga y muy interesante conversación;
-Veo que vuestras habilidades místicas son reales.
-y yo veo que vuestro conocimiento es grande. Decidme que deséais, joven viajero - le contestó.
-Vengo de parte de Haitel, de Lag-Der- Mha, un hombre que deseó ser aprendiz, pese a ser viejo y no haber practicado magia, tiene buenos méritos y conocimientos de estos.
-No creo que tenga problema en enseñar a quien no ha practicado magia, si tiene lo necesario para aprender de las artes del oficio a quien las quiera, pero no es tan simple como venir a vedirlo.
-Explicadme.
-A pesar del conocimiento, sin practica no puedo hacer mucho, pero quizás haya una manera de poder ayudarlo en su aprendizaje. Veras, es algo drastico, quizas sea posible con la ayuda de un dragón
-¿Un dragón? - preguntó.
-Es algo complicado de explicar si no tienes lo conocimientos, pero un dragón es un ser de gran poder, que puede controlar a la naturaleza misma, así que es mejor de entender si un ser tan magnifico está presente.
-Esperad,¿Me estáis pidiendo un dragón, GRANDE, VIVO - y su tono de voz, así como movimientos con las manos intentando figurar la emoción, tanto como el tamaño trató. -para que podáis aceptar a ese hombre como vuestro aprendiz?
-No necesariamente, no necesita un adulto, con el huevo de un dragón bastaría. Sería un pequeño favor, solo eso, -Y aunque excesivo le pareció aceptó, no por clemencia o constirpación, sino que hubo algo en la astucia del viejo que ciertos respetos suyos se ganó. Pues conocidas son las riquísimas propiedades tanto de la sangre, escamas, tejidos y uñas, hasta del polvo de los huesos de un dragón y la rareza, de sus elevadísimos precios su principal razón.
Lucifer se encaminaba ya a su destino en las galeras, bajo la gran montaña. Se había tardado el resto del tiempo en buscar, recabar la información necesaria sobre el avistamiento de uno de ellos, que importa si era joven o anciano, con un huevo o cualquier cosa en realidad bastaba si hablamos de calmar la codicia del viejo, pero bueno. Allí estaba él ahora; Hastiado. Deseando verdaderamente que no le tomase mucho, en realidad. Se había desprovicto camino a la cueva de sus bolsa y de sus ropas para ganar movilidad, y adoptado su forma demoniaca, mostrándose como tal;
Verdosos se tornaban sus tres ojos y alargadas sus pupilas, rubios eran sus cabellos. Podía verse como le brotaban azuladas escamas con distintas tonalidades, también unas cuantas más pequeñas a unos lados de la cara, pudiendo verse igual en las sienes al tiempo en que caminaba, hasta la frente y la punta de la barbilla. Extendiéndose desde la nuca, espalda y coxis, delante de los hombros, yendo por los brazos y parte del tonificado abdomen y los pectorales hasta la pelvis, deslizándose por las piernas, que más que piernas se transformaban en patas como de lagartija, pero evidentemente mucho más anchas y fuertes. Y sin embargo, hermoso seguía siendo su rostro y envolvente la frialdad de su mirar.
Y como bien es dicho, es sencillo, hasta un ciego puede encontrar un dragón, lo difícil es llegar hasta uno y enfrentarlo, pues siempre yacen en la parte más alta. Ahora pues, supo de este porque se comentaba mucho de uno que constantemente sobrevolaba para tomar el ganado. Calculó pues su edad, mediante la frecuencia de sus asaltos, es bien sabido que los viejos, aunque más robustos y poderosos, ya no salen tanto.
Entre más joven mejor, y para alguien que no era muy religioso, sino todo lo contrario, se sobó por última vez las cienes y acomodó la media melena, aflojó un poco el cuerpo, los hombros hacia atrás, algunos estiramientos para la espalda. Tronandose los dedos con fuerza, se adentró en la montaña, y sea lo que los dioses quisieran...
Y mientras se adentraba por las cavernas, se detenía muchas veces a pensar si realmente valía la pena tener que hacer todo esto. Luego recordó lo hartante que eran soportar no sólo las quejas, sino ese impredecible comportamiento y mordaces modos de Asmos, que siendo lo más sinceros del mundo se detestaban más que el fuego y hielo, como los persas y los espartanos... Fue así como se decidió en continuar la marcha, buscando la guarida del dragón.
Como el reptil que era se deslizaba y con cautela en esa laberíntica cueva se inmiscuía, escudriñaba. Y así como algunas bestias, su forma demoniaca le dotaba de sentidos aumentados, pudiendo oír el revolotear de las alas de un insecto y darse cuenta, aún en la completa oscuridad de dónde se encuentra un enemigo con tan sólo el escuchar de su respiración. Podía, pues, sentir el sonido del viento entre los pasadizos y saber dónde moverse. Reptaba; Buscaba y escalaba en cada apertura que pudiese ver, presintiendo el calor que aumentaba a cada instante que se acercaba. Esto lo atribuyó, y poco tiempo después comprobó que no se equivocó; Había encontrado el nido, puesto que es bien sabido que los dragones requieren de lugares cálidos y húmedos, por lo que, al sentirlo supo que llegaba a su destino. Esto lo supo por el brillo del oro y los metales que yacen en el.
Tuvo al menos la suerte de que el dragón fuese hembra y devorase a lo que fue un infortunado cabrito, mientras daba espalda a sus huevecillos, era el olor a azufre y humedad de la roca que contrastaba con el fuerte aroma y textura de las cenizas que yacían esparcidas por todas direcciones.
Dragón joven, dedujo y acertó, al parecer, o suficientemente grande para robar ganado, pero no tanto para destruir una caverna. O por lo menos eso pensaba, lo que sí se cuidaba era de ser visto mientras uno de los huevos, como son grandes con ambas manos los agarraba. Pues de ser ágil la inmensa bestia, ahora con mayor detalle y bajo la tenue luz de una flama, eso aparentaba.
Era el sudor frío que por la frente de lifer resbalaba, No le importo elegir, solo tomo uno de los huevos y con mucha fuerza, trato de levantarlo sin romperlo. No era una labor realmente dificil, levantarlo, pero no hacer ruido era lo importante, tomarlo, esconderse, salir vivo. Suena facil. Mientras que había poca luz para poder distinguir lo que había frente a él, más no pudo darse cuenta de lo que yacía bajo sus pies, pues había también joyas, cuarzos y todo tipo de piedras preciosas, como también huesos y rocas. Y aunque no importase la cautela, sus pasos eran pesados, lo que hizo que aplastase algunos huesos de una comida anterior que el dragón hubo o no tenido anteriormente. Eso fue lo que la interrumpió, y nuevamente la alertó. Y a verlo por fin volteó. Una punzada estremeció al titubeante Lucifer en el corazón, por un instante el tiempo para él paró, luego... Poco se sabe qué pasó, las alargadas pupilas achicó y sin aliento se quedó. Si os pudiera decir algo es que corrió... como alma que le lleva el diablo mismo es que corrió...
Y todo en un rugido en la cueva se fundió, cuando el dragón se volteó. Con gran pavor el demonio contempló como de soslayo, como una sombra entre la oscuridad misma, contra él con su cola, cual látigo contra él arremetió, al tiempo en que se volvió. El golpe lo lastimó, pues el peso de la larga cola lo golpeó, pero no se cayó, sino que, sí, en parte titubeó, pero gracias a los agudos reflejos a tiempo se agachó y el impacto del golpe aminoró, por cuanto no dejó de correr y una de las partes más livianas de la cola le tocó.
Con gran pericia con su escape prosiguió. El dragón, por su parte en sus patas traseras se incorporó y batiendo sus alas, para realizar un gran salto se impulsó, buscando alcanzar al pequeño ladrón. Lifer su raudo, para ganar distancia apresuró, viendo como sobre él se abalanzaban las garras del dragón, agilizó. Decidido lo evadió, tirándose al suelo para rodar de lado, evitando las cuchillas del dragón, sobre quien juró que por un segundo los dientes le sintió. Aún así, la fuerte embestida no la evitó, lo cual hizo que quedase más lejos de la salida. Esto hubiese sido muy distinto tomando en cuenta la clase de situación, pues la clave era mantener intacto el huevo, mismo que le entorpeció, pero no lo detuvo ni le frustró.
Como pudo se reincorporó, dando inicio a una cacería y una voraz persecución, Como pudo se reincorporó, dando inicio a una cacería y una voraz persecución, y así como se arrojaba, Lucifer evadía lo mejor que podía las mordeduras y zarpazos del dragón, mientras este buscaba bloquearle la salida y arrebatarle su cría, el otro con tan sólo hacerse a un lado perseguía exactamente lo mismo, no salió ileso, por supuesto; le había hecho profundos cortes en la espalda y en el brazo derecho, arrancándole las escamas y dejando expuesta la carne de sus miembros, también las constantes embestidas le debilitaron bastante, pues y aunque fuese joven, era grande. Exhausto y todo magullado, dicen que una vez destruidas las fuerzas entra en juego la cuestión mental, y eso era esto un juego mental... dicen que aún las bestias más feroces en sus momentos más turbulentos tienden a dar todo su potencial, eso y la fuerza de voluntad.
Y fue así como, escondiéndose tras una estalagmita más ancha, el dragón dio un fuerte garrotazo, haciendo caer parte del techo y que retumbará y le cayera encima esta parte del techo, esto la incomodó, por un momento retrocedió, misma distracción que la criatura demoniaca escapara y corriera hasta la saliente de la cueva, escapó.
No obstante, aquello no representó suficiente para el dragón, pues aunque era una salida pequeña y su gran cuerpo no lo alcanzó, he de deciros que con fuego sopló y sopló, y las llamas invadieron el pasadizo con la misma furia que arremetió y todo se consumió...
Pese a esto, malherido y chamuscado Lifer sobrevivió...
Y La luz del alba bañaba los últimos atisbos visibles de las colinas y los montes lejanos, el viento del norte soplaba, una leve sensación de frescura por los valles gradualmente se incrementaba, y sin embargo, era el olor a muerte y azufre que por los valles rondaba, explotando en tremendos y horribles gritos e inmensas, ardientes llamaradas. Y Allí estaba él, maltrecho, igual que un trapo, de piernas adoloridas, como también quemadas, pero con el huevo intacto, y era el sudor frío que con el soplido del viento incrementaba el dolor sobre su piel deshollada. Había tenido la fortuna de hallar uno de los pasadizos que daban salida a la cueva y esconderse bajo un árbol a la saliente de una gruta, en un rincón lo suficientemente escondido de la montaña. Y por su cabeza pasaba, viendo como quien algo lo atrapa, el mar de destrucción que por causa suya en el pueblo ocasionaba, al tiempo en que el dragón iracundo sobrevolaba y con furia, fuego del cielo regurgitaba. Estuvo consiente todo el tiempo que cualquiera en su lugar hubiese muerto, de hecho estuvo al filo de esta tan sólo al meterse al nido de la bestia, sudaba frío y sangraba por la boca, pero al menos se daba el logo de haber sobrevivido, ya tendría tiempo después para regenerarse, siendo que es lo que en esos momentos estaba queriendo, esta misión representó un martirio para sí mismo. Eso pensaba mientras contemplaba el poblado, ahora tan sólo faltaba terminar el encargo.
De pasos lentos, pero firmes, como sigilosos, emprendió un viaje de retorno por los senderos que lo llevaría con el mago, ese. Y Pese a las prisas por huir de la ira del dragón, tampoco podía darse el lujo de perturbar su bienestar, tomando en cuenta que lo estuvo a punto de incinerar, lo que pasó fue tan sólo una muestra, una advertencia de lo que a él le pudiera pasar. De modo que andar rápido, realizando movimientos bruscos podría abrir de nuevo sus heridas, así que de vez en cuando hacía paradas para esconderse, sanarse y descansar. Incluso en los poblados o con las caravanas, qué, viéndolo tan malherido algunas optaban con ser piadosos y subirlo, o o a la entrada de os pueblos dejarlo pasar, cubriéndose con sus prendas, algunas que ya tenía, otras que le habrían de regalar. Varias semanas tardó en llegar, tiempo suficiente en la que sus laceraciones llegó, gran parte de estas, a curar.
Fue allí qué, un poco mejor tratado y más curado, regresó al mismo bosque, por las colinas de Adara para encontrarse con el mago, y no hubo más que la expresión del asombro, así como la sorpresa en la sonriente mirada y los ojos del anciano al presenciar como el viajero lo sorprendía. Envuelto entre viejas telas el huevo de dragón. Aunque antes de poder entregarle tan valioso objeto, Lifer pidió algo de savia o algo para sanar sus heridas y con el estuvo el tiempo suficiente para explicarle como sería el hombre que deseaba aprender de él, con un poco más de energía y un cuerpo en mejor aspecto, regresó al antiguo poblado donde habitaba el usurero.
Pero con un poco más de calma, puesto que se hallaba recién recuperado. Aún así su paso aceleró y en menos de una semana con Haitel volvió, este al verlo se sorprendió, pero lo que mayor asombro le causó fue el extraño presente que en nombre del mago, Lifer le regaló; Se trataba de lo que llamaban cristales de reconocimientos, y pese a que fuese en un dije de cuarzo, a la luz de una vela en los aposentos brilló y está en un diminuto cervatillo se transformó y al roce de su mano lo olió. Esto quedó como prueba que el hechicero del bosque lo escogió, lo siguiente era recoges sus cosas e ir a buscarlo a Adara para su primera lección, guiado por el espíritu o aura que este en el cuarzo dejó.
Fue así como, reclamando lo que desde antes escogió como suyo, con a la casa de la artesana retornó. Esta, podría decirse que de verlo también se sorprendió, aunque no tanto como la vez anterior, ésta era más por el desmejorado aspecto en que regresó, pero sinceramente no le importó.
-Aquí está vuestro tazón ... - Rebuscando entre las cosas y la lista de otros encargos los sacó, y con simpleza le habló. Duante las últimas semanas se lo guardó.
En cuanto a Lifer, ni siquiera se inmutó. Tan sólo le pasó la nota, grabada en un trozo de corteza con la palabra del Usurero Haitel, símbolo de la anulación de la deuda. Y pese a que esto a ella le alegró, para nada le sorprendió, pues de haber fracasado los planes de conciliación o hubiera querido tomarle el pelo al muchacho, ya se hubieran presentado allí mismo, arrebatando y quebrando su trabajo, tirando la pintura, zaqueando como las rapiñas que son. Ni siquiera le cobró, porque de todos modos fue el acuerdo con el que se empezó. De todos modos, ya se había repuesto un poco de las deudas con sus diversos deudores y administrando mejor sus gastos. Tan sólo dio las gracias, Lucifer en cambio le compró tan sólo otra simple bolsa para guardar los libros y papeles que del otro recogió.
De este modo empezó con el viaje de retorno hacia adentro, tras las murallas de la ciudadela de Lorien, lugar donde habitaba Angrod, de Zagros, trató de no olvidarse de ese nombre ni tampoco de Elentari o Nerdanel, principal razón por la que los recordaba, pues el de ninguno de sus deudores un demonio tan fácilmente olvidaba, y he de decir que una deuda posiblemente nunca perdonaba. Más cual fue la sorpresa al pararse de frente allí, de nuevo en la casa de la elfa que la cuidaba;
-Oh, sí. Os recuerdo, sois vos - Dijo la mayor, que hasta parecía que tanto de él y del asunto ya se olvidó- Vena, por favor pasad. Os juro que de vuestra cara casi me olvido.
-Vengo a dejarle el tazón - Secamente Lifer contestó.
- Oh, no era nada más que una vieja reliquia sin valor - Y en efecto, no desatinó. Y pese a ser un alivio, en el fondo, muy, muy en e fondo aún más le enfureció:
-Vengo a ver a Elentari. - y alrededor de donde estaba la mesa sentados, decidido, simplemente se paró.
-Me temo decirle que hace semanas que ella y su hijo se marcharon. Gracias a vos que su salud mejoró, intentó contactarle pero ni siquiera se vuestro nombre o si volvería a veros, así que me pidió que os diera esto - De este modo se reincorporó y rebuscando entre sus trapos, envuelto en uno de estos un lirio de plata le entregó. No obstante, esto a lifer satisfecho no lo dejó.
-Supongo que lo suyo al fin y al cabo no era tan grave si sólo bastó una sola ayuda de vos, tenéis mucho talento como curador. - Y esto al demonio como un balde de agua fría le cayó, tanto que apenas cerrada la puerta y despedido de la señora, un manotazo a la cara se dio.
Esta desagradable sensación de ira interna, ni siquiera con Nerdanel desapareció, sino que de lo contrario aún más se aumentó.
Y no fue si no bajo las sombra de los cedros que la encontró, bella, altiva y orgullosa, como el primer día en que la vio;
-Os tardastéis, vaya... Creí que no regresaríais - Se burló. -Y al ver que no llegabas, supuse que vos y el imbécil de Angrod se habían matado entre sí, pero bueno... resulta que habéis regresado de la muerte y estáis aquí... ¿Qué trajisteis hoy para mi? - Y por esto, de no traer el látigo o estar frente a testigos, se hubiera dicho que la hubiera descuartizado allí mismo.
-Sólo dadme la maldita fruta y las ramas, y tendrèis l lirio. - Masculló, al tiempo que se lo enseñó.
Esa misma noche, tuvo que esperarla en la taberna para completar la consolidación, recibiendo en cambio un par de ramas y un fruto más fresco que el anterior, de esta forma su trato con la elfa terminó y cada quien con lo suyo se quedó. Y ella, por su parte, de haber obtenido el nuevo ascenso y la condecoración a la que Angrod de Zagros voluntariamente renunció, se regodeó. ¿Lo que más de todo esto a Lifer le incomodó? Fue que en ella algo de Asmos encontró.
Esa misma tarde se trasladó de regreso al puerto donde hacía algún tiempo al Maestro perfumista conoció y cumplidos los favores, y arregladas las cuentas uno de los ramos de las flores de lorien le entregó, el resto Lucifer para sí se lo quedó. Puedo haberle dado más, pero así el lo prefirió. Varios días, en lo que tardaba en terminar todas las ánforas se quedó, mientras el artesano duramente para extraer la fragancia trabajó.
Y así, completadas cada una de estas cosas volvió de donde había salido, a la tienda del viejo León, quien, al verlo de vuelta con el cargamento ya atrasado, incluso se sorprendió. Podría decirse que incluso de la muerte del maestro artesano se creyó, que este enfermó, o quién sabe, la vida le trajo por ahí el rumor que un amigo suyo muy estimado fue confeso y arrestado por ladrón. Pero de como estuvo todo el pleito entre ellos no se enteró, aún así, muy contento reaccionó cuando la mercancía llegó que a la criatura regaló el contenido de un frasco pequeño del perfume y su poción.
He allí retomó la marcha hasta el hogar de la bruja a la cual regresó. Y No era más que la figura de esa leve silueta a la luz de las flamas lo que en la choza se reflejó. Enflaquecido estaba su cuerpo y alborotados sus cabellos que, con la corona de coloridas flores, haciendo contraste con la negrura de la melena, se enmarañaban con sus greñas y bajo esa descolorido atuendo relucía su piel morena. Adara se hallaba realizando otro de sus trabajos cuando Lucifer de nuevo la encontró, rezándole al fuego, sobre quién sabe que se le encargó. Tan sólo le bastó poner un pie y ella lo detectó, inmediatamente de soslayo, en un atisbo lo miró y se sobresaltó, pero al instante se calmó.
-Creí que ya no volveríais - Serenamente le habló.
-He venido con el ingrediente que querías para vuestra poción.
-Oh... sí, eso. Lo conseguí con otro proveedor hace una semana. Pensé os habíais fugado con mi dinero. Pero aquí tenéis - Y de sus manos, recién preparada en otro parecido frasco se la entregó. Y no hubo más que el estallar de la rabia que en las facciones de lifer se figuró, los dientes rechinó, las cejas apretó y una chispa en el brillo de esos ojos azules explotó;
-¿DIEZ SEMANAS, MÁS DE DIEZ MALDITAS SEMANAS, DONDE TUVE QUE ENFRENTAR A UN DRAGÓN SÓLO PARA QUE ME DIGÁIS QUE ME SACRIFIQUÉ PARA NADA? - exclamó y a base de gritos, de veras que enardecido todas las desavenencias en su búsqueda le relató, pese a esto el semblante de la bruja no cambio, incluso diría que una risilla seca frente a este soltó:
-Pues yo sólo os pedí que fueseis al mercado, de quien sabe que cosas halláis hecho este tiempo yo no soy responsable... - Esto como un balde de agua fría al demonio le cayó -Pero si es cierto que os enfrentasteis a un dragón, pues bravo. - y no era más que la usual picardía y el sarcasmo de su voz. -Es un relato que se contaría digno de héroes y caballeros, no de un simple demonio.
Sin embargó, una vez recibida la poción se hartó y esperando no volver a tener trato con ella en mucho tiempo, mejor dicho nunca, con esa bruja, a las barracas donde Asmos ya lo esperaba en la improvisada carpa volvió:
-Oh, pero que tenemos aquí...- y Mirad entonces quién le recibió. -Veo que os divertisteis ¿disfrutastéis vuestro pequeño descanso? ¿Y no me llevastèis? -Ved entonces como lentamente, a su espalda lentamente , acariciándole ambos hombros se acercó. Pese a esto, Lifer fastidiado no se movió, en todo este tiempo desde los inicios a Asmos sobre todos en la tropa mejor que todos le conoció, pues con ella del mismo equipo salió. -Qué traèis para mi. - y metiendo una mano en su bolsa rebuscó -Uh, de vermis misteris, más tratados demoniacos, un fruto....espera, y.... espera, ¡Ramitas de árbol élfico!, parece que os divertistéis - No obstante, hubo algo qué, rebuscando en esa maleta de cosas que llamó sorpresivamente su atención; -Huele bien, es a caso un perfume o una poción?
-No lo sé, ni me importa. -Musitó, por un momento la mirada le devolvió y bajando la cabeza contempló el mechón de cabello que le creció, tanto que, con la diferencia de estaturas, aunque por una palma sobre el hombro de lifer cayó, no supo por qué, pero eso le molestó -SI os gusta es vuestro. -Sin embargo, esta vez supo contenerse, muy hondo respiró y las cienes se sobó.
-¿Esperad, por qué olèis a cenizas de dragón?
-No os incumbe - Dijo, pasando de largo y llevándose ambas manos a la nuca, relajando en cuello comentó -Voy a bañarme, si me disculpáis yo sí necesito un baño...
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Notas de autor;
-La frase rara que dijo lifer en idioma demoniaco ; Yor gëios äite ruid daík, significa en idioma español "vete a la verga", siendo un insulto. Sacado de la obra Allëh-Azhot, donde mencino atisbos de la primitiva lengua demoniaca.
Aclaraciones;
Este cuento fue escrito en homenaje y haciendo parodia de una cueste de runescape llamada "un pequeño favor"
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