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Eea

Circe observaba el horizonte desde la ventana de su habitación, era un día normal y cotidiano aunque por algún motivo ella intuía que eso cambiaría pronto. Abajo se oían los rugidos de sus leonas entremezclados con la conversación entre sus discípulas. Un sonido que siempre la reconfortaba e incluso la distraía de malos pensamientos. Tenía como cinco leonas, todas ellas domesticadas desde cachorras, y veinte discípulas, todas ellas vivían en palacio. Tan sólo no quisiera Hestia que algún día dejara de haber espacio suficiente para todas. También había un corral para cerdos pero por fortuna llevaba años vacío.
Decidió que ya era hora de bajar. Las demás mujeres al verla se pusieron de pie en señal de respeto.
-Por favor, ya os he dicho que estas formalidades son completamente innecesarias conmigo.
-Usted es la dueña de este planeta, en el fondo siempre pensaremos que siempre lo es.
Pero al mismo tiempo se veían complacidas por ese trato informal. Tan sólo una le parecía indiferente, Hippolita, la antigua líder de las amazonas y reina de Themiscira. Había llegado hacia unos meses después de renunciar a su Trono por causas que aún no había querido con nadie de la isla. En verdad apenas se había abierto con alguien desde su llegada y no era porque varias no lo habían intentado, entre ellas la propia Circe. Hippolita además estaba ya embarazada cuando llegó y ahora le faltaba poco para dar a luz, aunque ello no preocupaba a nadie puesto que había varias mujeres con experiencia en partos en la isla, muchas no podían evitar especular de sí acaso la gravidez de la antigua reina estaba relacionada con su autoexilio.
Circe también lo sospechaba así pero por motivos obvios había decidido dejar el tema en paz... Al menos hasta que Hippolita se decidiera a sacarlo abiertamente a la luz.
Después del desayuno todas se dirigieron al templo de Afrodita a poner sus ofrendas. En la isla también había un templo de Hekate pero en el entraban sólo las aficionadas a la hechicería. En otro tiempo Circe daba lecciones de magia allí pero hacia tiempo que eso conducía a la diosa a recuerdos demasiado dolorosos.
Fue cuando ya estaban a punto de salir de terminar la ceremonia de libación cuando Eirene grito:
-!!Circe¡¡ !!Allí ¡¡
Sus compañeras y amigas la miraron confundidas ante su arrebato pero la titan ya intuía la razón.
Y en efecto, cuando miro hacia el punto al que señalaba Eirene, sus temores se vieron confirmados: Un punto blanco en el cielo que claramente se dirigía hacia ellas.
Al percatarse también de esto, varias se pusieron nerviosas pero Circe no. Ya se había enfrentado a esa misma situación varias veces.
-Maia, lleva a todas adentro. Ya.

La nave no tardo demasiado en aterrorizar, no era un modelo que la maga reconociera así que debía ser un modelo nuevo. Observo desde las cámaras desembarcar a los tripulantes:Eran tres mujeres, la primera, que debía ser la piloto a juzgar por su uniforme, era una joven de extenso cabello rubio, ojos azules y facciones delicadas, la segunda era también una muchacha joven de piel ligeramente tostada y cabello castaño que a Circe enseguida le pareció familiar y la tercera... Bueno era muy difícil describir a la última mujer puesto que iba sumamente tapada con una capa y un visor metálico en los ojos.
También parecían un poco temerosas, especialmente mientras se dirigían a palacio.
Circe se fijo entonces en que la mujer rubia llevaba un traje de piloto, así que puede que fuera la propietaria de la nave.
-No quiero entrar ahí-oyó por los altavoces que protestaba la mujer castaña.
-¿Tienes miedo? - le contesto con algo de sorna la enigmática mujer de la capa.
-¿Tu no? Todos hemos oído de lo que es capaz.
-Mayor razón para ser discretas. Lo digo por las dos-replicó la piloto- Además, ¿no hemos tomado ya las precauciones necesarias antes de aterrizar? Permaneced calmadas y estoy segura de que no nos pasará nada.
La castaña hizo una mueca de duda pero no discrepo.
Desde el interior del palacio, la titan contenía la risa. Más gente que la tomaban por una fetichista a transformar la gente en cerdos, probablemente las precauciones a las que se refería debía ser a que tomarán antes la hierba moly, famosa por contrarrestar cualquier hechizo. Se pregunto si sabrían que no eran las primeras que habían adoptado esa idea.... Y muy probablemente tampoco fueran las últimas.
La castaña la tenía realmente intrigada, mucho más que la mujer de la capa. Realmente sentía una extraña conexión familiar con ella y no comprendía porque....
Estaba tan concentrada en esto que no le presto atención al hecho de que las forasteras llegarán a la entrada, y a causa de esto la voz de la piloto la sobresalto :
-Divinal Circe, miembro de la raza de los titanes, hija de Helios y Perseis, Reina de esta isla....
-Ella misma sabe ya lo que es, no es necesario gastar tanta saliva en recordárselo - refunfuño de nuevo la castaña. Su compañera la ignoro.
-Diosa, hemos venido totalmente en son de paz, buscando solamente un refugio -prosiguió - Descendiente de las divinidades preolímpicas, juro que nuestras palabras son sinceras...
-Ya basta -bramo ya junto a la entrada- Tu amiga tiene razón, conozco demasiado bien mi genealogía.
Que pensarán que había estado cuchicheando si tal pero no quería que sospecharan de la presencia de tecnologías de escucha cerca suya.
-Solo hay un dato que me interese realmente, aparte de vuestras intenciones y es vuestros nombres.
-Tiene toda la razón, mi deidad - dijo la rubia con una humilde reverencia - Mi nombre es Galatea, piloto del Libertas, y ellas son mis compañeras de viaje, Ariadna y Melina. Pido disculpas por llegar sin permiso pero la nave necesita reparaciones urgentes y este era el único sitio en el que podíamos detenernos. Prometo que serán solo unos pocos días.
Circe no contesto de inmediato sino que miro de nuevo a la joven refunfuñona que ahora sabía que se llamaba Ariadna. Ahora por fin se daba cuenta, aquella joven compartía los rasgos de su hermana Pasifae y su cuñado Minos conjuntamente, y juntos habían tenido juntos a una niña llamada....
"Ariadna de Creta"
Genial, otra sobrina con la que seguro no podría evitar encariñarse. Justo cuando por fin empezaba a desvanecerse el dolor que la historia de Medea le había causado....
Y la otra mujer Melina solo permanecía callada mientras ocultaba en todo momento su rostro todo lo posible. A la hechicera ya se le habían encendido las alarmas interiores con ella.
A pesar de todo aquello, dijo con voz solemne y segura :
-Por supuesto. Sed bienvenidas y sentíos como en casa.

#Próximamente la segunda parte de este relato, en donde profundizaremos más en la inminente relación entre estas cuatro, conoceremos más a Hippolita y muchas cosas más. Y una pista :Detrás de la verdadera identidad de Melina se esconde una figura muy célebre de la mitología griega. ¿Alguien adivina quien es? 👀👀

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